febrero 12, 2014

TRANSCURRIR UT (Febrero 13 de 2014)

Por: Carlos Arturo Gamboa B.

1.
La gente suele confundir elecciones con democracia y por estos días en el país la confusión reina. La Universidad del Tolima no es ajena a esa falacia y cuando se dio a conocer la Resolución No. 0083 del 24 de enero 2014 convocando a la elección de graduados ante el Consejo Superior, los Consejos de Facultad, el Consejo Directivo del Instituto de Educación a Distancia y el Comité Central de Currículo, las mañas electoreras nacionales empezaron a hacer presencial en el mundo universitario.
Hablar de graduados en la Universidad del Tolima es hacer alusión a una gran población sobre la que no se tiene certeza. El año anterior, en un evento que los convocó, descubrimos la pluridimensionalidad de este sector, por eso, e invocando a un principio institucional de que quien enseña debe aprender, toca aceptar que el sistema actual de elección de graduados es obsoleto. Para la muestra un botón, los demás para la camisa: El Instituto de Educación a Distancia lleva 30 años de existencia y no sabemos a ciencia cierta cuántos graduados somos, entonces ¿Por qué una asociación de 10 miembros se abroga el derecho de elegir un representante al Consejo Directivo? Queda en evidencia la ausencia de una política de graduados y el mínimo asomo de la idea de la democracia real. El actual representante fue elegido mediante un acto de escritorio por el tan mentado ex rector Rivera Bulla y al parecer la estrategia para relegirse es la misma. ¿Se permitirá de nuevo esta afrenta a la participación real?
2.
Mi propuesta para el IDEAD es la siguiente: Que se convoque a los graduados de todo el país, en las diferentes sedes o CREAD, para que exista una inscripción masiva a la asociación. Que luego se convoque a una asamblea con participación nacional, para eso tenemos medios como el Skype que nos permite comunicarnos. Elegida esta Junta, que se me ocurre puede tener al menos un representante por Centro Regional, ellos designen sus delegados y tengamos esa representación colegiada con asiento en el Consejo Directivo. De esa manera podremos empezar a construir una democracia más participativa y romper la lógica de las logias que se apoltronan a su antojo y nunca dan cuenta de sus actos a la población que dicen representar. La otra opción es repetir la historia, pero luego no pregunten ¿en dónde están nuestros graduados?
3.
Se recibieron satisfactorias noticias sobre la problemática de descuentos en la Maestría de Educación que había dejado en evidencia en la anterior columna de Transcurrir UT. Este derecho que se estaba negando fue reestablecido, con lo cual los funcionarios y catedráticos adscritos a dicho programa de posgrado recibieron los descuentos pactados. Queda entonces demostrado que sí es posible que los derechos primen sobre los caprichos administrativos o sobre las interpretaciones amañadas de las normas. Ojalá los directivos entiendan que estos escenarios crean desgaste y aprendan a economizar conflictos innecesarios.
4.
Se aproxima un nuevo concurso docente para profesores de planta. El anterior dejó en evidencia factores que deben corregirse. Esperamos que exista un análisis juicioso del mismo para que se puedan emendar los errores, hasta ahora no conozco ningún estudio que dé cuenta del proceso del año 2013, del cual en este blog se publicó un artículo provocando el debate. ¿Se revisaron los perfiles? Muchas de las vacantes se deben a perfiles mal diseñados. ¿Se revisaron los aspectos evaluativos? Entre los jurados había mucha ambigüedad al respecto. Estas y otras preguntas deben resolverse antes de abrir el proceso, no nos pase lo del borracho que llegó todo arrastrado a la finca, en horas de la madrugada, y cuándo su esposa le preguntó ¿por qué llegas a esta hora y en ese estado?, él respondió: es que como me cogió la noche, me vine rodando. A lo que ella respondió: Claro sinvergüenza, llegaste más rápido, pero arrastrado, sin ropa y sin el mercado.

febrero 01, 2014

MAR-TIRIO



Playa de Bocagrande, de lejitos...

