febrero 25, 2014

PUBLICACIONES UNIVERSITARIAS ¿DESOBEDIENCIA ACADÉMICA?



Por: Carlos Arturo Gamboa Bobadilla
El mundo académico está aplastado por el mundo del mercado. Las revistas en donde se publican los resultados de investigación y los debates académicos de las disciplinas, no es la excepción. El año pasado Publindex (el ente regulador en Colombia) publicó los nuevos parámetros para clasificación de revistas, todas ellas sometidas al régimen de la indexación. Las otras publicaciones, que son la mayoría y que divulgan el conocimiento sin tanto alarde, no existen en este entramado.
¿Qué hacer entonces si una universidad de provincia desea (o se le impone) jugar con estas reglas? Pues para clasificar en la Categoría C, la más baja del escalafón, debe tener una revista con trayectoria no menor a dos años, con todos los requisitos de publicaciones indexadas, como valoración de pares Colciencias y demás formalidades; pero conjuntamente la revista solo puede tener máximo 3 artículos de la comunidad académica a la cual pertenece y 9 artículos resultados de investigación de carácter externo. Surgen entonces las preguntas: Si una revista académica busca visibilizar los trabajos de “otras comunidades” (factor exógeno) ¿cómo fortalezco las líneas de investigación en temas regionales? ¿En dónde se pueden publicar esos resultados? ¿Quién publicará en una revista que hasta ahora esté en trámite de indexación?
Así pues, quedamos sometidos a las reglas que rigen el mercado y ya conocemos que lo que menos le interesa al mercado es el Saber, acaso su valor de uso y de cambio. Por eso algunas revistas cobran por publicar artículos. Otras han construido entramados micro-empresariales mediante los cuales garantizan que “yo te publico, si tú me publicas” y en ese juego la labor del docente investigador apenas es un simulacro. El problema se ahonda porque de allí depende en gran medida el salario docente, lo cual genera un sistema de ciega obediencia, dependencia y corrupción.
En este escenario es casi un mal chiste hablar del concepto de Autonomía Universitaria, debido a que los gobiernos de las mismas están sometidos a las dinámicas que los llevaron al poder: la aceptación de las reglas que doblegan la universidad. Para cambiar las condiciones de sometimiento a este régimen medieval del Index, solo es válido un movimiento de “Desobediencia Académica”, porque ya son muchas voces que manifiestan la obsolescencia de este sistema, como lo afirma Randy Schekman,  Premio Nobel de Medicina 2013:
Lo que importa es la calidad de la labor  científica, no el nombre de la revista. Y, lo más importante de todo, los científicos tenemos que tomar medidas. Como muchos investigadores de éxito, he publicado en las revistas de renombre, entre otras cosas, los artículos por los que me han concedido el Premio Nobel de Medicina, que tendré el honor de recoger mañana. Pero ya no. Ahora  me he comprometido con mi laboratorio a evitar las revistas de lujo, y animo a otros a hacer lo mismo (Guardian News & Media, 2013).
Ahora bien, someter a discusión el modelo implica, no solo plantear formas más claras o contextuales de evaluación, sino entender que la universidad, sobre todo la pública, no tiene como función vital responder a las leyes de la oferta y demanda del mercado del conocimiento, sino que sus esfuerzos deben estar concentrados en la formación de sujetos desde los distintos campos del saber; y desde la función investigativa, construir un entramado de saberes que coadyuven a transformar las realidades sociales de su entorno. Caso contrario, nos quedamos afirmando que:
Los editores académicos encontramos que los estándares de medición propuestos conducen a una fuerte invisibilización de la producción académica colombiana y de sus publicaciones científicas. El argumento central es el siguiente: las mediciones de calidad de la ciencia que está proponiendo Colciencias responden a dinámicas de producción del conocimiento ajenas a las que de facto tiene y valora la comunidad científica colombiana, y ajenas a sus apuestas políticas (Vargas, 2013).
Por lo tanto, no es cambiando el estándar de medición que los docentes universitarios recuperaremos el campo intelectual y científico cedido a la mercantilización del saber, es subvirtiendo ese orden impuesto. Si miramos con detenimiento, esta dinámica propicia una academia de élite, ya que miles de salarios de docentes catedráticos no están regidos bajo el esquema del Decreto 1279 y no tienen derecho a aumentar su salario con sus producciones, lo cual los hace doblemente explotados.
Ahora que el tema de las publicaciones universitarias está de nuevo en crisis y se rumora que la reforma al Decreto 1279 está bien avanzado, y afectará notablemente el ya deteriorado salario docente, esperamos que los profesores reaccionen y pongan en cintura estas prácticas del mercado educativo, porque como bien lo decía Bertrand Russell: “Lo más difícil de aprender en la vida es qué puente hay que cruzar y qué puente hay que quemar”.
Referencias
VARGAS, A, Esther Juliana. (2013). Los editores de revistas de La Salle respecto al modelo de medición de revistas de Publindex. Equidad Desarro. N.º 20 • julio-diciembre del 2013.
SCHEKMAN,  Randy. (2013). Por qué revistas como ‘Nature’ hacen daño a la ciencia. Disponible en: http://sociedad.elpais.com/sociedad/2013/12/11/vidayartes/1386792908_814279.html