febrero 29, 2012

TRES AUSENCIAS

Por. Carlos Arturo Gamboa
I
¿En dónde están los docentes? Esos profesores de libros gordos y pipas humeantes. Esas profesoras ocultas en sus gafas, sentadas tras sus escritorios que evocaban versos cada vez que abrían la boca. Esos robustos maestros del combate de la ideología que provocaban el debate constante para cimbronear el aula. ¿En dónde están los docentes?
¿Se fueron a estudiar al extranjero? ¿Andan ocupados escaneando sus diplomas? ¿Luchan incasablemente para que una revista parodie sus angustias? ¿Olvidaron que ser docente es ser docens?
El docente está vía de extinción. Su ausencia es dolorosa.

II
Suena la balada del intelectual. Sus notas agudas rompen el silencio de la madrugada. Abre sus ojos, enciende su lámpara traída de un viaje por esas extrañas culturas orientales. Se levanta y camina hasta su paquete de Malboro. Enciende su Hewlett-Packard. Va de laberinto en laberinto, se fuga por unos instantes en los recovecos de la red. Luego se dispone a trabajar, el aire fresco del amanecer alienta las ideas.
Suena la balada del intelectual. Sus libros se vendieron a buen precio. Sus conferencias tienen marca registrada. El intelectual inc. está en furor, viajará por el mundo con su nuevo evangelio.
Suena la balada del intelectual. Réquiem por su despojos. Las cuentas bancarias a su nombre confirman su deceso.

III
El vacío incendió las palabras y degastó su esencia. Fueron despojadas de su investidura y ahora deambulan sudorosas entre pitos y bramidos. Sobre el asfalto ya no se reflejan sus rostros. Los bárbaros asediaron los aposentos y lanzaron las palabras al vacío, suplantaron los significados por imágenes concretas, letales formas de la vaguedad.
De noche es fácil ver a las palabras deambulando por los bares. Despojadas de su encanto, arrojadas al silencio de las copas. Sus argumentaciones ahora sólo son sinfonías clandestinas. En el reino de lo efímero las palabras han sido erradicadas y han erigido un monumento a la ofensa en donde ellas un  día levantaron su voz.
Estamos en el tiempo de la mudez. El tirano sólo requiere de ademanes para dominar sus títeres. Han saqueado los libros y las imprentas reproducen páginas en blanco.
La ausencia de la grafía ha potenciado los autómatas.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola, Carlos, me parecería interesante hacer un mural con el poema en la U. Ligia

luz stella barreto dijo...

TRES AUSENCIAS

Esa pregunta se la están haciendo –a mi parecer- desde varias universidades de la Latinoamérica. Colombia, por lo tanto, está viviendo una de las peores crisis universitarias cuando la propuesta de la reforma, deformó las esperanzas de muchos colombianos con su estudio. Entonces se hacen Tres ausencias: una que son las directivas que con su discurso acomodaticio se esconden tras un poder trasparente, la segunda los docentes, que basándose en notas y dedicados exclusivamente a la academia –la academia también es lucha por mejorar localidad- se bifurcan en varios discursos de doble moral, y por último los estudiantes. Que a muchos no nos importa cual es la situación del docente o en el peor de los casos catedrático. Con bastante intensidad se ven universitarios con mirar hacía un porvenir de seguir lo pasos ficticios como un modelo de vida que debemos seguir, pero lo más grave es su infructuoso pensamiento donde pretenden crear un nuevo orden.
El texto del profesor Gamboa trabaja dos clases de profesores: los acomodaticios tras el escritorio, ese intelectual que una sociedad “requiere” y lo que han sido silenciado porque lel asfalto ya no se refleja su rostro. Mientras nos quedamos quietos, lo libros salen, no leemos, lecturas para demostrar que la lucha está latente, pero también texto para demostrar que el capitalismo sigue vivo, y que, al parecer ellos, no podemos hacer nada. Dónde están los que supuestamente son docentes, o simplemente guías ahora son.

LUIS FERNANDO ABELLO
NOVENO SEMESTRE

Anónimo dijo...

ese "Docens" que no enseña, sino que apernde dialécticamente de la relación con el estudiante parece haber perdido el rumbo, porque se distrajo con los encantos de las indexaciones y ahora busca créditos en vez de libertades. Es un no-docens, un laborista de la educación, un simulador de saberes y sí un seguidor ciego de las imposturas de los estándares y los lineamientos que le promueven una educación más que bancaria, sumida en la competencia, en la envidia y el egoísmo.

Omar González.

Anónimo dijo...

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