Por: Carlos Arturo Gamboa

A unos pocos metros de la playa empiezas a sentir el tropel del viento que se mete en cualquier orificio, levanta faldas, desenrolla sueños y opaca la calurosa tarde. El sol azota la arena y a lo lejos un rumor de aguas encumbra olas que construyen el continuo vaivén del mar. Unos pasos más y el ancho espacio se abre ante la mirada. La arena anuncia que los pies están en el mundo que sanaba el alma de Maqrol el Gaviero.

De repente una bullaranga de voces rompe las posibilidades de ahondar en el panorama. De un espacio misterioso en donde muchos cuerpos se debaten, surge el compás de lo inesperado. Salen quizás de la capa delgada de la arena, detrás de las flacuchentas palmitas que agonizan bajo el latigazo de los rayos solares o de la nada. No más has penetrado ese mundo en donde quieres descubrir las huellas de antiguos piratas y solo puede empezar a flotar en la sordina:

Señor, señor, le hacemos el masajito en los pies, collares coralinos, le tenemos el escapulario bendecido, a la orden la cerveza fría, cigarrillos, cigarrillos, ostras, la mejores ostras, mira si quieres un tour…, obleas, obleas, usted tiene cara de gringo le tengo las mejores mujeres para que…, oiga mire, paticas de cangrejo, baraticas, pero eso si esta noche no puede dormir bocabajo, ¿al señor le provoca una serenata?, a ver cuál cantamos, ….qué dice tu mirada, qué cosa extraña…, anímese, el coco loco, mira pa que se ponga bacano, camarones, camarones frescos, se hacen tatuajes transitorios, arepa e huevo, señor, cuántas…mira la fotico de recuerdo, si quiere almorzar acá en la casetica tenemos lo mejor del mar, pulseras, mira señó hágase las trencitas a usted le lucen, se la hacemos como las de Rodallegas….

Y en medio del sol que ya no se siente tan acogedor y después de haber recorrido apenas unos cincuenta metros de playa, te das cuentas que este es el lugar menos apropiado para descansar, batirse en la arena o simplemente tomar el sol. Caminas rápido, quieres cruzar la calle e internarte en esa curvatura de cemento y de enormes hoteles que observan la distancia, petrificados en un tiempo que no existe. Ya no podrás conversar con el rumor del agua, ni con las voces de antiguos piratas devorados por la espuma marina, ahora solo debes escapar raudo porque las playas de Bocagrande en Cartagena son el lugar del mundo en donde habitan más vendedores por metro cuadrado.

Cartagena, febrero 1 de 2014. (Después de un corto paseo por Bocagrande)

enero 27, 2014

TRANSCURRIR UT (Enero 28 de 2014)

