septiembre 25, 2012

SÓLO EXISTE, QUIEN RESISTE


Por: Carlos Arturo Gamboa B.
¿Ustedes qué es lo que buscan profe? Me preguntó ese estudiante, entre incrédulo y aséptico. La pregunta no es de fácil respuesta cuando miramos el contexto sobre el cual nos movemos “unos pocos” convencidos de que aún es posible “hacer algo distinto”, de que aquí no todo está predeterminado por una lógica que parece alimentarse de sueños.
Y la reflexión es válida. ¿Qué se busca entre las ruinas del sin-tiempo? Ahora cuando la mayoría se refugia en el árbol frondoso de la comodidad. Ahora cuando otros, ahítos de tiempo y de cordura, se niegan a la incertidumbre. Ahora cuando muchos quienes enarbolaron las siempre fraudulentas banderas del inconformiso, acampan en las zonas del confort. Ahora cuando levantar la voz clamando por “algo distinto”, es asumido por la mayoría como pecado capital. Pues ahora es cuando es más válido luchar. ¿Por qué? ¿Cambiaremos algo en esa desvencijada estructura? ¿Será inútil esa lucha? ¿Quedaremos solos, como en una película apocalíptica?
Esta parece ser la época de las resignaciones. Todos quieren caminar en pos del sendero ya trazado. Así ha sido, y así será, profetizan los aduladores del miedo. Muchos de los que nos preceden tenían sueños, quizás más válidos que los nuestros, pero una mañana de un día incierto se despertaron aferrados a sus camas, presos de la inoperancia que se deposita en los relojes de la historia. Y desde entonces caminan encorvados porque su negación es justiciera. Porque tienen miedo de mirar atrás y ver el cadáver de su lucha siendo devorado por el enemigo, mientras ellos, complacientes, disponen la mesa.
Por eso es necesario luchar. Para evitar que ese tiempo se repita como un círculo infinito. Para que las generación que caminan a nuestros lado pueda intuir, por un instante, que no estamos condenados a repetir la tragedia de quienes nos miran desde la nostalgia de sus sueños entregados, y nos señalan como ilusos radicales, porque quizás fue su falta de radicalidad la que hoy los tiene como mansos corderos recordando que un día fueron lobos esteparios.
Por eso muchacho, por eso hoy debemos luchar, porque es la huella que se deja en el camino lo que buscamos. Porque sólo existe, quien resiste. Los demás apenas sobreviven.

septiembre 18, 2012

“DEBATE” SIN CONTROVERSIA Y CON OLVIDO


Por: Carlos Arturo Gamboa
El debate requiere controversia, y si el debate lo ubicamos en un escenario como la Universidad Pública, esa controversia, basada en la argumentación de ideas y propuestas debe resultar potenciado. Pensando  en ello, la presentación de las candidaturas a rector de la Universidad del Tolima, que se realizó el día 18 de septiembre en horas de la mañana, apenas fue un esbozo de ideas en cierne, muy alejadas del pensamiento, debate y saber que deben estructurar el ethos de la Universidad Pública.
Los candidatos, Félix Ramón Triana, Fernando Cardozo, Carlos Antonio Rivera y José Herman Muñoz, jamás debatieron, si acaso expusieron un plan de trabajo, más bien esotérico, sobre lo que sería la universidad bajo sus mandatos. Triana, Cardozo y Rivera delinean la Universidad desde un enfoque administrativista, de eficiencia y eficacia, de indicadores de gestión; Muñoz lo hace con una pequeña variante asumiendo un enfoque social; pero los cuatro se mueven mansamente dentro de la lógica imperante del mercado trasnacional de la educación; por eso “no debaten” cuando hablan de posgrados, revistas indexadas, investigación, calidad, cobertura, etc…, todos parecen amamantados por las políticas de la Ministra de Educación, mujer obediente de los mandatos del mercado.
Cuando se asume el Conceptus como escenario para la argumentación, se deben precisar los mismos; porque la calidad pensada en términos educativos es para el sistema imperante su slogan, la marca de una educación superior pensada en competencias, escasa de formación humana y servil al mercado, y si los candidatos hablan de calidad, entonces, ¿de qué calidad hablan? ¿De esa? ¿Olvidan acaso los aspirantes que la Universidad es un centro de enseñanza de lo superior para lo superior, de pensamiento crítico, de la disputa de la hegemonía del saber? Dan ganas de recomendarles algunas lecturas a todos estos candidatos que, provenientes de la “ciencias duras”, al parecer desconocen el debate (ese si debate) sobre la condición de la Universidad: Derrida, Porter, Boaventura de Sousa, Gutiérrez Girardot, para empezar. Eso si, no los evaluaremos por competencias, sino por compromiso.
Lo mismos sucede frente a conceptos como proyección social, cobertura, academia, bienestar, reforma educativa, educación pos-graduada, investigación, inversión, etc., llegando el público a creer, que como en otrora, estamos ante cuatro candidatos distintos y un sólo programa verdadero: obediencia ciega a la política nacional, que a su vez obedece a la trasnacional, que a su vez obedece a la universidad diseñada desde los apartamentos luminosos de los multimillonarios que habitan cerca del cielo. ¿Son acaso estos candidatos clonaciones del mercado pero con distintos rostros?
En temas como la modalidad a distancia el desconocimiento es proporcional a su cobertura. El proyecto académico (¿?) más grande de la Universidad del Tolima (cerca de 1000 catedráticos y 38 mil estudiantes), apenas les merecen breves líneas, argumentadas en que “hay que revisar el modelo”, lo cual no es suficiente para un proyecto que próximamente cumplirá 30 años de proceso y ante el cual todos los rectores que han pasado se han quedado en el mismo lugar de enunciación: “Hay que revisar el modelo”.
Frente al compromiso social y la defensa de la vida, principios fundamentales de la Cosa Pública, Herman, Rivera y Cardozo, se declaran “en desacuerdo” con la explotación de la Colosa y otros proyectos que atentan contra la vida, la naturaleza y el equilibrio humano; y Triana asume “que eso” debe consultarse para tomar una decisión. Pero surge la pregunta, ¿podrán resistir estos candidatos necesitados de recursos, inversión, programas e indicadores, a los encantos de la minería a cielo abierto y sus “bondadosas” inversiones? Recordemos que el actual Gobernador se declaro en contra de La Colosa cuando andaba en campaña, y ahora le hace escarceos a la megaminería.
También hablaron (no debatieron) sobre paz, pos-conflicto, desarrollo regional, currículo, y drogas. En este último tema se nota que ni siquiera están leyendo el contexto nacional, pues Cardozo afirma que “los consumidores son enfermos”, Rivera propone “estudiar el consumo”, incluso de bebidas alcohólicas, Triana sigue el discurso agregando prevención y Muñoz plantea esto como un problema nacional. Nadie propone nada osado, más aún todos afirman que es un problema de estudiantes, ignoran el consumo de funcionarios y docentes, de vecinos del sector, de padres de familia; ignoran (o quieren hacerlo) que las drogas no son un “problema de jóvenes universitarios”, que hace rato las drogas se metieron por las narices de este país.
De lo que no hablaron fue de temas tan cruciales como democracia universitaria, situación de vulnerabilidad de  catedráticos, proyecto cultural, polarización de los actores de la comunidad, corrupción, malversación de fondos, tráfico de influencias, politiquería, a-politismo institucional, bienestar real e idea de Universidad Pública, entre otros. Estos temas, que son el “pan de cada día”, son obviados quizás porque allí si se generaría el verdadero debate y por lo tanto la controversia.
 Al final, la anécdota del candidato Cardozo expulsado de un aula y defendiéndose con una correa, es la imagen que nos queda a los pocos que finalizamos en el auditorio, y más allá de las mofas que esto produce, develan el verdadero estado en que se encuentra sumida la Universidad del Tolima, en donde cada cual defiende su fortín, sus pequeñas ideas, sus proyectos personales, sus aspiraciones politiqueras, su deseo de “un puestico”, su anhelo de migajas de poder, su pobre idea de Universidad, su acomodamiento y su apatía al debate verdadero; porque en momentos como estos, como diría Gabo: “Los recuerdos verdaderos parecían fantasmas, mientras los falsos eran tan convincentes que sustituían a la realidad.” Esa es la verdadera encrucijada de la Universidad del Tolima, aquí casi TODOS parecen haber olvidado TODO, incluso hasta qué es un debate.

