septiembre 07, 2012

CARTA A LOS LECTORES: AQUELARRE: PALABRA Y RESISTENCIA


Por: Carlos Arturo Gamboa B.
Al parecer Colombia seguirá siendo, por muchos años más, el epicentro de las injusticias en Latinoamérica, los hechos permiten inferirlo sin mayor esfuerzo. Una clase gobernante que se niega a construir escenarios de fuga para la guerra, y que por el contrario sigue en su delirante estrategia de entregar lo mejor del país a la voracidad consumista, cediendo el territorio a las multinacionales, reformando desaforadamente para acabar con lo poco o nada que de garantías posee la mayoría de la población en campos como la salud, la educación y la justicia. Durante el gobierno de Santos se han profundizado las contradicciones de una falsa democracia, cuyo fin es apostarle a los designios del mercado que han hundido el mundo en una crisis sin retorno, crisis latente durante la última década en el territorio colombiano, pero que las argucias de la seudo-seguridad democrática habían logrado ocultar con indicadores impostados y con acallamientos inhumanos que ahora develan la atroz realidad. Mientras que la mayoría de los países latinoamericanos giran hacia la construcción de otras posibilidades, Colombia se empecina en imitar el modelo chileno, basado en entregarle todo el poder a las multinacionales, para ratificar el esquema neocolonial que impera en el mundo.
En ese escenario, la Universidad Pública se debate por encontrar un norte de resistencia que le permita configurarse como institución que posibilite otras formas de pensar-actuar, pero también supeditada a los lineamientos ciegos de un Estado cuyo ejercicio miope pretende subsumirla a las disipaciones exógenas que la quieren al servicio de seudocompetencias para un planeta en agonía. La Universidad Pública, empobrecida, sometida y tomada por los tecnócratas de la injuria de la sociedad del conocimiento, se debate entre su funcionalidad incondicional al mercado o su emancipación desde el debate, el argumento y la construcción de otras formas de pensarse, no sólo así misma como institución, sino las maneras en que se convierte en dique para enfrentar las políticas que correen nuestro tiempo. Y dentro de la Universidad la cultura y sus impulsores tienen el reto de jugarse a ser intelectuales, no bajo el slogan del mercado que desea juiciosos simuladores del saber, dispuestos a abandonar los territorios de la crítica para habitar los rascacielos de la comodidad en donde “todo vale” y el rigor es mito olvidado en los anaqueles del Alma Mater; sino intelectuales que se asuman como verdaderos titanes del pensamiento, que se regodeen con las verdades impostadas de los conceptos desarrollistas que sólo generan hambruna para la mayoría y riqueza para unos pocos. Un intelectual capaz de reinterpretar su tiempo, de abandonar sus baldosas epistémicas y dislocarse por los desfiladeros del pensar diferente; un intelectual capaz de sopesar el mundo y potenciar al ser humano hacia esa humanidad que abandonó por correr tras los falsos cantos del progreso.
Sin embargo, ser ese intelectual en este tiempo es casi utópico, son pocos quienes están dispuestos a someterse al escarnio de los fariseos de la academia, y por el contrario, abundan los simuladores, los señores de la eterna parodia académica que repiten como viejos lacayos que debemos imitar las fórmulas del viejo mundo, o las recetas del planeta globalizado; miles para quienes “Universidad” apenas significa confort, salario, estatus… mientras afuera la sociedad agoniza ante la imposibilidad de construir otras rutas en las cuales quepa la verdadera dimensión del mundo.
