diciembre 05, 2017

EL PODER DE LA PALABRA

En el II Concurso nacional universitario de microrrelato 2017, convocado por la Universidad EAFIT, destacan como uno de los 8 trabajo seleccionados un minincuento de mi autoría el cual comparto aquí:

El poder de la palabra
Aldemar nunca creyó en el poder de la palabra, para él las frases eran solo vacíos en el vacío, murmullos carentes de autoridad. Nada más le agradaba que lo concreto y, según él, el lenguaje era muy ambiguo.
La noche que fue detenido, como sospechoso de dar refugio a un rebelde, firmó el formulario de la comisaría con su puño y letra. Alegó que lo confundían y pensó que todo se aclararía pronto.
Durante los dos meses que estuvo en los calabozos de la Sexta Brigada, guardó la esperanza de que los gobernantes reconocieran el marco de su ideología. Odiaba los discursos de cambio, ellos deberían notarlo en sus pesquisas. Sin embargo cada tres días era torturado, aunque no tenía nada que “cantar”.
Pasaron los meses. Las batidas aumentaron en la misma proporción que la resistencia. Pronto los calabozos estaban saturados. Aldemar ya no era útil. No tenía nada que decir. El comandante firmó la orden.
De pie frente a los cuatro soldados Aldemar reiteró su inocencia. Entonces entendió el poder de la palabra, justo cuando escuchó al comandante, sin ambigüedad, gritar:

-¡Alisten, apunten, fuego!

diciembre 04, 2017

PRESENTACIÓN REVISTA ÚSTELEE, HOJAS PARA RECICLAR No 4

Bitácora de los recolectores
Por: Carlos Arturo Gamboa B.
Coordinador Editorial

Escribir a pesar de todo, esa es la consigna. El mundo en crisis, el continente devastado por la crisis, Colombia al borde del colapso por la crisis, la ciudad intentando superar la crisis y la Universidad del Tolima, como el ave fénix de lo público, queriendo resurgir de las cenizas de una hoguera que la condujo al extremo de la crisis. Y en medio de los escombros, la palabra.
Y mientras afuera todo parece derrumbarse, adentro de las aulas algo fluye. Se escribe para el curso, se escribe en los bordes de las agendas, se escribe sobre los pupitres, se escribe en los muros virtuales de las nuevas multitudes de mutantes de mensajes de texto. Y luego se borra, se arruga el papel en el puño de la mano que pronto lo condenará al olvido, se rompe y se lanza al vacío de una indiferencia letal que mata los minutos del escribiente. Antes se escribía para ser recordado, ahora parece escribirse para el olvido.
Aun así, los textos se van compilando. Los pocos recicladores que sobrevivieron a la crisis o que aún no se han marchado a buscar otras crisis, siguen en la tarea noble de contrarrestar el olvido. Rebrujan entre los arrumes de textos cotidianos y hallan muchas palabras, fonemas curativos, enunciados airosos, frases sobrevivientes, párrafos sentidos… entonces por un momento se encienden de nuevo las teas y desde el fondo del mutismo del día a día se escucha el clamor: Debemos continuar a pesar de la crisis, la palabra siempre ha sobrevivido a ella.
En esa estamos, por ahí nos vemos y seguiremos insistiendo porque vivimos convencidos de que Ústelee…
VERSIÓN DIGITAL: AQUÍ
Posdata: Por ahora degusten la versión digital. En el 2018, si la crisis lo permite, intentaremos tener una versión impresa.