septiembre 12, 2012

LA BALADA DEL SOLDADO DEL PUEBLO























Por: Carlos Arturo Gamboa


Doné mis brazos
Al estruendo de un fusil,
Los presté para que  anidaran granadas explosivas
Mientras mis pies trituraban
Montañas anémicas de gloria.
Transité bajo la ráfaga de la noche
Orgulloso de un emblema,
En cuyo honor vomité fuego y copas de ira
Sobre la cara de antiguos compañeros de barriada.
No sabía de consignas extraídas  del rumor
Y palabras como igualdad o libertad no fueron escritas
En el diccionario de mis rutinas matinales.
Muchas noches, asediado por pánico y el frío,
Quise huir arropado por el manto del silencio
Pero el deber había inoculado mi cerebro.
Hoy recuerdo las siluetas de esos días
Mientras veo mis bíceps tatuados con halcones
Y una calavera ganando la caída de mi espalda,
Y mientras me arrastro entre calles oxidadas
Pienso en la patria a la que doné mi cuerpo
Y recuerdo que no me han enviado la silla de ruedas
Que el día de la condecoración me prometieron.

septiembre 07, 2012

CARTA A LOS LECTORES: AQUELARRE: PALABRA Y RESISTENCIA


Por: Carlos Arturo Gamboa B.
Al parecer Colombia seguirá siendo, por muchos años más, el epicentro de las injusticias en Latinoamérica, los hechos permiten inferirlo sin mayor esfuerzo. Una clase gobernante que se niega a construir escenarios de fuga para la guerra, y que por el contrario sigue en su delirante estrategia de entregar lo mejor del país a la voracidad consumista, cediendo el territorio a las multinacionales, reformando desaforadamente para acabar con lo poco o nada que de garantías posee la mayoría de la población en campos como la salud, la educación y la justicia. Durante el gobierno de Santos se han profundizado las contradicciones de una falsa democracia, cuyo fin es apostarle a los designios del mercado que han hundido el mundo en una crisis sin retorno, crisis latente durante la última década en el territorio colombiano, pero que las argucias de la seudo-seguridad democrática habían logrado ocultar con indicadores impostados y con acallamientos inhumanos que ahora develan la atroz realidad. Mientras que la mayoría de los países latinoamericanos giran hacia la construcción de otras posibilidades, Colombia se empecina en imitar el modelo chileno, basado en entregarle todo el poder a las multinacionales, para ratificar el esquema neocolonial que impera en el mundo.
En ese escenario, la Universidad Pública se debate por encontrar un norte de resistencia que le permita configurarse como institución que posibilite otras formas de pensar-actuar, pero también supeditada a los lineamientos ciegos de un Estado cuyo ejercicio miope pretende subsumirla a las disipaciones exógenas que la quieren al servicio de seudocompetencias para un planeta en agonía. La Universidad Pública, empobrecida, sometida y tomada por los tecnócratas de la injuria de la sociedad del conocimiento, se debate entre su funcionalidad incondicional al mercado o su emancipación desde el debate, el argumento y la construcción de otras formas de pensarse, no sólo así misma como institución, sino las maneras en que se convierte en dique para enfrentar las políticas que correen nuestro tiempo. Y dentro de la Universidad la cultura y sus impulsores tienen el reto de jugarse a ser intelectuales, no bajo el slogan del mercado que desea juiciosos simuladores del saber, dispuestos a abandonar los territorios de la crítica para habitar los rascacielos de la comodidad en donde “todo vale” y el rigor es mito olvidado en los anaqueles del Alma Mater; sino intelectuales que se asuman como verdaderos titanes del pensamiento, que se regodeen con las verdades impostadas de los conceptos desarrollistas que sólo generan hambruna para la mayoría y riqueza para unos pocos. Un intelectual capaz de reinterpretar su tiempo, de abandonar sus baldosas epistémicas y dislocarse por los desfiladeros del pensar diferente; un intelectual capaz de sopesar el mundo y potenciar al ser humano hacia esa humanidad que abandonó por correr tras los falsos cantos del progreso.
Sin embargo, ser ese intelectual en este tiempo es casi utópico, son pocos quienes están dispuestos a someterse al escarnio de los fariseos de la academia, y por el contrario, abundan los simuladores, los señores de la eterna parodia académica que repiten como viejos lacayos que debemos imitar las fórmulas del viejo mundo, o las recetas del planeta globalizado; miles para quienes “Universidad” apenas significa confort, salario, estatus… mientras afuera la sociedad agoniza ante la imposibilidad de construir otras rutas en las cuales quepa la verdadera dimensión del mundo.
Es por esta imperativa forma de libertad que Aquelarre continúa en su interminable lucha por de-construir esos discursos de amañamiento, porque desde la cultura se deben activar esos tejidos de lo humano que queda en el humano; es el arte la expresión que le permite recordar al hombre del asfalto que sus sentidos están activos, que aún es posible respirar en medio de las máscaras de gas. Por eso el hombre hacedor de cultura no puede ser un asexuado político, debe jugarse el pellejo en las posibilidades de la incertidumbre, debe levantar su voz en medio de las bocas coartadas por el miedo, debe enunciar la libertad como el gran bastión de un mundo distinto.
Con la aparición del número 22 de la revista Aquelarre, adscrita al Centro Cultural de la Universidad del Tolima, se confirma que es en tiempos aciagos cuando las palabras deben ser letales; por eso este número abre su estela de apuestas críticas conmemorando cien años del nacimiento de Antonio García Nossa, pensador cuya sagacidad intelectual supo adelantar las estrategias maniqueas que hoy padecemos en la sociedad y en las universidades, pensador de la talla de nuestros sueños.
Se continúa para dar cuenta de un debate actual como es el de la Universidad Pública y sus múltiples miradas; luego se adentra en poner al desnudo el pensamiento de Michel De Certeau y Roberto Esposito; el tema de la democracia, tan caro en estos territorios de totalitarismos disfrazados, siempre hace su presencia; las miradas que sobre lo femenino se cruzan en un debate del doblemente oprimido; la reflexión y debate sobre el territorio, las frustradas reformas agrarias y la crisis de España, también tienen su espacio en estas páginas.
Así mismo, se aborda una crónica del Guaviare para dar cuenta de un territorio al margen de las políticas estatales; el ensayo como expresión de debate académico permite abordar la obra de autores como César Vallejo, Borges, Juan Gabriel Vásquez, los cuales son revisados por escritores que trabajan la escritura. La relación historiografía y literatura también es objeto de reflexión, con lo cual Aquelarre le continúa aportando a la tradición de la crítica en sus diversos campos. Finalmente se trabajan sendos textos que construyen a partir de la manipulación mediática a través del análisis de los discursos periodísticos y la influencia de la propaganda de guerra en los imaginarios comunicativos.
Así se construye este nuevo Aquelarre, de palabra y resistencia, apostándole a un debate actualizado de sujetos no adaptados al sistema imperante, de sujetos que no escriben para ampliar el dossier de sus simulaciones, de autores que quieren pensar, no puntuar en los escalafones de la academia, autores que esbozan sus líneas para poner cuestión las supuestas verdades que caminan arropadas por el conformismo, y por lo tanto hacen recordar esa idea de escritor que posicionara Sartre: “No se es escritor por haber elegido decir ciertas cosas, sino por la forma en que se digan”.
Carlos Arturo Gamboa.
Director (e) Centro Cultural
Universidad del Tolima
Ibagué, Julio 2012.

