septiembre 16, 2022

¿Qué nos enseña la tristeza?

 


Por: Carlos Arturo Gamboa B.

Docente Universidad del Tolima

 

La muerte o su alusión

convierte en preciosos y patéticos

a los hombres. J. L. Borges

 

A veces olvidamos lo efímero que somos. Nos dedicamos de lleno a vivir de la manera que el tiempo nos obliga a vivir y entonces relegamos a la vida misma. Olvidamos que somos finitos, que el tiempo que nos ha sido otorgado es apenas una bocanada de aire.

Por estos días, en nuestro pequeño y gran mundo llamado Universidad del Tolima, hemos sido estremecidos por el dolor. Una compañera ha decidido darle fin a su existencia en un acto misterioso y sublime. Un acto que hace parte de la historia misma de lo humano, un acto consumado que nos recuerda lo frágiles que somos.

Su partida nos conmueve, su decisión estremece las bases de las creencias individuales y colectivas. Algunos la conocieron muy de cerca, quizás lo suficiente para entender sus miedos, sus sueños, sus deseos. Otros quizás apenas cruzamos con ella una mirada, un saludo, una actividad cotidiana de muchas realizadas en esos trece años que habitó sus días laborales junto a nosotros.

Otros quizás llegaron a enterarse que existía, justo ahora. Pero de muy cerca o de lejos todos fuimos tocados por su decisión. Y en nuestras cabezas las preguntas rondan. Somos el resultado de la relación con los otros, somos nos-otros, y como institución que enseña, su principal objetivo es aprender de las experiencias, por dolorosas que estas sean.

Escuchar lo que se dice en momentos como éste puede ser esclarecedor para la comunidad, porque el lenguaje siempre deja una huella. Pero también debemos ser capaces de preguntarnos a nosotros mismos sobre el territorio de lo profundamente humano: ¿lo estamos transitando?

Padecemos un tiempo, somos sobrevivientes pasajeros de una pandemia que aún no termina, pues sus efectos seguirán dando cuenta de ella. Como sociedad fuimos escindidos, encerrados, removidos de nuestras cotidianidades durante dos eternos años y ahora no podemos retornar a ese viejo lugar confortable que habitábamos antes, ¡cómo si nada hubiese sucedido! Hemos mutado. Nuestras emociones fueron puestas a prueba y los resultados están por verse.

Cuando se sobrevive quedan huellas profundas de la experiencia transitada, y como estábamos encerrados debemos readaptarnos, reaprender a vivir juntos. Son estos los tiempos de volver a pensarnos en colectivo, con nuestras diferencias a cuestas, pero juntos.

Hay algo inevitable y bello en la existencia, es la certeza que todos tenemos de que un día la muerte saltará sobre nosotros o nosotros saltaremos a ella. Por eso cada minuto, cada día, cada mes o año que tengamos a favor debemos apreciarlos y dotarlos de las maravillas de la existencia. 

Debemos vivir asombrados de la vida. Es lo que nos debe enseñar, o recordar, esta tristeza.

In memoriam de Claudia Sánchez

Ibagué septiembre 16-2022

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