octubre 29, 2015

LA UNIVERSIDAD DEL TOLIMA: UNA PELÍCULA DE SUSPENSO

Por: Carlos Arturo Gamboa B.
El segundo semestre del 2015 terminará dejando la región Tolima con muchas expectativas. Con tantas elecciones de por medio y con el sistema democrático devastado por las anomalías que ya se hicieron costumbre, y en muchos casos ley, el panorama no es apto para aprendices de brujos, menos para analistas políticos. Y en medio de ese turbulento panorama, la única universidad pública en muchos kilómetros a la redonda, naufraga en la incertidumbre. Veamos algunos factores de dicha inseguridad.
Reelegido rector en medio de la crisis. La terquedad del sistema consiste en seguir avante por encima de las crisis. Se alimenta de ellas. Vive con ellas y las genera para subsistir. La idea de que nada se puede cambiar ya se interiorizó en casi todos los sujetos adormecidos del siglo XXI. Ahora se tiende a elegir el mal menor, al menos eso nos hacen creer los que vociferan en pro o en contra de los “candidatos”. Esa lógica imperó en la reelección de Herman Muñoz Ñungo como rector del Alma Mater de los tolimenses. Ahora el profesor Herman llega con una crisis innegable a sus espaldas, la cual posee varios ribetes. Es financiera, es académica y, sobre todo, es de legitimidad ante grandes sectores de la comunidad universitaria y la región. Ya no es la figura insigne que se nos presentó en su primer periodo, ahora está precedido de sus actos, y según el sentir colectivo, está en deuda. ¿Dará un viraje a su fatal política de acreditación por encima de la realidad? ¿Dará espacio a los sectores que quieren construir universidad desde un pensamiento crítico, diverso y plural? ¿Seguirá rodeado de su pequeño séquito de aduladores y burócratas leguleyos negándose a colectivizar lo público? ¿Seguirá obedeciendo ciegamente a las políticas del MEN, de Conaces, de Colciencias y demás órganos que petrifican la posibilidad de un proyecto educativo público para la construcción de una nueva región? Difícil creer en un cambio, hasta ahora sus actos han demostrado responder a un cerrado círculo de poder, obediente a las políticas gobiernistas, alejados de la posibilidad de activar la comunidad hacia una reinvención de la Universidad del Tolima. En ese sentido, el panorama es oscuro.
El próximo gobernador es Barreto, un burócrata depredador quien fungirá como presidente del Consejo Superior Universitario. Recordado por negarle las transferencias de ley a la Universidad del Tolima, devorador de lo público y con ocho casos de investigación a cuestas, este personaje gana unas elecciones de manera apretada, para fungir de nuevo como máximo gobernante de un departamento ad portas de un cierre de proceso de paz. Con su prontuario no debería presidir el Consejo Superior, debería declararse impedido éticamente para ello. De su gobernación anterior solo se recuerdan hechos negativos para con la Universidad del Tolima; su alfil burocrático, Mauricio Pinto, apenas se ocupó de entablar relaciones clientelares, incluso con algunos sectores hoy cercanos a la administración de Herman Muñoz. Eso es lo bueno de tener memoria. ¿Qué puede esperar la Universidad del Tolima de este gobernador? Nada positivo, quizás quiera enviar su séquito de busca-puestos para darle trabajo temporal a su larga lista de lagartos, algunos de los cuales ya pululan por los pasillos de lo público inventariando oficinas. Enemigo declarado del proceso de paz, cercano a los señores de la guerra, el gobernador solo querrá poner contra las cuerdas a la Universidad y sus proyectos; a quien no le interesa la paz, ¿qué le puede interesar la educación pública del futuro? En ese sentido, el panorama es oscuro.
