mayo 24, 2023

Ciclismo colombiano, memoria y realidad

 

Por: Carlos Arturo Gamboa B.

Docente Universidad del Tolima

 

En Colombia es ciclismo es mucho más que un deporte, es un entramado cultura con un profundo arraigo en su idiosincrasia, ya había escrito sobre eso por allá en el 2016, cuando reseñé el libro Reyes de las montañas. De cómo los héroes del ciclismo colombiano incidieron en la historiadel país, del periodista británico Matt Rendell. Muchos pedalazos se han dado desde entonces, incluso Colombia logró por vez primera tener un ganador del mayor evento mundial de ciclismo, el Tour de Francia, y lo hizo en las piernas de Egan Bernal.

Precisamente, es Egan Bernal quien de entrada motiva la escritura de Guy Roger, periodista francés, quien en el año 2020 publica el libro titulado Bernal, et files de la cordillére y que es traducido al español (2021) con el nombre de Egan Bernal y los hijos de la cordillera. Viaje al país de los escarabajos. ¿Qué nuevo aporta Guy a la leyenda del ciclismo colombiano?

De entrada, Guy Roger actualiza el panorama, ya que el año 2019, un nuevo corredor apodado “el joven maravilla” oriundo de Zipaquirá, ganaba por primera vez el Tour de Francia, cerrando así un ciclo histórico que empezó con las primeras exploraciones de “Cochise” Rodríguez al viejo continente. Lucho Herrera y Nairo Quintana ya habían logrado vencer en las otras dos grandes vueltas (Italia y España), pero el Tour seguía siendo esquivo con apenas podios de Parra, Mejía, Nairo y Urán.

El triunfo de Egan y su imagen en los Campos Elíseos inauguraba, para Colombia y Latinoamérica, una nueva ruta de triunfos, le había sido permitido, a esta raza de escarabajos, pararse en el Olimpo de los dioses del pedal. Por eso el libro inicia rastreando la corta vida de ese joven genio, quien igual que miles de ciclistas, vivió una infancia de apuros y una adolescencia de tenacidad para llegar a cumplir sus sueños de deportista.

Colombia no ha logrado construir un entramado deportivo que soporte la variedad de talentos en los diversos deportes, y aún menos en el ciclismo, cuyo apogeo de los años 80 quedó como hito en la historia, sin que hasta el momento se haya logrado dibujar un panorama similar. Aun así, los corredores siguen emergiendo en los pueblos, en las faldas de las cordilleras, en las carreteras empolvadas, allá donde el olvido estatal ha puesto sus huevos.

Después de recrearnos la saga de Bernal, Guy continúa con una serie de relatos en donde tienen invitación grandes leyendas que estarán en nuestra memoria por sus hazañas: Lucho Herrera, Cochise, Fabio Parra, Álvaro Mejía, Botero y muchos más que transitaron entre los años de la gran bonanza ciclística y la sequía de los noventa e inicio del siglo XXI.

Con reseñas, anécdotas, entrevistas, fragmentos de prensa y recuerdos, el periodista francés construye un itinerario ameno que aporta a la construcción de esa memoria necesaria de un deporte en el cual se cruza el país con sus sueños, deseos y miseria, empezando por allá en los años cincuenta y sus protagonistas, todos ellos héroes del panorama local.

Así mismo, el autor se pregunta por el futuro del ciclismo y nos hace un breve panorama de los nuevos talentos que hoy recorren el mundo, en especial Europa, llevando la insignia histórica del país de los escarabajos. Hace poco Rigoberto Urán, con ese lenguaje desparpajado que lo caracteriza, dijo: “¿Cuál es la realidad? Que no tenemos ningún ciclista bueno en Colombia, no hay nada”, refiriéndose a la falta de procesos en escuelas de ciclismo, en apoyo de patrocinadores y en la ausencia de un calendario de carreras a la altura del mundo moderno.

Razón no le falta al de Urrao para su pesimismo, porque en esta década estamos contemplando el advenimiento de una camada de corredores europeos fuera de serie (Pogacar, Remco, Vingegaard, Van Der Poel, Van Aert o Ayuso, entre muchos más), mientras en Colombia Nairo sigue sin equipo, Superman López corriendo en Latinoamérica y Egan Bernal en recuperación.

Aún así, en medio de ese álgido paraje, sabemos que ciclistas seguirán apareciendo y continuarán construyendo esa memoria de hazañas, triunfos y derrotas que ayudan mantener ese talante de coraje tan propio de nuestros pedalistas, pero cada vez la tarea es más ardua para las nuevas generaciones. Mientras los niños de otras latitudes empiezan sus ciclos formativos con altos desarrollos tecnológicos y guianza especializada, en nuestro medio seguimos apostándole a los talentos de manera muy artesanal.  

Muchos pedalazos se han dado desde la aparición del libro Egan Bernal y los hijos de la cordillera. Viaje al país de los escarabajos; pero en sus páginas poseemos un buen repositorio de viejas historias que siguen alentando el ciclismo colombiano, ese escenario épico que nos pone a vibrar cada vez que un nuevo escarabajo se tremola sobre el sillín, mientras los narradores agotan la saliva en elogios. Luego la trasmisión termina y volvemos a la realidad.

mayo 13, 2023

Donde se reseñan algunos sucesos descritos en Barrio Bomba, la saga novelada de Triple J, y al final exclamo: “Si quiere saber más, vaya y póngase a leer”

 


Por: Carlos Arturo Gamboa B.

Docente Universidad del Tolima

 

A mí me da por pensar[1] que ciertos libros son como gritos colectivos que alguien se atrevió a escribir, pero que muchas manos debieron intervenir en sus historias; libros para recordar que el mundo antes era distinto, quizás más libre o más loco o menos lleno de formalidades de esas que se acumulan y no dejan respirar. Eso es lo que hace Triple J (John Jairo Junieles), un sucreño que creció en Cartagena y ahora, siguiendo ese estigma de los costeños desubicados, le dio por vivir en Bogotá, esa enorme caldera mitad paraíso, mitad infierno, mitad limbo.