LA PAZ: ESCENARIO DE LA RECONFIGURACIÓN DE LA IZQUIERDA


Daniel Libreros Caicedo.
Profesor Ciencia Política Universidad Nacional de Colombia

Jorge Gantiva silva.
 Profesor de la Universidad del Tolima

Tomado de: Revista Izquierda. Septiembre 2012.

Diálogos de paz y transformación democrática
El anuncio del inicio de negociaciones entre las FARC y el gobierno nacional constituye un acontecimiento histórico que el pueblo colombiano saluda con esperanza. Terminar con la prolongada guerra que ha vivido el país durante décadas y que llevó al mayor desangre, pobreza, atraso, injusticia y terror, representa un punto de inflexión de la historia colombiana. Nunca como ahora se ha sentido la fuerza arrolladora de la paz. Sería el inicio y fundamento del proceso de transformaciones democráticas que requiere Colombia. Sería el camino para detener el terror de Estado, las persecuciones, las desapariciones y la criminalización a los cuales han recurrido los grupos dominantes para ilegalizar las resistencias sociales y marginar las alternativas democráticas y populares. Sería también la vía para que la izquierda se libere de la tentación de las armas, recupere la consistencia estratégica y, en “campo abierto”, pueda librar la batalla de la democracia radical, civilista y popular, sobre la base de la figura potente de un sujeto político, plural y alternativo.
La expectativa nacional e internacional es enorme por el inicio de este proceso de paz que compromete el porvenir de la región y los anhelos de democracia y soberanía. Los puntos acordados en la agenda temática abren la posibilidad para las FARC de conformar una organización política con las garantías y condiciones para su participación pública en el futuro inmediato. Para el conjunto de la izquierda, el movimiento democrático y las organizaciones sociales, el inicio de este proceso de diálogo y negociación coincide con un resurgir de las resistencias urbanas y territoriales y con replanteamientos de fondo en el seno de la izquierda sobre el qué hacer político, lo que abre la posibilidad de construir un Bloque Histórico de Transformación Democrática, cuyo horizonte programático plantee las soluciones estructurales a los grandes problemas nacionales; y su éxito inauguraría un ciclo histórico de cambios y realizaciones sociales y políticas. Para el logro de este propósito, la “sociedad civil” tiene una importante oportunidad en el potenciamiento de las propuestas que históricamente han acompañado el movimiento por la paz; y para el conjunto de expresiones sociales y populares sería la ocasión para incorporar las reivindicaciones de las organizaciones y redes que han demandado desde hace varios años la finalización del conflicto armado y han contribuido con iniciativas y experiencias comunitarias, sociales y populares, las cuales tienen una relevancia histórica. He ahí el sentido y la pertinencia de la convocatoria del Congreso Nacional de Paz.
La idea de una Plataforma integral de paz
La agenda acordada entre las partes para el inicio de la negociación política, contempla objetivos que merecen acompañarse en la perspectiva de una propuesta integral de paz, con el fin de garantizar el éxito de las conversaciones y negociaciones. Si bien la agenda pactada es la base de las conversaciones entre los dos actores principales del conflicto, será necesario repensar el valor de iniciativas desde distintos ángulos para el éxito de la apuesta pacificadora. Entre ellos –y entendiendo las urgencias de la coyuntura– cabe mencionar los siguientes:
1. El cese bilateral del fuego como garantía para que el proceso pueda continuar sin provocaciones, ni chantajes. Se requiere un clima de paz, un ambiente de confianza y respeto mutuo para consolidar esta propuesta. Lo peor sería que el calor de la confrontación, desestimule y desaliente a la sociedad en medio de las dificultades que abre este loable propósito. La buena voluntad de las partes se condensaría en esta iniciativa que los movimientos por la paz y la opinión pública premiarían con la legitimación y el respaldo ciudadano.
2. Respeto a los Derechos Humanos, esto significaría la conformación de la Comisión de la Verdad y el final de la impunidad, particularmente, en lo que se refiere a los crímenes de lesa humanidad. Este punto es muy sensible para la credibilidad del proceso. Se requiere la expresa voluntad para la terminación de los asesinatos, la desaparición y persecución de dirigentes sociales, sindicales y populares.
3. Respeto de los derechos sociales: implica el reconocimiento de las garantías al derecho a la organización, movilización, oposición, protesta y al pensamiento crítico. El proceso de paz contribuirá a la erradicación de la criminalización de la protesta social. En el contexto de las conversaciones, se requiere un espíritu de convivencia y garantías para la participación ciudadana y popular.
4. Sobre el paramilitarismo: el proceso de paz necesita manifestar una orientación acerca del desmonte de las estructuras armadas del paramilitarismo. Así mismo, se requiere un proyecto de nuevo ordenamiento territorial que democratice el poder de decisión sobre la utilización de la tierra y los recursos territoriales en favor de las comunidades locales organizadas y la población.
5. Sobre el sistema de representación política, es fundamental plantear la erradicación de las mafias y la garantía por parte del Estado para la expresión de todas las organizaciones políticas en condiciones de igualdad. En la paz, se necesita la máxima democracia posible, y la máxima participación.
Ahora bien, paralelo a estas consideraciones, lo más importante es lograr la conformación de un gran movimiento social y político, de carácter plural que potencie la lucha en pro de las transformaciones democráticas y, por ende, posibilite la coordinación de un proyecto histórico que incorpore las distintas expresiones de las resistencias sociales, urbanas y territoriales. Esto significaría la conformación de un sujeto plural que asuma la disputa por la democracia social y política y por la soberanía popular en perspectiva de superar el modelo neoliberal, la injusticia social y el dominio autoritario de las élites dominantes. La paz de los actores armados no puede asimilarse a conciliación de clases como plantean las corrientes reformistas. Este Bloque Histórico tiene la tarea de desarrollar la lucha por conquistar las transformaciones, las cuales no pueden conseguirse en la mesa de negociaciones, sino con grandes movilizaciones populares y con coordinaciones políticas y sociales. El programa de este movimiento debe orientarse hacia la conformación de un gobierno democrático alternativo. La consolidación de este bloque político y de masas obliga a un debate de carácter estratégico.
La izquierda en trance de su reconfiguración
En el último período, el Polo ha pasado de su larga crisis interna a la cancelación de su proyecto histórico. Totalmente desfasada, la dirección actual del Polo se aferró al control del aparato y terminó aislándose de los acontecimientos más importantes de la vida política nacional y de las resistencias sociales. Lo más grave es que se alejó de lo que hoy concita la atención de los colombianos: la negociación política del conflicto, propuesta que había incorporado en el Ideario de Unidad, y que, hoy, en los hechos ha abandonado. Igualmente se alejó de la posibilidad histórica de concitar al conjunto de las fuerzas sociales y políticas a la unidad de la izquierda y a la conformación de un “bloque histórico” por la transformación del país.
En este contexto, amplios sectores críticos e independientes del Polo han rechazado los métodos arbitrarios de las expulsiones y los señalamientos, en particular en lo que se refiere al caso del Partido Comunista, así como han manifestado su rechazo al modelo de convocatoria cerrado y excluyente del III Congreso, y vienen exigiendo garantías y condiciones para el desarrollo de la participación política. Pese a ello ha tomado fuerza por parte de las corrientes políticas opositoras la idea de participar en este Congreso para impedir que –a la manera de cónclave– la dirección continúe oficializando su política equivocada, aunque esta opción aún está en discusión.
Cualesquiera que sea el camino a seguir, en lo que si existe consenso es en la convicción de que el Polo ha ido agotando la energía y sus posibilidades y se ha ido convirtiendo en un obstáculo para entender los cambios del momento histórico. Por ello se requiere la convocatoria a un gran Encuentro Nacional de los desobedientes del P.D.A. con las resistencias urbanas, con indígenas, con las resistencias territoriales, la intelectualidad que no ha sido cooptada por el establecimiento, en la idea de avanzar hacia el bloque político de masas. El momento político es crucial para la reconfiguración de la izquierda y de su proyecto estratégico. Son varios los desafíos y grandes las definiciones en un escenario en el cual “ni se pueden repetir los errores”, ni la subjetividad colectiva mantenerse impávida e indolente. El dilema es claro: o la paz será el campo del posicionamiento de la izquierda como sujeto plural hacia un “Bloque Histórico”, o simplemente expresará nuevamente.