Por: Carlos Arturo Gamboa B.
1.
No más empieza el año académico en la Universidad del Tolima y las contradicciones afloran. Ya quisiera uno iniciar dando buenas noticias, pero parece ser que los administradores de turno (quienes ya olvidaron que están de turno), no descansaron en vacaciones, sino que se dedicaron a “idear” formas de mal-gobernar lo público. ¿Es acaso una acción democrática y/o justa subir las tarifas de matrículas de pregrado? La mayoría de los estudiantes que acceden a las modalidades presencial y distancia provienen de estratos bajos, son hijos de empleados (cuando les va bien) que devengan un salario mínimo y todos sabemos (parece que los de la administración NO), que un mísero salario mínimo no alcanza para proyectar los sueños académicos de los hijos. Con este proceder lo que se logra es que las clases menos favorecidas pierdan sus cupos. ¿Por qué no reclamamos la deuda total de la gobernación y al contrario reducimos el valor de las matrículas? ¿Por qué tanta inversión en burocracia y cemento y poca en academia? ¡Ah, verdad que estamos en épocas pre-electorales!
2.
¿Qué está pasando en la Maestría en educación que oferta la Universidad del Tolima? Ya son muchas las denuncias recibidas. Los afectados afirman que les están negando un descuento por ser funcionarios y docentes catedráticos de la Universidad del Tolima con la argumentación de que no “somos una empresa”; según el Acuerdo 0041 de 2007, y que ratifica el concepto jurídico de Alfonso Andrés Covaleda quien asegura que “…hacer extensivo este descuento para usuarios internos de la Universidad del Tolima, es decir, docentes o empleados administrativos, desnaturaliza y desconoce la real motivación que originó su aprobación”. La verdad considero que lo que realmente está aquí desnaturalizado es la misión de la universidad pública y el desconocimiento de los derechos que como estudiantes ya fueron adquiridos. No se puede hacer extensiva la privatización de la educación, así para el asesor los estudiantes no sean sujetos universitarios, sino “usuarios”.
Como si fuera poco, el señor decano de la Facultad de Educación y el Director de la Maestría, ahora quieren hacer extensivo este concepto, el cual fue inicialmente planteado para la Maestría en Ciencias Agroalimentarias, y así vulnerar el derecho que adquirieron los estudiantes cuando se matricularon, porque la publicidad con la que “vendieron” la maestría así lo enunciaba. ¿Estamos acaso frente a un típico caso de publicidad engañosa?
Aparte de estos inconvenientes, las quejas sobre la “calidad” de esta maestría siguen en aumento. Pocas sesiones de trabajo para un nivel de maestría, obligatoriedad a adquirir los textos de los profesores que imparten los cursos y que solo ellos venden, falta de cualificación de quienes imparten las líneas de investigación, e incluso, han denunciado los estudiantes, que algunos docentes “ponen a leer copias en horas de clase” ¿Pagaría usted señor “usuario” una matrícula cercana a los 4 millones semestrales por ir a leer al salón?
¿Qué está pasando con la Maestría en Educación y en dónde anda el señor vicerrector académico que no se apersona de las políticas de posgrado en la Universidad del Tolima?
3.
¿Qué ha pasado con el pliego de peticiones de los docentes firmado entre la Asociación Sindical de Profesores -ASPU Tolima- y la administración de José Herman Muñoz? Poco o nada. Después de que la administración se comprometiera a realizar transformaciones en beneficio de la deteriorada clase laboral, archivó el documento y hasta el momento (tres meses después) no ha cumplido un ápice. En reunión sostenida recientemente la administración se comprometió (lo cual, por los antecedentes, no es garantía) a realizar un taller de avances del pliego para el 4 de febrero. Sospecho de antemano que llegarán con evasivas, así como lo han hecho con los otros pliegos de los sindicatos de trabajadores. Ante esta falta de seriedad será el profesorado de planta y catedráticos quienes nos movilicemos para hacer valer nuestros derechos, en conjunto con empleados y estudiantes. ¿Será que solo mediante medidas de hecho es posible reclamar los derechos a un trabajo y un salario digno en la Universidad del Tolima?

