marzo 26, 2016

EL VIACRUCIS DE LA UNIVERSIDAD DEL TOLIMA

CARGA TU CRUZ UT
                             Por: Carlos Arturo Gamboa
Para continuar con la tradición de semana santa, acá dejamos la meditación de los momentos y sufrimientos vividos por la comunidad de la Universidad del Tolima, y nos disponemos a describir su viacrucis.
Primera estación: La Universidad del Tolima es condenada a muerte, después de reelegir a José Herman Muñoz, quien la había llevado a la quiebra durante sus tres primeros años de rectorado.
Segunda estación: La comunidad universitaria (estudiantes, docentes y trabajadores) cargan la cruz de los ajustes presupuestales, impuestos por el gobernador (Oscar Barreto) y acatados mansamente (o mensamente) por el rector.
Tercera estación: La academia cae por primera vez por el peso de la cruz de los ajustes, pero a pocos les importa.
Cuarta estación: Encuentro del rector con la no tan santa ministra Paradoy. Se escucha una voz misteriosa que dice: “Ministra he aquí tu hijo, rector he aquí tu madre, obedecedle ciegamente”.
Quinta estación: Los profesores cargan la cruz de los recortes, algunos se flagelan, otros aceptan las cargas impuestas con reverencia hacia su inquisidor, y ruegan por la Universidad siempre abierta “de piernas”.
Sexta estación: La Universidad es coronada de espinosas ramas, sangra y se desangra presupuestalmente.
Séptima estación: La Universidad cae por segunda vez, en la garra de los burócratas, el rector contrata un staff de abogados para abogar por ella.
Octava estación: A las mujeres trabajadoras nada, ni nadie las consuela, ellas lloran por la Universidad sacrificada.
Novena estación: La Universidad cae por tercera vez, pero los ciegos siguen insistiendo en que la culpa es de Pilatos y el neoliberalismo romano.
Décima estación: Todos están clavados (en la cruz) y algunos de los proveedores claman: “Rector, rector, por qué nos has desamparado”.
Undécima estación: El rector promete al ladrón (uno de tantos) que mañana estará con él en la fiscalía.
Duodécima estación: La Universidad agoniza y entre el tumulto se escucha un grito: “Los que anunciaban su muerte verdaderamente tenían razón”. Tiembla, pero los corruptos siguen tranquilos.
Decimotercera estación: El cielo se oscurece, dejan de pagar sueldos, recortan las prácticas, todo está petrificado y los bandidos juegan dados apostando los despojos de la Universidad.
Decimocuarta estación: El cadáver de la UT sigue en la cruz, el semestre inicia y el viacrucis apenas empieza.
Nota: Estas son 14 estaciones clásicas, aunque un asesor las aumentó a 20 y propuso crear oficinas y contratar OPS para poder sostenerlas. Seguimos esperando la resurrección, de usted primero y de la Universidad después.
Amen, así sin tilde.