abril 29, 2011

VOCES COMO RIZOMAS


Por: Carlos Arturo Gamboa.

Libro: Ensayistas contemporáneos: Aproximaciones a una valoración de la literatura latinoamericana. Biblioteca Libanense de cultura.  Bogotá, 2011. 234 p. Vol. 7.

En un esfuerzo de la Biblioteca Libanense de Cultura y su director Carlos Flaminio Rivera, del Ministerio de Cultura, La Secretaría Cultural del Tolima y la Alcaldía del Líbano, será presentado el libro Ensayistas contemporáneos: Aproximaciones a una valoración de la literatura latinoamericana; en el marco de la 24 Feria Internacional del Libro de Bogotá, el día 14 de mayo.

La idea surgida de las conversaciones académicas de algunos estudiantes de la Maestría en Literatura de la Universidad Tecnológica de Pereira en convenio con la Universidad del Tolima, fue liderada por Albeiro Arias, quien se dio a la tarea de convocar 21 voces, distantes en espacios pero cercanas en preocupaciones académicas, para debatir mediante un ejercicio ensayístico sobre las preocupaciones literarias de diferentes latitudes latinoamericanas. Esta mixtura resulta atractiva al encontrarse agrupados académicos de larga trayectoria universitaria, creadores de varios géneros y nuevas voces que se disponen desde el ejercicio crítico literario a profundizar en las obras de autores latinoamericanos.

Por lo tanto, en este libro encontrarán de entrada a personajes tan experimentados como Lauro Zavala, escritor y académico mexicano conocido internacionalmente en el campo teórico del minicuento, pero también como semiótico y cinéfilo; y Fernando Cruz Kronfly de la Universidad del Valle, cuya larga trayectoria en el campo de la literatura lo convierte en una de los grandes narradores colombianos del momento. De otro lado, encontramos variadas voces del ámbito universitario como Cristo Rafael Figueroa, Óscar Torres Duque y Jaime Alejandro Rodríguez, docentes de la Universidad Javeriana; César Valencia Solanilla, Diana Vela, Rigoberto Gil Montoya y Alfredo Abad de la Universidad Tecnológica de Pereira; Betty Osorio de la Universidad de los Andes; Betuel Bonilla Rojas de la Universidad Surcolombiana; Wiston Morales Chavarro de la Universidad de Cartagena; María Mercedes Jaramillo de la Fitchburg State Collage. Igualmente la Universidad del Tolima aporta un buen número de ensayos con los docentes Libardo Vargas Celemín, Jorge Ladino Gaitán y Leonardo Monroy, profesores de planta; así como Gabriel Arturo Castro catedrático de la Facultad de Educación, Nelson Guzmán Romero y Carlos Arturo Gamboa, tutores del Instituto de Educación a Distancia de la misma universidad. Completan el panorama Albeiro Arias (Compilador) y Celedonio Orjuela Duarte.

Este variado collage de escrituras, se convierten entonces en un buen pretexto para rastrear las diferentes miradas sobre el quehacer literario desde la crítica, pero también desde el oficio mismo de escritor, ya que en su totalidad, los autores presentados han transitado por el mundo de los diferentes géneros literarios como creadores.

Los temas abordados son tan variados como las procedencias, edades y preocupaciones de los ensayistas, quizás intentar una línea semántica entre ellos sea vano, lo que si se puede decir es que reflejan una constante preocupación por revivir el asunto de los estudios literarios en tiempos cuando lo humano parece relegado al olvido. El esfuerzo de unir voces distantes, de apostarle a los rizomáticos encuentros entre académicos de las universidades, de abordar la literatura por los cuernos, son los que hacen posible una invitación a la lectura de Ensayistas contemporáneos: Aproximaciones a una valoración de la literatura latinoamericana; luego los textos, en su inevitable designio, circularán y serán ellos quienes dialoguen  o hagan enmudecer a los lectores.