El susodicho texto lleva por nombre “Barrio Bomba”, un extendido charrasquillo que publica Taller de Edición ROCCA novela, y cuyos veintidós apartados no dan abasto para contener tantas historias porque en Barrio Bomba lo extraordinario era pan de todos los días. Y debido a eso, muchas de esas hazañas quedan inconclusas, ramificadas en la memoria del lector y quizás esperando que Triple J tenga tiempo para seguirlas recuperando del crisol del olvido, pero esa es otra historia.

Así que señoras y señores, generación retro y millennials, desempleados e infelices, los voy a tratar de introducir (en el sentido pedagógico de la expresión), a la lectura de Barrio Bomba, un libro que no pude leer despacio, pareciera que los múltiples hechizos de sus páginas o el olor constante a ron de corozo, me impidieron la lectura reposada. Repleta de refranes, dichos y expresiones populares, la novela requiere de un lector des-academizado, mejor dicho, despojado de la pedantería del lenguaje de la crítica y que no haya sido aún encadenado a la corrección política, que por estos días funge como la nueva inquisición, pero esa es otra historia.

Empiezo por recordar que hubo una vez un tiempo en el que el mundo era pequeño y había gente que nacía y se moría sin salir nunca del barrio, y entonces se vivía entre mitos, asombros, descubrimientos y carcajadas. Nada estaba terminado, todo estaba en construcción, en cada esquina germinaba un nuevo suceso y lo mágico era posible, aún sin los aromas paliativos del cannabis. Entonces se trata de recuperar ese mundo, aunque recordar es como intentar ver a través del culo de una botella; pero toca reconstruir la versión de los hechos, la historia de antes, porque hay que vivir para contarla, mejor dicho, como dice Adán Bonanza: contar el mundo ayuda a entenderlo.

Y volviendo a los Bonanza, son ellos los protagonistas de una saga familiar quienes un día llegan a un lugar olvidado de Dios a fundar lo que más tarde sería conocido como Barrio Bomba, un lugar de intersecciones culturales (me niego a citar a Canclini), en donde trascurren otros cien años, pero no de soledades, sino de fiestas, infidelidades, inventos, descubrimientos y luchas por encontrar un lugar en el mundo, porque en el barrio la vida no descansaba y la muerte menos.

La verdad si me dedicara a contarles todo lo que encontré en Barrio Bomba terminaría formando una secta cuyo símbolo sería una serpiente de dos cabezas, como la del Tío Caribú, uno de esos pintorescos personajes que habitan esas páginas; y como no es mi intención quedarme con sus monedas, mejor los voy provocando, aunque: ¿Para qué esforzarme en que me crean sí de todas formas pensarán que todo es mentira? Lo cierto es que en esos lares uno podría “toparse sumercé” con extraterrestres, vampiros, politiqueros (esos otros chupasangres, tan comunes en los barrios populares), sicarios, artistas, futuros actores porno, divas desencantadas y abuelas fumando sus tabacos y presagiando el futuro con una certeza que ni Nostradamus.

Y la vida se iba reconstruyendo a la medida del sonsonete de los prostíbulos y los deseos más sublimes, sin descuidarse mijo porque “papaya servida, papaya partida”. Allí la gente aprende a caminar sobre las cenizas que dejan los incendios, como en esos otros territorios novelados de Caicedo en ¡Que viva la música!, o los de Chaparro Madiedo en Opio en las nubes. Para qué les digo que no, si sí, encontré una conexión con esas otras locuras narrativas de la tradición colombiana. De no ser así, cúlpenme a mí, no al escritor.

Barrio Bomba es la recuperación de ese pasado que ya nos es imposible atrapar, a no ser bajo el influjo de la memoria y la escritura. A eso juega Triple J y es muy consciente de su ejercicio porque la memoria es un álbum de fotos invisibles. Como en la vida real, al final los barrios son devorados por la ciudad allá donde la gente estaba limpia y sin mancha, dejando una estela enorme de nostalgia que siempre nos convoca a volver; pero no les voy a contar todo porque faltarían páginas y ¡ni yo soy tan chismoso!

Hay quienes dicen que, en la pasada Feria Internacional del Libro en la caótica nevera capitalina, encontraron a Triple J en uno de esos estands independientes (en donde se esconde la buena literatura emergente). Estaba feliz hablando de su Barrio Bomba, y escucharon que dijo algo así como que alguien había dicho o que alguien había escuchado a alguien decir, que esta novela era la segunda parte de Cien años de soledad, pero escrita por un marihuanero. A decir verdad, se escuchan rumores de Macondo en esas calles de Barrio Bomba, empolvadas en verano y cenagosas en invierno; también hallé en esas páginas cierto olor a maracachafa, no más tengan en cuenta que los de hoy son otros tiempos y otros lenguajes, de los cuales, si quiere saber más, vaya y póngase a leer.

Ibagué, mayo 13 de 2023.



[1] Las frases en negrilla y cursiva en este texto corresponden a expresiones literales extraídas de la novela. Referencia: John Jairo Junieles. (2023). Barrio Bomba. Taller de Edición ROCCA Novela. Bogotá, Colombia.

mayo 11, 2023

La riqueza obscena en la novela “La sombra del billete”

 


Por: Carlos Arturo Gamboa Bobadilla

Docente Universidad del Tolima

 

Money, so they say

Is the root of all evil today.

(Pink Floyd)

 

Nietzsche reclamaba que habían transcurrido dos mil años y no hallaba ni un dios nuevo, pero quizás lo que nunca vio el filósofo de la sospecha, es que el dinero ya se había sentado en el trono de las decadentes deidades. La riqueza obscena se ha convertido en el sueño paradisiaco de millones y millones de seres que deambulan día a día, como zombis en busca del elixir.

El dinero te permite alcanzar los máximos ideales en el mundo de la mercancía, mundo en el cual la mayor mercancía es el mismo ser humano. Intercambiar símbolos de valor en el mercado cotidiano genera más placer en los seres humanos que cualquier otro tipo de transacción, sea esta social o afectiva.