septiembre 04, 2012

LA DIGNIDAD DE LA ACADEMIA FRENTE AL GRITO NECROFÍLICO

Por: Rubén Darío Gómez 
Disponible en la red
Apreciados profesores y estudiantes de la Facultad.

Ayer vimos por televisión al expresidente Uribe confesando con orgullo, en una Universidad de Medellín, que no pudo cumplir su propósito violento de agredir a un país vecino por falta de tiempo… Violencia contra violencia para que no se rompa la cadena…

Vimos también a los participantes en el recinto académico prorrumpir en aplausos ante su comentario…

Tal vez quienes aplaudieron no tuvieron en cuenta los muertos de uno y otro país que se hubieran requerido para que Uribe, en caso de haber tenido tiempo, lograra su cometido… O tal vez pensaron que esta vez, como otras tantas en los últimos años, serían otras madres, otras esposas y otros huérfanos quienes harían el aporte generoso de más muertos para la guerra…

Es muy grave que una persona, cualquier que sea, promueva la violencia, y más si se trata de un exgobernante.

Pero igualmente grave es que la academia aplauda estas iniciativas.

La situación de ayer puede recordarnos la ya legendaria posición de Unamuno, rector de la Universidad de Salamanca, el 12 de octubre de 1936.

Se celebraba el día de la raza en un momento cuando el fascismo se extendía por Europa y España, y entre los discursos oficiales José María Pemán acusaba a Vascos y Catalanes de ser “cánceres en el cuerpo de la nación”; su discurso alentaba a que “el fascismo, que es el sanador de España, sabrá como exterminarlas, cortándolas en carne viva”… En ese momento, alguien en la platea gritó el necrofílico lema de “¡Viva la muerte!” y el general Millán-Astray, lugar teniente de Franco, que había perdido un ojo y un brazo en la guerra de Marruecos, comenzó con los “España… Una. España… Grande. España… Libre”.

La universidad se había convertido, entonces, en el templo de la intolerancia y el fanatismo. Unamuno se levantó y pronunció uno de los discursos más conmovedores –por su bizarría y belleza – del siglo XX:

«Estáis esperando mis palabras. Me conocéis bien, y sabéis que soy incapaz de permanecer en silencio. A veces, quedarse callado equivale a mentir, porque el silencio puede ser interpretado como aquiescencia…

Acabo de oír el necrófilo e insensato grito de ‘¡Viva la muerte!’, y yo, que he pasado mi vida componiendo paradojas que excitaban la ira de algunos que no las comprendían, he de deciros, como experto en la materia, que esta ridícula paradoja me parece repelente.
El general Millán-Astray es un inválido. No es preciso que digamos esto con un tono más bajo. Es un inválido de guerra. También lo fue Cervantes. Pero, desgraciadamente, en España hay actualmente demasiados mutilados.

Y, si Dios no nos ayuda, pronto habrá muchísimos más. Me atormenta el pensar que el general Millán-Astray pudiera dictar las normas de la psicología de la masa. Un mutilado que carezca de la grandeza espiritual de Cervantes, es de esperar que encuentre un terrible alivio viendo cómo se multiplican los mutilados a su alrededor”.

Millán-Astray lo interrumpe exaltado y brama: “¡Muera la inteligencia! ¡Viva la muerte!” y la multitud lo aclama.

Unamuno, entonces, imperturbable, con la parsimonia de un hombre que sabe que está pronunciando un “no” único, que protagoniza un momento irrevocable para el destino de toda la humanidad, un instante sublime de la Historia, que está construyendo con sus actos la verdad poética de que la razón vence a la fuerza, concluye:

“Éste es el templo de la inteligencia, y yo soy su sumo sacerdote. Estáis profanando su sagrado recinto. Venceréis, porque tenéis sobrada fuerza bruta. Pero no convenceréis. Para convencer hay que persuadir, y para persuadir necesitaréis algo que os falta: razón y derecho en la lucha. Me parece inútil el pediros que penséis en España. He dicho”.

Unamuno debió salir acompañado por Carmen Polo Martínez Valdez – la mismísima mujer de Franco – para que los fascistas no lo lincharan en la sala de la universidad.”

La oposición de la razón frente a la barbarie, fue la actitud de la Universidad de otro tiempo, que se consideraba a sí misma la salvaguardia del conocimiento y la ética… muy diferente a la Universidad de hoy, atrapada en la rentabilidad de los contratos, las innovaciones al servicio de la empresa y la lisonja al gobernante de turno.

