abril 19, 2011

VIACRISIS...


Por : Carlos Arturo Gamboa
Como en el mito del diluvio, las aguas parecen desbordar los límites previstos y ningún Bochica vendrá con su vara sagrada de arco iris a salvar los habitantes de un país anegado en aguas y en una historia de mil desidias. Recordar que hace apenas cuatro meses los pueblos flotaban ante la mirada atónita de los burgueses amotinados frente a los plasmas, sería banal. Recordar las promesas de apoyos, de obras y de infraestructura es apenas risotada acuosa de una multitud que olvida y que como manso rebaño agita su miseria de pueblo en pueblo.
¿A qué se debe esta catástrofe anunciada, como tantas otras en el mundo desastroso del colombiano? Primero, y así lo aceptó recientemente el viceministro de medio ambiente en RCN, al deterioro de nuestro entorno natural, la depredación de los bosques en las cuencas de los ríos, la tala indiscriminada de árboles que sostienen la capa vegetal y el ataque a los páramos. Segundo, el cambio climatológico mundial producto de un mundo que privilegió la depredación del ecosistema a cambio de ahorros monetarios y mercancías. Tercero, a la responsabilidad política y social de una clase dirigente que durante años se ha negado a construir un país para la mayoría, en donde las necesidades de vivienda adecuada, de infraestructura y apoyo a los programas de desarrollo estables sean la prioridad.
¿Para qué le sirve, al desmantelado general Uribe Vélez, haber invertido la mayor parte del presupuesto nacional en un programa de seguridad democrática durante diez años hoy cuando el país naufraga en la desidia? Hubiese sido mejor construir un Plan Nacional de Desarrollo pensando en las prioridades de la gran población expuesta a estas catástrofes, no porque ellos lo deseen, si no que por falta de vivienda se ven abocados a construir sus ranchos en los desfiladeros, en las orillas de las quebradas o a la sombra de montañas inestables.
Hoy cuando cerca de 19 mil familias se encuentran damnificadas ante la arremetida invernal, es necesario preguntarle al heredero general Santos si en la misma lógica se negará la oportunidad de plantearle a Colombia un verdadero Plan de Desarrollo que responda al grito de los millones de pobres que sobreviven en un país, o si por el contrario seguirá apostándole a sus locomotoras Made in USA, más aún cuando una de ellas, la mega-minería, contribuye a desforestar y profundizar los problemas ambientales.
Un gobierno premeditado para la democracia y el verdadero desarrollo social debería estar pensando en tres prioridades para esta inmensa mayoría desprotegida:
1.       1.Planteamiento de una locomotora social como negación a la locomotora de los megaproyectos que se llevan los dividendos y dejan sumidas las poblaciones en una desigualdad abismal, con gran impacto en el medio ambiente y en la seguridad alimentaria.
2.       2. Proyecto de dragado del río Magdalena, que incluso puede ser aprovechado para activar su navegabilidad, el comercio fluvial y el turismo.
3.       3.Fuerte inversión en las zonas desprotegidas mediante planes alternativos de desarrollo potenciado las particularidades de cada región, apostándole a un modelo de economía comunitaria que sirva para activar los desgastados aparatos productivos de miles de rincones en Colombia que no se movilizan dentro de la lógica de la economía global.
Por el contrario, si la terquedad de un Estado des-imbricado de la cultura de su pueblo, de sus profundas necesidades y de sus dramas, continúa por el camino que le dictan las grandes organizaciones internacionales, esperemos más inundaciones, más muertos, más televisores repitiendo en vivo el drama de los pobres. Pero recuerde presidente Santos que la miseria también anega las almas, incluso las de millones de nobles colombianos, que naufragan en medio de las aguas, pero que tienen sed de justicia.