mayo 27, 2020

La Universidad del Tolima al servicio de los más necesitados


Por: Carlos Arturo Gamboa B.
Docente Universidad del Tolima

Es muy reconfortante escuchar que la Universidad del Tolima no es noticia porque sus dineros se usaron para hacer una enorme fiesta para los egresados, en donde hasta orquesta de vallenato hubo. O porque, con su erario, se compraron miles de helados para un desfile. O porque su déficit creció, de la noche a la mañana, hasta presentar un hueco de cerca de 24 mil millones y cesaron los pagos a docentes y trabajadores. Esos eran los aciagos años de 2014, 2015 y 2016. Y siempre toca recordarlo, porque al parecer algunos que padecieron esos tiempos, hoy ya lo han olvidado.
Ahora, en medio de la incertidumbre de un virus que ha desbarajustado el mundo, las noticias que produce la UT son de otro talante. Iniciando en el año 2020 se informó que el déficit era cosa del pasado, habíamos logrado superarlo. Se consiguió en sólo 3 años, con esfuerzos de la comunidad y un buen plan de manejo de sus finanzas. Lo anterior es prueba de que las entidades públicas pueden ser bien orientadas financieramente, en medio de sus carencias.
En enero de este año los planes eran otros, como lo eran los de la humanidad entera. Con la aparición de Covid-19 en escena, las universidades públicas del país debieron emprender nuevas rutas de acción. El lema central de la Universidad del Tolima fue mantener viva la universidad, garantizando el derecho de la educación. Y a fe que lo ha logrado.
Empezó avalando la contratación a sus catedráticos, acto que significó un esfuerzo financiero pero que permitió salvaguardar de cerca de 1500 familias en todo el país. Hay que recordar que hacemos presencia en 8 departamentos a través del Instituto de Educación a Distancia. Pero, además, destinó el pago de 10 horas adicionales por curso, para que se dispusieran los esfuerzos académicos para adoptar y adaptar el uso de mediaciones. Todos sabemos, con certeza, lo que implica usar las herramientas digitales en las acciones pedagógicas, siempre demanda más tiempo de dedicación.
Luego gestionó un programa especial de Bienestar Universitario, el cual radicó y fue aprobado en el Consejo Superior, con el que se garantizó un monto cercano a los 1.000 millones de pesos para becas por calamidad, aprovisionamiento de tabletas para los estudiantes y planes de conectividad. Miles de estudiantes se beneficiaron con estas ayudas y ahora se gestiona una nueva fase de beneficios en esos aspectos.
Pero a medida que el confinamiento avanza, la economía se deteriora, las familias de escasos, recursos que es la mayor población que envía sus hijos a nuestras aulas, ven disminuidos sus ingresos. Los estudiantes que trabajan para pagar sus estudios, muchos de ellos en la modalidad a distancia, se encuentran desempleados. El empleo informal cae abruptamente, fuente de ingresos de muchos de quienes aspiran a iniciar una carrera universitaria. Entonces las Directivas de la UT empiezan a pensar en las posibilidades reales de un semestre académico B de 2020.
Las altas tasas de deserción académica, del sistema universitario colombiano, amenazan con duplicarse, creando un colapso mayor. Por eso, desde el mismo Ministerio de Educación Nacional las alarmas están encendidas y se han dispuesto recursos cercanos a los 97 mil millones para ayudas a estratos 1 y 2. Parece una gran suma, pero al observar las condiciones de los estudiantes del país, esta cifra resulta insuficiente, más aún con los modelos desiguales de distribución entre universidades nacionales y regionales. En la Universidad del Tolima el 81 % de ellos pertenecen a estos estratos, es decir, cerca de 13.900 estudiantes en las dos modalidades.
 Y si mantener la continuidad de los estudiantes ya es un enorme reto, lo es más aún pensar en nuevos estudiantes. Muchos aplazarán sus deseos y sueños de una carrera universitaria, ahora la prioridad es la salud, la sobrevivencia y el retorno al mundo productivo para subsanar la ausencia de ingresos que ya completa casi 70 días.
Por tal motivo, el plan de ayudas financieras que diseñó las Directivas de la Universidad del Tolima, en cabeza del profesor y rector Omar Mejía, demuestra una vez más que cuando una institución de verdad se asume pública piensa en lo público, es decir, piensa en el beneficio de los más necesitados. La Universidad del Tolima durante sus tres últimos años se dedicó a sanear sus finanzas y hoy puede poner este logro al servicio de sus estudiantes actuales y los futuros. Nada más plausible.
Fue así como, el día 25 de mayo, en horas de la noche, el Consejo Superior, por unanimidad, aprobó el plan de ayudas financieras, que incluye el no cobro de valor de inscripción para estudiantes nuevos de pregrado y posgrado para el semestre B de 2020. Así mismo, el descuento de un 20 % para matrículas en estudiantes de pregrado, que sumado al 10 % de votación hará que el costo para el semestre B se reduzca en un 30 %.
Es de recordar que, los estudiantes de posgrados quienes son egresados de la Universidad del Tolima, siempre han tenido un apoyo significativo para la continuidad de sus estudios. Y con las nuevas ayudas tendrán un descuento acumulado del 40 % en pago de matrículas para el semestre B de 2020. Para aquellos estudiantes que son egresados de universidades distintas a la nuestra, se aprobó una ayuda acumulada del 30 %.
En definitiva, estamos ante un gran plan de apoyo económico para estudiantes antiguos y nuevos. Quizás el mejor plan de ayudas diseñado por alguna Universidad de corte regional en el país. Todo esto, sumado a los programas y políticas de bienestar, apoyo y soporte académico, hace que el sentido de lo público resalte, justo en este momento cuando el mundo entiende que el modelo económico imperante ha sacrificado lo esencial para los humanos.
¡Qué buen ejemplo de lo público está dando la Universidad del Tolima!, como para levantarse y aplaudir.

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