Es por esta imperativa forma de libertad que Aquelarre continúa en su interminable lucha por de-construir esos discursos de amañamiento, porque desde la cultura se deben activar esos tejidos de lo humano que queda en el humano; es el arte la expresión que le permite recordar al hombre del asfalto que sus sentidos están activos, que aún es posible respirar en medio de las máscaras de gas. Por eso el hombre hacedor de cultura no puede ser un asexuado político, debe jugarse el pellejo en las posibilidades de la incertidumbre, debe levantar su voz en medio de las bocas coartadas por el miedo, debe enunciar la libertad como el gran bastión de un mundo distinto.
Con la aparición del número 22 de la revista Aquelarre, adscrita al Centro Cultural de la Universidad del Tolima, se confirma que es en tiempos aciagos cuando las palabras deben ser letales; por eso este número abre su estela de apuestas críticas conmemorando cien años del nacimiento de Antonio García Nossa, pensador cuya sagacidad intelectual supo adelantar las estrategias maniqueas que hoy padecemos en la sociedad y en las universidades, pensador de la talla de nuestros sueños.
Se continúa para dar cuenta de un debate actual como es el de la Universidad Pública y sus múltiples miradas; luego se adentra en poner al desnudo el pensamiento de Michel De Certeau y Roberto Esposito; el tema de la democracia, tan caro en estos territorios de totalitarismos disfrazados, siempre hace su presencia; las miradas que sobre lo femenino se cruzan en un debate del doblemente oprimido; la reflexión y debate sobre el territorio, las frustradas reformas agrarias y la crisis de España, también tienen su espacio en estas páginas.
Así mismo, se aborda una crónica del Guaviare para dar cuenta de un territorio al margen de las políticas estatales; el ensayo como expresión de debate académico permite abordar la obra de autores como César Vallejo, Borges, Juan Gabriel Vásquez, los cuales son revisados por escritores que trabajan la escritura. La relación historiografía y literatura también es objeto de reflexión, con lo cual Aquelarre le continúa aportando a la tradición de la crítica en sus diversos campos. Finalmente se trabajan sendos textos que construyen a partir de la manipulación mediática a través del análisis de los discursos periodísticos y la influencia de la propaganda de guerra en los imaginarios comunicativos.
Así se construye este nuevo Aquelarre, de palabra y resistencia, apostándole a un debate actualizado de sujetos no adaptados al sistema imperante, de sujetos que no escriben para ampliar el dossier de sus simulaciones, de autores que quieren pensar, no puntuar en los escalafones de la academia, autores que esbozan sus líneas para poner cuestión las supuestas verdades que caminan arropadas por el conformismo, y por lo tanto hacen recordar esa idea de escritor que posicionara Sartre: “No se es escritor por haber elegido decir ciertas cosas, sino por la forma en que se digan”.
Carlos Arturo Gamboa.
Director (e) Centro Cultural
Universidad del Tolima
Ibagué, Julio 2012.