El siguiente es el contenido del libro:

Formas de metaficción en el cuento hispanoamericano Lauro Zavala

La aldea encantada Fernando Cruz Kronfly

Necesidad y vigencia de la teoría literaria/debates y reformulaciones contemporáneas en Hispanoamérica y Colombia Cristo Rafael Figueroa Sánchez

La ciudad de los sujetos liminales: Una aproximación a la novela Opio en las nubes de Rafael Chaparro Madiedo Albeiro Arias

El rol de la mujer en los contratos sociales María Mercedes Jaramillo

La ontología diseminativa de Funes el memorioso Alfredo Abad T

El pensamiento del indio que se educó dentro de las selvas colombianas de Manuel Quintín Lame. Etnopoética e historia Betty Osorio

Infancia masculina y exilio. Una lectura de lo marginal en las primeras novelas de Virgilio Piñera, Reinaldo Arenas, Manuel Puig y Fernando Vallejo Óscar Torres Duque

José Eustacio Rivera: Un escritor de Latinoamérica para el mundo Betuel Bonilla Rojas

Cada uno en su lugar: Segregación urbana en la narrativa corta de Enrique Congrains Martín Diana Vela

Tragedia y humor en Augusto Monterroso y Julio Cortázar Jaime Alejandro Rodríguez

Como una pintura nos iremos borrando: la lírica y el legado de Netzahualcóyotl  Jorge Ladino Gaitán Bayona

Tomás Eloy Martínez: Por los caminos de Walsh Rigoberto Gil Montoya

Las relaciones entre sociología, literatura e historia en la obra de Rafael Gutiérrez Girardot Leonardo Monroy Zuluaga

Literatura precolombina: la visión de los vencidos César Valencia Solanilla

Realismo mágico, humor, conflicto de género y violencia en La aldea de las viudas Libardo Vargas Celemín

La visión de América a través de la novela El árbol imaginado de Carlos Flaminio Rivera: Ficciones de la real Expedición Botánica del Nuevo Reino de Granada  Nelson Romero Guzmán

Ramos sucre: Estética y metafísica Winston Morales Chavarro

Horacio Quiroga: La selva del escritor Gabriel Arturo Castro

Las ciudades reinventadas: Construcción de un imaginario a través del rock Suramericano Carlos Arturo Gamboa Bobadilla

