diciembre 24, 2012

NAVIDADES, PÓLVORA Y COLOMBIANIDAD


 Por: Carlos Arturo Gamboa B.

Cuesta mucho creer que en Colombia esté prohibida la venta de pólvora, y no es escepticismo por descreer de la navidad y sus parafernalias, es más bien por el ruido de la «realidad concreta» y su más clara expresión: La alborada. Pitos, voladores, buscaniguas, volcanes, mechas, culebras, chispitas mariposas y totes, son algunos de los invitados por la familia pirotecnia en estos amaneceres. Dicen que la tradición no pelea con nadie, yo digo que la tradición no puede ser eterna, aunque en nuestro país santanderino las cosas y los fenómenos parecieran petrificados en las paredes de la historia.
En este país también esta prohibida la venta de licor a menores y me reservo los comentarios. Somos un país, decía Chaparro Madiedo, anarquista en su comportamiento cotidiano frente a la ley, pero moralista al extremo, tan moralista que los conservadores de otros lares palidecen. Toleramos la masacre y nos indignamos porque un pordiosero ingresa al restaurante mientras disfrutamos de nuestra suculenta cena navideña. Si el señor del noticiero nos dice que la vida esta cara, salimos a repetirlo en todas partes, parece que en este país los curas y los periodistas de los medios dominantes, son los voceros de dios, no sólo en navidad. Si en diciembre salen a decir que debemos celebrar la navidad comprando regalos porque la economía genera confianza consumista, todos corren a los almacenes. Y si dicen que la pólvora está prohibida y nos muestran los pabellones de quemados, nos ponemos tristes, nuestras caras asoman una mueca y nuestra boca expresa es frase tan colombiana y tan ajena al colombiano: “qué injusticia”; mientras preparamos los voladores de la alborada.
Mi problema frente a la pólvora es similar a mi problema frente a la guerra y la miseria, es que los niños son los más afectados, mientras los adultos alardean de su valentía; en este país de machos de pelo en pecho, los niños sufren en los pabellones de quemados, cuando no en casa con emplastos de llantén, porque los hospitales también son privilegios y la navidad no es que sea la época del año más equitativa. Otra cosa es un espectáculo pirotécnico manejado por expertos, para contemplar esa tradición de la cual los chinos hicieron obra de arte.
Por lo tanto, como dije al principio, cuesta mucho creer que en Colombia esté prohibida la venta de pólvora, porque no se me va de la mente la escena de ese muchacho de 13 años con media de aguardiente en una mano y un puñado de voladores en la otra, hijo del policía del barrio, que desde ayer anda ebrio y lanza voladores a diestra y siniestra, mientras en su equipo de sonido retumba un narco-corrido ¿Eso será lo que se llamaba colombianidad? Creo que sí, porque casi todos en el barrio lo están celebrando y hasta gritan : ¡qué verraquera de vecino!