LA PAZ: ESCENARIO DE LA RECONFIGURACIÓN DE LA IZQUIERDA


Daniel Libreros Caicedo.
Profesor Ciencia Política Universidad Nacional de Colombia

Jorge Gantiva silva.
 Profesor de la Universidad del Tolima

Tomado de: Revista Izquierda. Septiembre 2012.

Diálogos de paz y transformación democrática
El anuncio del inicio de negociaciones entre las FARC y el gobierno nacional constituye un acontecimiento histórico que el pueblo colombiano saluda con esperanza. Terminar con la prolongada guerra que ha vivido el país durante décadas y que llevó al mayor desangre, pobreza, atraso, injusticia y terror, representa un punto de inflexión de la historia colombiana. Nunca como ahora se ha sentido la fuerza arrolladora de la paz. Sería el inicio y fundamento del proceso de transformaciones democráticas que requiere Colombia. Sería el camino para detener el terror de Estado, las persecuciones, las desapariciones y la criminalización a los cuales han recurrido los grupos dominantes para ilegalizar las resistencias sociales y marginar las alternativas democráticas y populares. Sería también la vía para que la izquierda se libere de la tentación de las armas, recupere la consistencia estratégica y, en “campo abierto”, pueda librar la batalla de la democracia radical, civilista y popular, sobre la base de la figura potente de un sujeto político, plural y alternativo.
La expectativa nacional e internacional es enorme por el inicio de este proceso de paz que compromete el porvenir de la región y los anhelos de democracia y soberanía. Los puntos acordados en la agenda temática abren la posibilidad para las FARC de conformar una organización política con las garantías y condiciones para su participación pública en el futuro inmediato. Para el conjunto de la izquierda, el movimiento democrático y las organizaciones sociales, el inicio de este proceso de diálogo y negociación coincide con un resurgir de las resistencias urbanas y territoriales y con replanteamientos de fondo en el seno de la izquierda sobre el qué hacer político, lo que abre la posibilidad de construir un Bloque Histórico de Transformación Democrática, cuyo horizonte programático plantee las soluciones estructurales a los grandes problemas nacionales; y su éxito inauguraría un ciclo histórico de cambios y realizaciones sociales y políticas. Para el logro de este propósito, la “sociedad civil” tiene una importante oportunidad en el potenciamiento de las propuestas que históricamente han acompañado el movimiento por la paz; y para el conjunto de expresiones sociales y populares sería la ocasión para incorporar las reivindicaciones de las organizaciones y redes que han demandado desde hace varios años la finalización del conflicto armado y han contribuido con iniciativas y experiencias comunitarias, sociales y populares, las cuales tienen una relevancia histórica. He ahí el sentido y la pertinencia de la convocatoria del Congreso Nacional de Paz.
La idea de una Plataforma integral de paz
La agenda acordada entre las partes para el inicio de la negociación política, contempla objetivos que merecen acompañarse en la perspectiva de una propuesta integral de paz, con el fin de garantizar el éxito de las conversaciones y negociaciones. Si bien la agenda pactada es la base de las conversaciones entre los dos actores principales del conflicto, será necesario repensar el valor de iniciativas desde distintos ángulos para el éxito de la apuesta pacificadora. Entre ellos –y entendiendo las urgencias de la coyuntura– cabe mencionar los siguientes:
1. El cese bilateral del fuego como garantía para que el proceso pueda continuar sin provocaciones, ni chantajes. Se requiere un clima de paz, un ambiente de confianza y respeto mutuo para consolidar esta propuesta. Lo peor sería que el calor de la confrontación, desestimule y desaliente a la sociedad en medio de las dificultades que abre este loable propósito. La buena voluntad de las partes se condensaría en esta iniciativa que los movimientos por la paz y la opinión pública premiarían con la legitimación y el respaldo ciudadano.
2. Respeto a los Derechos Humanos, esto significaría la conformación de la Comisión de la Verdad y el final de la impunidad, particularmente, en lo que se refiere a los crímenes de lesa humanidad. Este punto es muy sensible para la credibilidad del proceso. Se requiere la expresa voluntad para la terminación de los asesinatos, la desaparición y persecución de dirigentes sociales, sindicales y populares.
