junio 17, 2018

A LA VUELTA DE LA ESQUINA VIENE EL CAMBIO


Por: Carlos Arturo Gamboa B.

Pueda que hasta den ganas de estar triste, pero un instante nada más. Cambiar sociedades es un trabajo lento y en Colombia llevamos muchas décadas sumidos en unos patrones que son difíciles de alterar, de transformar.
Con una votación tan alta, sin las tramoyas de siempre, sin los acuerdos debajo de la mesa que suman votos amarrados, sin las mafias electorales y sin esos lamentables medios de comunicación que tienen atados sus porta comidas a las burocracias politiqueras, ocho millones de votos son una gran victoria.
Estamos ante el retorno de la política, otra enorme ganancia. Miles de jóvenes se volvieron a conectar con los problemas de la cuadra, del barrio, da la ciudad, del país y del mundo. Mala noticia para quienes siguen decretando la muerte de las ideologías y se quieren difuminar en la delgada línea de la neutralidad, que al final dejó al descubierto un cuerpo desnudo, despojado y con frío.
Esta Colombia de ocho millones de nuevas voces es el resultado de varios fenómenos sociales, políticos y económicos. Las vendas con que tapaban los ojos de las mayorías empiezan a caer. El proceso de paz despejó un camino, su incalculable valor aún no ha sido sopesado. El cansancio ante tanta injustica, ante la persecución de las ideas progresistas, ante la inequidad latente en el sistema de salud y el sistema educativo, rompen un velo y las imágenes dan nuevos mensajes.
Una lucha social se viene gestando en cada rincón de este país, la lucha por la transformación. Aún hay mucho miedo y por eso siguen funcionando las mentiras de los dueños del poder, pero ellos saben que les queda poco aliento. Hay una batalla entre los viejos de ideas viejas y los jóvenes de ideas nuevas, aunque también hay jóvenes envejecidos y viejos que nunca dejarán de ser jóvenes soñadores. Entre esos ocho millones abunda la esperanza y se vislumbra el futuro.
No se trata de un nombre, los seres somos circunstanciales ante los hechos; se trata de un acontecimiento, de un despertar que moviliza los caminos y modifica las pisadas. Son los heridos ríos los que llaman, la tierra que gime, los desposeídos, los desamparados en los hospitales, los campesinos abandonados, los desplazados, los huérfanos de tierra, el oficinista asalariado que paga con su vida un salario en cómodas cuotas de miseria.
No podrán detener su marcha hacia la justicia, así en sus senderos se atraviesen los señores del miedo y de la guerra, los que se repartieron la tierra que abonaron con sangre, los que llenaron las cordilleras de dragas, los que alimentaron las fauces de la droga para hacernos enemigos entre nosotros mismos. A pesar de todo ello, nadie detendrá el cambio.
Pueda que hoy 17 de junio de 2018 den ganas de estar tristes, pero solo por un instante. A la vuelta de la esquina viene el cambio y ese cambio solo es posible con ustedes. No olviden que es irreversible y debe encontrarnos preparados, por eso solo queda continuar empuñando esa bandera, hasta que la zozobra de esta noche se torne en cálida sonrisa.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias poeta:

No dejo de sentirme triste;
ayer, decidí abandonar la urbe para inundar de naturaleza mis sentidos apabullados, esperanzados.
Ayer abandoné la ciudad y en los ojos claros de ella, me refugié un segundo de sueño, una hora su candidez, una tarde entre sus cabellos.
Pero leo sus líneas y mi pesar cambia lentamente mi perspectiva, no con la velocidad que usted y yo quisiéramos, pero un cambio comienza, al fin y al cabo.
Espero no morir, antes que mi pueblo haga un cambio, evolucione.
Espero que tengas mucha, mucha razón
para que veamos el horizonte que desde jóvenes usted y yo soñamos.
espero, sueño...

Luis Arturo Páramo

Anónimo dijo...

Carlos Gamboa, gracias por ese mensaje tan claro y esperanzador para los colombianos de base, para los jóvenes y los académicos, sigamos adelante.

Eutimio Saavedra