112 días sólo un hombre. Vallejo tras las rejas Celedonio Orjuela Duarte


abril 27, 2011

DE LA FEALDAD DE LA VIDA, A LA BELLEZA DE LA MUERTE

Artículo publicado en Facetas, Magazín del Nuevo Día (Ver Aqui)
Por: Carlos Arturo Gamboa B.
En uno de sus magistrales cuentos Borges lanza una sentencia., como todas las suyas, contundente y ambigua: “La muerte (o su alusión), hace preciosos y patéticos a los hombres”. Lleva a pensar esta frase que enfrentado el ser humano a su última hora, el mundo retorna a él como una visión fantasmagórica, desposeída de tiempo y espacio, como si en aquel momento pudiera acceder por fin a una mirada total de su existencia, el Aleph de su vida. Este es el tema central del cuento Lateral sur del escritor ibaguereño Elmer Hernández Espinosa, quien mediante el juego total de las palabras reconstruye el mundo fragmentando de un adolescente enfrentado al rito final de la existencia: la muerte.
La voz que narra en Lateral sur , es una voz agonística construyendo su ulterior diálogo con la vida, con su madre y consigo mismo. Una voz que retorna a su cotidianidad y al mundo de la vida para expresar con el miedo y la alegría propios de quien está frente al mayor reto de su existencia. Ambientado en la ciudad, el cuento deja entrever las tensiones propias del joven marginado, aficionado al fútbol y sometido a los trances propios de una época desencantada. ¿Qué sentido tienen ser joven en una pequeña ciudad alejada del mundo seudo-civilizado pero marcado por su devenir? Hernández parece dar cuenta de manera directa a este interrogante. La voz principal, desprovista de un nombre, como millones de jóvenes que hacen parte de esa multitud invisible que puebla los parques de la modernidad, va tejiendo su vida al ritmo de la secularidad del adulto; por ello se enfrenta a las normas establecidas: “…cuando salté a la pista tres policías trotaron hacia mi con los bolillos en la mano. Y corrí, corrí mucho y los dejé atrás, bien atrás...”, pequeño triunfo, rebelde suceso que marca la vida cuando se es joven y se lucha ante la imposición del adulto. Esta escena viene de nuevo a la mente del joven que agoniza en el asfalto, y allí se contempla realizado, aplaudido por la muchedumbre del estadio quien ve en esa pequeña trasgresión un acto liberador, acto que todos quisieran realizar pero que personificado en aquel joven se convierte por un momento en la liberación de todos.
El eje central es la imagen-símbolo de la madre concebida desde una retrospección de esos segundos de agonía, los cuales la narración expande para lograr un instante discursivo que el lector puede concebir mayor al tiempo del suceso narrado. Tomar una instantánea y la ampliarla para extraer de ella todo el mundo significante que la construye, es el juego que el autor nos propone; y allí, la figura materna abre el relato y lo cierra, logrando una totalidad discursiva que ata los hilos de la narración y provocan al lector de entrada: “Cómo explicarle, mamá, ese afán que me oprime el pecho y que me empuja…”, indicio ineluctable del ser enfrentado a su destino, sin escapatoria porque ese día debería enfrentar los ojos de la muerte/belleza: “Yo me quedo con los ojos. Si yo tuviera que coleccionar algo coleccionaría miradas”
De frente a su destino pero aún ignorando su suerte, el protagonista sabe que detrás de las miradas hay un misterio, más allá del cuerpo como metáfora del consumo a él le interesa el lenguaje de los ojos: “Me gusta mirarles los ojos a las muchachas y dejar que la mirada se escurra de los ojos a los pies. Pero me gusta empezar y quedarme un rato en sus ojos, aunque ellas no me miren, y no me miran, mamá, o me miran con desdén”
Y al mirar-se en los ojos de esa joven universitaria y descubrir el origen mismo de su existencia (aquellos ojos eran remembranza de los ojos de su madre), el protagonista intuye, quizás por un momento, que ha logrado descifrar la razón de su existencia y por eso dice sentir “unas ganas raras de irme y de quedarme”. Entonces la muerte cabalgando sobre ruedas irrumpe aquel segundo de belleza y empieza el juego atemporal del relato, para finalizar rodeado de una muchedumbre, como aquella tarde en el estadio cuando todos aplaudían su osadía.
El relato enmarcado en el destino trágico no permite al protagonista degustar un segundo de felicidad más allá de esa risa final de la joven que acepta el cumplido de sus palabras; como en el mundo real, la brecha social impide que aquellos destinos vayan más allá del simple encuentro para luego alejarse, y en vez de la derrota total frente a esa realidad el destino trae la muerte como solución. Sólo queda entonces el miedo de la reacción de su madre, los recuerdos de su breve existencia, su mundo juvenil truncado, pero sin ninguna queja interior, sin ningún resentimiento, como quien acepta de golpe su destino.
Sólo le acongoja la imagen recobrada de su madre en este instante ulterior, cuando reciba la noticia, cuando él no pueda regresar “para terminar de hacer las arepas”, entonces concibe el futuro porque ya está en el sin-tiempo: “Creo que usted se quitará el trapo de la cabeza y que rodarán las tajadas de papa por el piso. Creo que usted llorará y le dolerá la cabeza. Pobre mamá”
Lateral sur está construido desde la lectura de lo cotidiano, del mundo del joven, de una mirada rápida sobre nuestras realidades sociales, pero a la vez quedan sus ecos retumbando en los oídos del lector. Hernández logra sintetizar con fuerza la existencia breve, la atemporalidad y el enfrentamiento al destino desmitificado, características propias del mundo que denominamos moderno, y a través de giros poéticos hacer ver esa preciosidad del ser ante la muerte de la cual Borges nos hablara.