Ingresar al mejor restaurante en donde el costo de un plato alcanzaría para alimentar una familia pobre durante un mes, viajar en un jet privado a cualquier parte del mundo o acceder a los privilegios que otorga una robusta cuenta en el mejor banco, son apenas muestras pequeñas del poder que se alcanza con el dinero. Amo y señor del mundo actual el dinero compra cosas, cuerpos, joyas, almas, sueños, deseos, miedos y todo aquello factible de ser objeto de transacción.

Lo anterior, se convierte en hilo conductor de la novela “La sombra del billete”, primera apuesta narrativa ficcional de Leyson Jimmy Lugo Perea, docente e investigador de la Universidad del Tolima. Heredera de la novela negra, “La sombra del billete” logra cautivar con una trama clásica que coloca a sus protagonistas como anzuelos para que el lector vaya tras de ellos, husmeando en sus acciones y esperando el desenlace. Compuesta de tres capítulos y 53 fragmentos, se aferra a las escenas cortas, con conexiones cronológicas lineales en su gran mayoría, lo que hacen fácil su lectura y comprensión. El lenguaje usado es casi de guion, algo que se compagina a la trama. No es difícil imaginar la novela volcada al formato del cine o al de las nuevas series de plataformas que actualmente inundan el mercado audiovisual.

En esencia dos personajes, Isa y el Billete, constituyen un paralelo cuyo encuentro genera la disculpa de un narrador que parece saberlo todo y que, en ocasiones, se dirige al lector para aclararle sucesos que considera pertinentes para la comprensión de la trama. Como dije antes, “La sombra del billete” se emparenta con la novela negra, llena de sobresaltos, asesinatos, sospechosos y culpables por doquier. El Billete, un personaje más, se nos muestra inicialmente como un objeto que va tomando forma vital, hasta llegar incluso a superar los umbrales de lo creíble, pero aceptable cuando el lector entiende el trasfondo de la novela.

Isa, por su parte, es la mujer cuyo desborde de emociones, frustraciones y deseos se instala como hilo conductor para mostrarnos las bondades materiales de la ambición y los destrozos espirituales de la misma. Todo se puede obtener cuando el Billete está de por medio, incluso el poder parece un simple capricho subyugado a sus pies, pero ¿cuál es el precio de ello? Todo se puede perder también, porque como un juego de contrarios el consumo consume, la obtención despoja y la riqueza empobrece.

Sin ahondar en un reclamo moral o aferrarse a caprichos ideológicos (recurso que aparece bien dosificado), la novela deja una estela crítica para el lector, una interrogación de esa vida moderna, cuyo objeto central del deseo está guiado por la obtención. Prostituirse para obtener lo deseado parece ser la norma del mundo actual y ese reclamo flota a través de toda la novela.

Como el objetivo de este texto es extender una invitación a leer “La sombra del billete”, a dejarse contagiar por esa historia y sus trasfondos, debo callar, porque como lo dice el narrador: “El silencio es un guerrero invisible capaz de detener el mundo y mantenerlo en calma” (Lugo, 2022, p. 17).

febrero 27, 2023

¿Y dónde está el profesorado?

 


Por: Carlos Arturo Gamboa Bobadilla

Docente Universidad del Tolima

 

El profesorado es parte fundamental de la transformación de la cultural de un país, eso lo hemos dicho con mucho convencimiento en miles de escenarios. No creo que exista una universidad pública colombiana en donde no se haya escrito, en sus paredes, esta máxima de Paulo Freire: «La educación no cambia al mundo: cambia a las personas que van a cambiar el mundo» Quizás este sea el mayor consenso al que hemos llegado los maestros, sin importar la ideología en la que estemos inmersos.

Durante años los educadores, en su gran mayoría, hemos visto desde la barrera el actuar del gobierno de turno y en especial del Ministerio de Educación. Digo desde la barrera porque no hemos tenido, (aunque lo hemos querido) la oportunidad de intervenir de plano en el diseño de las políticas educativas de Colombia. Quizás nuestro mayor logro durante las tres últimas décadas consista en que nos hemos constituido en una oposición informada y, en contadas ocasiones, dispuesta al movimiento frente a las directrices, casi siempre fatales, de las políticas educativas en todos sus niveles.

Con la llegada de Gustavo Petro a la presidencia y con la inclusión de la agenda educativa con un llamado de prioridad, el sector educativo universitario parece tener, después de mucho tiempo, la posibilidad de concretar algunos de sus anhelos. La reforma a la Ley 30, un lema de muchas jornadas de protestas; la modificación de las reglas de transferencia, un elemento invaluable para avanzar a la equidad educativa; la implementación de un modelo que cobije con respeto, seriedad y dignidad las poblaciones marginales, en especial la rural, otro asunto aplazado; y, por supuesto, la dignificación de la labor docente, una arenga permanente de foros, marchas, congresos y cientos de eventos.

Los cuatro anteriores temas, y otros más, están en hoy la agenda del ministro Alejandro Gaviria y su equipo de trabajo, ya se han anunciado en varios espacios como ejes fundantes de la posible transformación educativa que Colombia requiere. No obstante, no encontramos en el sector educativo el animus necesario para erigirse protagonistas de este llamado. Al contrario, parece ser que la parsimonia es el derrotero.

Quizás por vivir tantos años perteneciendo al mundo de los silenciados, los profesores nos hemos acostumbrado a esperar pacientemente mientras “otros” construyen las políticas que rigen el día a día educativo. A lo mejor es la misma incredulidad en el proceso lo que tiene inactivos a los docentes, dictando clase, investigando y esperando que desde el Ministerio “todo se solucione”. Lo cierto es que el momento requiere otra dinámica, no se puede esperar un cambio con esa actitud pasiva que como gremio se está tomando.

Salvo contados eventos en algunas universidades públicas, el panorama se mueve entre apatía y desencanto, pasando por la incredulidad. Empero, hoy más que nunca la acción y la reflexión educativa, como lo reclamara Freire, deben ser parte de nuestra apuesta. Las reformas educativas necesitan de cuerpos y mentes que se dispongan a un constante debate para construir consensos y guiar las transformaciones.

