septiembre 16, 2013

LAS TIC, EL ACETAMINOFÉN DE LA PEDAGOGÍA



Por: Carlos Arturo Gamboa B.

El que no quiera responsabilizarse

 del mundo que no eduque


Joan-Carles Mèlich.


Cada cierto tiempo aparecen las fórmulas mágicas que habrán de salvar la educación. La tiza y el tablero, la transmisión bancaria, el estímulo-respuesta, la tecnología educativa, el cognitivismo, etc. Hoy la moda son las tecnologías de la información y la comunicación (TIC). No hay discurso pedagógico actual, que se considere de vanguardia, que no siente en el trono de la teoría a la sigla salvadora. A mi parecer sus beneficios y su trascendencia se han sobredimensionado.


Si bien las herramientas han aportado a la expansión de los sentidos no todas ellas han ayudado a humanizar el ser humano. Conocemos el fin inicial del “machete” en la tradición de los arrieros y fundadores, con él abrimos caminos, pero con él también abrimos gargantas y construimos ese aberrante referente universal del corte franela. La herramienta entonces no es el problema, el problema es su uso. Esa es la cuestión frente a las TIC, ellas construyen mundo, pero no lo reemplazan; ellas son dispositivos creados por el ser humano, pero no pueden reemplazar lo humano como algunos teóricos y muchos despreciadores de la teoría nos quieren hacer creer.


El primer inconveniente de las TIC es que se erigen como la nueva hegemonía pedagógica, dejando en sus bordes todo aquello que la educación propicia como la interacción humana, el contexto real, la confrontación del mundo; en otras palabras “el mundo de la vida” se reduce al “mundo de la virtualidad”, escenario en donde el aprendizaje emula al sistema y la emoción (sentir) se reduce a la simulación de un avatar que aprende en una sola dirección. En la pedagogía dialéctica al conocimiento se accede mediante una búsqueda compartida entre maestro-estudiante, en la pedagogía mediada por TIC esta relación decae y con ella se sacrifica la potencia de la pregunta, principio fundante de todo aprendizaje. ¿Cómo puede una herramienta virtual potenciar la pregunta si lo que busca es que el sujeto pasivo, sentado al otro lado de la pantalla, solo responda? La confusión en está en creer que la simulación es la realidad.


Pero más allá de estos debates epistémicos que deben ser profundizados, el segundo y gran inconveniente radica en que los formadores actuales han asimilado una serie de teorías a priori, a las cuales dotan de una categoría de verdad, las cuales tratan de llevar a la práctica sin sopesar el otro lado de la moneda: la praxis. Es por eso que en cualquier evento, que se haga llamar académico, aparecen múltiples disertaciones sobre las bondades de las TIC en los distintos procesos formativos sin importar la disciplina, como si ellas de la noche a la mañana fuesen portadoras de un espíritu de totalidad pedagógica, en una especie neo-piedra filosofal. La mayoría de esos discursos se mueven en dirección de la moda, pero desconocen los trasfondos de esta apuesta pedagógica, y se hace sospechoso que todos concluyen a favor de la TIC sin importar si se trata de enseñanza en una metrópoli o en una vereda con vestigios medievales.


Por tal motivo, no es suficiente con enunciar las supuestas fortalezas de las TIC en los procesos pedagógicos, sino que se debe reclamar la re-contextualización del discurso y la crítica respectiva a que ello conlleva; de lo contrario quedaremos como los médicos de la EPS, recetando el mismo medicamento sin importar la enfermedad y las TIC serán entonces, como vienen ocurriendo hoy en día, el acetaminofén de la pedagogía.