junio 28, 2020

MATRÍCULA CERO: LA LUCHA POR LA GRATUIDAD


Por: Carlos Arturo Gamboa B.
Docente Universidad del Tolima

La educación pública debe ser gratuita. Nadie, quien entienda que un país se construye a la par del conocimiento, duda en defender este derecho. Pero en Colombia hemos carecido de un gobierno que asuma la educación como eje central para la construcción de futuro. Por el contrario, el desfinanciamiento de la educación pública ha sido la política constante.
Desde la promulgación de la Ley 30, las finanzas del Sistema Universitario Estatal han venido en constante deterioro. Hoy tenemos que, en la mayoría de las Universidades, los ingresos por consecución de recursos propios son superiores al 50 %. Las transferencias del orden nacional y departamental, como es el caso de las universidades regionales, apenas alcanzan para soportar las nóminas de funcionarios, docentes y directivos.
La desfinanciación estatal constante, ha llevado a que las universidades, con el fin de cumplir sus rutas misionales, aumenten el número de docentes por hora cátedra, llegando a un escandaloso porcentaje promedio del 80 % de pago de labor docente por este tipo de contratación. Es decir, una figura que era excepcional para la universidad, terminó siendo la norma. 
Los recursos que obtienen las universidades para poder solventar su funcionamiento se limitan, en esencia, al recaudo por matrícula de pregrado y posgrado, manteniendo un bajo costo en la primera y un alto costo en posgrado. Por eso la educación posgradual en Colombia es tan costosa. Otros recursos que obtienen las universidades se dan por la venta de servicios, pero es poco significativo, quizás las grandes universidades, del orden nacional, puedan conseguir recursos relevantes mediante este mecanismo.
Así mismo, existe una marcada desigualdad en las transferencias para las universidades denominadas “grandes”, en comparación con las regionales, inequidad que no se justifica, ya que se sigue posicionando un modelo de desarrollo para un país centralizado, que no les ofrece a los bordes mantener los mismos niveles de investigación, proyección y docencia que las grandes capitales. Seguimos asistiendo, en pleno siglo XXI, al fenómeno de la ciudad letrada.
En ese contexto, la matrícula cero o gratuidad, siempre ha sido una bandera de los movimientos universitarios, pero por mucho empuje que se haya tenido en las movilizaciones, aún no se ha logrado. Un país que privilegia la inversión en armas, tanquetas y aumento de pie de fuerza militar y policial por encima de la educación, es un país que de frente le saca el cuerpo a la paz, para seguir en una ruta de barbarie. Educar a la población es construir paz, la guerra germina más fácilmente en las huertas de la ignorancia.
El desangre de la corrupción, agujero por donde se van millones y millones de pesos de los recursos públicos, es otro ejemplo del diseño de un proyecto de nación inviable. Con el dinero de la guerra y el rescate de los recursos de las manos de los corruptos, Colombia podría fácilmente solventar un Sistema Educativo gratuito en todos sus niveles.
La pandemia puso en evidencia, una vez más, la inequidad tan grande de un país en el cual la mayoría de los jóvenes no puede acceder a la formación universitaria. Pero también puso en la palestra el gran esfuerzo que hacen las universidades por mantenerse a flote, con unas finanzas golpeadas y conscientes de que atienden una población que en su mayoría corresponden a los estratos 1-2, los más afectados por la cuarentena, ya que dependen de un salario mínimo o del empleo informal.
Llegar a la matrícula cero debe ser la gran meta, no sólo en el marco de esta pandemia, si no bajo la perspectiva de diseñar un país para el siglo XXI, con equidad, que le apueste a la educación como baluarte de su construcción cultural y científica.  Un país que deje atrás su historia guerrerista y abra las puertas de la inclusión social para todos y cada uno de sus ciudadanos.
En el caso de la Universidad del Tolima, el gran esfuerzo financiero que ha realizado el semestre A y las apuestas que ha diseñado para el semestre B, hacen parte de una política de cuidado fiscal que se implementó después de la desastrosa experiencia de los años 2014-2016. Asumir la matrícula de un semestre académico está por el orden de los 14.500 mil millones de pesos, sólo en pregrado.
En ese escenario, podemos hacer cuentas simples y entender que, sin la cooperación del gobierno central y el gobierno departamental, esta tarea resulta imposible. Si tenemos en cuenta que ya se están apalancando inscripciones gratuitas de pregrado y posgrado, así como descuentos en matrícula para los cerca de 21.000 estudiantes, se puede decir que el aporte de la UT está a la altura del compromiso social ante esta pandemia y sus efectos.
Ahora bien, de los 97 mil millones que se dispusieron desde el gobierno central, para apoyar el sistema en esta coyuntura, a la UT le transferirán 3.300 millones, por lo cual estamos hablando que aún faltarían alrededor de 6.500 millones para poder asumir la matrícula cero para la totalidad de los estudiantes de pregrado. Es decir, tenemos un faltante de un 45 %.
El Consejo Académico, de la Universidad del Tolima, le ha enviado una carta al Gobierno Departamental solicitando este apoyo, como un esfuerzo adicional a las transferencias de ley. Esperamos contar con que se pueda llevar a cabo dicho aporte, lo cual garantizaría matrícula cero en pregrado y descuentos de hasta el 40 % para posgrados para el semestre entrante.
Aún así, el sueño de la educación gratuita debe seguir siendo parte de nuestras luchas universitarias y de todo el sistema público educativo. No sólo el efecto Covid-19 es culpable de la enorme desigualdad y del incumplimiento del derecho a la educación. Cuando el virus llegó a Colombia este país ya estaba amenazado de muerte por la pandemia guerrerista y corrupta, sólo cambiando esa lógica podremos construir esa nación que millones hemos soñado, y la educación pública gratuita para todos es uno de los caminos. La matrícula cero debe ser una política de Estado.