marzo 20, 2018

LABERINTOS DE LA UNIVERSIDAD PÚBLICA PARA EL 2018


Por: Carlos Arturo Gamboa B.
Docente Universidad del Tolima
1.
A 100 años de la reforma de Córdoba, el movimiento estudiantil se convoca de nuevo con muchas de las banderas intactas. Autonomía Universitaria es una consigna que continúa vigente, más aún cuando en Colombia el Sistema Estatal de Educación Pública ostenta una deuda antigua con el sector y seguimos sin consolidar una Ley de Educación acorde a las demandas que tiene un país que espera cimentar la paz, la equidad y la justicia social. Otro aspecto fundamental es la financiación estatal, cada vez menor y que privilegia la inversión privada por encima de lo público. Programas como “Ser Pilo Paga”, demuestran que al Estado poco le importa consolidar reformas estructurales, continúa en su lógica de recetar aspirinas para enfermedades terminales.
Esperando decantar los aprendizajes (aciertos y errores) de la MANE, hoy los estudiantes universitarios tienen el reto de enfrentar políticas cada vez más regresivas y proponer “otras formas de lucha” que vayan a tono con el país que se proponen ayudar a construir. Estos y otros son los retos que los educandos asumen desde el Encuentro Nacional de Estudiantes de Educación Superior –ENEES-, bajo el rótulo de la generación del Centenario.
2.
El Ministerio de Educación Nacional, de manera inconsulta con las Universidades Públicas, busca reformar el Decreto 1279 de 2002 mediante el cual se establece el régimen salarial de los profesores universitarios.  La vieja tesis que vienen implementando los asesores económicos del MEN, consiste en trasladar la crisis financiera de las universidades al rubro de gastos profesorales. Mientras todos los estudios y análisis serios de las universidades demuestran que el sistema carece de un buen número de profesores de planta y existe ausencia de retribuciones justas a la labor docentes, el MEN y sus “yupi” asesores consideran que los docentes demandan mucho por la vía de la productividad académica.
En este escenario, los docentes universitarios deben estar dispuestos a la movilización con el fin de promover la construcción de un modelo digno que asegure sus derechos, que fortalezca la labor docente y garantice los mínimos necesarios para el proyecto educativo nacional. El MEN y el Gobierno deben entender, de una vez por siempre, que sin garantías e inversión el discurso de calidad es una pantomima.
3.
Las malas decisiones, en cuanto a la financiación de la educación pública en Colombia, tienen en el ICETEX otro ejemplo de lo que no se debe hacer. Re-direccionar los créditos para estudio solo para universidades y programas acreditados de Alta Calidad, de entrada provoca una ampliación de la brecha de desigualdad que el mismo sistema viene promoviendo desde la creación de la Ley 30. No es expulsando los estudiantes que lograremos mejorar los indicadores propuestos para la medición. Esto solo acarrea nuevos problemas, mayores deserciones y asfixia las instituciones quienes, desde las regiones, hacen esfuerzos enormes por cumplir las metas que desde el centro se le imponen, desconociendo las profundas desigualdades que históricamente padecen.
La improvisación de esta norma evidencia la falta de seriedad de las políticas educativas y  la ausencia de un conocimiento integral de un país que no puede seguir siendo pensado únicamente desde la capital. Para incentivar la acreditación de las universidades no se puede apelar a la estigmatización y la exclusión de sus estudiantes, eso lo sabe todo el mundo, menos en el ICETEX.