junio 10, 2023

GATOS ILUSTRES

 

Por: Carlos Arturo Gamboa B.

Docente Universidad del Tolima

 

El gato es el esquema y modelo de la sutileza del aire.

(Doris Lessing)

 

Doris Lessing obtuvo el Premio Nobel de Literatura en el año 2007. Británica de nacionalidad, nació en Irán y se formó en Sudáfrica y parte de su ida la pasó recorriendo diversas geografías, lo que quizás la dotó de una visión aguda de la realidad, lo cual se vería luego reflejado en sus obras narrativas. Autora de libro emblemáticos como “El cuaderno dorado”, “El quinto hijo”, “Diario de una buena vecina” y “De nuevo el amor”, su obra alcanzó gran resonancia internacional y, su prosa sincera y pasional, la convirtieron en un icono de la literatura femenina del siglo XX, hasta su muerte en el año 2013.

Entre su amplia obra literaria, y casi relegado a un valor secundario, encontré un libro, cuya primera edición en inglés llevó el nombre de “Particularly cats” (1967) y cuya versión en español se titula “Gatos ilustres” publicado por Lumen (2019) y cuya versión viene ilustrada mágicamente por la barcelonesa Joana Santamans. El libro como artefacto físico, de entrada, se puede valorar como una obra de arte. Elaborado en pasta dura y con la imagen imponente de un gato que cubre toda la portada, atrae la mirada y activa el deseo de verlo en la biblioteca; lo adquirí, pero luego lo terminé obsequiando. En estos días el libro volvió a mí y de ese nuevo encuentro surgen estas líneas.

Indudablemente los trazos de la diseñadora Santamans, quien recrea muchos mininos en distintas facetas, convierte la lectura de “Gatos ilustres” en una acción interactiva. Como en la narración, los gatos se sumergen en las páginas, van y vienen, se regodean y pasan silenciosos y altivos, ronronean al lector y hasta lo contagian de esa modorra gatuna tan necesaria para soportar el siglo XXI. La historia es muy sencilla y de carácter autobiográfico, Lessing da cuenta de su relación con los gatos desde su lejana niñez en Zimbawe hasta su vida adulta en los suburbios de Inglaterra, y a través de esas múltiples anécdotas entremezcla visiones existenciales, articulando el comportamiento y naturaleza de los gatos como pretexto para entregarnos bellas pinceladas del mundo animal doméstico, su cotidianidad y la crueldad que la vida misma conlleva.

“¿Qué puede ser más grácil, más delicado que un gato?”, pregunta la autora y en cada página va resolviendo la pregunta, por medio de descripciones amplias de la vida de sus diversas mascotas que la fueron acompañándola desde su niñez hasta la adultez. Ella los ha visto nacer por montones, allá en la lejana aldea de su infancia en donde los gatos eran casi una plaga que vivía entre el salvajismo, la necesidad y el cariño de algunos “amos” que luchaban por hacerlos sufrir lo menos posible. Por eso es testiga también de su muerte: “Se arrastran a un lugar fresco, por el calor de la sangre, se agazapan y esperan la muerte”.

Y en ese periplo de vidas gatunas, hay una tensión entre las leyes del mundo animal y las formas civilizatorias de la sociedad. ¿Qué hacer con tantos gatos que se reproducen de manera algorítmica? Era inevitable, en aquellos tiempos de menor sensibilidad, que los críos no podían ostentar el derecho a vivir, eran muchos, manadas de gatitos imposibles de sostener. Este es el tono en que un bello pasaje del libro muestra esa cruel realidad:

“Fue horrible. Después dos de nosotras salimos con linternas a la oscuridad y en el campo largo cavamos un hoyo bajo la lluvia tenaz y enterramos a los cuatro gatitos, entre improperios y maldiciones dirigidas a la naturaleza, a nosotras, a la vida; luego regresamos a la tranquila habitación alargada de la granja, donde el fuego ardía y la gata negra descansaba sobre una manta limpia, una gata bonita y orgullosa con dos gatitos… la civilización había vuelto a triunfar.”

 Y así, la autora, saltando de gato en gato, nos va contando las claves de la vida de una mujer y su relación con el mundo de esos pequeños seres cuya perfección parece reñir con los entornos que habitan, pero que al mismo tiempo nos recuerda la clave agnóstica de la vida, la de ellos y la nuestra, ambos aparentados en ese gran conjunto universal que es el reino animal.

En “Gatos ilustres” no encontraremos una apología al gato, sus bondades, sus quietudes y sus provisiones de extraños afectos que tejen con sus cuidadores. Es clave entender que la narración se erige en otro tiempo, antes de que el deseo gatuno invadiera el mundo y creara una cultura en donde ellos parecen habitar el antiguo Egipto. Siendo una narración descarnada y real, no está ajena a momentos poéticos, para recordamos que “La lumbre del hogar y el gato son inseparables”. Sólo espero que, si el libro llega a ronronear cerca de ustedes, se den al placer de retozar con él.