Referencias bibliográficas
BORGES, Jorge Luis. (1980) “El inmortal” En: Nueva Antología personal. Club Brugera. Barcelona.
HERNÁNDEZ ESPINOSA, Elmer. (2009) "Lateral sur". En: Revista IDEALES. Universidad del Tolima. IDEAD. Año 2. No. 3. Ibagué.

abril 25, 2011

PUBLICAR PARA QUÉ?


Artículo publicado en Facetas, Magazín del nuevo día.
Versión digital I y II
Por: Carlos Arturo Gamboa B.
I
Han llegado a mis manos los ejemplares recién editados de la Colección Soledad Rengifo: Antología poetas inéditos y Antología cuentistas inéditos, que según las especificaciones están patrocinados por la Alcaldía Municipal de Ibagué, La Secretaría de Cultura de Ibagué y La Corporación Festiva de los Ocobos y son diseñados e impresos por Caza del Libro, con un tiraje de 1000 ejemplares de cada título. Debo decir que de entrada el diseño de la carátula con sus multivariados colores, que pretenden jugar a la invocación de un rancio amor por la ciudad, no atrae a los lectores; en una breve lectura, encuentra un lector precoz, que hay descuido textual, errores de transcripción y casi que un nulo diseño, los textos parecen más que editados, amontonados.
Ahora bien, ignoro la forma en que se realizó esta convocatoria, las bases y criterios de selección, si es que los hubo; pero algo queda claro en los títulos, se trata de escritores inéditos, lo cual no necesariamente significa jóvenes, con estas premisas leo y deseo que un esfuerzo tan loable como el de editar libros, impulsar escritores inéditos e invertir los dineros públicos en cultura, tuviesen un aceptable resultado.
II
La Antología poetas inéditos, es un compendio de cinco voces (bueno muchos ruidos), cuyo patrón de agrupamiento no se puede inferir en la lectura, porque cuando se selecciona una antología la variable estética debe ser tenida en cuenta, al menos como pretexto. De entrada el prólogo, desmedido como todos, anuncia un trabajo con la presencia de: “Las frases sorprendentes, las metáforas insólitas que designan lo innombrable, las imágenes veladas en donde se alude”, con este preámbulo uno no espera menos que encontrar en esas páginas siguientes los poetas de la ciudad letrada del futuro. Pero que desencanto, de entrada un joven aspirante a poeta, cuyas cartas de Rilke parece nunca haber recibido, nos sorprende (por haber sido incluido) con versos como:
Así eras para mí
Si no la desgracia de mi realidad
Cómo te has metido en mí
Sin ni siquiera tu pecho he podido tocar. (Pág. 11)
Basten estas líneas para preguntar de nuevo: ¿Cuáles fueron los criterios de selección? Conozco mejores poemas de niños y jóvenes, que seguramente hubiesen podido llenar con algo de poesía esas 28 páginas iniciales que pertenecen a Diego Fernando Moya, cuyo oficio de juntar palabras es excusable, pero no la de los compiladores que lo incluyen dentro de un nuevo panorama poético. Es que el arte de la poesía necesita evadir el lugar común o al menos evitar el ritmillo de balada de Raphael, como en el poema Estar enamorado es:
Estar enamorado es
Mirarle, morirte y morderte los labios
Estar enamorado es
Jamás decirle que la amas
Estar enamorado es cruel. (Pág. 27)
Como cruel sería seguir hablando de estos 28 textos que parecen extraídos del diario alucinante de un hombre que quiere ser poeta, pero que jamás lo será, si no es capaz de re-construir las palabras y reducir su verborrea.
Después encontramos a la autora María del Rosario Laverde, cuyos textos cortos al menos permiten respirar y tomar impulso para continuar la travesía por el libro. Incluidos como poemas, algunos textos, o casi todos, parecen más pertenecer al género de la minificción, como el titulado Samsa:
Has amanecido convertido en un insecto,
