agosto 17, 2016

La realidad del periodismo en Colombia en la novela "Suicídame" de Andrés Arias




Por: Carlos Arturo Gamboa B.

La novela realista cumple una función vital para entender el espíritu del tiempo en que se realiza y en la que habita el autor, pero no siempre logra, sin sacrificar la estética, combinar ficción y realidad. La novela Suicídame de Andrés Arias es un buen ejemplo de que se puede lograr equilibrio entre denuncia social y literatura, tal vez rememorando los postulados que Jean-Paul Sartre nos hacía sobre la necesidad de establecer una mirada de crítica en la literatura y desde allí establecer interpretaciones artísticas del fenómeno social, porque:
La literatura está penetrada de socialidad. Los materiales que utiliza provienen esencialmente de la sociedad, de la historia de la sociedad. Resulta inconcebible escribir el texto más mínimo sin que por él, de un modo u otro, pase la historia y, desde luego, la sociedad, con sus divisiones, sus conflictos, sus problemas (Citado por Hombravella, 1973, p. 16).
Ahora bien, Andrés Arias es comunicador social y literato, con una vasta experiencia en los medios de comunicación en Colombia, lo que dota la historia de una verosimilitud absoluta, pero sin ser copia total de la realidad; acá la narrativa como representación se regodea con la realidad y le permite al lector, por momentos, pensar que está leyendo un testimonio del tiempo aciago en que habitamos, pero no podemos olvidar que la literatura vas más allá de ser simple copia o duplicado de la realidad.
Divida en 18 capítulos, Suicídame plantea la historia de un periodista veterano, subsumido en los poco honestos entramados de los medios de información, atrapado entre sus sueños pasados de realizar un buen oficio: “Durante casi veinte años trabajé en La Libertad. Cuando me fui hastiado de tanta sangre, ya llevaba mis buenos años como editor de la sección judicial” (Arias, 2010, p. 16), nos dice el personaje central, Antonio Fandiño, no más despunta la novela. Ese tono pesimista sobre el oficio del periodista cruzará totalmente la novela. Ese hombre cansado de ver la realidad opacada en los medios, la manipulación de las noticias, los medios al servicio obsecuente del poder y la desmitificación del oficio, se encuentra de pronto obnubilado por la valentía de una joven practicante que llega a la revista Vistazos. Ella es Margarita, quien le dará vueltas al mundo de confort que construye un medio sometido a los caprichos de un gobierno corrupto hasta la médula y que le recuerda a Fandiño la razón de ser del oficio: “Soy periodista, los periodista investigamos y escribimos” (p. 50), algo que no sucedía en la revista Vistazos.
Por lo tanto, en ese encuentro se gesta la trama, las historias están frente a los ojos de los todos, pero ellos, en su mayoría, son medios de Palacio, dedicados a contar lo que el poder de turno desea que se cuente y a ocultar lo innombrable; la realidad se ignora porque “…es mil veces más compleja que la ficción, y por lo tanto escribirla también lo es” (p. 62). Entonces, el viejo periodista ve aparecer ante sus ojos las visiones de un pasado militante, crítico, soñador y deseoso de cambio, pasado que llega para confrontar ese mundo que de comodidad y alienación que construyó. Margarita aparece para recordarle que algún día fue distinto y ahora solo es un espíritu domado por el establecimiento y sus métodos, “era el mejor de los empleados porque era incapaz de desobedecer” (p. 135).
Como era de suponerse, el espíritu inquieto de Margarita la lleva a escribir un artículo en contra del establecimiento, en contra del mismo presidente de la república, alguien que está en el poder reelegido, alguien que está cuestionado por los métodos violentos que usa contra la oposición, alguien que manipula todo desde el Palacio, alguien que logra adormilar a todo un pueblo, lo cual conlleva a preguntar al narrador:
¿Por qué la gente no lo notará? ¿Por qué seguirán comprando felices la revista y leyéndola fascinados de comienzo a fin sin reparar en que lo que se tragan como periodismo no es más que el directo mensaje subliminal de la gente de Venero… como olvidarán también al que ha tenido que huir, al desaparecido y al silenciado? (p. 148)
Y Margarita entonces desaparece luego de la publicación, Fandiño es despedido por actuar como cómplice de aquel artículo y empieza un periplo por establecer la verdad de todo. En un país de miles de desaparecidos, Margarita es apenas un número más, alguien que quizás huyó, renunció o se fue del país; sin embargo, sabemos que fue desaparecida porque “… la muchachita se atrevió a publicar lo impublicable” (p. 185).
Ahora bien, la novela sigue su curso en una fatal coincidencia con la realidad del país, la desaparición de la practicante solo le interesa a su familia, su círculo cercano de amigos y a Fandiño, quien se obsesiona con saber la verdad que ya sospecha, aunque: “Las noticias parecían las mismas de siempre, como si el mundo no hubiera cambiado…La mismas guerras, las mismas masacres, los mismos muertos, los mismos robos, la misma publicidad encubierta, las mismas mentiras. La misma basura” (p. 204). Y sin la verdad queda la certeza de la realidad, así lo reconoce el viejo periodista: “Ahora que lo pienso, a Margarita no la mató meterse en el bajo mundo; lo que la mató fue hacer público lo que había de bajo en el más alto de los mundos: el del poder” (p. 231).
Para finalizar, basta decir que la novela juega de manera magistral con la realidad, nos transporta a nuestro presente como si él fuera un tiempo ido, nos recuerda la miseria de país que han construido unos pocos y que padecemos las mayorías, nos enfrenta a la manipulación de la que somos objeto y nos conduce por los laberintos de nuestra cotidianidad. Si existe un lector que desee ver nuestra terrible realidad novelada, Andrés Arias nos regala este agradable espejo. Toca leerla, en otro tiempo no muy lejano hubiese sido prohibida, o su autor hubiera corrido el mismo destino que la protagonista.
Referencias bibliográficas
ARIAS, Andrés. (2010). Suicídame. Bogotá: Ediciones B Colombia. S.A.
HOMBRAVELLA, Francisco J. (1973) Qué es la literatura. Barcelona: Biblioteca Salvat Grandes Temas.