junio 25, 2015

GOOD BYE SEMESTRE



Por: Carlos Arturo Gamboa B.
Otro semestre que se desliza por los túneles del tiempo, otro balance por realizar en un mundo universitario que parece atrapado en una noria que se repite hasta el hastío. Vivir en la Universidad del Tolima, como lo hacemos muchos, es vivir entre la esperanza y la cruda realidad. Esperanza por ver que nuestros esfuerzos rompan el dique de la paquidermia que impide la trasformación a un mayor ritmo, y pesimismo porque a veces se tiene la impresión que involucionamos. Este es un balance de alguien que habita, padece y disfruta este mundo.
1
Hay una tarea urgente por realizar entre todos, es la de recomponer el campus como un lugar de todos y para todos, y vivificar el ethos para volver a sentir que forma parte de una universidad pública y por ende, asumirnos como tal. Este semestre las fracturas entre los distintos estamentos, sujetos, grupos y actores de la Universidad del Tolima se ahondaron. Parece que viviéramos en tiempos de total discordia y antítesis, como si estuviésemos atrapados en la letra del famoso tango Cambalache, sobre todo en esta genial estrofa:
Si uno vive en la impostura
y otro roba en su ambición
da lo mismo que sea cura
colchonero rey de bastos
caradura o polizón.
Hemos dedicado demasiado tiempo y esfuerzos en hacer los mandados del MEN, de CONACES, del CNA, además sin frutos evidentes; tiempos y esfuerzos que le hemos restado a la posibilidad de mirarnos a la cara y delinear un derrotero con algunos acuerdos mínimos. Sufrimos del síndrome de la fachada bien pintada y el patio lleno de escombros. Es urgente repensarnos un proyecto para lo común, una especie de pacto universitario que permita la existencia de la diferencia y el retorno a la idea de universidad. Parece sencillo, pero es una agotadora tarea que nos puede garantizar la Universidad en un escenario de futuro.
2.
Riñas, angustias, tropeles, carencias, enojos, desilusiones, enemistades: estas son palabras que inundaron el diario vivir en la UT; no es de ahora, es un problema que se anidó en la comunidad desde que Ramón Rivera, ese rector que se encaprichó con el poder, decidió tercamente sentarse demasiado tiempo en el trono de mando, sin importar que para ello la comunidad se dividiera al extremo del paroxismo diletante. Acuerdos, risas, debates, urgencias, ilusiones y posibilidades son las palabras necesarias para un nuevo vocabulario en la universidad, sin que ello menoscabe el libre derecho a la crítica, al hacer y pensar diferente, a la primacía del argumento sobre las demás formas de discusión.
3.
La academia, ese concepto tan brumoso que concebimos de distintas maneras pero que todos construimos o destruimos, debe ser el centro que posibilite el encuentro. Entender que, como universidad pública, poseemos una alta responsabilidad para el proyecto de región y de país, es esencial a la hora de encontrarnos. Debemos abandonar nuestra cómoda baldosa del proyecto personal, pera pensarnos como sujetos vivos y activos del devenir. Más allá de los intereses particulares, como universitarios debemos garantizarle a otros esa posibilidad que tenemos y que ojalá esos Otros, posean con mejores condiciones: Si el egoísmo imperante en el mundo capitalista nos quiere arrebatar lo público, es la solidaridad el lugar desde donde se construyen otras posibilidades.  
4.
Clases, evaluaciones, números, tareas, más clases…rutina de días y silencio que adormecen el espíritu y matan la creatividad. Si a las clases fuera del aula, si a las valoraciones colectivas sobre lo humano, si a los números no como indicadores, sino como instrumentos de la idea, si a las tareas sociales de la universidad…
5.
El arte y la cultura, en sus variadas expresiones, se convierten en centro de catarsis para las comunidades. Más música, más publicaciones alternativas, más centros de estudio y debate, más cine, más danza, más teatro, más voces alterando el silencio de los días, más poesía, más narraciones, más cuerpos alterados por la sensibilidad de un tiempo de almas petrificadas, más expresiones coloridas en telas, en cuadros, en paredes… porque la cultura es, como dijera, André Malraux, “lo que en la muerte, continúa siendo la vida”.
Posdata:
Dirán algunos que mi visón es idealista, y tienen razón, necesito los ideales para poder caminar hacia un mundo mejor, al menos hacia este pequeño mundo que habito a diario y que se llama Universidad del Tolima.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Agradezco, recibir sus reflexiones,
su puntualidad, que incluye, en clara
sintonia con las necesidades de recuperar
el espacio de lo público: la discusión, el
debate, y la responsabi-
lidad de un mejor mundo que pasa por
el aula, su libertad creadora, su devenir.

Patricia S

Anónimo dijo...

pasado semestre

la visión idealista :
ideas en acción.
Romanticismo extremo:
otra UT es posible !
Solidaria Autónoma
Inteligente Alegre
Poesía y Ciencia
Al servicio de la Vida
de la Humanidad

jvd