Mantenemos ante la sociedad una imagen de respeto, reflexión e independencia, que cada vez se aleja más en el tiempo… Pero al interior de nuestros claustros, el aplauso de unos y el silencio de otros frente a la necrofilia y sus adeptos muestra el deterioro moral de la academia y de quienes la gobiernan…

Alguno dirá que es la Universidad que nos merecemos…

Eso podrá ser cierto el día en que la academia guarde silencio… Pero no mientras existan profesores y estudiantes que no se queden callados.

Un abrazo

RUBEN DARIO GOMEZ-ARIAS Profesor
Facultad Nacional de Salud Pública Universidad de Antioquia. Medellín

agosto 22, 2012

CON LOS OJOS BIEN ABIERTOS

Por: Carlos Arturo Gamboa

“(…) es clarísimo que si el Coronel Santoyo no hubiera, no hubiera pertenecido al círculo de íntimos del Presidente de la República, no hubiera sido su jefe de seguridad en la Casa de Nariño, esta situación que hoy estamos discutiendo aquí no se hubiera dado, luego por donde uno lo mire repito Senadores y Senadoras de Colombia lo digo con toda franqueza y con todo dolor, hay días como este en que yo me avergüenzo de ser Senador de la República, muchas gracias”.
Jorge Enrique Robledo (27 de noviembre 2007)

Tengo un amigo ex-uribista a quien una vez le disgustó el siguiente cuento de la tradición popular:


Una señora se acerca a su vecina y le dice que su perra ha parido cinco cachorritos, y la invita a que los conozca y se quede con uno. Cuando llegan a donde la perra amamanta sus críos, la vecina pregunta cuál de ellos le regalará, a lo cual responde: “Usted elige, si alguno de esos dos uribistas, o los tres no uribistas”. Por qué uribistas, pregunta la señora, -porque no han abierto los ojos-, responde la dueña de los perritos.

En estos días el amigo en cuestión me llamó para recordarme el chiste y al final me dijo entre melancólico y sombrío: “En este país ya no puede existir el uribismo, qué ciegos estábamos”. Esa reflexión, lamentablemente aún no es de la mayoría de los ciudadanos de a pie que fueron “timados” por el discurso mesiánico del hombre que dibujara con precisión Jaime Garzòn y cuya caricaturización le costó la vida. La mayoría todavía cree, siguiendo los preceptos de la fe-dependencia, que Uribe fue un buen hombre, así los hechos demuestren lo contrario. Padecemos de inconciencia colectiva, alguien nos debió hacer un “mal de ojo” social, nuestro miedo a mirar la verdad de frente nos hace cómplices societales. Las sociedades se construyen en dinámicas históricas, lamentablemente la nuestra parece estancada en la colonia.
Mirar un poco hacia atrás, por el retrovisor de la última década en Colombia, no produce sino horror; el paisaje es lúgubre, nunca un país en tan escaso tiempo logró construir mayor injusticia. Nuestra última década sólo es comparable con las dictaduras de todos los pelambres que padeció Latinoamérica, sólo que con más víctimas; y parece que el dolor se anidó en el alma social y nos negamos a ver el drama de sangre y miseria que nos rodea. Es tan grande nuestra fe-dependencia que sólo ahora cuando los EE.UU anuncian culpable a uno de los secuaces del poder que enarboló la idea del exterminio, entonces sólo así, lo creemos culpable. ¿Y los muertos quién los redimirá? ¿Sabremos la verdad en su totalidad? Falta mucho por esclarecerse, son muchos los criminales que han moldeado este país hasta convertirlo en la cuna en donde la muerte mece su guadaña, miles de hombres y mujeres han sido convertidos en blancos de la violencia que como cuervos hambrientos persiguen a los más débiles; la pobreza, la injusticia, la criminalización, la muerte de los sueños, esas son las marcas que durante años flotarán en nuestras miradas.
Sólo existe una forma de reparar el genocidio que nos precede y es la verdad. Sólo así nuestras víctimas podrán ser lloradas y el pueblo aprenderá a nunca más tener los ojos cerrados.