Acostado sobre tu caparazón
Mueves tus ocho patas en señal de auxilio
Nadie ve en ti al que solías ser
Tu metamorfosis ha finalizado con éxito
La escoba asesina se precipitará sobre tu cabeza
En cualquier momento. (Pág. 39)
Si en Rosario hayamos más estética, creo que su trabajo debió ser incluido en la Antología de Cuentistas.
Encontramos luego los trabajos de Damián Guayara, quien se atreve en 15 textos a desafiar mi parsimonia lectora, que ya a estas alturas se debate entre abandonar el libro y olvidar este comentario. El nihilismo urbano de sus textos algo abona a su descuido en el uso de las palabras en estribillos tan poco logrados como el siguiente:
Rasgando las pieles, debajo de las pieles
Lamiendo el edén, lamiendo el edén. (Pág. 45)
O su intento iconoclasta, tan trajinado, que por posicionar la moraleja olvida la esencia, como en A un dios abyecto:
Señor, recoge tus cosas
Tus santos y tus angelitos
Toma unas largas vacaciones
O por favor pégate un tiro! (Pág. 47)
Sin embargo, en sus textos hay una muestra de un mayor esfuerzo por la búsqueda de la palabra, por huirle a las imágenes petrificadas y es quizás en el poema titulado A una mujer, en donde mejor lo logra:
Porque llevas la sangre de Lilith
Y no la de la sumisa Eva
No sufres de sueños impuestos
Ni eres coleccionista de cadenas.
Sobre las fálicas reglas  tus deseos vuelan. (Pág.57)
El cuarto trabajo, perteneciente a Alfonso Durán Rincón, sorprende por ciertos giros del lenguaje que logra en momentos renovar las imágenes, reflejando con ello la aspereza de ser un habitante de estos tiempos, como en el poema titulado Canción de la mañana:
Se me hace tarde para
Salir a la esfera
Debo peinarme la columna vertebral
Lavarme las muecas
Vestirme con baldosas
Y desayunar olvidos. (Pág. 58)
Los poemas de Durán atraen al lector, casi siempre contienen una imagen renovadora, pero en ocasiones se expanden demasiado, la concreción será un buen camino.
Finalmente encontramos la obra poética de Alirio Quimbayo, y aquí si podemos hablar con seguridad de poesía. Textos madurados por el tiempo, imágenes pulidas por la no prisa de la publicación:
La sombra digiere la luz
Que la hoja convirtió en sangre
Para que la hormiga
Indagara el verso. (Pág. 69)
La mayoría de sus 27 textos exhalan poesía, para hablar de la ciudad, como en La calle y su doble:
La calle es la celestina gratuita
De las sombras que se aman
Cuando se asaltan a besos
En sus laberintos y espejos. (Pág. 84)
O para presentar la voz poética de nuestras profundas realidades:
El poder copula en su sarcófago
Con la prostituta ley.
Su traje de camaleón oculta su soledad
Y todo lo que toca con su lengua desparece,
Menos la miseria de los pueblos. (Pág. 83)
En general, la Antología se cierra como debió haberse abierto, con poesía. Sólo que a veces las mixturas resultan lamentables.
III
De entrada la Antología cuentistas inéditos presenta un panorama distinto, con 18 autores incluidos brinda un panorama más amplio de los muchos seres que juegan a la narración en estos lares, aunque con los mismos descuidos de edición que se refleja en párrafos repetidos, cortes de texto, constantes errores de ortografía e inclusión de algunos textos que no son cuentos, ni siquiera relatos, quizás anécdotas. Al no existir un trabajo mínimo de unidad los textos se presentan de manera que un lector, que quisiese bucear en la nueva narrativa, se podría asfixiar muy pronto.
