agosto 06, 2013

¿QUÉ ESTÁ PASANDO EN LAS UNIVERSIDADES PÚBLICAS COLOMBIANAS?



Por: Carlos Arturo Gamboa B.

¿Qué está pasando en las universidades públicas colombianas? Esta pregunta de vital importancia para el devenir universitario puede tener una respuesta o aproximación desde los debates suscitados en el I Foro Nacional Interuniversitario Poder Constituyente realizado en la Universidad de Antioquia, en el principio de este mes de los vientos; y que deja claro que no son buenos vientos los que rondan las universidades.

Lo que enuncian los participantes reunidos alrededor de la Mesa Mutiestamentaria de Análisis de la Transformación Institucional (MMATI), es que después del gran movimiento estudiantil, que hizo retroceder las iniciativas gubernamentales por reafirmar el espíritu neoliberal de la educación superior, se siguieron gestado reformas y contra-reformas al interior de las universidades públicas, lideradas por rectores de corte tecnocrático, que sumen el quehacer académico a lógicas administrativistas, privilegiando las hegemonías (traducidas en rectores reelegidos en ciclos asfixiantes y/o continuismos), opacando la construcción del saber a favor de la búsqueda de indicadores sin sentido, inmunizando el mundillo administrador y pauperizando las labores académicas de los docentes.

También se encuentra una constante en las acciones de investigación, sumidas en cumplir indicadores y descuidando su impacto en la solución de problemas sociales, más dedicada a alimentar egos y publicaciones indexadas, en buscar pactos con la empresa privada, que en fortalecer la relación con la sociedad. Estos aspectos guardan una profunda relación con las consolidaciones de las élites regionales incrustadas en los Consejos Superiores Universitarios, que impiden la oxigenación de los claustros. Caso distinto se presenta en la Universidad de Nariño en donde con voluntad política de los gobernantes y una decidida lucha de la comunidad universitaria, en especial del estudiantado, se ha logrado construir un escenario asambleario que le permitió la elaboración en comunidad del Plan de Desarrollo y el PEI bajo preceptos muchos más democráticos y que espera seguir consolidándose como ejemplo de que, cuando existe un proyecto de región desde la educación, es posible avanzar en la consolidación de una democracia deliberativa que le da vida al ser y el vivir universitariamente. Sin embargo, algunos sectores han querido, mediante contra-reformas, devolver lo avanzado.

Otro aspecto central de la crisis es el tema de la financiación. Las universidades, desde sus directivas no han podido (ni querido en algunos casos) exigir mayores transferencias, sólo se limitan a la venta de servicios para subsanar el deterioro financiero y entre esos servicios los posgrados, los diplomados y demás simulacros académicos, se han convertido en fuentes de ingreso, deslegitimizando la vida académica universitaria. En ese escenario la búsqueda de “calidad” y “excelencia”, sólo son palabrejas refundidas en el pobre diccionario educativo.

Aun así, como si asistiéramos al preludio de la noche más larga y oscura del mundo universitario, los retos de la comunidad son grandes y las posibilidades son construcciones permanentes de quienes nos negamos a dejarnos devorar por esas bocas que engullen el alma, la vida y la universidad. Por eso se vitalizó el concepto de Constituyentes Universitarias, como posibilidades de cimentar las bases de otra democracia. Se argumentó frente a las necesidades de activar las luchas locales dentro de los derroteros de la MANE. Se llamó a la activación de los docentes del mundo universitario como actores que deben recuperar su beligerancia, su espíritu crítico y su condición de intelectual. Se avanzó en el camino de las ideas y la transformación, ya las memorias lo mostrarán más fondo.

 En lo que corresponde a la Universidad del Tolima, el panorama sigue el mismo transitar. Las reformas en torno a aspectos como la dedicación exclusiva, la pauperización de los docentes-catedráticos, la negación a asumir trasformaciones en beneficio de lo académico presentado en el pliego de ASPU, la primacía de lo administrativo sobre lo académico y muchos otros aspectos, nos hacen evidente que igual que la otras directivas del país, siguen empeñadas en ahondar la crisis universitaria con sus acciones, porque ese mundo neoliberal que tanto nos agobia y contra el cual están (al menos en el discurso) algunos miembros de las directivas, no es algo abstracto, es algo que sucede en la cotidianidad de las acciones, y muchas de las acciones emprendidas por las directivas reafirman ese proceder.

El panorama nacional invita a la consolidación de nuestros argumentos, a la necesidad de encontrarnos desde la diferencia, a la exploración de la creatividad como forma de resistencia. No basta con enunciar que queremos cambiar el estado de las cosas, debemos hacerlo desde nuestro proceder. El ejemplo siempre será el mayor movilizador y la coherencia de nuestras ideas y nuestras acciones, la mejor política.