3. Respeto de los derechos sociales: implica el reconocimiento de las garantías al derecho a la organización, movilización, oposición, protesta y al pensamiento crítico. El proceso de paz contribuirá a la erradicación de la criminalización de la protesta social. En el contexto de las conversaciones, se requiere un espíritu de convivencia y garantías para la participación ciudadana y popular.
4. Sobre el paramilitarismo: el proceso de paz necesita manifestar una orientación acerca del desmonte de las estructuras armadas del paramilitarismo. Así mismo, se requiere un proyecto de nuevo ordenamiento territorial que democratice el poder de decisión sobre la utilización de la tierra y los recursos territoriales en favor de las comunidades locales organizadas y la población.
5. Sobre el sistema de representación política, es fundamental plantear la erradicación de las mafias y la garantía por parte del Estado para la expresión de todas las organizaciones políticas en condiciones de igualdad. En la paz, se necesita la máxima democracia posible, y la máxima participación.
Ahora bien, paralelo a estas consideraciones, lo más importante es lograr la conformación de un gran movimiento social y político, de carácter plural que potencie la lucha en pro de las transformaciones democráticas y, por ende, posibilite la coordinación de un proyecto histórico que incorpore las distintas expresiones de las resistencias sociales, urbanas y territoriales. Esto significaría la conformación de un sujeto plural que asuma la disputa por la democracia social y política y por la soberanía popular en perspectiva de superar el modelo neoliberal, la injusticia social y el dominio autoritario de las élites dominantes. La paz de los actores armados no puede asimilarse a conciliación de clases como plantean las corrientes reformistas. Este Bloque Histórico tiene la tarea de desarrollar la lucha por conquistar las transformaciones, las cuales no pueden conseguirse en la mesa de negociaciones, sino con grandes movilizaciones populares y con coordinaciones políticas y sociales. El programa de este movimiento debe orientarse hacia la conformación de un gobierno democrático alternativo. La consolidación de este bloque político y de masas obliga a un debate de carácter estratégico.
La izquierda en trance de su reconfiguración
En el último período, el Polo ha pasado de su larga crisis interna a la cancelación de su proyecto histórico. Totalmente desfasada, la dirección actual del Polo se aferró al control del aparato y terminó aislándose de los acontecimientos más importantes de la vida política nacional y de las resistencias sociales. Lo más grave es que se alejó de lo que hoy concita la atención de los colombianos: la negociación política del conflicto, propuesta que había incorporado en el Ideario de Unidad, y que, hoy, en los hechos ha abandonado. Igualmente se alejó de la posibilidad histórica de concitar al conjunto de las fuerzas sociales y políticas a la unidad de la izquierda y a la conformación de un “bloque histórico” por la transformación del país.
En este contexto, amplios sectores críticos e independientes del Polo han rechazado los métodos arbitrarios de las expulsiones y los señalamientos, en particular en lo que se refiere al caso del Partido Comunista, así como han manifestado su rechazo al modelo de convocatoria cerrado y excluyente del III Congreso, y vienen exigiendo garantías y condiciones para el desarrollo de la participación política. Pese a ello ha tomado fuerza por parte de las corrientes políticas opositoras la idea de participar en este Congreso para impedir que –a la manera de cónclave– la dirección continúe oficializando su política equivocada, aunque esta opción aún está en discusión.
Cualesquiera que sea el camino a seguir, en lo que si existe consenso es en la convicción de que el Polo ha ido agotando la energía y sus posibilidades y se ha ido convirtiendo en un obstáculo para entender los cambios del momento histórico. Por ello se requiere la convocatoria a un gran Encuentro Nacional de los desobedientes del P.D.A. con las resistencias urbanas, con indígenas, con las resistencias territoriales, la intelectualidad que no ha sido cooptada por el establecimiento, en la idea de avanzar hacia el bloque político de masas. El momento político es crucial para la reconfiguración de la izquierda y de su proyecto estratégico. Son varios los desafíos y grandes las definiciones en un escenario en el cual “ni se pueden repetir los errores”, ni la subjetividad colectiva mantenerse impávida e indolente. El dilema es claro: o la paz será el campo del posicionamiento de la izquierda como sujeto plural hacia un “Bloque Histórico”, o simplemente expresará nuevamente.