enero 23, 2014

LOS MANDELAS COLOMBIANOS



Por: Carlos Arturo Gamboa B.
En uno de esos cotidianos paseos en buseta escuché decir a un joven pasajero que el problema de Colombia consiste en que no somos capaces de “producir personajes como Mandela”, a lo que una anciana que viajaba a su lado le contestó enfáticamente: “si nacen, el problema es que los matan”. Una vez más la sabiduría popular tiene respuesta a nuestro drama.
Durante muchos años Colombia ha padecido el estigma de un pensamiento oficial, que incontables veces ha impregnado el pensamiento de las mayorías quienes “repiten como loros” algo que no entienden, pero que comparten ciegamente. Basta visitar los comentarios de los foros virtuales de las principales publicaciones digitales del país, para darnos cuenta que el argumento central es el madrazo ramplón, la descalificación a priori del Otro por el simple hecho de no ser como el Yo y de ahí, fácilmente se pasa a la amenaza y la destrucción de toda subjetividad que no emparente con esas “ideas”, sin preguntar de dónde surgieron y qué fines persiguen.
Es de esa manera se han construido los totalitarismos, en nuestro caso disfrazado con la patraña de que somos “la democracia más antigua del continente”.  Sin importar el campo de la ideología, muchas veces vemos que los actores del común defienden ciertas tesis sin tener conciencia real de lo que significan. Por eso durante muchos años se mataron entre liberales y conservadores, mientras los “ideólogos” reales compartían un negocio llamado Frente Nacional. Por eso muchos personajes de la izquierda se volvieron profundamente reaccionarios defendiendo unas tesis que no guardaban correlación con la realidad de nuestro contexto y respondían al dogmatismo de partidos cercanos a una política de ciencia ficción. Del mismo modo, este actuar sin profundidad de pensamiento, permitió que las mafias se apoderaran del país bajo el auspicio pragmático de los gamonales regionales para quienes el poder era el fin y el narcotráfico el medio. Por eso los paramilitares crecieron aliados de una seudo-institucionalidad que amparaba sus actos demenciales, porque supuestamente para acabar con la guerrilla era válido aliarse hasta con Satanás. Fue así como el discurso de Uribe, es decir de las élites hacendatarias-ganaderas, terminó por infiltrarse en el pueblo y muchos seres desplazados, aguantando hambre, sin trabajo, sin salud pública terminaron reeligiendo a este personaje cuyas políticas eran causantes de muchos de los males que padecían.
Hoy parece que esa condición empieza a cambiar, al menos existen leves síntomas. Tomatazos simbólicos y reales recibe Uribe a donde va. El pueblo en su mayoría respalda a Petro, a pesar de ciertas contradicciones en el accionar político del mismo Petro. Los campesinos se siguen organizando y movilizando. Los indígenas se fortalecen con una nueva visión de país en donde lo común sea el eje que nos cohesione. Los estudiantes se rascan la cabeza buscándole solución al problema educativo estructural de la nación. El pueblo habla en otro tono, ya no come cuento tan fácilmente como antes. La lucha contra la megaminería y el neo-colonialismo extractivo cobra cada vez más auge. El país se mueve, las capas tectónicas sociales anuncian algo…
Pero toca hace un llamado de alerta, la vieja táctica de impedir que sobrevivan nuestros Mandelas se ha reactivado, aunque siempre ha estado presente. Líderes comunales, luchadores, mujeres organizadas, grupos políticos alternativos y toda expresión que “huela a distinto” está siendo asesinada, apresada o desaparecida. La Unión Patriótica sigue sufriendo el karma de pensar diferente, de ser alternativa. La Marcha Patriótica presenta un balance aterrador de líderes asesinados y perseguidos. Cada vez son más los sindicatos acosados y amenazados. Aumentan los líderes de recuperación de tierra convertidos en estadísticas de barbarie. Un aletazo de muerte y persecución se extiende sobre este país que empieza a emerger de un letargo, porque cuando la vida quiere resurgir, el thánatos  busca bloquear la fuerza creativa que necesita Colombia para reinventarse. 
En medio de la esperanza, quizás lo único que nos quedaba como colombianos al iniciar este atroz siglo XXI, empiezan a nacer esquirlas de transformación; ojalá la mezquindad de una clase dirigente apoltronada en el medievalismo y liderada por el hacendado Uribe y el Inquisidor Ordoñez, no sea superior a esa ansiedad de transformación social, para que este continente pueda prosperar, porque una de sus esquinas privilegiadas no puede seguir en el oscurantismo. Ojalá las FARC y el ELN entiendan que es el momento de avanzar raudos hacia la paz de las armas, para luego construir la paz social, porque los siniestros esperan que sus torpezas permitan revivir esa ansiedad de barbarie, y no pocas veces sus torpezas ha sido excusa para engañar de nuevo a la población, la cual por falta de formación política y educación, se moviliza en capas de pensamiento débil. Hoy las mayorías empiezan a creer en el futuro en donde muchos Mandelas colombianos puedan respirar el aire de la transformación, esperamos que les permitan SER.

