marzo 03, 2014

DERROTERO SOBRE UNIVERSIDAD Y DROGAS: ARMÉMOSLO ENTRE TODOS



FOTOGAFÍA DE MURAL ELABORADO POR LAURA TÉ, EN LA UT


Por: Carlos Arturo Gamboa B.
Vicepresidente ASPU Tolima
 Publicado en: Boletín ASPU Presente. No 2. Febrero-Marzo 2014.

La relación entre universidad y drogas siempre ha generado polémicas que van de extremo a extremo; mientras algunos piden “mano dura” y otros se hacen los ciegos, el problema va in crecendo. De algo estoy convencido, no se erradica el consumo de bareta a punta de Prieto Beretta y no se construyen soluciones dejando que todo transcurra a la deriva. Las drogas y el siglo XXI alcanzarán una dimensión distinta a la del siglo XX, el cual estuvo dominado por la demonización de las “drogas ilegales” y sus consumidores, mientras nos hacían adictos a miles de “drogas lícitas”. La legalización de la marihuana en algunos condados de EE.UU y en Uruguay marca la pauta de esta nueva visión.
En ese sentido, la universidad como espacio de formación humana no puede seguir anclada a extremos cuando de drogas se trata. Para nadie es secreto que el consumo de un psicoactivo como la marihuana es esencialmente un problema cultural debido a las actitudes seudo-moralizantes y conservadoras, porque más daño al organismo le provoca el cigarrillo o el alcohol, y son mucho más aceptados socialmente. Siendo pragmáticos sin ese característico olor, la marihuana sería un cigarrillo más. Aun así, existen otras drogas un poco más problemáticas que pueden poner en alto riesgo a los consumidores, más allá de las retaliaciones de quienes aún creen que la maldad es aquello que no les gusta, olvidando que las drogas han estado ligadas a la misma evolución del cerebro humano. Creo que el consumo de psicoactivos dentro de una colectividad universitaria debe ser tema de toda la comunidad, abandonando la satanización neo-conservadora y policiva y sin ir al otro extremo creyendo que el campus en su totalidad debe ser una zona hippie.
De esa manera, y conversando con variados actores de la Universidad del Tolima, veo la necesidad de proponer salidas que permitan la construcción de un campus mediado por el ethos universitario, lo cual de entrada implica que recordemos en dónde estamos situados, ya que muchos tienden a confundir la universidad con una estación de policía o con el parque de su barrio. ¿Qué es lo que nos molesta del consumo de drogas? Esta pregunta es necesaria para algunos, pero también deberíamos preguntarnos ¿qué les molesta a los consumidores? Entonces tendríamos más datos de análisis para empezar. En estas conversaciones he encontrado que los no-consumidores se sienten mayormente incómodos por el olor de la marihuana que penetra a las oficinas, salones de clase o espacios colectivos, esto se traduce como agresión real o simbólica, dependiendo de los casos. Otros creen que el consumo de drogas en una universidad debería ser de cociente cero, lo cual me parece ligado al desconocimiento de la realidad social del mundo y el entorno, porque la universidad es un espacio micro-social, no un oasis. Un inconveniente latente, afirman algunos, es el crecimiento del tráfico interno y el surgimiento de “bandas” que se disputan el territorio. Otro sector considera el uso de drogas como un problema de salud pública y casi todos coinciden en que el consumo abierto en el campus da una “mala imagen” a la universidad.
Por su parte los consumidores enfrentan la estigmatización como mayor inconveniente. Dicen sentirse excluidos y amenazados. Apelan a la universidad pública como un espacio de construcción de subjetividades y el consumo de drogas, especialmente marihuana, como ejercicio de autonomía y libre autodeterminación. Sienten que la persecución policiva es desmedida, sería como encarcelar un gordo por “comer hamburguesas”, me dijo alguien. Además ratifican la ausencia de espacio para el consumo y la falta de políticas de bienestar que sean incluyentes con esa “alta” población universitaria que no se reduce solo a estudiantes.
Con estas impresiones, y dialogando sobre las posibles soluciones, me atrevo a plantear algunas salidas. De entrada tenemos que aceptar que el consumo existe y seguirá existiendo así traigamos a Robocoop al campus, lo cual indica que el derrotero debe ser la construcción un pacto que nos permita coexistir, con una reglas claras entre consumidores, no-consumidores e incluso indiferentes. ¿Es viable la construcción de una “zona de humo” que permita que el resto del campus esté “libre de humo”? Necesitamos espacio para los consumidores, pero necesitamos que ellos entiendan que deben respetar el espacio de los demás. Ese espacio de consumo no debe ser solo un lugar para excluirlos, sino que debe contar con una zona verde, con un centro de actividades culturales, musicales, publicaciones, películas, discusiones académicas, asesorías profesionales, entre otros aspectos que activen un escenario de resignificación del consumo. No se trata de aislarlos, sino de reconocerlos como sujetos que han optado por una forma de vida, así no la compartamos. De igual manera, se debe entender que como colectivo ellos deben garantizar que dicho espacio no se convierta en la “zona de humo” de la ciudad, que el tráfico no se apodere del campus y que existan miradas críticas y propositivas sobre el consumo de drogas sintéticas; de esa manera pasaremos de salidas policivas a concertaciones éticas propias de lo común.
Lo expuesto aquí no pretende ser la solución, apenas es un bosquejo realizado a partir de conversaciones con distintas posiciones frente a esa relación de drogas, universidad y consumo, lo cierto es que considero que darle más largas al asunto es permitir que los intereses privados y las mafias construyan la política y eso si es altamente peligroso. Los invito a que por un instante saquemos “los cueros” al sol, nos miremos de frente y pensemos en un proyecto consensuado sobre drogas y universidad: ¡armémoslo entre todos! ¿Se apuntan?

