agosto 11, 2014

TRANSCURRIR UT (AGOSTO 12 DE 2014)



Por: Carlos Arturo Gamboa B.

I

Inicia el segundo semestre académico en la Universidad del Tolima. Ya llegaron los primíparos al “territorio de paz", cuyo único síntoma que avala tal remoquete es el silencio sepulcral que habita en el campus. En paz descansan los catedráticos a quienes les quitaron sus cursos sin ni siquiera enviarles una cartica de agradecimiento. En paz descansan los estudiantes que alguna vez pelearon por una educación mejor, pero a cambió recibieron un “puestico” mientras se gradúan. En paz descansa el profesorado de planta a quienes la administración no les quiso reconocer los 15 punticos de aumento y los cinco días de vacaciones, sin importar que el rector firmó, con visto bueno de su amplio staff de asesores jurídicos, el Acuerdo con la Asociación Sindical de Profesores (ASPU) y por lo tanto se convirtió en compromiso inevitable. Todo aparenta estar en paz, parece que interiorizamos el viejo refrán: “Lo que se promete en la tormenta, se olvida en la calma”.

II

En Chaparral se abrirá una sede universitaria regional, esfuerzo válido si queremos dejar de sufrir el enanismo que nos has marcado históricamente, pero llamar esa sede la “universidad del posconflicto” es desconocer la realidad del territorio. El conflicto sigue vivo, si no me creen lean los periódicos o vean las noticias, así sean los medios oficiales. En Colombia el conflicto está presente cada hora de nuestra existencia y lo hará durante años, hasta que logremos consolidar un proceso de paz más allá de la entrega de los fusiles. Creer en la alborada del posconflicto demuestra que estamos alineados al 100 % con los discursos oficiales; aunque ese dato no es nuevo, es la verificación de una constante.

III

El Instituto de Educación a Distancia (IDEAD) ha emprendido un ejercicio laudable, ha venido contratando profesores de planta para darle soporte a un espacio académico de vital importancia para le región. Ahora debe reformar su estructura obsoleta, empezando por el Consejo Directivo. Por ejemplo, ¿qué hace el rector, los vicerrectores académico y administrativo, los decanos de tecnologías y ciencias administrativas y el director de la ODI formando parte de dicho Consejo? ¿En cuál otro Consejo de Facultad hace presencia tanta intervención externa? Ellos conforman la mayoría porque son seis (6) de nueve (9) convocados para decidir. A ellos deberíamos pedirles cuentas por el proyecto, son ellos quienes a la larga han decidido lo que somos. En ese sentido, el IDEAD se rige con una mirada de afuera y así es imposible consolidar un proyecto académico autónomo. ¿Será que el director del IDEAD podrá asistir a cualquiera de las otras Facultades a decidir sus derroteros? El Acuerdo que rige dicha estructura es el 042 de 1985, cuando el proyecto apenas gateaba y ahora ya tiene barba, a pesar de muchos intentos burocráticos por acabarlo.
Por lo tanto, El IDEAD como ya consolidó sus departamentos, debe tener un Consejo de Facultad en donde haga presencia los profesores catedráticos o tutores que son mayoría y nadie habla por ellos, los profesores de planta, los directores de programa, los directores de los Centros Regionales, el representante de los estudiantes (ojalá bajo la figura de una junta de estudiantes), un representante de los egresados (democráticamente elegido), y las directivas del IDEAD. De esa manera empezaremos a autodefinirnos realmente, y cuando tengamos problemas que nos desborden acudiremos al Consejo Académico o al Consejo Superior, como lo hacen las demás Facultades.

Esta transformación es urgente, ojalá el poder burocrático que extiende sus alas sobre el IDEAD no se empeñe en solidificar esa desgastada e ineficiente estructura.

IV

¿Será que la amenaza educativa reformista que se gesta en el panorama colombiano volverá mover a los estudiantes? Espero que así sea, pero no quiero otra MANE liderada desde los centros de poder, porque al final sus “líderes” demostraron el afán por consolidar grupúsculos y jugarse a lo electoral. En ambos escenarios fracasaron, esperemos hayan aprendido la lección, aunque dicen por ahí que “loro viejo no aprende a hablar”.