junio 04, 2010

¿QUÉ NOS QUEDÓ DE LAS ELECCIONES DEL 30 DE MAYO?


Por: Jaime Amaya Vàsquez


Desazón, angustia, tristeza, soberbia, fue lo que produjo en muchos sectores de la opinión pública el resultado de las elecciones presidenciales en Colombia del pasado 30 de mayo, al ver la derrota de las ideas de la decencia, de la civilidad, de la honestidad, de la justicia social a manos de los representantes de la barbarie, de la corrupción, de la exclusión de los intereses de clase de la gran mayoría del pueblo colombiano. Pero esta situación no debería sorprender a nadie, máxime si se tiene en cuenta que las campañas políticas en nuestro país, y en muchos otros, no son programáticas sino mediáticas. La experiencia muestra que es mucho más efectivo conseguir un buen asesor publicitario que uno ideológico, porque lo que entra en juego no son los programas sino los elementos publicitarios (íconos, eslóganes, frases e imágenes) con las cuales se puede ejercer una presión sobre los electores, consumidores de publicidad. Los modernos estudios del lenguaje han demostrado que en la comunicación, lo dominación ideológica se hace desde el momento mismo de la enunciación por cuanto quien hace de emisor no sólo se vale de una organización de las palabras, las oraciones, las imágenes, los símbolos y los colores sino que a todo esto añade aquello en lo que el receptor debe creer, negándole la posibilidad de la confrontación de los puntos de vista; es decir, en la publicidad como comunicación, el emisor proporciona nuevas verdades que niegan al receptor la posibilidad de interiorizar un punto de vista propio, fruto de la confrontación de ideas; el emisor parte de la base de que el receptor debe compartir su punto de vista aunque le sea contrario en sus intereses y por tanto hay necesidad de inoculárselo.

Escuchamos a muchos de los que creen en el modelo de democracia occidental reconocer la enorme influencia de los medios de comunicación, en especial de la televisión, en la toma de decisiones políticas por parte del pueblo. Esta influencia, entendida como manipulación ideológica, logra crear, en términos de Giovanni Sartori, toda clase de amores y odios a favor de unos y en contra de otros. Nosotros nos alarmamos de ver que son justamente los más necesitados y desprotegidos los principales defensores del proyecto político neoliberal mafioso –como lo describe Petro. Y por eso, entre las razones que esgrimen para defenderlo les escuchamos decir cosas como: “es que el candidato Santos va a continuar con la buena labor de gobierno del presidente Uribe”, “cómo vamos a votar por alguien que no cree en Dios”; “es que Antanas vuelve a mostrar el culo”; “Petro es un guerrillero” “si no gana Santos se nos mete Chávez a gobernar aquí”, razones con las cuales creen defender intereses nacionales y de conciencia individual. Lo que vemos aquí es una irracionalización de la política al suscitar ese tipo de emociones en la masa, es una política reducida a episodios emocionales, sostiene Sartori, de lo cual podemos desprender que la irracionalización está ocurriendo es en la democracia. Hay que reconocer, además, que la televisión premia y promueve la extravagancia, el absurdo y la insensatez, por esa razón, es posible ver a las víctimas en pleno gozo por el triunfo de sus victimarios. Démonos cuenta que incluso nosotros mismos nos atrevemos a calificar el desempeño de los candidatos en los debates televisivos y demás presentaciones en este medio, y decimos que a unos les fue bien y a otros, no tanto, que fue que Mockus dio papaya, que Petro era la mejor opción pero le faltaban las maquinarias, etc. Somos capaces hasta de establecer nuestra propia escala de valoración del desempeño de cada candidato en la televisión con lo que le estamos dando la legitimidad que reclama el discurso impositivo que se establece a través de este medio.