septiembre 04, 2012

LA DIGNIDAD DE LA ACADEMIA FRENTE AL GRITO NECROFÍLICO

Por: Rubén Darío Gómez 
Disponible en la red
Apreciados profesores y estudiantes de la Facultad.

Ayer vimos por televisión al expresidente Uribe confesando con orgullo, en una Universidad de Medellín, que no pudo cumplir su propósito violento de agredir a un país vecino por falta de tiempo… Violencia contra violencia para que no se rompa la cadena…

Vimos también a los participantes en el recinto académico prorrumpir en aplausos ante su comentario…

Tal vez quienes aplaudieron no tuvieron en cuenta los muertos de uno y otro país que se hubieran requerido para que Uribe, en caso de haber tenido tiempo, lograra su cometido… O tal vez pensaron que esta vez, como otras tantas en los últimos años, serían otras madres, otras esposas y otros huérfanos quienes harían el aporte generoso de más muertos para la guerra…

Es muy grave que una persona, cualquier que sea, promueva la violencia, y más si se trata de un exgobernante.

Pero igualmente grave es que la academia aplauda estas iniciativas.

La situación de ayer puede recordarnos la ya legendaria posición de Unamuno, rector de la Universidad de Salamanca, el 12 de octubre de 1936.

Se celebraba el día de la raza en un momento cuando el fascismo se extendía por Europa y España, y entre los discursos oficiales José María Pemán acusaba a Vascos y Catalanes de ser “cánceres en el cuerpo de la nación”; su discurso alentaba a que “el fascismo, que es el sanador de España, sabrá como exterminarlas, cortándolas en carne viva”… En ese momento, alguien en la platea gritó el necrofílico lema de “¡Viva la muerte!” y el general Millán-Astray, lugar teniente de Franco, que había perdido un ojo y un brazo en la guerra de Marruecos, comenzó con los “España… Una. España… Grande. España… Libre”.

La universidad se había convertido, entonces, en el templo de la intolerancia y el fanatismo. Unamuno se levantó y pronunció uno de los discursos más conmovedores –por su bizarría y belleza – del siglo XX:

«Estáis esperando mis palabras. Me conocéis bien, y sabéis que soy incapaz de permanecer en silencio. A veces, quedarse callado equivale a mentir, porque el silencio puede ser interpretado como aquiescencia…

Acabo de oír el necrófilo e insensato grito de ‘¡Viva la muerte!’, y yo, que he pasado mi vida componiendo paradojas que excitaban la ira de algunos que no las comprendían, he de deciros, como experto en la materia, que esta ridícula paradoja me parece repelente.
El general Millán-Astray es un inválido. No es preciso que digamos esto con un tono más bajo. Es un inválido de guerra. También lo fue Cervantes. Pero, desgraciadamente, en España hay actualmente demasiados mutilados.

Y, si Dios no nos ayuda, pronto habrá muchísimos más. Me atormenta el pensar que el general Millán-Astray pudiera dictar las normas de la psicología de la masa. Un mutilado que carezca de la grandeza espiritual de Cervantes, es de esperar que encuentre un terrible alivio viendo cómo se multiplican los mutilados a su alrededor”.

Millán-Astray lo interrumpe exaltado y brama: “¡Muera la inteligencia! ¡Viva la muerte!” y la multitud lo aclama.

Unamuno, entonces, imperturbable, con la parsimonia de un hombre que sabe que está pronunciando un “no” único, que protagoniza un momento irrevocable para el destino de toda la humanidad, un instante sublime de la Historia, que está construyendo con sus actos la verdad poética de que la razón vence a la fuerza, concluye:

“Éste es el templo de la inteligencia, y yo soy su sumo sacerdote. Estáis profanando su sagrado recinto. Venceréis, porque tenéis sobrada fuerza bruta. Pero no convenceréis. Para convencer hay que persuadir, y para persuadir necesitaréis algo que os falta: razón y derecho en la lucha. Me parece inútil el pediros que penséis en España. He dicho”.

Unamuno debió salir acompañado por Carmen Polo Martínez Valdez – la mismísima mujer de Franco – para que los fascistas no lo lincharan en la sala de la universidad.”

La oposición de la razón frente a la barbarie, fue la actitud de la Universidad de otro tiempo, que se consideraba a sí misma la salvaguardia del conocimiento y la ética… muy diferente a la Universidad de hoy, atrapada en la rentabilidad de los contratos, las innovaciones al servicio de la empresa y la lisonja al gobernante de turno.

Mantenemos ante la sociedad una imagen de respeto, reflexión e independencia, que cada vez se aleja más en el tiempo… Pero al interior de nuestros claustros, el aplauso de unos y el silencio de otros frente a la necrofilia y sus adeptos muestra el deterioro moral de la academia y de quienes la gobiernan…

Alguno dirá que es la Universidad que nos merecemos…

Eso podrá ser cierto el día en que la academia guarde silencio… Pero no mientras existan profesores y estudiantes que no se queden callados.

Un abrazo

RUBEN DARIO GOMEZ-ARIAS Profesor
Facultad Nacional de Salud Pública Universidad de Antioquia. Medellín