Por: Carlos Arturo Gamboa B.
Docente Universidad del Tolima
"Hace
años se venía gestando un sueño, el de abrir la Universidad del Tolima a las
regiones", dijo alguien en medios a propósito de la noticia de la
reactivación del plan de apertura de la sede sur. La grata noticia engalana el
cumpleaños número ochenta de la Universidad del Tolima.
No obstante,
toca recordar que hace más de 40 años la Universidad del Tolima tiene
ascendencia en varias de nuestras regiones. Especialmente a través del
Instituto de Educación a Distancia (IDEAD), cuya presencia ha sido histórica en
casi todos los municipios del departamento del Tolima, y muchos más de
Colombia.
Siendo así,
la apertura de la licitación para la construcción de la sede sur de la
Universidad del Tolima se instala en una tradición que desde los años setenta,
con el plan de extramuros, se ha interiorizado en el ADN del principal claustro
académico de educación superior del Tolima: ir a las regiones con propuestas de
formación superior. No más basta recordar que el actual plan de gestión del
Instituto se titula “IDEAD en los territorios”.
Por citar
algunas de las zonas de impacto de esta nueva apuesta, hay que recordar que en
Chaparral (1987), Rioblanco (1989) y Planadas (1995) se han ofertado programas
de formación superior hace más de tres décadas, lo cual es tierra abonada para
esta nueva fase en la que no solamente se podrán llevar programas en la
modalidad a distancia, virtuales u oferta de Educación Continuada, como lo ha
venido haciendo el IDEAD, sino que además se podrán aperturar programas bajo la
modalidad presencial. En esto último es donde está el gran avance de tener una
sede propia en el sur (Chaparral), así como se proyecta una sede en el norte
(Marquita).
Esta nueva
ruta de impacto beneficiará en gran medida la cobertura de educación superior
en el Tolima y debe marcar un hito en la transformación de las prácticas de una
universidad regional que hace rato dejó de serlo y que, por su presencia en el
país, presenta las condiciones e impactos de un claustro del orden nacional. De
seguro a esta nueva sede llegarán estudiantes de muchas otras regiones, como
ocurre actualmente en los programas ofertados en la sede presencial de Ibagué,
porque en este momento la educación y sus múltiples modalidades han borrado las
fronteras territoriales y, paradójicamente, es cuando más debemos hacer
presencia en las regiones.
Aspectos
como la gestión docente y administrativa agrupadas en el campus de Santa Helena
o los programas de investigación localizados deberán ser replanteados,
rompiendo la lógica centralizada en la ciudad capital, lo cual hasta ahora ha
primado en la visión directiva de privilegiar el centro sobre las periferias.
Es necesario replantear esa visión para avanzar en la consolidación de un Alma
Mater que en su totalidad hable, construya y piense desde las regiones, papel
que le había sido delegado, a regañadientes y muchas veces sin los soportes
adecuados, al Instituto de Educación a Distancia.
Si tanto la
sede sur como la sede norte se consolidan en el corto plazo, deben acompañarse
de nuevos programas, enfocados en las líneas de desarrollo de futuro, con
formación tecnológica y posgradual de alto impacto. Ampliar el eje de acción
implica ensanchar la visión institucional. Vienen muchos desafíos, retos que
necesariamente deben oxigenar la octogenaria universidad que se ha visto
beneficiada por los impactos de las políticas educativas del gobierno nacional
actual y las exigencias de un tiempo cambiante.
Será
bebiendo de la tradición y evaluando el presente que las nuevas sedes de la
Universidad del Tolima consolidarán el futuro de un Tolima más abierto y presto
a la formación superior. Esto se hará con programas pertinentes, calidad en
contexto y escenarios de equidad para la construcción del conocimiento y la
recuperación de los saberes de nuestros territorios, que deben coadyuvar a la
solución de sus múltiples problemáticas.

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