Cuando la conciencia política de toda una masa resulta afectada por un medio tan poderoso como la televisión, Debemos reconocer que se trata de una forma distinta de democracia; nos hemos convertido en una democracia televisiva, en la que el conocimiento político de la masa ha sido reemplazado por el poder de causar diversas emociones por medio de la televisión, lo cual pone en peligro, como lo afirma Bordieu, tanto a la vida política como a la democracia misma. Al crear todo ese tipo de emociones ocurre una especie de embrutecimiento político: La televisión embrutece no sólo al vulgo sino que la democracia está embrutecida y la falta de capacidad política lleva a la desaparición, de alguna manera, de la democracia. Ese es el espacio que esperan las dictaduras camufladas de democracia para el ejercicio del poder absoluto. Pero hay que tener en cuenta que esa manipulación política por medio de la televisión trae otras consecuencias igualmente nefastas porque, sostiene Sartori, un pueblo tan manipulable por la televisión es forzosamente algo inseguro e inestable en sus amores y odios. Así como en nuestro caso lograron el amor hacia el proyecto político neoliberal del uribismo, los amores de la masa pueden desviarse hacia cualquier otra bandera, con la misma facilidad, de ahí el control absoluto que ejerce el estado sobre un medio tan estratégico como la televisión. Cabría preguntarnos aquí si en definitiva nosotros, que nos consideramos personas decentes, progresistas, inclinados hacia la justicia social fuimos derrotados en las elecciones a manos de la derecha. Frente al fenómeno de masas que es la televisión y sus alcances, tenemos que reconocer que como lo afirma Sartori, el buen ciudadano democrático clásico, con virtudes cívicas está en vías de extinción y el poder del pueblo es nulo en las democracias televisivas. La democracia no es un régimen político adecuado dado como está, en nivel de conocimientos político, el vulgo.

mayo 30, 2010

LA FÁBULA DE LA GALLINITA CORRUPTA PARTE II




Por. Carlos Arturo Gamboa

Como siempre en el cercano país de la injusticia, volvió a reinar el rey. La Gallina logró convencer de nuevo a millones de lombricitas que acudieron al llamado mesiánico del gallinero. Ahora Los Gallos y sus secuaces tendrán motivos de sobra para continuar operando su fábrica de cadáveres, mientras en la incubadora los cuatro deformes polluelos continuarán creciendo: El Pollo Corrupción seguirá su marcha triunfante por todos los rincones del país, repartiendo puestos, cobrando tajaditas de meritocracia y despilfarrando el dinero de los impuestos, mientras las pobres lombricitas serán cada vez más pobres. El Pollo Masacre se paseará orondo por los campos y las ciudades etiquetando lombricitas “subversivas”, que son todas aquellas que desean que las cosas cambien; por eso aumentarán las motosierras, las balas y los helicópteros. No habrá refugio alguno en donde este pollo no penetre, y ya tienen listos miles de disfraces de Gavilanes, para ponerles a las lombricitas masacradas. El Pollo Injusticia seguirá sentado a la diestra de Dios Gallina ¡y que la Corte Suprema nos ampare! Y el pollo mayor, el Pollo Pobrecía, aumentará su población, ya no serán 22 millones de lombricitas hambrientas, sino 40. La Gallina saldrá triunfante y será nombrada asesora de las Naciones Unidas, porque allá necesitan de mesías que ayuden a combatir tanta lombriz insatisfecha en el planeta.


Mientras tanto seguirán alborozados los dueños de TV Gallina y El Diario Pio-Pio. El mundo de las hiperrealidades dormirá su siesta volviendo a etiquetar corazones a sus imaginarios amigos políticos de la red. Los Colorados se darán por fin cuenta que este país ya no es de lombrices liberales; las lombricitas amarillas celebrarán que aún no desaparecen a pesar de sus errores y que quizás sea ese el lugar de la verdadera resistencia. Por su parte las lombricitas verdecitas despertarán del sueño virtual de su oleaje y comprenderán que hacer política no es enviar mensajes a los chats, porque las maquinarias son reales.

Por el cercano país de esa injusticia que tanto duele, caminará una lombriz meditabunda esperando que alguna vez las lombrices despierten de su sueño aletargado y entiendan que son ellas quienes deben gobernar. Irá pregonando a los cuatro vientos: “Estas lombrices tienen huevo”


Y colorín, descolorido, este cuento continuará, aún no se ha perdido…