septiembre 23, 2016

LA CULTURA EN LA UNIVERSIDAD DEL TOLIMA: OTRA HUÉRFANA MÁS

Carlos Arturo Gamboa B.
Docente IDEAD
I
Las diversas expresiones culturales que se generen al interior de una comunidad reflejan la madurez de la sociedad. La eliminación de las mismas demuestra el camino a hacia los totalitarismos. Cuando el arte es acallado, el mundo ensombrece. ¿Quién quería suprimir el arte en tiempos de crisis? Los idiotas.
II
Freud alguna vez expresó que: "La función del arte en la sociedad es edificar, reconstruirnos cuando estamos en peligro de derrumbe". En la Universidad del Tolima parece que no han leído a Freud, ni esta administración, ni las anteriores. Las expresiones culturales han sobrevivido a la intemperie, sorteando el agua y el sol de las vicisitudes, cosa contraria a la burocracia que ha sido resguardada pulcramente por los señores del poder. Por eso hay más burócratas que artistas, aunque la sociedad necesita más a los últimos.
III
Expresiones como las revistas literarias, las revistas políticas, las publicaciones críticas, los talleres de escritura, los cine-foros, los ciclos de cine alternativo, las expresiones musicales de contracultura, los artistas plásticos, los poetas, la danza contemporánea, los talleres de pintura, el teatro, los zancos, los títeres y muchas expresiones más, han sido siempre relegadas al cuarto oscuro del olvido en la Universidad del Tolima. No es sino recordar las luchas por mantener viva la revista El Salmón, quizás la expresión crítica que más se ha intentado acallar en la UT, en la que han sido portada los más “idiotas” del poder (y seguirán siendo algunos, porque la lista es larga).
 IV
Tiempo crisis ¿qué hacer? Casi todos corren donde sus padrinos politiqueros a pedir protección de sus pequeñas baldosas. La cultura no tiene a dónde ir. Primero porque no debe correr a suplicar. Segundo porque los artistas no pueden ser emuladores de los males sociales. Entonces los proyectos culturales quedan a la deriva y son arrasados por los tsunamis que recortan sueños.
V
De esos males padece la Universidad del Tolima hace muchos años. Hablaré de algunos nombres, para evitar que el olvido nos carcoma: La administración de Ramón Rivera intentó bloquear muchas veces la revista El Salmón. En el IDEAD, por esa época, cerraron revistas como La Tertulia Circular y Universidad Abierta, el argumento era que no había recursos. Cuando Rivera por fin salió y Héctor Villarraga fue encargado por nueves meses, se hizo una reforma laboral y los únicos funcionarios no promovidos ni estabilizados laboralmente fueron los del Centro Cultural, incluso muchos que llevaban años aportándole a la construcción cultural de la UT. Eso sí, cada vez que hay que mostrar “resultados”, todos deben salir a escena y “hacer quedar bien la cultura en la UT”. Con la anterior administración de Herman Muñoz se intentó incluso hasta indexar la revista Aquelarre, lo cual era casi similar a solicitar que la dirigiera Ordoñez. Nada cambió, los talleristas siguieron siendo contratados por tres o cuatro meses, sin estabilidad laboral, las tensiones siguieron y los proyectos se financiaban de acuerdo con el estado de ánimo de los Vicerrectores de Desarrollo Humano y de las temperamentales disparadas del Director del Centro Cultural. Pocos dijeron algo, quizás creyeron que estas migajas eran eternas, pero hasta las migajas nos las pueden arrebatar.
VI
Ahora resulta que la “nueva” administración de Omar Mejía decide, en vez de recuperar la cultura, continuar acabando lo poco que queda. ¿Y El festival de teatro? Ya no se puede hacer. ¿Y el festival de danza contemporánea? Ya no se puede hacer. ¿La revista El Salmón? No se puede imprimir. ¿La revista Candilejas? No se podrá financiar. ¿La Revista Aquelarre? No tiene editor y quizás no se imprimirá. ¿Los talleres de apreciación cinematográfica? No tendrá quien los dirija. Argumentos: No hay plata, pero la contratación de burocracia no cesa.
VII

Acá no ha cambiado mucho, seguimos en la tradición de subvalorar lo importante que debe hacerse en una Universidad Pública, y los proyectos culturales son fundamentales en tiempo en que soñamos reconstruir el tejido social. No podemos resignarnos, seguiremos luchando desde los bordes, claro está que si no han leído Freud, mucho menos sabrán que André Malraux sentenció: “La cultura es lo que, en la muerte, continúa siendo la vida”.