Los temas recurrentes son la ciudad, el desencanto y las tramoyas del amor, algunas veces bien abordados desde historias en las que resuenan antiguas escrituras del mundo de lo mítico, intertextualidades y asuntos cotidianos que logran cierta tensión narrativa. Para evitar palabrerías acotaré sobre aquellos en los que se pueden detener con gusto los lectores.  En el texto titulado Carácter de los dioses, de Daniel Mauricio Montoya, el tema de la dialógica cultura se hace presente, para llevarnos  a reflexionar sobre imposibilidad de un destino cosmogónico; y en Los dos moribundos, el autor juega a establecer conexiones metafísicas que tejen el destino en sus esencias: la vida y la muerte. En placenta, Daniel Padilla nos enfrenta a un tríptico de relaciones entre la historia de Jonás expulsado, una relación de erotismo dependiente y un monólogo interior femenino; igual relación mítica se presenta en su cuento Sibila por medio del cual se recrea el mundo del cristianismo en confrontación con el paganismo antiguo. Así mismo, en esa constante intertextualidad de los relatos, Fredy Hernán Díaz nos ofrece un relato corto titulado Troya.
Otro escenario narrativo que se asoma entre los textos es el de elaboraciones de corte policiaco, con asuntos psicológicos, con protagonistas asesinos o en tránsito de serlos; a ellos pertenece relatos como La vida de la cigarra, de Edgar Mauricio Romero; Bendita, de Jorge Homez Villegas y Venganza de las flores, de Omar Alejandro González, en este último la técnica de la novela negra se encuentra bien asumida presentando un relato por episodios que tejen una trama y al final el lector puede dilucidar aquella cuidadosa arquitectura; suerte que no corre otro texto suyo, Pétreos silentes, en el cual el final parece extraído de un mundo menor al de su trama narrativa.
En los textos de Fabio Andrés Bastidas; El edén y Artista, se encuentran buenos escenarios narrativos, pero historias no concretas, quizás por aquello que Roberto Rubiano nos aclara: “El arte de contar cuentos está muy relacionado con el encantamiento, con la suspensión de la credulidad”. Los temas del amor frustrado, la ciudad y los trajines que niegan los cuerpos, hace su aparición en el cuento Cronología de Jorge Isaac Romero, y El espíritu o el miedo de Carlos Augusto Vargas; ciertos sarpullidos de nihilismo en Rolling Around y Candilejas, de Leonardo Arturo Mora; y la búsqueda de un lugar y el tema del amor o más bien del duelo perpetuo, se hallan en los relatos de la única mujer (extraño suceso, pero esperado) de la antología, Carolina Uribe Salas.
Los demás textos poco o nada dicen de las nuevas fuerzas narrativas que inundan la ciudad y de las cuales muchas voces debieron estar presentes en esta antología si el trabajo de selección hubiese sido más serio.
La existencia de nuevas voces requieren los esfuerzos de lugares de enunciación, pero es imperativo la decantación, para que quienes asumen el trabajo de la escritura como una responsabilidad con la palabra, puedan ofrecer sus permutaciones al escaso público lector, además, si de cuentística se trata no se puede olvidar aquella sentencia de Ricardo Piglia: “El cuento es un relato que encierra un relato secreto. No se trata de un sentido oculto que dependa de la interpretación: el enigma no es otra cosa que una historia que se cuenta de un modo enigmático.”
IV
Hay que apoyar los nuevos y viejos narradores, las inevitables voces poéticas en construcción y es vital publicar para asumir el reto de otro lector, pero toca tener cuidado de, como dicen en los círculos de escritores, no pasar del anonimato al desprestigio. Entonces es inevitable preguntar: ¿publicar para qué?
Referentes bibliográficos
COLECCIÓN SOLEDAD RENGIFO. (2010) Antología cuentistas inéditos. Caza del Libro. Ibagué.
COLECCIÓN SOLEDAD RENGIFO. (2010) Antología poetas inéditos.  Caza del libro. Ibagué.
BONILLA ROJAS, Betuel. (2009) El arte del cuento. Trilce Editores. Bogotá.