junio 08, 2011

EL TIEMPO LÍQUIDO DE LAS MARIPOSAS


Por: Carlos Arturo Gamboa
Dice Alirio Quimbayo en uno de sus poemas:

Me refugio en las palabras;
Caverna donde el silencio es fuego.

Y con estas metáfora evidencia el oficio de escritor que viene desarrollando desde ese anhelando silencio de escritor que pocos son (mos) capaces de guardar. Su poesía de forma compacta parece estar pulida con el tiempo y sin la prisa por publicar, como contradiciendo una época en donde se confunde el escritor con el publicador.  A veces su voz suena comprometida con el mundo depredado, como cuando dice:

Milenarias piedras derretidas
estiran sus manos hacia el cielo,
huyen de la fiebre de mineros.

A veces, el tono de sus versos nos hace pensar en la búsqueda de un lugar perdido, el retorno a la placenta de nuestro destino, por eso escribe:

Una soga nos trae al mundo
atados para siempre a nuestro destino.

Y así, pausadamente, Alirio nos va conduciendo en el centro de sus imágenes, para dejarnos a la deriva de un poema poblado de insectos, de luz y de preguntas.

Su poemario El tiempo líquido de las mariposas, le valió el Premio  Nacional de Poesía Porfirio Barba Jacob,  Quinta Versión, 2011, Envigado (Antioquia), y con ello reafirma que detrás de su obra se erige un trabajo delicado, como de otras épocas.

Aquí queda pues, algunos poemas de este trabajo:

NACIMIENTO
 No alargues la mano
contra tu gusano prójimo;
déjalo tejer su sueño
en las hojas del roble.
Quizás tú habites su capullo
y él esté velando tu nacimiento,
tu confundida especie de la nada,
tu premura por ser luz y alas.

UNA SOGA NOS TRAE AL MUNDO

Una soga nos trae al mundo
atados para siempre a nuestro destino.
Llegamos como lluvia
a desempacar maletas de llanto;
descendemos de la oscuridad
a la inmensidad de otra noche
y a veces nos perdemos en la claridad del día.
Somos ancla de una nave extraña,
quizás piedra vencida en el camino
o recuerdo anudado al cuello
de otro desterrado en el patíbulo.
Una soga nos trae al mundo.

EL DIMINUTO BANQUETE DE LA ARAÑA

“porque tan sólo el diminuto banquete de la araña
basta para romper el equilibrio de todo el cielo”.
                                          Federico García Lorca


Agazapado en el cráter de un volcán
el instinto es lava. Desfile de mujeres
con los brazos abiertos en cruz
hacen visibles a los ausentes;
parpadeo de águilas, ojos de fuego y azufre 
donde fluyen ríos de metales líquidos,
raíces de pueblos flotando a la deriva 
entre la honradez de un lunes
y la señal de ceniza en la frente.
Milenarias piedras derretidas
estiran sus manos hacia el cielo,
huyen de la fiebre de mineros.
En noviembre cavan fosas en las horas
hasta hallar sus propios cuerpos abandonados;
desentierran destellos de diamantes de sangre.

ME REFUGIO EN LAS PALABRAS

Me refugio en las palabras,
con sus ramas hago mi nido;
flotan mis ideas entre sus significados
ocultas a los ojos de las hordas
de segadores; vienen con su hoz
a redimir el tiempo de las voces milenarias.
Me refugio en las palabras;
caverna donde el silencio es fuego,
la noche, un sendero de fantasmas
tanteando puertas y ventanas
hasta hallar el verbo exacto
en las nervaduras de las hojas.

CUANDO LOS ÁNGELES POLILLAS FUNDARON EL MUNDO.

Más de un insecto no cree en el fin del mundo;
ellos lo fundaron. Zumbaron sin cesar
hasta que le dieron origen.
Los insectos fueron larvas de planeta;
luego, crisálidas envueltas en incertidumbres
finalmente, explosión de mariposas,
espiral de ángeles polillas.
Han revoloteado sin hallar los límites
de la esfera. Han trasegado la podredumbre
de los mamotretos inútiles que otros escribas
han discernido con sus argumentos vegetales;
han sobrevivido a la lluvia ácida,
al horno ardiente de Hiroshima
y reposan en los cementerios
de autos en su ley insecta.

LA CIUDAD DE LAS HORMIGAS

Poco a poco la noche se hormiguea;
trepa las piernas de Cándida, 
deshoja la ciudad, devora sus rincones;
asalta sus ramas 
y le arrebata los frutos al día.
Caen en sus calles las promesas
podridas que nadie habrá de saborear.
La ciudad se estremece toda
al sentir los cuchillos
clavados en sus entrañas.
Alarga su mano en los andenes,
limpia sus ojos en los semáforos
y hunde sus raíces como dedos
en el fango de estridencias y fugas.
La noche es una hormiga,
pasa con trozos de ciudad
en sus maletas. 

APUNTES PARA UN TRATADO DEL OCIO.

Si todos resucitaran al tiempo
enloquecerían los sepultureros;
se fatigarían en vano abriendo fosas
donde la muerte se obstina
en no dejarse enterrar.
Se desplomaría el culto de los muertos,
las funerarias cerrarían las puertas
del infierno, los hospitales serían hostales
donde el ocio sería tratado como epidemia,
la desnutrición como pérdida de tiempo
y la locura como falta de imaginación.
 

1 comentario:

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