Cuenta
una de las narraciones ficcionales de La
Biblia, que Sansón se enamoró de Dalila, una mujer del pueblo filisteo,
enemigos de los judíos; y ella, gracias a sus encantos seductores, fue delegada
para descubrir el secreto de su fuerza y así “atarlo y atormentarlo”. Al principio Sansón pretendió jugar a construir
pequeñas mentiras y así conservar a su amada y su fuerza, ignorando las
verdaderas intenciones de Dalila. Hasta que un día su amada pronunció la
sentencia: “¿Cómo, pues, dices: “Yo te
amo,” siendo que tu corazón no está conmigo?”, y sin poder ocultar más su
mentira, decidió revelar el secreto y de esa manera terminó maniatado y la
merced de sus enemigos.
En el mundo
de la política miles de Dalilas acechan a los incautos Sansones, quienes
aletargados por los encantos del poder, la figuración burocrática o la prebenda
económica, terminan entregando la fuerza de sus ideales y al final ya no se
pueden desatar del nudo de la corrupción, traicionado todo aquello que un día
pregonaron. La vieja clase política, que nunca entendió el verdadero
significado de la palabra “política”, sabe muy bien de las debilidades de los seudo-líderes,
por eso despliegan sus Dalilas por cada rincón de las resistencias sociales, saben
ubicar con certeza a los Sansones de las causas justas y bajo los embrujos del
capital y las falsas democracias los cooptan, hasta hacer diluir los ideales en
los entramados de la burocracia.
Por eso
es que solemos ver los viejos Sansones de izquierda, deambulando por los
pasillos de sus enemigos, ciegos, encorvados, soportando la risotada de los
dueños del poder, recogiendo las migajas de sus amos y señalados por el dedo
acusador de las ideas que algún día traicionaron. La diferencia es que a Sansón
le fue permitido morir con dignidad, pero a esos “saltimbanquis de la
política”, sólo les queda asumir que siempre fueron pequeños filisteos.
4 comentarios:
esta historia es muy cierta para este pais en el que vivimos que muchas veces nos dejamos desvalorizar teniendo argumentos y profesionalismo, nos dejamos convencer y hasta comprar nuestra conciencia democratica en algunos casos por dineros y otras veces con tres palabras maravillosas que nos inventan y terminamos aburridos y con el rabo metido dentro de los pies y sin poder hablar ni opinar nada,porque estamos atados por esas dalilas que nosotros mismos le dimos el poder
exelente lectura porque nos hace reflexionar para aprender cada dia mas lo que vive nuestra sociedad
Muy buen articulo.
Iván Corredor
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