septiembre 15, 2016

LAS TAREAS DE LA UT (I): LA ASAMBLEA UNIVERSITARIA



Por: Carlos Arturo Gamboa B.

“La crisis es como una vigorizante ducha fría.
Una oportunidad para despertar”
Jordi Pigem.

La crisis de la Universidad del Tolima no ha cesado. No se puede reparar el daño realizado durante tantos años en apenas el primer intento. Las tareas son varias. La primera de ellas consiste en recuperar la esencia de la vida universitaria: el debate, el argumento, el conocimiento y la diferencia. Todos estos principios tienen cabida en la Asamblea Universitaria.

Para quienes llevamos una buena sumatoria de años habitando en la cotidianidad de la Universidad del Tolima, las asambleas han formado parte de la existencia. Como asistentes mudos, como sujetos activos o como simple espectadores que observan desde lejos, las asambleas han sido puntos de referencia; pero cayeron en letargo de la inacción, se vieron de pronto sometidas al grito, a la bullaranga de turno, a la manipulación de los grupos de poder para legitimar esta o aquella posición. Muchas reuniones asamblearias terminaron siendo parodias de la participación, montajes teatrales de la seudo-democracia, escenarios para las confrontaciones verbales sin sentido y hasta cuadriláteros predispuestos para la agresión. No olvido la imagen de una asamblea en donde un estudiante hizo el “show”, pataleó, corrió por el coliseo, alguien lo agredió y al final la asamblea se disolvió entre gritos y manotazos. A los 20 minutos, vi a un alto funcionario de la administración de turno felicitarlo y quizás (acá especulo) prometerle una dádiva. Se había logrado un objetivo que siempre es bueno para el poder de turno, que las asambleas no funcionen, no lleguen a ningún lado, no decidan nada, se desgasten y desanimen la participación.

La Asamblea que necesitamos hoy debe ser distinta, no podemos continuar en la misma lógica, ese camino se transitó y fracasó. La Asamblea Universitaria pendiente debe ser un espacio para el debate sobre los puntos centrales que hoy deben proveer a la Universidad del Tolima de instrumentos suficientes para su transformación, pero un debate con argumentos y, sobre todo, con la generación de productos concretos en el lenguaje de la academia: la escritura.  Si seguimos discursando sin concretar las ideas en documentos y acciones, pasarán muchos años para dar cuenta de las transformaciones que hoy se necesitan; diagnósticos se tienen a la mano, y podrán surgir más, pero hoy estamos impelidos a generar acciones de cambio.

La Asamblea Universitaria está pensada y convocada para que algunos actores lleguen como delegatarios, pero eso no implica que la democracia se reduzca a lo que ellos decidan. Los asamblearios deben trabajar por comisiones, deben abordar temas puntuales para no terminar hablando de todo y de nada, deben presentar productos concretos en tiempos definidos y deben construir metodologías para consultar a la comunidad en la toma final de las decisiones. En ese sentido, ser Asambleario implica asumirse como sujeto universitario, académico y político cuya responsabilidad va más allá de ser un transeúnte común del campus universitario, debe ser capaz de entender y activar su capacidad de articular las realidades y de coadyuvar a las transformaciones; de su accionar depende en gran medida el futuro de la Universidad de los tolimenses.

La potencia de la Asamblea Universitaria está atravesada por los momentos históricos que se viven en el país y la región: la búsqueda de otros espacios sociales generados a través del proceso de paz y la autodeterminación de los territorios a través de las consultas populares. Ojalá la comunidad de la Universidad del Tolima no sea inferior al reto de autodefinirse y autorregularse, porque caso contrario le dará la razón a quienes acechan con el fin de arrebatarnos los últimos estertores de la autonomía. Tendremos palos en la rueda, quizás de nuevo aparezcan los vendedores de humo y los títeres del poder que deseen convertir el espacio en una nueva arena para las batallas infructíferas que tienen hoy la UT en la cuerda floja. Solo basta desear que prime la inteligencia universitaria por encima de los intereses particulares, si eso es factible haremos historia.