enero 21, 2014

EL ÚLTIMO REDUCTO



Por: Carlos Arturo Gamboa B.
Publicado en Boletín ASPU Tolima No 1.
A
El XXI es un siglo que nació con las malformaciones heredadas de su padre, el siglo XX. Los estertores de este padre deshumanizado cabalgaron sobre la idea de que la ideología había muerto, y con ella la historia y todos los metarrelatos. Cuando el conteo regresivo anunció el advenimiento del siglo XXI, muchos celebraron “una nueva era”, pero en realidad estábamos de frente a la continuidad de la barbarie. El desencanto por el fracaso de los proyectos socialistas, el totalitarismo aún posado en los ojos lacrimosos de la humanidad y la avalancha de un seudo-discurso de confort apoyado en el consumo como medio y fin, abrieron las puertas de un “tiempo de atrocidades”. No más el bebé aprendía a caminar y en los rincones del mundo todo quería arder.
El gran proyecto idealista de la modernidad y su soporte, la Ilustración, habían fracasado. Quedaban regadas por doquier las esquirlas de la añorada libertad. La primavera árabe sacudió los recintos de la comodidad, los M-15 en España deseaban el estado de bienestar perdido por la depredación del mercado, los anarquistas griegos hicieron explotar los jarrones de su rabia, los estudiantes chilenos llenaron las calles de gritos, los estudiantes colombianos danzaron alrededor del infortunio educativo, los campesinos abandonaron las demacradas parcelas para recordarle al mundo su existencia, pero todos esos movimientos, esos breves acontecimientos, aún no han logrado implosionar. Al joven siglo XXI aún le falta recorrer el sendero de sus temblores: la pubertad rebelde.
B
En este mundo repleto de pulsaciones electrónicas, de fugaces trinos, de imágenes en movimiento, de velocidades y aturdimientos, hablar de sindicalismo es como invocar a un chamán en la azotea del Empire State; pero tan necesario como volver la vista sobre la depredación del mundo para recuperarlo.  El espíritu sindicalista contenía en sus génesis el deseo de la colectividad solidaria para enfrentar el monstruo de la producción, la cual exigía la sangre de todos para generar mayor plusvalía. Ese espíritu ha ido decayendo, al punto de que solo es un rumor que recorre las paredes de las oficinas.
El obrero hoy no solo lleva overol. Viste de trajes de corbata para disimular el hambre, va a pie corriendo tras los autobuses, se para en los semáforos a vender los cachivaches que el señor mercado provee como sobras, se resguarda en las oficinas frente a pantallas planas esperando la hora de ir a casa a inventariar sus angustias. El obrero hoy es polifacético, pero su aspiración está determinada por las vitrinas del consumo. Su deseo de libertad fue reemplazado por artefactos de poca duración y mucha capacidad de inmersión. Por eso vamos solos por el mundo aun cuando nos apretujemos entre multitudes, porque el mayor triunfo del capitalismo fue hacernos creer que solos estábamos mejor, que juntarnos traía conflictos. Solamente es válido aglomerarnos para ser más productivos en la empresa, pero luego cada cual debe regresar a casa y soñar que un día viajará a lugares inhóspitos, solo trasmitidos por Discovery Channel. Y entre la soledad y deseo de tener más monedas en la cuenta bancaria, nuestro mundo cotidiano parece un juego de video.