De nada sirven las buenas intenciones gubernamentales sin la gran masa de docentes, en todos sus niveles, no despierta del letargo y asume el papel protagónico que el momento histórico demanda. El tiempo apremia, el periodo de gobierno exige prontitud y entereza en avanzar para conquistar territorios que durante décadas hemos reclamado. No olvidemos, como lo dijera Herbert Spencer, que: «El objeto de la educación es formar seres aptos para gobernarse a sí mismos, y no para ser gobernados por los demás».

Es hora de salir a escena: ¿Dónde estás profesorado?


febrero 02, 2023

LA RECTORA TRONCHATORO DEL HUILA

 


Por: Carlos Arturo Gamboa B.

Docente Universidad del Tolima

 

En el siglo de las redes sociales muchos se hacen virales por hacer o decir pendejadas, y una rectora de colegio no puede ser la excepción. Claro está que un colegio llamado Misael Pastrana Borrero puede genera ceguera constitucional y el fantasma de dicho señor, que se debe pasear por las azuladas aulas, perpetrará los murmullos de una sociedad pacata, goda, llena de prejuicios y presta a imponer las normas obsoletas de siglos pasados.

La rectora, cuyo nombre podría ser “Tronchatoro”, pero que fue bautizada como Olga Narváez, sin ningún asomo de habitar el siglo XXI y sin vestigios de conocer la Carta Constitucional de 1991, se atreve a predicar, como si fuese una guardiana del campo de concentración educativo, que:

“Queda totalmente prohibida la pérdida del año, el encuentro de amoríos, noviazgo […] traer cualquier tipo de (implemento) tecnológico, ningún celular. No se aceptan estudiantes con cachucha (gorras), con suéteres de todos los colores, con pelo largo ni de todos los colores, ni con piercings, ni con joyas finas”.

En otras palabras, ella quiere una escuela sin niñas y niños, sin jóvenes y jovencitas o la menos sin los del siglo XXI. Ella, al parecer desea ser una profesora del Monasterio de las Monjas de Torquemada. Nada de los postulados educativos le importa a Narváez, que por supuesto jamás tuvo que haber leído a Freire a quien quizás confunda con una marca de freidoras.

Mientras miles de escuelas en el país se rasgan los cabellos en agonía, tratando de motivar a los niños y jóvenes para que retornen a las escuelas y colegios, la rectora exclama sin rubor en su rechoncho rostro que:

“El estudiante que no acepte la institución, simplemente no le sirve, no matricule a su hijo si no quiso cortarse el pelo, la institución no le sirve.”

No faltaba más, iguazos, a estudiar en las instituciones de la ralea, que esto es para gente de bien. Como el señor John Poulos, bien peinados, bien vestidos, con la camisa por dentro, pelo corto y con los zapatos brillantes. Tocará proponer al Magisterio colombiano que cree el premio Olga Narváez para otorgar a las instituciones que ayuden a combatir con ahínco la deserción estudiantil.

Qué diría el poeta José Eustasio Rivera, nacido en San Mateo, en lo que hoy es el municipio de Rivera (Huila), en donde habita y gobierna esta reencarnación de la Santa Inquisición. Quizás se podría parar en mitad del patio del vetusto colegio y mirando a las señoras que aplauden los dislates de Narváez, volver a exclamar aquel bello poema:

Loco gasté mi juventud lozana

En subir a la cumbre prometida

Y hoy que llego diviso la salida

Del sol, en otra cumbre más lejana.

Aquí donde la gloria se engalana

Hallo sólo una bruma desteñida;

Y me siento a llorar porque mi vida

Ni del pasado fue… ni del mañana.

Luego, de nuevo, huiría morir en Nueva York.

enero 27, 2023

La Universidad Pública colombiana a seis meses del cambio anunciado

 


Por: Carlos Arturo Gamboa B.

Docente Universidad del Tolima

No se puede pretender que los problemas de muchas décadas se resuelvan en seis meses, es ingenuo creerlo y bastante obtuso exigirlo. No obstante, como dice la sabiduría popular, en el desayuno se sabe cómo va a ser el almuerzo. Así que, pasados seis meses del nuevo Ministerio de Educación, ya podemos ir atreviendo algunas ideas de lo que puede llegar y no llegar a suceder con el sistema educativo del país.

Varias intervenciones del ministro Alejandro Gaviria han marcado el discurso hacia necesidades urgentes de cambios estructurales: modificar la ley de transferencias para las universidades públicas, rediseño del sistema burocrático de aseguramiento de la calidad, reforma a la Ley 30, implementación de un sistema educativo que atienda lo rural, modelo operacional que garantice una educación de excelencia y equidad, entre otros aspectos, parecen ir en el rumbo deseando y necesario.

Por su parte, la creación de nuevas universidades, -la del Tarra es la primera de las 34 enunciadas-, parece contradecir otros postulados, sobre todo los del Ministerio de Hacienda y su agónica consecución de recursos frescos. ¿Es acertado crear nuevas universidades cuando se pueden invertir esos recursos en fortalecer las existentes y garantizar la cobertura de los nuevos 500 mil cupos que se plantean como meta? He ahí un gran debate.

El país necesita ampliar la cobertura de educación superior, pero no en las grandes ciudades y las intermedias, sino especialmente en los márgenes. Miles de kilómetros cuadrados de territorio no ha tenido acceso a educación y ahí está la necesidad inmediata. Pero no se trata solamente de llevar programas de formación, sino que los mismos sean pertinentes y estén articulados a las vocaciones productivas de las regiones para evitar la migración de profesionales. Así mismo, los programas deben enfocarse en atender una propuesta de formación para el siglo XXI, con un alto contenido humanista y con el objetivo de que esos nuevos sujetos formados impacten de manera positiva en los campos culturales, económicos y sociales a lo largo y ancho del país.

Del mismo modo, el campo de los posgrados debe regularse en cuanto a enfoques y costos, no se puede seguir manteniendo un sistema ad hoc que se convirtió, por ausencia de recursos, en la vía de consecución de ingresos monetarios para las universidades públicas. La formación posgradual es clave para el afianciamiento de una cultura investigativa, camino viable para coadyuvar a la búsqueda de soluciones a los múltiples problemas de una nación. Actualmente muy pocos posgrados cumplen esa función, los impactos reales de la investigación en la solución de problemas concretos del país están en deuda.

