agosto 30, 2010

GOOD BYE PORTELINSKI


Por: Carlos Arturo Gamboa


Debajo del puente, del río hay un mundo de gente”, lo sabías de memoria amigo Portelinski, siempre lo repetías cuando la noche nos sorprendía en algún bar bajo el influjo de un tiempo descorazonado, o en esas horas cuando te quedabas pensativo mirando un punto en la distancia como si a través de un espacio inalcanzado pudiésemos darle algún molde real a nuestros sueños.

Hoy ya no estás, pero quedan los momentos, el sonido de las canciones, la idea de viajar a Argentina, las discusiones políticas, las amigas, Cerati (con quien pronto te encontrarás), Calamaro y sus ráfagas de desaliento para el corazón, Crímenes Perfectos, la noche, el vino, los cigarros y el país revuelto en las conversas, en los delirios: “me parece que soy de la quinta que vio el mundo 78, me tocó crecer viendo a mi alrededor paranoia y dolor”

Una vuelta por el parque Ducuara, en donde florecen almas y mueren cuerpos. Tus comentarios ácidos sobre los amigos, sobre la universidad a la que amabas, y por eso te dolía. “Despiértame cuando pase el temblor” Las discusiones serias, pero también la risa. La Cigarra Supernumeraria, esa ironía virtual que tantos días alimentaste.

Tus desamores y tus sueños, juntos en el coctel aniquilante de los días, porque “Es tan fácil romper un corazón”, pero seguías y tu rostro nunca reflejaba tu profunda lucha, tu soledad acompañada, tu transitar con Sabina, “por el bulevar de los sueños rotos”, durante “19 días y quinientas noches”, que cosa tan seria trip, trip, trip; buscando la Maga cual alucinante Oliveira provinciano. Y a veces llegabas cargado de días cinéfilos, escarbando bajo el celuloide de la existencia y conversabas con fuerza porque debajo de tu cuerpo débil siempre habitó un alma insuperable que enviaba mensajes en las botellas virtuales, poemas para las encantadas damiselas de la cibersoledad, cortometrajes, noticias, ironías cariñosas, críticas mordaces porque nunca evitaste a la libertad, esa que alcanzaste en días cálidos cuando hablabas de cultura, cuando abrazabas una chica, cuando te encontraba en los cafés ibaguereños degustando un capuchino al lado de una mujer embelesada con tus palabras, cuando a pesar de no poder imbuirte en los brazos de Baco nos acompañabas hasta que la mañana hería nuestros ojos, cuando tarariabas melodías de Silvio. Esa libertad pequeña, emancipación de la cotidianidad bajo las luctuosas letras de “Draco” Rosa, que repetía con profundo misterio que “Morir es olvidar, ser olvidado, refugiarse desnudo en el discreto calor de Dios”.

Tu sabías que debajo del puente se refugiaban los desposeídos, por eso Pedro Guerra era tu baluarte, por eso gritaste en contra de la injusticia muchas veces y no pocas fuiste mordaz con los que creíamos que cambiaríamos el mundo porque nos decías: “Ustedes no son capaces de pasar ni de la cuarta estadio” Amigo Portelinski, siempre fuiste “un hombre condenado a morir por amar demasiado”, pero ahora eres alguien condenado a vivir en nuestros recuerdos, a partir de esa noche en que “la moneda cayó por el lado de la soledad”. Buen viaje, próxima parada Estación Esperanza. Gracias por el tiempo, porque estuviste ahí cuando el dolor se hizo Mayúsculo y la sonrisa carcajada.

Agosto 26-2010
EJERICICIO HIPERTEXTUAL AQUÌ

3 comentarios:

Lully dijo...

Iposible no acompañarte en esta despedida de Portelinski, imposible con este escrito no acompañarte a escuchar, esta vez de tu lado y de Portelinski "La monesa cayó por el lado de la soledad"... Con Silvio, con Sabina, con tus letras y con él, suspiro con el corazón en la mano querido Carlos.

Un abrazo desde mi alma sensibilizada contigo y con él!

CARLOS ARTURO GAMBOA dijo...

Amiga Lully, gracias por responder siempre a estos momentos de profunda sensibilidad, gracias por estar ahì, cercana y lista.

Un beso

Salmon dijo...

Esas lineas azules dan cuenta de los afectos compartidos, de los caminos trasegados y los sonidos que pegan y se devuelven en el pabellòn auditivo. Gracias a los dos Carlos (Gamboa y Portellinski), gracias por sostener la llama solidaria en tiempos egoistas y mezquinos, en tiempos donde nadie escucha a nadie, en tiempos donde todos contra todos.