11 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias, querido Carlos.
Un abrazo,
Liliana del Basto

Anónimo dijo...

Buenas nochaes Carlos,

Soy del grupo, que le molesta el olor a la marihuna y del cigarrillo igual.

Si el respeto se trata de no invadir el espacio del otro, no comprendo porque quienes no fumamos debemos tolerar ya sea el olor de la marihuana o del cigarrillo, por lo que considero una buena propuesta el hecho de que se defina una zona de humo, logrando de este modo que quienes fuman lo puedan hacer tranquilamente y quienes no, respiremos un aire libre de humo.

Gracias por dar la iniciativa a este proyecto.

Alejandra Martinez Avila

Anónimo dijo...

Complejo, pero no imposible de desenredar...
El espacio? la azotea del 33? . Si se descubre el espacio "ideal", se empezaría por algo.

Javier Vejarano Delgado

Johanna Araya dijo...

Es una muy buena propuesta para empezar a crear espacios de inclusión en la universidad, sin moralismos del XIX. Yo me pregunto, cómo en la universidad pagan a un funcionario para proponer soluciones mediante un proyecto de consumo de drogas, una persona que pretende implantar un proyecto fantasma realizado en quién sabe dónde, que se habla con 2 o 4 estudiantes y de propuestas o acciones integradoreas NADA

Anónimo dijo...

me parece su punto de vista muy bueno toma en cuenta la opinion de todos los afectados tanto consumidores como no consumidores llevo 5 añoss fumando marihuana y creo ser el ejemplo de una persona o una nueva generacion de mutacion de la sociedad donde el consumo regulado y como actuamos frente a los demas nos da la posibilidad de integrarnoss tanto (al parche gomelo sano y por tanto para la sociedad correcto) como para los chirris) personas que nos consideramos consumidores y q asi se vistan como se les de la gana son señalados como delincuentes) RECORDEMOS QUE LA UNIVERSIDAD PUBLICA ES EL NUCLEO DE LA SOCIEDAD Y QUE SI QUEREMOS UNA SOLUCION DEBEMOS EMPEZAR POR ESTA MINICIUDAD QUE CONSIDERAMOS CAMPUS Y NUESTRO SEGUNDO HOGAR TOLERACIA MUCHACHOS TOLERANCIA TAL VEZ HASTA ALLAN TRATADO A MUCHOS CHIRRIS SIN DARSE CUENTA ES POR Q SOMOS PERSONAS QUE NOS GUSTA LA VERDE GRACIAS (y)

Anónimo dijo...

Un saludo cordial
He leído con alegría la misiva que usted ha emitido, a pesar de haber sabido de ella por accidente ya que no la recibí de forma directa.
Desde el mes de agosto de 2013 y tras superar un sinnúmero de circunstancias institucionales poco favorables, he venido liderando el Programa de Prevención Integral del Uso y Abuso de Sustancias Psicoactivas en al Universidad del Tolima.
Quisiera invitarlo, ojalá esta semana, a que conversemos respecto de lo hecho hasta el momento, de los logros obtenidos, pero también de los obstáculos que persisten en relación al tema.
Sumemos esfuerzos e intencionalidades pero principalmente, acciones.
Quedo a la espera de su comunicación
Cordialmente,
Federico Cardenas Jimenez

Anónimo dijo...

Carlos:
Al rey lo que es del rey...felicitaciones
Héctor Fabio Libreros Jaramillo

Anónimo dijo...

Te felicito sinceramente por la objetividad y claridad con que escribiste este artículo sobre un problema tan delicado....
Es tan bueno el enfoque de tu propuesta, que yo mismo recapacité sobre el significado de las drogas en la UTolima y en la sociedad en general.....gracias por ello....
Otra cosa es que lo que propones con tanta lucidez tenga el eco político institucional que se requiere, para generar soluciones reales, que no rayen ni en la complacencia, ni en la indiferencia, ni tampoco en la estigmatización o criminalización....
Estoy de acuerdo que la solución tenemos que "armarla entere todos"...
Saludos y felicitaciones de nuevo
Cordialmente
Héctor Fabio Libreros Jaramillo

Anónimo dijo...

interesante reflexión pero se a interpretado mal el derecho a la libre personalidad con el libertinaje, respetar el espacio del otro según la cultura teniendo en cuenta el principio de individualidad.

Aramis Suárez Castillo

Anónimo dijo...

Completamente de acuerdo querido profesor, cualquier cosa que aportemos desde el puesto mas insignificante hasta el de mayor jerarquía es insumo para lograr un gran proyecto que nos beneficie a todos

Mercy Hacday Barrios Murcia

Anónimo dijo...

Tema complejo profesor, que implica la participación de varios actores de la sociedad y un alto grado de conciencia de la misma. Pero es una problemática que se debe afrontar con mucha responsabilidad y sensibilidad. Bendiciones. Rafael Diaz.