Otro aspecto vital es la reformulación de la gobernanza de las universidades, buscando un equilibrio que le permita a las mismas hacer uso real de su autonomía, pero dentro de un marco Constitucional claro que regule las arbitrariedades históricas de los grupos de poderes locales que han llenado la historia universitaria de Colombia de casos lamentables de corrupción. Es urgente que las universidades de corte regional dejen de ser fortines de gobernadores de turno y que los representantes en los senos de los Consejos Superiores actúen ligados de las necesidades reales y concretas de las comunidades, no sometidos a los vaivenes de las casas políticas de turno. De no actuar en ese campo, las reformas que se planteen y las políticas bienpensadas no surtirán efecto en el mundo universitario, ya que los intereses particulares seguirán primando sobre las necesidades colectivas para lo cual tienen sentido lo público.

Por lo observado hasta ahora, no se encuentran indicios de intervención directa en estas reformas estructurales. Si el Ministerio de Educación empieza a congraciarse con los gamonales de las regiones y no hay una línea política clara que acelere las transformaciones, terminaremos matando la ilusión del cambio.

Las universidades requieren soportes financieros, pero necesita, a la par, repensar su razón de ser en el marco del proyecto de un nuevo país. La universidad actual es paquidérmica, anquilosada en viejas estructuras burocráticas en donde los pactos silenciosos dan cabida a la petrificación de las acciones que le competen. La universidad tiene como obligación pensarse a sí misma y ayudar a pensar el país, poner a la disposición de la sociedad el gran cúmulo de saberes y conocimientos que ostente, para ello debe abandonar su carácter prepotente y volcarse a la realidad, de lo contrario seguiremos asistiendo a su lenta desaparición.

No todo es tarea del ministro y el ministerio, pero las acciones y los ejemplos que desde allí se articulen podrán marcar el derrotero, y aunque el balance discursivo de estos seis meses es positivo, serán las acciones concretas las que allanen el camino que debemos recorrer.

noviembre 08, 2022

Deterioro de la salud mental y vida universitaria

 


Por: Carlos Arturo Gamboa B.

Docente Universidad del Tolima

 

El deterioro de la salud mental es como un fantasma que se pasea por la ciudad, los centros comerciales, los parques, la universidad. Se instala en las mentes, corroe los cuerpos y asfixia la cotidianidad. Está ahí latente, sentimos su presencia, pero, en la mayoría de los casos, estamos impotentes ante sus consecuencias y ni siquiera conocemos sus causas.

Según Medical News Today: “El cuidado de la salud mental puede preservar la capacidad de una persona para disfrutar de la vida. Hacer esto implica alcanzar un equilibrio entre las actividades de la vida, las responsabilidades y los esfuerzos para lograr la estabilidad psicológica”. Y ese equilibrio precisamente es el que está en riesgo y el riesgo aumenta ante la inoperancia de las instituciones encargadas de generar acciones que preserven la salud mental comunitaria.

En países como el nuestro, el cuidado de las emociones no está en las priorizaciones de las mayorías de proyectos de vida, sólo un pequeño grupo es consciente que este aspecto es vital para un buen vivir. ¿Y qué afecciones ponen en riesgo el equilibrio emocional? Los más importantes son el estrés, la depresión y la ansiedad, un tridente de mucho cuidado.

Una vez terminado el periodo de cuarentena por efecto del coronavirus, todos empezamos a retornar a los espacios colectivos sin ni siquiera pensar qué tanto habíamos sido afectados por esos dos años de encierro, pantallas, teletrabajo, estudio mediado y disrupción de la vida cotidiana. Se puede decir que pasado el encierro asistimos a un estado de estrés postraumático, ya que este puede ocurrir “después de que una persona experimenta o es testigo de un evento profundamente estresante o traumático” (MNT). El pánico, el miedo generalizado, el temor a morir, el aislamiento y muerte de familiares o personas del entorno cercano, el vacío total de la incertidumbre y muchos aspectos más, hicieron que el periodo de cuarentena fuera traumático para millones de seres cuya realidad quedó encerrada en una pantalla de PC o TV.

Volver a los espacios abiertos, las oficinas, las calles, el mundo del habitad moderno, trajo consigo el aumento del deterioro de la salud mental. Durante el confinamiento circularon informaciones importantes para cuidar las emociones colectivas. Las familias encerradas se fueron adaptando a una nueva manera de ser y estar, descubriendo en gran medida que se podían continuar realizando las actividades propias de las mayorías de los oficios. No obstante, un día cualquiera, de nuevo fuimos llamados al retorno, como soldados que regresan de la guerra.

David Anderson, director del School and Community Program del Child Mind Institute, afirmaba, cuando empezamos el retorno a los espacios escolares, que es frecuente que los más jóvenes sientan un particular cansancio para retomar las actividades de la antigua normalidad, entre ellas, los horarios los compromisos presenciales y otras. El psicólogo analizaba la afectación en la población estudiantil, pero podemos extrapolar estos mismos síntomas, para nuestro caso, en los docentes y el personal administrativo de la Universidad del Tolima.

Un ejemplo claro de ello es que, durante el primer semestre de retorno a labores académicas con encuentros presenciales, en el Instituto de Educación a Distancia de la Universidad del Tolima, renunciaron a sus clases cerca de 130 docentes, más del 10 % de la población total de catedráticos.  Muchos afirmaron que ellos podían asumir los cursos si seguían mediados por TIC, pero que no querían retornar a los campus de manera presencial.

