marzo 10, 2014

TESTIGO ELECTORAL

Por: Carlos Arturo Gamboa B.

Colombia es un país estancado en el tiempo, un país que poco cambia. Desde que tengo memoria observé llegar a mi barrio a los gamonales electorales buscando votos a cambio de miles de promesas para los necesitados, como puesticos para los jóvenes hambrientos de futuro, tejas de zinc para los desvencijados ranchos o un bultico de cemento para reparar las maltratadas calles. Pero luego de ir a votar los acueductos se demoraban eternidades, los servicios se encarecían y los jóvenes continuaban dormitando las esquinas, sin empleo. Pasados algunos años, cuando de nuevo la sed electoral agobiaba las barrigas de los politiqueros (que no políticos), la parodia se repetía y se sigue repitiendo porque en Colombia nada cambia.

Ayer pude ver esa Colombia estancada en el tiempo. Repleta de pobres con camiseticas de colores con las que ahora disfrazan la avanzada electorera. Gente humilde, con ojos cansados de soñar pero resignados al gamonalito de barrio quien tasó a buenos precios sus votos y corre diligente entre las urnas tratando de guardar evidencias para el cobro de su factura. Vi la viejita encorvada llamando a gritos al seudo-líder comunal para preguntarle por quién era que había que votar y al joven escéptico que entre burlas de sí mismo y sus compañeros votaban a cambio de una promesa de futuro. Vi motos cargando gente hacia los puestos de votación, niños repartiendo mini-propaganda con el número y el nombre de alguien que nunca más volverán a ver. Ayer vi que Colombia está estancada en el tiempo.

Mientras los medios trasmiten la esquizofrenia electoral y se aterran porque en Venezuela los ricos y los pobres se declararon la guerra, debido a que ahora los pobres han recuperado ese espacio digno que se llama la política, en Colombia celebran la “fiesta democrática” que no es otra cosa que la apología a un país en donde los pobres, que somos millones, llevan en hombros a los pocos ricos que se niegan a transformar la realidad. Este es un país en donde insultar es taquillero, violentar atrae votos y engañar sustenta el poder. Basta recorrer las calles un día como ayer para darnos cuenta cuánta falta nos hace apostarle a un proyecto de verdadera educación, pero también entendemos que esos farsantes que te llevan a votar como borrego, nos necesitan así, soñadores e inocentes, obedientes, obsecuentes, resignados, pobres, votantes… Eso permite que el país pueda seguir sumido en otros cien años de soledad, porque en Colombia nada cambia.

 Hoy lunes las calles amanecerán repletas de papeles electorales. Nos dirán que se hizo democracia. Los medios ocuparán sus espacios con cifras, pronósticos y balances, pero si miran bien los nombres de quienes estarán en los puestos públicos, se darán cuenta que todo sigue igual. Los que se han repartido el poder durante la historia en Colombia siguen ahí, con menos o mayor poder, pero con poder. Seguirá siendo un país con un gobierno de derecha, cuya oposición de ultraderecha avanza, mientras tanto el taxista que ayer transportó votantes, la señora de la tienda que repartió propaganda, el niño que llevaba esticker en sus bolsillos y la señorita que visitó el buso de un partido disfrazado en colorcitos, estarán solos, soñando que algo cambiará, pero no saben, o acaso quieren no saberlo, que en este país nada cambiará mientras los pobres se resignen a ser quienes sostienen en el poder a ese puñado de cafres que hacen que Colombia siga estancada en el tiempo, porque hasta la izquierda se petrificó y su sueño es un día ganar en las urnas, ser como ellos, transar sus sueños por puesticos, vestir de traje y empaquetar el pasado en sus alforjas. Por eso Colombia es un país en donde poco o nada cambia.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

MUY CIERTO PROFE, EL PUEBLO ESTA CIEGO , SORDO Y MUDO

Ligia Campos

Anónimo dijo...



> Me encanto..es una gran y triste verdad

Ángela Bocanegra

Anónimo dijo...

Al pueblo le falta pedagogía...Pedagogía del oprimido como dice Paulo Freire. Atte. Rafael Diaz.