Si el sindicalismo era agruparnos para solidarizarnos, hoy es cuando más falta hace. El egoísmo individual de las subjetividades capitalizadas por el mercado impide que miremos lo común, pero los gritos de un planeta en agonía de vez en cuando nos hace levantar la mirada hacia la realidad. ¿De qué sirve que unos pocos piensen pasar sus próximas vacaciones en Cancún, cuando millones en el mundo mueren de hambre? ¿Para qué extraer el oro de las montañas y adornar los cuerpos de las bellas mujeres de la alta sociedad, cuando arrasamos la vida, agotamos el agua y desplazamos el porvenir? ¿Cómo sentirnos confortables en nuestras oficinas, mientras otros sufren el drama de la precariedad?
C
La escuela es un artefacto dominado que domina. El mercado, quien busca indicadores para aumentar sus gélidas ganancias, advirtió que la escuela era un buen lugar para fortalecer el consumo. Por eso intervino el currículo para formar los jóvenes consumidores del siglo XXI. Pero luego sus expertos en neuromarketing observaron que convirtiendo ese derecho en servicio, las ganancias serían sorprendentes. Hoy la condición de dominación de la escuela está tan arraigada que casi todos pagamos para ser idiotizados. Cuando decimos escuela nos referimos a ese referente educativo que va desde el preescolar hasta los posdoctorados. El mercado encontró un buen nicho, nos cobra un alto precio para hacernos discípulos de su cofradía consumista.
Por eso la escuela es insolidaria en todos sus niveles.  “Competencias” es la ideología que guía el individualismo, y decimos ideología porque el capitalismo y sus teóricos proclamaron la muerte de las ideologías, pero determinan su pensamiento en todos los artefactos societales. La escuela forma solitarios para las multitudes. Las universidades diploman a jóvenes que luego saldrán a correr la maratón del mercado, y en esa, como en todas las carreras, los primeros son unos pocos, la mayoría está en medio de una larga fila de anónimos. Los estudios posgraduales son para una minoría de élite, la hegemonía de los cartones es necesaria para cualquier empleo en ese mundo feliz de la supremacía, en donde todos aparentan saber mucho, pero el saber pocas veces es invitado a sus conversaciones. El mundo de la empresa también pide diplomas, pero más que eso, pide seres humanos sin vísceras, que sean capaces de encarnar una alta deshumanización; guardianes de los nuevos campos de concentración: las grandes superficies y los rascacielos.
D
Recuperar el concepto de solidaridad y echarlo a andar. Volver la mirada hacia el colectivo, entendiendo que desde los inicios de toda comunidad, la colectividad le permitió al ser humano construir sus derroteros societales. Romper el dique del egoísmo que se construyó sumando seres y enseres, propiedades pírricas y vanidades. Sensibilizar la existencia, es decir recuperar los sentidos atrofiados por un tiempo en donde el signo es entregado superpuesto de significados. Volver a entender la importancia de voltear la mirada sobre el Otro y en este caso el principal Otro es el planeta que agoniza. Recuperar la escuela para la vida, para el saber, para la igualdad de los seres. Abolir los seudo-mitos de la competencia, el mercado, el consumo, el capital. He aquí los grandes retos de este tiempo y los seres que aún podemos soñar en un mundo distinto. He ahí las tareas del docente, del sindicalista, del obrero, del oficinista, del despojado, del campesino, de todos aquellos que nos negamos a ser el último reducto de seres que soñaron cambiar el mundo.