En esa misma línea, ya hace un año que Nubia Bautista, subdirectora de Enfermedades No Transmisibles del Ministerio de Salud, advertía, refiriéndose al retorno, que:

Es posible que esto genere estrés en algunos trabajadores, ya que se trata de un nuevo proceso de adaptación, que incluye preocupación por el riesgo de contagio, incertidumbre por la efectividad de las vacunas. También es posible que algunas personas hayan adaptado su vida familiar al trabajo desde casa y ahora les resulte difícil cambiarlo. Algunos estarán ansiosos por volver a la presencialidad, otros tendrán mucha resistencia o les costará mucho hacerlo. (2021)

No obstante, son pocos los programas diseñados, sobre las bases de estas predicciones, para mitigar el estrés de los empleados; la mayoría de las Instituciones simplemente “ordenaron” el retorno sin reparar demasiado en las problemáticas de la readaptación.

Es por esa razón que estamos atravesando por un delicado momento en donde la salud mental de las comunidades está en constante deterioro. El estrés rutinario, el agravamiento de la crisis económica mundial, la falta de empatía generalizada y la ausencia de una atención contundente, ha generado un gran caldo de cultivo de mal vivir emocional.

En el caso de la Universidad del Tolima son varios los síntomas que claman medidas inmediatas para que podamos establecer un mejor bienestar emocional. Los tejidos colectivos se rompen cuando las cargas laborales se convierten en un agobio constante debido a la falta de un adecuado ambiente emocional. Claro está que la tarea es de todos y todas, no se trata simplemente de “pedir” o “exigir” acciones y actividades que conduzcan al mejoramiento del ambiente laboral, se trata de entender la salud mental como una obligación de la comunidad en general. Cuidar nuestras emociones es un deber colectivo. Eso sí, se espera que los líderes, directivos y especialistas sean quienes tomen la iniciativa, nada se soluciona metiendo la cabeza en la tierra para no ver el llamado contundente de la realidad.

octubre 14, 2022

AL FONDO DE LA OSCURIDAD, SIEMPRE LA LUZ

 

Afiche promocional

Por Carlos Arturo Gamboa B.

Docente Universidad del Tolima

 

Vamos heredando violencias, construyendo círculos de sombras que nos atenazan a un destino. ¿Cómo huir? ¿Es posible deshacer los nudos y romper el ciclo? Estas dos preguntas permiten adentrarnos en la reflexión de la Ópera Prima de Andrés Ramírez Pulido: La jauría.

En el cine latinoamericano, y por supuesto el colombiano, la violencia es leitmotiv, eje narrativo recurrente. No obstante, en La jauría importa más la construcción de una atmósfera agreste que nos cuestiona como espectadores, que nos sumerge en esa piscina oscura de la naturaleza humana. Más allá de los cuerpos violentados, a los que no rehúye, la cámara se afina en mostrarnos el drama mental, la psiquis agónica de la víctima y el victimario, quienes al final comparten el mismo drama: padecer los efectos de la violencia.

Siete jóvenes, quizás siete marionetas atadas a un pasado inevitable, intentan ser reeducados por un extraño sistema carcelario que nada tiene que ofrecerles, más allá de una leve gota de esperanza en la boca de un proscrito que funge como maestro desesperado en busca de algo que él nunca encontró.

Por eso la culpa se pasea como anfitriona en la narrativa de la película. Es invisible, pero está ahí, se asoma en los intersticios de las sombras y los colores, camina entre los arbustos agobiantes e inunda los cuerpos juveniles condenados a sufrir el antiguo rito humano: sobrevivir a toda costa en un mundo agreste.

Con una apuesta técnica bien lograda, un sonido que captura el mundo natural, sus ruidos, sus sinfonías tropicales y sus murmullos agonísticos, La Jauría conmueve pausadamente, hasta elevarnos en un clímax, por un momento agotador, por lo cual trasmite con eficacia el mundo ficcional que el director nos propone. El guion plantea una línea cuyo desenlace intuimos, pero que igual nos sorprende, eso también es virtud.

Actores naturales, paisaje tolimense, tonalidades suburbanas y deseo honesto de narrar hacen de esta película un buen metraje para recordar que el cine de verdad es arte, y el arte siempre esconde una profunda reflexión.

Se estrena en la cartelera colombiana (Cine Colombia) el cercano 20 de octubre. Tuve la oportunidad de asistir al preestreno en Ibagué y sorprenderme, así que los invito a que llenen las salas y se zambullan en esa piscina de emociones.













Andrés Ramírez entrevistado para la Radio UT 

Presentación de actores

septiembre 16, 2022

¿Qué nos enseña la tristeza?

 


Por: Carlos Arturo Gamboa B.

Docente Universidad del Tolima

 

La muerte o su alusión

convierte en preciosos y patéticos

a los hombres. J. L. Borges

 

A veces olvidamos lo efímero que somos. Nos dedicamos de lleno a vivir de la manera que el tiempo nos obliga a vivir y entonces relegamos a la vida misma. Olvidamos que somos finitos, que el tiempo que nos ha sido otorgado es apenas una bocanada de aire.

Por estos días, en nuestro pequeño y gran mundo llamado Universidad del Tolima, hemos sido estremecidos por el dolor. Una compañera ha decidido darle fin a su existencia en un acto misterioso y sublime. Un acto que hace parte de la historia misma de lo humano, un acto consumado que nos recuerda lo frágiles que somos.

Su partida nos conmueve, su decisión estremece las bases de las creencias individuales y colectivas. Algunos la conocieron muy de cerca, quizás lo suficiente para entender sus miedos, sus sueños, sus deseos. Otros quizás apenas cruzamos con ella una mirada, un saludo, una actividad cotidiana de muchas realizadas en esos trece años que habitó sus días laborales junto a nosotros.

Otros quizás llegaron a enterarse que existía, justo ahora. Pero de muy cerca o de lejos todos fuimos tocados por su decisión. Y en nuestras cabezas las preguntas rondan. Somos el resultado de la relación con los otros, somos nos-otros, y como institución que enseña, su principal objetivo es aprender de las experiencias, por dolorosas que estas sean.

Escuchar lo que se dice en momentos como éste puede ser esclarecedor para la comunidad, porque el lenguaje siempre deja una huella. Pero también debemos ser capaces de preguntarnos a nosotros mismos sobre el territorio de lo profundamente humano: ¿lo estamos transitando?