Guillermo Alfonso Jaramillo, un alcalde de corte progresista. Cuando el próximo alcalde de Ibagué fue gobernador, no le aportó mucho a la Universidad del Tolima. Unas pequeñas transacciones de ley, que se hicieron condicionadas, fue el gesto para con el Alma Mater. Ahora llega con muchas expectativas, al menos para la villa de los Ocobos y sus votantes, y promete cambios radicales, que sin lugar a dudas son necesarios para empezar a curar el cáncer politiquero que se tragó la ciudad.  En ese escenario, la capital musical de Colombia le debe mucho a la Universidad del Tolima, es allí en donde miles de jóvenes se han formado y se seguirán formando, sin que el gobierno municipal hubiese tendido una mano a su frágil existencia. Es el momento para que la ciudad y sus dirigentes piensen en la universidad pública y así tejer esfuerzos en beneficio de la recomposición económica, social y política de la capital de los tolimenses. Es posible entrelazar esos lazos, aportarle recursos a la Universidad del Tolima, y en contraposición pedir que esos saberes que dormitan en las aulas se vuelquen hacia la ciudad, con proyectos de investigación en formación política, apoyo cultural, estudios de impacto, y demás aspectos que permitan al claustro ser protagonista de los destinos de la región-ciudad. En ese sentido, el panorama no es claro, pero si los intereses progresistas de Guillermo Alfonso son reales, ahí tiene un camino despejado para encontrar apoyos y, de paso, retribuirle a la Universidad muchos de sus esfuerzos.
¿Y la comunidad qué? Cuesta reconocerlo, pero si algo inmoviliza la Universidad del Tolima es la apatía y el acomodamiento del conjunto de sus integrantes. Un profesorado, en su mayoría, dedicado a transferir saber cómo si estuviese anclado a la ley del mínimo esfuerzo, alejado de las discusiones políticas, pendientes de las prebendas del gobernante de turno y sumiso a las políticas del Estado. Un estudiantado adormilado, encerrado en las aulas o en las redes sociales, desconfiado e inactivo frente a la política, pasajero de la universidad y sin conciencia de futuro. Un funcionariado preocupado por sus cotidianidades personales, carente de una visión de lo público y esperando acomodarse en la escala burocrática. No son-mos todos, pero es lamentable que sí sean las mayorías. En ese sentido, el panorama es oscuro.
Alfred Hitchcock solía definir el suspenso como un hombre sentado tranquilo en su casa, mientras debajo de su sofá tenía una bomba a punto de estallar; el público lo sabía, él no. Pues en el caso de la Universidad del Tolima la mayoría sabe la existencia de la bomba, aunque es cierto que algunos dormitan en las aulas y en las oficinas, pero es innegable que debemos movilizarnos antes de que los espectadores vean volar por el aire los pedazos del Alma Mater, y con ellos la promesa de formación para millones de jóvenes.
¡Corten!

