mayo 14, 2013

MAESTRO EL BURRO



Por: Carlos Arturo Gamboa B.

Cada año cuando el calendario anuncia un día para celebrar el oficio de maestro, uno termina por sentir nostalgia ante una profesión tan deteriorada; muy distante de la valoración que la misma tendría en un proyecto serio de nación. Es común la anécdota sobre los japoneses, quienes después de que los norteamericanos rociaran su país con el horror, emprendieron su recuperación con ahínco y su principal fortaleza fue la educación. Por acá llevamos años tratando de enarbolar banderas que dignifiquen la labor docente, pero cada día la precariedad se sirve en nuestros platos.

He visto los egresados de las Licenciaturas trabajando hasta por 250 mil pesos, en colegios que hicieron del acto educativo un pequeño negocio de micro-empresa familiar.  Y esto sucede sin que medie ninguna forma de control por parte de los entes educativos estatales. En el Tolima y en Ibagué, por ejemplo, nadie da cuenta de los mecanismos de regulación frente a estas y otras múltiples atrocidades educativas.

Hasta en las universidades el deterioro y el poco valor del oficio docente son paisajes cotidianos. Docentes contratados por horas, que van de universidad en universidad, de pasillo en pasillo, marcan el territorio de lo que hoy llamamos educación superior. En el caso de la Universidad del Tolima, por ejemplo, más del 80% de las asignaturas las orientan docentes pagados por horas, sin el tiempo necesario para la preparación de clases, sin un espacio real para habitar y construir el mundo universitario, sin las garantías incluidas en la expresión “profesor universitario”.

En estos días el boom está centrado en el Concurso Docente 2013, para ingresar a trabajar con el Estado; y mirando de reojo la convocatoria encontramos que el Tolima es uno de los departamentos con mayor número de plazas vacantes (1015), pero curiosamente Ibagué una de las ciudades con menos plazas (54). Conozco muchas más vacantes en los colegios de la ciudad, pero no se me hace extraño que, como ya es parte de nuestra precaria y corrupta administración pública, se vayan a usar estas plazas para traslados politiqueros muy propios de un año pre-electoral. (Ojalá lográramos que el secretario de educación del Tolima, Pedro Leal, nos diera respuestas al respecto de la ausencia de control de las garantías laborales en los colegios, sobre todo en los privados, y sobre las pocas plazas vacantes de la ciudad de Ibagué).

Igual, pasará otro día del maestro, se le darán palmaditas en la espalda a los docentes, se olvidará lo fundamental que son para la sociedad aquellos profesores que de verdad se la juegan en la pedagogía como un acto de valor, porque con tantas afujías, el mundo educativo terminará siendo un buen refugio para trúhanes y simuladores, y habría que preguntarnos: ¿educar para qué?, con lo cual no nos quedaría otro camino que exclamar, como aquel dicho popular: “maestro el burro”.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Carlos, soy una seguidora muy fiel a lo que escribes, ojala todo cambiara y mejorara

Martha Cecilia Bejarano Herrera

Anónimo dijo...

HAY QUE DARLE UNA NUEVA VISIÓN AL OFICIO DE SER MAESTRO, ÉSTE DEBE DESPERTAR Y DARSE CUENTA QUE ES UN MAESTRO DE LA VIDA NO DE ENSEÑAR MATERIAS, ASÍ PIENSO QUE VOLVERÍA A TENER SENTIDO ESTA HERMOSA PROFESIÓN.

SANDRA PARRA