Padecemos un tiempo, somos sobrevivientes pasajeros de una pandemia que aún no termina, pues sus efectos seguirán dando cuenta de ella. Como sociedad fuimos escindidos, encerrados, removidos de nuestras cotidianidades durante dos eternos años y ahora no podemos retornar a ese viejo lugar confortable que habitábamos antes, ¡cómo si nada hubiese sucedido! Hemos mutado. Nuestras emociones fueron puestas a prueba y los resultados están por verse.

Cuando se sobrevive quedan huellas profundas de la experiencia transitada, y como estábamos encerrados debemos readaptarnos, reaprender a vivir juntos. Son estos los tiempos de volver a pensarnos en colectivo, con nuestras diferencias a cuestas, pero juntos.

Hay algo inevitable y bello en la existencia, es la certeza que todos tenemos de que un día la muerte saltará sobre nosotros o nosotros saltaremos a ella. Por eso cada minuto, cada día, cada mes o año que tengamos a favor debemos apreciarlos y dotarlos de las maravillas de la existencia. 

Debemos vivir asombrados de la vida. Es lo que nos debe enseñar, o recordar, esta tristeza.

In memoriam de Claudia Sánchez

Ibagué septiembre 16-2022

agosto 16, 2022

La paz avanza desde los territorios y en colectividad



                                                                                            Por: Carlos Arturo Gamboa B.

Docente Universidad del Tolima

 

22 reinsertados, todos ellos excombatiente de las Farc, siguen construyendo proyectos que fortalecen la apuesta por vivir en paz en un país en donde la exclusión social y la falta de oportunidades, históricamente, se convirtieron en el principal combustible de la guerra.

El proyecto en cuestión lleva por nombre “Avanza, territorio y colectividad”. Nace como una iniciativa que ha ido sumando voluntades y manos para tejer sueños de presente en clave de futuro. Se engendró con una antigua máquina Singer que hoy sirve como símbolo de tesón de quienes decidieron dejar las armas para combatir en otros territorios, el de los esfuerzos comunitarios.

Este se lleva a cabo en el Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación (ETCR) Antonio Nariño, ubicado en el municipio de Icononzo (Tolima). Allí en un taller que crece en tecnología y manos para confeccionar ropa, encontramos la mejor prueba de que con oportunidades reales los colombianos somos capaces de construir una lógica distinta.

Alentados y apoyados por otros actores sociales como estudiantes universitarios, voluntarios de paz y delegados de organismos nacionales e internacionales, han logrado posicionar una marca de ropa que hoy se exhibe en las mejores vitrinas del país.

Es así que el pasado 12 de agosto presentaron, a cerca de una centena de invitados, la fortaleza del proyecto. Todo esto se dio como preámbulo a la inauguración de la tienda de ropa en el municipio de Icononzo en donde se distribuirá la marca. Previo a ello, los invitados tuvimos la posibilidad de visitar el ETCR y compartir de viva voz las experiencias de quienes ahora empuñan máquinas tejedoras y químicos para estampar telas como opción de vida.

Este modelo de desarrollo productivo hace parte de muchos más que han nacido en la zona y que, en este caso, opera bajo la forma asociativa de Cooptejepaz, un experimento laboral y social para confeccionar el nuevo país que tantos añoramos.

La mejor manera de resumir este proyecto es reescribir lo que está plasmado en una de las coloridas paredes que albergan las máquinas en donde a diario se reúnen a trabajar mancomunadamente:

“La vida es tejer sueños, 

bordar historias, 

aprender puntadas, 

cambiar de aguja e hilo, 

desatar nudos”.

Como ciudadanos deseosos de una paz duradera debemos divulgar y apoyar estas iniciativas que generan un clima de optimismo sobre la importancia de los acuerdos de paz, no sólo como un discurso de un nuevo país, sino como hecho que genera nuevas oportunidades. Para mayor información del proyecto pueden consultar en línea en el siguiente enlace: https://avanzatiendaderopa.com/


agosto 09, 2022

CEGUERAS

 


Por: Carlos Arturo Gamboa B.

Docente Universidad del Tolima

 

Que alguien le diga al alcalde de Ibagué, Andrés Fabián Hurtado Barrera, que la Universidad del Tolima existe. Que su sede principal está en la ciudad que regenta, pero que además hace presencia en 25 sedes más, dando cobertura a 9 departamentos de Colombia y acogiendo cerca de 25 mil estudiantes en programas de pregrado y posgrado, en sus modalidades de presencialidad y distancia.

Que alguien también le diga que durante su gobierno (o deberíamos decir desgobierno) la comunidad, desde varios frentes, ha estado reclamándole mayor articulación con la Universidad Pública de la región. Que le informen que en la sede Central de Santa Helena y en cerca de seis sedes que operan en instituciones educativas de la ciudad, se educan miles de ibaguereños, es decir, ciudadanos que reclaman su gestión de gobierno.

 Hay que recordarle también que durante lo más crudo de la pandemia vimos actuar la gobernación en línea de responder a los retos de la comunidad educativa, mientras que por su parte Hurtado fue incapaz de responder adecuadamente ante éste y muchos otros retos.

Ahora, ante la propuesta del gobierno de Petro, en términos educativos, es factible entender que se busca loablemente mayor cobertura para ofrecerles formación superior a miles de jóvenes y adultos, sobre todo en zonas rurales. Lo cierto es que esto no se logra solamente creando nuevas universidades, si no, sobre todo apoyando los proyectos regionales educativos de las universidades públicas existentes y, como en el caso de la Universidad del Tolima, apuntalando sus ejercicios en la región Tolima y en todo el país a través del Instituto de Educación a Distancia que lleva haciendo esta labor durante 40 años.

Por lo tanto, considero que el anuncio del alcalde, en el cual afirma su disponibilidad para construir la universidad pública más grande de Colombia en un lote de 70 hectáreas que tenemos en zona de expansión[1], es otro de sus alardes de populismo, alejado de la realidad y más bien evidenciando el desconocimiento de los esfuerzos educativos para la formación superior que se hace en la ciudad, el departamento y la nación.

Lo que si queda claro es que Hurtado siempre tuvo un tesoro frente a sus ojos, pero, como en el cuento de hadas, por su ceguera lo ignoró.

