mayo 09, 2013

ASOMBRADO ME QUEDÉ AL VER LA SILLA VACÍA



Por: Carlos Arturo Gamboa B.
Catedrático FCHA

Profesor Herman Muñoz
Rector Universidad del Tolima

Mi madre me suele decir que uno debe confiar en las personas, que siempre algo de sinceridad habita en ellas. Por esos consejos maternos, que seguro acumulan un saber que la academia hace rato olvidó, le creí a usted cuando el martes 30 de abril en la Asamblea de la Facultad de Ciencias Humanas y Artes asumió una posición “progresista” al reconocer una “manera distinta de construir democracia”, e instó a los asistentes a ampliar el debate, a permitir la inscripción de nuevos candidatos y a elegir un decano en encargatura que usted reconocería.
Hoy 9 de mayo, después de unos largos debates, después de guardar la calma ante tanto improperio de quienes se niegan a reconocer la diferencia, de quienes impiden desde sus prácticas hegemónicas que la Universidad de Tolima emprenda otro rumbo, me sorprendió su mezquina ausencia en el acto de posesión del profesor Pierre Díaz; quien fue reconocido como decano encargado aún en contra de artimañas, artilugios y otras prácticas propias de nuestra atrasada región subsumida en los metarrelatos de la “viciada política; y digo mezquina porque teniendo todos los elementos para cohesionar la comunidad académica en un proyecto de transformación, le apostó a continuar esa lógica de poder que ha convertido a muchos en zombis del campus y espectros del ethos universitarios.
Su voz distante, como la voz de quien construye poder desde las atalayas, apenas se expresó a través de unas líneas, que un estudiante del curso de Escritura Creativas que oriento, hubiese escrito con mayor coherencia. Me refiero a enunciados como:
Considero que todo proceso de participación democrática en la Universidad debe garantizar el derecho a proponer y decidir de las mayorías…
Argumento que considero consecuente con alguien que se haga llamar “sujeto universitario”, pero, como decían los griegos, “en la cola está el veneno”, termina diciendo:
reitero mi apoyo a la dirección actual de la Facultad, quienes deberán promover la elección del decano en propiedad de acuerdo a las resoluciones 0585 y 0557 de 2013.
Profesor Herman, cómo puede alabar la maltratada palabra democracia, para luego sentenciarla bajo el peso de una normatividad obsoleta, porque creo que es consciente de ello. ¿Acaso hubo “participación democrática” en la selección (más no elección) del profesor Jesús Gamboa como decano encargado de la FCHA? ¿Acaso se consultó a las mayorías? Por eso le escribo, de manera pública como lo he hecho durante los años que he enarbolado la defensa de esta Universidad, a costa de que como en otros tiempos vuelva a ser condenado a las mazmorras de una bodega o a las “leguleyadas” que siempre se imponen sobre el pensamiento diferente.
Por lo demás, le deseo suerte en esa ruta que ha escogido, y cuando tenga la oportunidad de encontrarnos de frente no le negaré mi mano, pero de algo sí puede estar seguro, ya no podré confiar en su palabra como rector, porque, aunque casi siempre he seguido los buenos consejos de mi madre, quiero decirle que en este tiempo cuando el carácter de lo humano se oculta en el predominio sobre el “otro”, ya casi de nada sirven; quizás sólo para escribir palabras como estas que me surgieron cuando asombrado me quedé al ver la silla vacía.

mayo 06, 2013

¿QUÉ ES LO QUE PASA AQUÍ?



Por: Carlos Arturo Gamboa B.
Estos días ha regresado el debate a la Universidad del Tolima y en especial a la Facultad de Ciencias Humanas y Artes (FCHA). El tema no es nuevo, pero es fundamental para la re-construcción de la comunidad académica que había quedado herida de muerte por más de una década en la cual se implementó la política de hacer democracia universitaria para unos pocos y con las reglas de esos pocos.
Lo que pasa es que romper esquemas hegemónicos no es fácil. Factores como la resignación a que nada puede ser cambiado, la comodidad que “los puesticos” ofrecen y la hegemonía cultural del poder, crean torbellinos que al final pueden desatar tormentas. Por eso es “entendible” pero no defendible que muchos actores nieguen la “otra posibilidad” de construir universidad pública.
Lo que pasa es que se desgastaron al máximo los mecanismos de “seudo-representación”, llevando consigo la participación a una pasividad sólo comprable con un mar de parafina; y ese esquema está apalancado en normas ambiguas y obsoletas, como casi todas las que soportan el “quehacer legal” de la Universidad del Tolima.
Lo que pasa es que llegó el momento de asumir una contundente variación de la cotidianidad, asumir la crisis y tomarla por los cuernos; pero no para descalificar “lo otro” que se asoma como alternativa, sino para reconocerlo y proponer rutas de transformación real. Lo otro le está hablando (a veces gritando) a la dirección universitaria que debe ser más incluyente. Mirando el Plan de Desarrollo propuesto no encontramos líneas gruesas sobre democracia y gobernabilidad, sobre reconstrucción de la comunidad universitaria, que a mi parecer deben ser temas centrales para refundación de la vida universitaria.
Lo que pasa es que estamos a tiempo de no crear “enemigos oscuros” como argumentación para no validar el pensamiento de los que se salen del esquema institucional, de los que reclaman distintas formas de construir ethos.
Lo que pasa es que la negación a la apertura de las puertas democráticas, crean el malestar de los de abajo y una puerta cerrada no puede contener el cambio por mucho tiempo.
Lo que pasa es que es la hora para que la administración de la Universidad del Tolima haga una lectura real de lo que pasa y no se quede estancada en la tesis del “enemigo único”, porque como lo afirma Gabriel Restrepo, “cuando se torna arrogante, el poder pierde sensibilidad y con ella la clave del saber, que es la pregunta”.