julio 24, 2012

LA UNIVERSIDAD DEL TOLIMA: MODO SILENCIO


Por: Carlos Arturo Gamboa
A finales de enero del 2012, escribí, pensando en la finalización de un periodo de más de 10 años de la administración de Ramón Rivera en la Universidad del Tolima, y en los nuevos destinos: “El reto está en poder tejer el hilo de la transición de una institución mercantilizada y tecnocrática hacia esa Universidad Pública que deseamos, si estas rupturas no se gestan estaremos entonces condenados a la extensa noche del continuismo.” Pocos días después, el 1 de febrero, el Rector encargado, Héctor Villaraga, leía en acto público, de frente a la comunidad académica lo que muchos consideraron, entonces, un documento que esbozaba el cambio de ruta en los destinos de la única universidad pública en miles de kilómetros a la redonda. Hoy seis meses después, es hora de un balance.
El primer punto de aquel documento expuesto por el todavía hoy encargado rector, hacía referencia al debate en torno a la construcción de una Ley Alternativa de Educación Superior, reconociendo los problemas estructurales de la Universidad Pública y ofreciendo garantías a la MANE y La Constituyente Universitaria, como expresiones legítimas para el debate y la construcción de escenarios alternativos de transformación. Hoy, tanto la MANE capítulo Tolima, como La Constituyente Universitaria, no han contado con las garantías para desarrollar sus derroteros, los calendarios académicos elaborados atentaron de entrada contra toda lógica de accionar el movimiento hacia la reflexión, muchos de los actores de la Constituyente Universitaria fueron blancos de persecuciones soterradas, las comunicaciones que se enviaron a la administración y al Consejo Superior nunca fueron respondidos, el silencio siguió siendo la mejor coartada para impedir el movimiento de transformación de la Universidad del Tolima. Si, el silencio.
El segundo punto planteaba la evaluación y la construcción de un Plan de Desarrollo, aspectos que aún no se han realizado, esencialmente porque la estructura de continuismo no ha sido objeto de contradicciones, sino que las políticas académicas y administrativas siguen el mismo curso que durante la última década, es decir, a la deriva y en silencio.
El punto cuarto asumía una revisión de los procesos de egresados, estudiantes, decanos y rector; procesos que nunca han sido sometidos a la crítica desde un enfoque de democracia real, por el contrario, el egresado al Superior fue elegido bajo un esquema anti-democrático en el cual diez votos decidieron por una población de miles, y de nuevo el llamado al Superior y al rector por parte de sectores de la Constituyente Universitaria, fue desconocido. Otro silencio más.
El representante de profesores al Superior fue elegido amparado en una asociación a-sindical sacada del sombrero de los magos de la administración y sus adeptos, incluso contó con la venia de uno de los hoy candidatos a rector, Herman Muñoz, y cuya única opción de transformación para la Universidad del Tolima, consistió en satanizar y señalar de manera cínica y peligrosa el debate argumentado de la Asociación Sindical de Profesores (ASPU) y su posición de Abstención Activa frente a lo que consideró una artimaña para que la estructura del poder se perpetuara. Dicho y hecho.
 Los estudiantes, por su parte, no pudieron contar que las garantías democráticas “reales” para llevar a cabo su proceso de elección al Superior, esto debido en gran parte a que el modelo imperante es excluyente, no se basa en las realidades que vive la Universidad del Tolima y no permite la discusión sobre las necesidades estudiantiles cuando cerca del 70% de la población se encuentra por fuera del campus, en el denominado modelo de Educación a Distancia. El proceso quedó truncado y repleto de silencios.
Próximamente se elegirán decanos, contando con el mismo viejo esquema antidemocrático, excluyendo de facto a los Catedráticos que conforman cerca del 80% de población docente, dejando claro que a los adalides de la Universidad del Tolima las palabras igualdad, derechos, equidad y ética, le son extrañas, así las enuncien en sus discursos. La mayoría de los decanos, que conformarán el Consejo Académico, se parecen cada día más a los Congresistas que legislan a su favor, se hacen relegir desde sus cargos y manipulan la comunidad con pequeñas prebendas que reparten entre su cofradía; los que disientan serán denominados “bochinchosos” y excluidos de cualquier posibilidad de debate. A ese ritmo la elección del rector será una parodia más, porque para la adormecida comunidad universitaria, el nombre ya se sabe, por eso muchos sectores ya han corrido a llevar sus ofrendas a nuevo adalid de la fábrica de los silencios. En todo este escenario del espectáculo burlesco, la gran ausente ha sido la democracia, los elegidos a las representaciones y cargos jamás propiciaron un debate, presentaron un plan de trabajo de cara a las grandes necesidades de la Universidad y la región. La Universidad del Tolima como el departamento, está tomada por caudillos que saben que la estrategia del “tamal electoral” garantizará su continuidad.
El punto nueve del documento rectoral anunciaba que era, “necesario recomponer la relación entre la academia y la administración. Ésta última no puede ser un fin en sí misma, ni el factor real de poder que determine la orientación de la Universidad…”, enunciado que contó, y seguirá contando, con apoyo de todos aquellos que hayan transitado por los procesos académicos de la Universidad del Tolima, y que padecen las múltiples leguleyadas que someten la academia a un trámite sin fin, y que además han posicionado el administrador de los recursos por encima del intelectual, de la producción de investigación, de la construcción de saber; que han hecho del Alma Mater un espacio macondiano en donde es más importante tramitar un CDP que escribir un libro. En este campo, señor rector encargado, tampoco hemos avanzado nada.
El punto diez y once abordaban en problema del marcado desbalance de profesores de planta frente a los retos académicos de la universidad, así mismo se enunciaba la necesidad de, “crear un plan para dignificar el pago de los servicios por hora cátedra”. Pues ha de saber la comunidad que no ha habido nuevas convocatorias de docentes de planta, que cada vez son más los que saltan a cargos administrativos dejando un vacío en los proceso de formación de pregrado, que a los catedráticos nunca les reconocieron las horas adeudas por el paro del semestre II de 2011, que se concertó una mesa jurídica para tratar el tema de los catedráticos y fue cancelada por la administración de manera unilateral, que los catedráticos están mal pagos, que se anunció un reajuste de la hora cátedra pero nunca se hizo efectivo, que los que forman las futuras generaciones de este departamento son los más excluidos en la academia. Que nadie les da la cara a los catedráticos. Aquí el silencio se hace más profundo.
En el ítem 12, se planteaba que era“…necesario concertar reglas claras de selección, permanencia, formación y desvinculación del personal administrativo, reglamentar el régimen de carrera y un plan para resolver la situación de la abrumadora contratación de personal supernumerario o transitorio”, situación no menos crítica que las ya enunciadas, y que ha convertido la Universidad en un teatro del absurdo, pues conocemos cientos de casos de personas que han laborado durante años y son despedidos sin ninguna justificación, sólo porque el gamonal de turno necesitaba el puesto para su recomendado, y otros que llegan y son nombrados “provisionales” sin ningún reparo. La Universidad carece de un plan humano laboral y eso no se soluciona haciendo promesas electoreras de que todos “serán nombrados de planta” o nivelados. Se requiere equidad y justicia laboral. Se requiere replantearnos la Universidad como centro del saber, no como un “trabajadero más”, por eso ASPU esbozó un debate en torno a dicha reforma y nunca el Superior respondió, al contrario, los sectores proclives a decir siempre si sin sopesar argumentos, salieron a  atacar a quienes pedimos transparencia en el proceso, menos demagogia y más reglas claras. ¿En dónde estarán los vendedores de ilusiones en estos momentos? Quizás refugiados en sus bastiones burocráticos. Mucho silencio.
He dejado el punto cinco, sobre el Instituto de Educación a Distancia, para enunciar que en algo se ha avanzado. Las políticas de ajuste académico realizados en el IDEAD demuestran que cuando hay convicción académica y voluntad política, se puede transformar; sólo que allí se cuenta con una estructura que debe ser objeto de mayor compromiso de las directivas y del Consejo Superior Universitario, porque la realidad hoy es que la Universidad del Tolima es a distancia, con el 30% de estudiantes en el modelo presencial. Por lo tanto se debe avanzar hacia la consolidación de una educación de calidad, hacia la democratización de sus escenarios, hacia una inversión directamente proporcional al impacto social, hacia la cualificación y mejoramiento laboral de sus funcionarios, hacia el nombramiento de docentes de planta que garanticen proceso de continuidad en investigación y formación. Lo realizado en el IDEAD puede valorarse como un buen síntoma, pero si no se constituye una comunidad académica que rodee el proyecto, si no se generan cambios normativos que garanticen la continuidad de ideas, al cabo de unos meses, cuando cambie el escenario electorero, nos enfrentaremos de nuevo a la gran drama de esta Unidad Académica, todo el que llega cree que la historia empieza con él.
De la misma manera que pensé hace seis meses que la transición era posible, hoy considero que la Universidad del Tolima sigue adormecida, sin cambios reales que permitan concluir que los discursos se hicieron realidades; la buena voluntad de quienes gobiernan debe reflejarse en sus acciones; y mientras la academia duerme la sociedad sigue sumida en sus dramas, reclamando que esa élite del saber le proporcione rutas de transformación, pero como decía mi abuelo: “como ayudar a la vecina a componer su casa, cuando la nuestra está patas-arriba”. Guardo silencio, por ahora…

julio 19, 2012

MUCHOS INDIOS


Por: Catalina Ruíz-Navarro


Ese es el título que le da un portal de internet a la noticia sobre cómo la guardia indígena sacó antier al Ejército Nacional a empujones de su territorio.


Una expresión coloquial en un país donde “indio” es un insulto y “mona” un cumplido, donde “indio” significa feo, salvaje, ordinario, exótico, y donde a las comunidades indígenas sólo las quieren los turistas —siempre y cuando vistan trajes autóctonos—.


Los paeces tienen toda la razón para estar furiosos con un Estado que nunca les ha dado garantías sociales y cuya presencia ha sido sobre todo militar, y es natural que desconfíen de un ejército que no parece estar ahí para cuidarlos a ellos sino a unas antenas de telefonía celular. Tienen que sentirse excluidos si Santos realiza en su territorio un Consejo de Gobierno y no los invita, y poco le deben a un Estado que olvida sus intereses y en cambio mueve la cola como un perro entusiasta ante lo que digan las multinacionales que explotan nuestros recursos con el eufemismo de “invertir”.