Que alguien le hable al alcalde Andrés Hurtado de la realidad a ver si de algo se entera; y a la población  ibaguereña que se prepare adecuadamente para elegir un nuevo alcalde, que de verdad conozca la ciudad y sus necesidades, que se ponga a tono con el proyecto de país que hoy nos llena de optimismo a los colombianos y que recupere la gobernabilidad en una ciudad que padece las consecuencias de sus malas decisiones. ¡Ya estuvo bien de cegueras!



[1] Noticia en :https://www.elolfato.com/ibague/una-nueva-universidad-publica-para-ibague-y-el-centro-del-pais-la-peticion-de-hurtado-en-la?fbclid=IwAR316P3UB63XAZXUBsrqXGGANaFaoUkZwLmqa12ziqk6SyhwQYvn4ypSk9U&fs=e&s=cl

julio 07, 2022

Ideas preliminares sobre el nombramiento de Alejandro Gaviria, el nuevo Ministro de Educación

 


Por: Carlos Arturo Gamboa B.

Docente Universidad del Tolima

 

De los nombres que ha ratificado Gustavo Petro para conformar su equipo de gobierno, el que más ha generado discusiones es el de Alejandro Gaviria, anunciado como Ministro de Educación. Quizás esto se deba a que uno de los ejes centrales de la transformación de Colombia se basa en la consolidación de un buen sistema educativo, a la euforia que despertó en los jóvenes el nombre del reciente presidente elegido y a esa enorme masa de docentes y actores de la educación que han puesto su confianza en una reforma aplazada por décadas.

Alejandro Gaviria posee unos antecedentes como rector de la Universidad de los Andes, pero también como actor activo de los últimos años de la política colombiana. Asimismo, como Ministro de Salud durante el gobierno de Santos, en donde ejecutó acciones que hoy de nuevo son objeto de contradicciones. Sabe lo que es enfrentar duras decisiones, ha sido actor y protagonista.

Es necesario recalcar que estamos en un momento en donde hemos sido convocados a un “Pacto Histórico” por la transformación del país, y un pacto no se hace con una sola mirada. Tampoco hay que desconocer que los apoyo a Petro candidato llegaron de diversas corrientes, muchas de ellas contradictorias entre sí. Esos mismos actores hoy pujan por la conformación de su gabinete.

En temas de educación la tarea es enorme, ella es un eje central de toda transformación cultural, ya que un país que avance derribando barreras de ostracismo educativo, logra perfilar su población hacia otro tipo de discusiones y determinaciones. Durante muchas décadas hemos asistido a una opereta de país en donde la ignorancia ha sido usada como Caballo de Troya para perpetrar el statu quo. Por eso, las esperanzas en esa transformación son enormes.

La puja se daba en dos líneas concretas. Un sector de lo público que consideraba que el Ministerio debía estar en manos de un profundo conocedor del sector público, que contará con el respaldo del mismo y que pudiera de esa manera concertar raudamente los temas estructurales como financiación, regulación, enfoque y políticas de inclusión educativa; estos elementos pensados para todos los niveles, desde preescolar hasta sistema postgradual. Y otro sector enfocado en la visión un poco más tecnócrata, basados en indicadores, gestión del conocimiento, fortalecimiento de la investigación de punta y obviamente, financiación (o gratuidad). A mi parecer ganó la segunda fuerza, pero el presidente le puso la agenda de la primera. Veamos los retos que marca Petro en la hoja de ruta de Gaviria:

. Lograr la educación superior pública y gratuita.

. Lograr centros de excelencia universitarios públicos centrados en la investigación.

. Aumentar sustancialmente el número de niños y niñas en el preescolar.

. Generalizar el bienestar universitario con restaurantes y guarderías para las jóvenes con hijos.

. Lograr que la expansión de la educación cubra las regiones más olvidadas.

. Lograr una articulación eficaz en el Sena y en los últimos años de la secundaria con la educación superior.

. Lograr la extensión de la jornada escolar con el arte y la música, el deporte, la preparación matemática para programación, la historia.

. Buscaremos que la agencia nacional de infraestructura maneje los campos de la construcción de infraestructura educativa, conectividad y salud.

. A Alejandro Gaviria le corresponde la difícil tarea de iniciar nuestra marcha hacia una sociedad del conocimiento

 

De esta lista, si observamos con detenimiento, pocos aspectos corresponden a las líneas de la burocracia tecnócrata que hoy se posiciona en el MEN y sus órganos de control y evaluación de los niveles educativos. Cumplir muchos de ellos implica la reforma de la Ley 30, la revisión y modificación de la Ley General de Educación, la reforma del sistema de financiación de las Instituciones Públicas, la modificación de los lineamientos de la labor docente, en fin, una reforma estructural, no cosmética.

Por su parte, el nuevo Ministro anuncia, de manera escueta, que:

Agradezco la confianza del presidente electo Gustavo Petro. Lo hago con alegría y plena conciencia de mis responsabilidades. Me comprometo a trabajar por un cambio por la vida, por la inclusión, la generación de oportunidades y la reconciliación. Vamos a construir entre todos.

Hay mucha generalidad en estas últimas palabas y bastante precisión en la agenda que Petro ha puesto sobre la mesa. Debió ser difícil para el nuevo presidente la decisión, él sabe que en el campo de la educación se juega gran parte del proyecto de país, no de este periodo, si el futuro de muchas generaciones. Quizás haya recordado al maestro Estanislao Zuleta y su reafirmación de la educación como un campo de combate y un fortín para la construcción de la democracia. Pero debía decidir, eso hace un presidente. Esperemos que Alejandro Gaviria se aleje de la escuela de los estándares, ránquines e indicadores que tanto gusta en estos tiempos de educación pastiche y se centre en los ejes fundantes de una nueva mirada educativa.

Por ahora, toca confiar y alistar el verbo, las ideas y los aportes. Los actores del sector educativo estamos llamados a ser protagonistas del cambio esperado, de nada sirven los ministerios sino activamos los cuerpos y los cerebros. En el orden que se requieran.