enero 12, 2014

EL RETORNO DE LOS FÁMULOS



Por: Carlos Arturo Gamboa B.
En Fausto, obra literaria que es reconocida como la más importante que abre las puertas del siglo XVIII en Alemania, se nos presenta la figura de un hombre ambicioso por el conocimiento cuyo deseo de encumbrarse sobre el mundo lo lleva a pactar con el mismo demonio: Mefistófeles. A través de múltiples personajes reales y alegóricos, Goethe da cuenta de esa Europa que se debatía todavía entre los vestigios de una Edad Media y la posibilidad de la modernidad, y en ese escenario da vida a un personaje que es objeto de la presente reflexión: el fámulo.
Dicha figura sólo fue posible con el advenimiento de la modernidad y el deseo de razonarlo todo, porque es allí en donde se encumbra la imagen del científico; el fámulo es un ayudante pobre que a cambio de ciega obediencia, servidumbre, adulación y comportándose como un estudiante esclavo, es protegido por el maestro. En obra de Goethe aparece como Wagner, un asistente obcecado quien muestra una reverencia desmedida por su maestro, quizás debido a que esa reverencia le garantiza la manutención; así se expresa de su protector siendo consciente de las distancias: “ (…) la elocuencia labra el éxito del orador. Bien lo comprendo: todavía estoy muy atrasado” (Goethe, 2000, p. 28); pero no es este el mismo sentir de Fausto, para quien Wagner es una figura insignificante quien solo debe velar para que se cumplan los oficios domésticos de su gabinete de estudio. Así se expresa el científico de su ayudante: “(Llaman a la puerta) ¡Maldición! Bien lo sé…es mi fámulo. Mi más bella felicidad se reduce a la nada. ¿Por qué ha de venir ese árido socarrón a desbaratar este mundo de visiones” (p. 27).
Pasado los años, Wagner se nos muestra como un experto que posee sus propios fámulos: “¿Quién no conoce al ilustre doctor Wagner, hoy día el primero en el mundo sabio? Él sólo es quien lo sostiene, él que diariamente enriquece la ciencia” (p. 198); de esta manera queda explícito que la ciega obediencia garantiza llegar a la cumbre más alta en estos escalones de la ciencia, no es contradiciendo a los amos que un día se llegará a ser amo de otros lacayos aprendices. Wagner ahora ha experimentado dando vida al Homúnculo, un hombre miniatura que habita en una especie de frasco transparente, que tiene muchos conocimientos pero no tiene vida humana; esta especie de ser fantasmagórico era una de las metas de los alquimistas. En esa continuidad de sucesiones ahora el Homúnculo desplaza a Wagner, y ante la posibilidad de emprender nuevos viajes al lado de Mefistófeles en busca de conocimientos, así se dirige hacia su creador, a quien antes había llamado padre y ahora abandona:
Tú te quedas en casa para hacer alguna cosa de mayor importancia. Despliega los viejos pergaminos; junta según las reglas, los elementos vitales y con cuidado combínalos unos con otros. Considera bien el porqué y considera más aún el cómo. En tanto yo recorro una pequeña parte del mundo, descubro tal vez el puntito sobre la i. Entonces se ha logrado el principal objeto. Un esfuerzo tal bien merece semejante recompensa: oro, honores, gloria, vida sana y dilatada…y también, quizás, ciencia y virtud. Adiós (pp. 207-208).
De esa manera esta pequeña creación da lecciones. Si Fausto y Mefistófeles recompensaron la obediencia de Wagner hasta encumbrarlo con el título de doctor, el Homúnculo sabe, como creación científica, que lo de menos es el conocimiento, lo vital es el usufructo de ese saber.
Ahora en pleno siglo XXI, hijo del siglo de la razón científica, cuando el ser humano ha dado muerte a esas elucubraciones metafísicas de dioses y demonios, aún los fámulos siguen vivos, iguales de esclavos y lacayos de la ciencia. Ansiosos por obtener los pergaminos que los acrediten como doctores y sabios, cada día se arrodillan ante otros supuestos sabios, en una especie de escalera que les permite ascender los falsos escalones que fue creando la ciencia. Ayudantes de doctores que obcecadamente guardan silencio, califican trabajos, cubren a sus maestros en esas labores mundanas del laboratorio o del aula de clase y escriben sus artículos para las revistas en donde se auto-elogian los mercaderes del saber, saben que su obediencia les garantizará un lugar en ese oscuro territorio en donde lo de menor importancia es el conocimiento.
Al final el sueño del ser humano de hacerse superior por medio del conocimiento solo fue un sueño alterado por la ansiedad, una nueva forma de esclavismo de la pulsión humana, porque como lo dijo Mefistófeles: “Si no te descaminas, nunca llegarás a la razón. ¿Quieres nacer? Nace a tu propio arbitrio” (p. 231). Esa es la tragedia de los discípulos obcecados y obedientes, que no conocerán nunca el valor de la autonomía, y solo pueden aspirar a ser doctores sumisos a la ley científica y sus normas reguladoras.
Estamos ante el retorno de los fámulos, los vemos caminar encorvados sirviendo a su profesor con título de doctorado, a su líder político, a su jefe. Los fámulos van por montones, sin preguntar, sin contradecir, sin chistar una palabra porque añoran un día ser los amos, ser doctores, obtener el puesto del jefe, pero solo serán la evidencia moderna de que fracasó el proyecto de la Ilustración.

Referencias
GOETHE, Johann W. (2000) Fausto. Traducción y notas J. Roviralta Borrel. Panamericana Editorial Limitada. Barcelona: España.