Ante ese panorama es apenas natural que los paeces quieran sacar al Ejército y a la guerrilla de sus tierras, incluso con violencia. No justifica la agresión de ninguna manera, pero la explica, y la pregunta para el Estado no debería ser cómo controlarlos, sino cómo reparar el daño y volver a ganar la confianza de una comunidad a la que ha dejado en el olvido.


Sin embargo, para que nadie diga que le tiembla la mano, ayer en la mañana Juan Manuel Santos dijo por Twitter: “Vamos a Vichada y luego al Cauca. No quiero ver un solo indígena en las bases militares”. ¿Se percató el presidente de que muchos, si no todos, los soldados del Ejército deben tener ascendencia indígena? ¿Se da cuenta de que acatar a pie juntillas su orden implicaría casi desalojar las bases? Su tweet evidencia por qué los paeces están tan jodidos: porque son los otros, una masa parda y bajita de jerga ininteligible con la que la mayoría de los colombianos, racistas y acomplejados, no se reconoce. Algunos, mejor intencionados pero igualmente racistas, creen que los miembros de las comunidades indígenas son todos seres de luz en comunión con la naturaleza. En ninguno de los casos se los considera como colombianos y por eso decimos que el Ejército somos nosotros, y las lágrimas de un soldado despiertan patriotismo, pero el asesinato de un indígena se considera un daño colateral.


Pero resulta que los paeces son un nosotros, y cada uno que muere, sea por los actores armados o por el olvido del Estado, es también un colombiano. En esa misma línea olvidamos con frecuencia que los guerrilleros también son nuestros, colombianos que viven en este país, y no una manada de orcos sin nombre que hay que exterminar.


Reporta La Silla Vacía que ayer un paez ajeno a los hechos de Toribío fue asesinado en Caldono, en un retén en Laguna Siberia. Los soldados le ordenaron detenerse, y como no atendió el llamado le dispararon. Así es como ese discurso racista vuelve a cobrar vidas y nos hace olvidar que cada indígena es un individuo y que cada individuo en Colombia es un indígena. El Gobierno sólo reafirma ese imaginario al resolver el problema amparado en el monopolio de la fuerza, en vez de aprovechar la ocasión para realmente desarrollar una política que le dé sentido real al principio pluralista y multicultural de la Constitución, que escuche las voces locales y no confunda a la sociedad civil con los actores del conflicto.


La guerra en Colombia no se resolverá pensando en dicotomías. No es el Ejército contra la guerrilla, la guerrilla contra los indígenas o los indígenas contra el Ejército: somos los colombianos contra los colombianos, y sí, somos muchos indios, porque los indios somos todos.


@Catalinapordios .Catalina Ruiz-Navarro | Elespectador.com

julio 18, 2012

ACIN: CARTA A LAS FARC


Los medios de comunicación, al servicio de la guerra, no entienden (o se niegan a entender) la lógica de la resistencia civil de los pueblos indígenas. Aquí se difunde el mandato enviado a las Farc, para que no sigan divulgando que ellos, como pueblos autónomos son "guerrilleros", ellos son la dignidad de Latinoamérica. Ojalá un día los colombianos podamos engendrar igual dignidad y exijamos nuestra tierra, nuestra riqueza y nuestro derecho a vivir, que han sido arrebatados por una clase gobernante  mafiosa, corrupta e inmoral. (Carlos Gamboa)



Los pueblos indígenas no le hemos declarado la guerra ni a la guerrilla ni al Estado. Por eso nuestra Minga se hace cuidando siempre a la comunidad, y cuidándonos siempre de no darle ventaja militar a ninguno de los actores armados como ordena el Derecho Internacional Humanitario. No vamos a agredir a nadie, pero utilizaremos la fuerza de nuestra comunidad reunida, de nuestra palabra y de nuestros derechos para recuperar nuestros territorios.  
Miranda, julio 15 de 2012
Señor
Timoleón Jiménez
Comandante de las FARC

Reciba un saludo de la Asociación de Cabildos Indígenas de Cxhab Wala Kiwe (norte del Cauca) ACIN. Le escribimos desde nuestra resistencia a la guerra, y desde nuestra voluntad indeclinable por la paz. 

La semana antepasada los indígenas del Cauca reanudamos las acciones de liberación y armonización de nuestros territorios, cumpliendo el mandato de la Junta Directiva del CRIC del 20 de julio de 2011, donde adoptamos la “Minga de resistencia por la autonomía y armonía territorial y por el cese de la guerra”. Las acciones de liberación y armonización iniciales consisten en el desmonte de las bases permanentes de todos los actores armados, el desmonte de las trincheras y cambuches de la fuerza pública y de la insurgencia, y la movilización masiva de comuneros y comuneras a los sitios de concentración de las guerrillas para impedir que hostiguen a la población de los municipios (sean ataques, retenes o actividades amenazantes). 

Los pueblos indígenas no le hemos declarado la guerra ni a la guerrilla ni al Estado. Por eso nuestra Minga se hace cuidando siempre a la comunidad, y cuidándonos siempre de no darle ventaja militar a ninguno de los actores armados como ordena el Derecho Internacional Humanitario. No vamos a agredir a nadie, pero utilizaremos la fuerza de nuestra comunidad reunida, de nuestra palabra y de nuestros derechos para recuperar nuestros territorios.  

Como hemos dicho siempre, y formalmente a ustedes desde la Declaración de Vitoncó, en 1985: No aceptamos sus fuerzas guerrilleras en nuestros territorios. No las queremos y no las necesitamos. 
No queremos la presencia guerrillera -ni de ningún ejército-- porque estos territorios son nuestros desde tiempos inmemoriales. Si hoy están dentro de la República de Colombia es porque desde la conquista española nos las han venido robando.  

No necesitamos su presencia porque la guerrilla no nos trae tranquilidad; ustedes atacan a la población civil; ustedes irrespetan nuestra autoridad y nuestra justicia. No ayudan a la autonomía: todo lo que tenemos en gobierno propio lo hemos hecho nosotros y nosotras. Los pueblos indigenas hemos dado pruebas de poder construir nuestros propios sistemas económico, educativo, judicial y de salud. La guerrilla no nos protegen de los atropellos de la fuerza pública; cuando llega el Ejército los guerrilleros se van y se cuidan entre ellos. Tampoco impiden que lleguen las transnacionales; para conseguir los recursos que sostengan su ejército, hacen acuerdos con ellas. 

Salgan de los territorios indígenas del Cauca. Aléjense de los sitios poblados y de vivienda. No ataquen más a la población civil. No realicen más ataques que con toda seguridad van a afectar a la población civil aunque pretendan atacar solo a la fuerza pública. No usen armas de efecto indiscriminado, como los llamados tatucos o las minas antipersonales. No se atrincheren en las casas. Díganle a los milicianos que no guarden armas ni explosivos en las viviendas de las familias.

