mayo 17, 2013

SE PUEDE RENUNCIAR AL HONOR, PERO NO A LA LUCHA



Por: Carlos Arturo Gamboa B.

Bajo el imperio de las brumosas normas que garantizan una institucionalidad de papel, los sujetos universitarios que nos negamos a la ciega obediencia, y que por el contrario atendemos  la misión de la Universidad de Pública como escenario de pensamiento, construcción y transformación social, pareciéramos atrapados; pero tocará recordar entonces el grito de Pitágoras de Samos: “¡Oh legislador! No me des leyes para los pueblos, sino pueblos para las leyes”. Es este el territorio de nuestra lucha y es lo que soporta la necesidad de quebrarle un ala a la hegemonía normativa de la Universidad del Tolima, cuya principal fortuna es la constante exclusión, y que con ello garantiza que siga funcionando el reino de lo inteligible, porque “en tiempos de corrupción es cuando más leyes se dan” decía Condillac, y por aquí abundan, incluso “unas” que contradicen “otras” y que son usadas de acuerdo a los caprichos de sus intérpretes. Razón de la cual se infiere. Gran reto tienen nuestros estudiantes y profesores de Derecho, formarse y formar para hacer de las leyes un sinónimo de justicia.

Por esos motivos, y porque mis ideales de democracia universitaria no caben, no pueden someterse al número de una resolución (en este caso la 0057 de 2013, por la cual se convoca a la elección de decano de Facultad de Ciencias Humanas y Artes), quiero decirle a los estudiantes, profesores, egresados y amigos que han propuesto mi nombre como candidato, que me es imposible aceptar unas reglas que se fundamentan en la exclusión y potencian la universidad que queremos transformar, prefiero darle oxígeno a esa palabra tan vilipendiada por los adoradores de la comodidad: Autonomía. Mis argumentos son esos, no el asfixiante perfil el cual cumplo, porque como sujeto universitario me he preocupado no sólo por enarbolar discursos, sino por ratificarlos con mis actuaciones académicas. Lo concreto es que de no ser por esa norma excluyente muchos docentes adscritos a la Facultad, y que seguro podrían darle un giro a la misma, hoy se podrían inscribir y la comunidad ganaría en debate, derrotando esas prácticas mediante las cuales los candidatos a decanos a punto de chivas, guaro, afiches y tamales mancillan la política. Basta mirar atrás y ver cómo se hicieron elegir algunos decanos que hoy dormitan en las Facultades de la Universidad del Tolima y que parecen haber birlado las disposiciones éticas y académicas propias de un ethos universitario.

Más aún, los aliento entonces a que desde nuestras prácticas y discursos fortalezcamos esa idea de democracia real que nos une, esa incansable lucha por la defensa de lo público, ese ahínco ante un oscuro panorama que a veces nubla la vista y agota las energías. No desfallezcamos, sólo basta recordar los ideales que desde nuestra palabra y cotidianidad nos invita a transformar el mundo, para que las energías impregnen nuestros cuerpos de la vitalidad necesaria para hacer posible esa Universidad que queremos. Tenemos unos mandatos asamblearios que defender, (por eso había aceptado la candidatura a decano encargado por parte de la asamblea), debemos propiciar su cumplimiento y ese es el reto inmediato a que nos debemos convocar, porque como dijo Eva Perón, “se puede renunciar a los honores, pero no a la lucha” y la lucha nos convoca hoy a ser consecuentes. Yo lo asumo.

Ibagué, mayo 16 de 2013.

No hay comentarios.: