Por: Carlos Arturo Gamboa
Si las economías modernas se basaran en la fluctuación del capital real, el salario mínimo de un trabajador se reajustaría con mayor proporción, pero como se basa en el capital especulativo, entre menos dinero real fluctúe, mayor rentabilidad de las bolsas y por ende, mayor riqueza que acumula riqueza. La ganancia es el demonio del siglo y la acumulación en pocas manos, su parturienta.
Con el aumento del 3.4% del salario mínimo de un trabajador colombiano no se alcanzan los umbrales de una vida digna. 532.500 pesos mensuales no son suficientes para sufragar los gastos de una familia. Es así de simple, para nosotros, no para los gestores de la economía que anuncian que con esta medida se: “Favorece la creación de 2,4 millones de empleos y la formalización de 500.000 puestos de trabajo, acorde con las metas establecidas por el gobierno.”[1] Esta sentencia sólo puede producir una carcajada burguesa y un llanto proletario. Llanto de los cuatro millones de trabajadores que según fuentes oficiales devengan este monto.[2] Ahora matemática simple: si cada empleado sustenta en promedio 4 personas, 16 millones de colombianos sobrevivirán otro año a despensa del enriquecimiento de las multinacionales, la banca y las empresas cuyo capital crece y rinde que da gusto.
¿Por qué entonces el gobierno de Santos habla de unidad nacional? Entiendo por unidad la capacidad de gestionar el bien de todos, la dignidad de un pueblo, la justicia social. La única dignidad posible, y a la que muchos ilusos y contorsionistas políticos le han apostado, es a la unidad de los que tienen más. A la acumulación, a la avaricia del capital, que un día tendrá que darse cuenta que su política sólo ha engendrado miseria, y la miseria sólo produce descontento.
Si cada día se reciben ahora 583 pesos de aumento, las cuentas no cuadran. El transporte público aumentó 100 pesos en Ibagué, es decir que un trabajador gastará 400 pesos diario más en transporte. Le quedan 183 pesos para sufragar el aumento de los demás gastos. Ahora entiendo mejor porque en este país tuvo tanto éxito el realismo mágico.
Y eso que hablamos de los que tienen empleo y ganan el mínimo, imaginen ustedes los otros 18 millones que habitan los umbrales de la miseria. Mientras tanto los banqueros, entre whiskys importados y corbatas inglesas, se desbaratarán los sesos tratando de aumentar sus ganancias. Quizás por eso Arthur Golden dijo: “Nunca podremos huir de la miseria que está dentro de nosotros”. Menos mal Bavaria decidió no aumentar los precios, porque sólo ebrios podremos entender tanta insolencia.
3 comentarios:
Con Galeano, repetimos:
-Ojalá seamos dignos de la desesperada esperanza.
-Ojalá podamos tener el coraje de estar solos y la valentía de
arriesgarnos a estar juntos, porque de nada sirve un diente fuera de la boca, ni un dedo fuera de la mano.
-Ojalá podamos ser desobedientes, cada vez que recibimos órdenes que humillan nuestra conciencia o violan nuestro sentido común.
-Ojalá podamos ser tan porfiados para seguir creyendo, contra toda evidencia, que la condición humana vale la pena, porque hemos sido mal hechos, pero no estamos terminados.
-Ojalá podamos ser capaces de seguir caminando los caminos del viento, a pesar de las caídas y las traiciones y las derrotas, porque la historia continúa, más allá de nosotros, y cuando ella dice adiós, está diciendo: hasta luego.
-Ojalá podamos mantener viva la certeza de que es posible ser
compatriota y contemporáneo de todo aquel que viva animado por la voluntad de justicia y la voluntad de belleza, nazca donde nazca y viva cuando viva, porque no tienen fronteras los mapas del alma ni del tiempo.
Ojalá.
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