Esperamos que las FARC cumplan voluntariamente con estas exigencias de las comunidades. De cualquier modo las Autoridades, la Guardia Indígena y las comunidades vamos a seguir liberando nuestros territorios de los actores armados, que desarmonizan a la Madre Tierra y nuestra vida. 

Hace 4 meses le escribimos para que nos hicieran claridad sobre la política militar de las FARC contra el CRIC, la ACIN y los Cabildos. Seguimos esperando su respuesta. También le propusimos en esa carta que avancemos en un diálogo humanitario sobre 4 puntos: No reclutar menores; no utilizar la violencia sexual contra las mujeres como arma política; no utilizar armas de efecto indiscriminado (tales como los tatucos y las minas antipersonales); y respetar la autonomía plena de los gobiernos y organizaciones indígenas. Estamos a la expectativa de que podamos dar ese debate que necesitamos los indígenas del Cauca y el país entero. 

Comandante Jiménez: 

Hay que terminar la guerra. Todos y todas la estamos perdiendo. Fue bueno que ustedes liberaran a los soldados y policías que tenían retenidos y que anunciaran el fin del secuestro económico, porque fueron hechos de paz. Pero hay que ser más audaces y más decididos. Cumplan las exigencias humanitarias que le estamos haciendo; es un camino básico hacia la paz. Decidan terminar la guerra y empezar ya una negociación política para terminar el conflicto; es imprescindible para construir la paz. Entiendan que Colombia es más, mucho más, que la guerrilla y el ejército, y que la paz debe ser una construcción de todos y todas las colombianas.

Cuenten con nosotros para la paz. Nunca para la guerra. 

CXHAB WALA KIWE - TERRITOIRE DEU GRAND PEUPLE
ASOCIACION DE CABILDOS DEL NORTE DEL CAUCA, ACIN-CXHAB WALA KIWE.

julio 15, 2012

EN TIEMPOS DE PELIGRO


Por: William Ospina

Cierto poeta norteamericano dijo con sabia ironía que él defendía los valores más altos de la especie: los valores del Paleolítico superior.
Tendemos a pensar que los grandes inventos de la humanidad son los de nuestra época; por eso está bien que alguien nos recuerde que las edades de los grandes inventos fueron aquellas en que inventamos el lenguaje, domesticamos el fuego y las semillas, convertimos en compañeros de aventura al caballo y al perro, la vaca y la oveja, inventamos el amor y la amistad, el hogar y la cocción de los alimentos, en que adivinamos o presentimos a los dioses y alzamos nuestros primeros templos, cuando descubrimos el consuelo y la felicidad del arte tallando gruesas venus de piedra, pintando bisontes y toros y nuestras propias manos en las entrañas de las grutas.
Los grandes inventos no son los artefactos, ni las cosas que nos hacen más eficaces, más veloces, más capaces de destrucción y de intimidación, de acumulación y de egoísmo. Los grandes inventos son los que nos hicieron humanos en el sentido más silvestre del término: el que utilizamos para decir que alguien es generoso, compasivo, cordial, capaz de inteligencia serena y de solidaridad. Todos advertimos que hay en el proceso de humanización, no como una conquista plena sino como una tendencia, la búsqueda de la lucidez, de la cordialidad, de la responsabilidad, de la gratitud, de la generosidad, de la celebración de los dones del mundo.
¿En qué consiste hoy la crisis histórica si no en el colapso al que parece llevarnos nuestra propia soberbia? Una doctrina del crecimiento económico que encumbra a unos países en el derroche, el saqueo de recursos y la producción de basuras, y abisma a los otros en la precariedad, mientras precipita crisis cada vez más absurdas sobre las propias naciones opulentas. Un modelo de producción y comercio que convierte el planeta en una vulgar bodega de recursos para la irracionalidad de la industria; cuyo frenesí de velocidad y de consumo altera los ciclos del clima, transforma el planeta en un organismo impredecible, crea un desequilibrio creciente del acceso a los recursos y al conocimiento, y convierte la sociedad en escenario del terror y la arbitrariedad, del tráfico de todo lo prohibido y de corrupción de todo lo permitido. Asistimos al fracaso de los valores históricos que fundamentaron toda moral y toda ética; y vemos desplomarse todo lo que fue respetable y sagrado.
Es inquietante saber que no es tanto la ignorancia sino el conocimiento lo que nos va volviendo tan peligrosos. Los arsenales que fabricó nuestra ciencia pueden hacer saltar este sueño en minutos. Nunca hubo tanto miedo como ahora, cuando estamos en manos de la razón. Y sin embargo no podemos intentar volver a la irracionalidad: una vez que encontramos la razón, encontramos un camino del que difícilmente podemos apartarnos.
Pero si hoy la cultura diseña el colapso, traza indolentemente bocetos de la aniquilación, la cultura tiene el deber de responder, desconfiar de la velocidad y de la opulencia como modelo de existencia, del desperdicio y el envilecimiento del entorno como manera de habitar en el mundo. Se diría que sólo podemos aprobar las innovaciones, las fuerzas transformadoras con la única condición de que no alteren lo que es esencial. Es preciso mantener inalterados los fundamentos de la vida y del mundo, y todos sabemos cuáles son, porque para eso nos han servido veinticinco siglos de conocimiento. El agua, el oxígeno, el equilibrio del clima, la salud de las selvas y de los mares: lo que nosotros no hicimos ni podemos hacer.
Entre el agua y la extracción codiciosa del oro de la tierra, yo prefiero el agua. Entre el aire puro y el arrasamiento de la selva por la economía del lucro, yo prefiero el aire. Entre el equilibrio del clima y el crecimiento industrial yo prefiero el clima. Entre la antigua virtud de las semillas y su modificación impredecible para la fabricación de organismos estériles favoreciendo la codicia de los que privatizan todo lo sagrado, yo no sólo prefiero las semillas, la prodigalidad de la naturaleza, sino que considero un crimen la apropiación privada de los más antiguos bienes colectivos.
Toda transformación tiene que ser justificada. El universo es a la vez tan prodigioso y tan frágil, que no tenemos el derecho de modificarlo abusivamente, de alterar, por intereses privados, los bienes de todos. En lo fundamental ya no pertenecemos a una tribu, a una raza, a una nación, a un credo, pertenecemos a un planeta.
Para eso sirvió la edad de las transformaciones, para conocer los límites de la transformación. Para eso sirvió la globalización: para que se encontraran los intereses del todo con los intereses de cada parte, el sentido del globo con el sentido profundo de cada lugar. Ya cada individuo tiene el deber de ser la conciencia del planeta.
La batalla definitiva será por los glaciares y por los pelícanos, por los helechos y por las medusas, por selvas y océanos, por las artes y por los muchos sentidos de la belleza, por la razón y por el mito. La supervivencia del mundo exige una urgente redefinición de los límites del hombre y de su industria.
“Allí donde crece el peligro crece también la salvación”, dijo Hölderlin. Entonces estos tiempos son los mejores: porque llaman a la renovación de la historia. Y si es en la cultura donde surge el peligro, es allí donde tenemos que buscar la salvación.
 *(Leído en el aula máxima de la Universidad de Antioquia). En la columna opinión de El Espectador.