octubre 17, 2015

UN POETA EXTRAVIADO EN EL LABERINTO DE COLCIENCIAS



Por: Carlos Arturo Gamboa Bobadilla
En la isla de Colciencias fue construido un laberinto cuyo acceso solo le estaba permitido  a una casta. Su arquitecto, un personaje sin rostro definido, solían describirlo como un hombre con cabeza de loro, pues su principal habilidad consistía en repetir todo el tiempo los tres o cuatro enunciados que su amo del norte le había dictado. Vigilante del laberinto, el deforme ser solía alimentarse de artistas, pintores, cineastas, escritores de mirada lánguida, constructores de memorias, narradores de otras versiones de la historia y sujetos afines.
Según el mito, cada siete años, o cada vez que había una nueva convocatoria, el monstruo entraba en furia y debía alimentarse. Su voracidad era tal que no existía forma de crear parámetros para salvarse de su apetito. Para ello, los incautos eran atraídos al laberinto con la promesa de un futuro promisorio de citas, conferencias, ponencias, publicaciones en los códices del cielo y el averno, ránquines y demás alucinaciones propias del mundo del engaño.
Cuenta la historia que un poeta de mirada soñadora, de adjetivos plácidos y de intenciones bonachonas, decidió visitar la isla. Llenó los formatos predilectos que funcionaban como pasaporte de entrada al submundo, se unió a un grupito de pintores desarraigados que trazaban llantos y cuerpos destrozados en los oleos de la realidad, y juntos emprendieron el periplo. Nunca hicieron caso de las advertencias de otros artistas que habían sobrevivido a las atrocidades del laberinto y ahora descansaban anónimamente en los parques de las ciudades. Al llegar a la isla y mostrar sus cvlac (extraño nombre de etimología imprecisa), fueron designados para ser guiados por Ariadna, una hermosa mujer fogueada en los altibajos de la in-docencia. Ella los condujo hasta la entrada del laberinto, y antes de que los artistas ilusos se perdieran en la oscuridad del túnel, le juró amor eterno al poeta: - Aquí estaré a tu regreso- le dijo conmovida en melancolía, casi rosando el llanto; -Juro que después de este periplo serás nombrado master entre los masters.
Apenas hubo pisado el campo de las desolaciones, el poeta, quien guiaba el grupo de incautos, sintió la pesadez de un mundo inventado para la opresión. Quiso retroceder, pero a sus espaldas los muros se cerraban y sus compañeros de viaje deliraban mientras eran tragados por los recovecos. Al fondo de la oscuridad se escuchaban los gemidos de una bestia amorfa que pedía indicadores, cuartiles, evidencias, diplomas e indexaciones; ante la negativa de los perdidos artistas, fueron devorados.
Entonces el poeta recordó la promesa de Ariadna, su guía y directora de la oficina de investigaciones. Gritó, pero su eco se reproducía como un lamento que flotaba en las paredes laberínticas, sin obtener respuestas. Comprendió lo que ya sabía, de nuevo había sido timado. Se dirigió al centro de la atrocidad, encendió un cerillo, y mientras esperaba el fatal desenlace, tarareo con valentía esos últimos versos:
Traicioneras son las palabras a mi época
Refugiados, los poetas, en las trincheras del olvido
Asumen la victoria de los narradores de la sangre.
Hemos perdido los privilegios
En el reino de la muerte,
Ahora los secuaces conducen las ideas
Y somos sospechosos de vivir.

Aun los incautos que se atreven a visitar el laberinto, suelen contar que estos versos se repiten en los recovecos, como el eco antiguo de una tragedia que parece no tener fin.

octubre 13, 2015

TRANSCURRIR UT (OCTUBRE 14 DE 2015)

El Jardín de las Delicias -  "El Bosco". Detalle panel derecho
Por: Carlos Arturo Gamboa B.

No hay nube por negra que sea
que no tenga un borde plateado.
R. Tagore
I
Terminé tan hastiado de los procesos seudo-democráticos de la Universidad del Tolima, que llevaba días sin hablar de ellos; pero como la realidad es atroz, es también inevitable. Y es que precisamente por estos días he visto a muchos sujetos a punto de regurgitar ante la descarada forma en que se viene haciendo “política” en el Alma Mater, nada distante al “circo” de la política regional. Hay que aclarar que, en los dos casos, lo más ausente de las acciones que se denominan “política”, es la política misma. Es casi un hallazgo de ultratumba encontrar personas defensoras de lo público, lo que si abundan son personajes de todas las calañas, preocupados por sus prebendas, sus puesticos, sus amigos y sus contratos. Y para defender “su privatización” de lo público, están dispuestos “a lo que sea”… Por todo esto, es urgente cambiar el sistema electoral de la Universidad del Tolima, pensar en la no reelección en cargos como decanaturas y rectoría, en cuestionar y debatir acerca de la participación directa de un sector como los egresados (a quienes suelen traer, en su mayoría, solo a votar), en ampliar la participación de sectores como los catedráticos y tutores, en crear un mecanismo que expulse de la universidad las pancartas, las chivas con guaro, las prebendas, las manipulaciones y los chantajes; es decir, construir un mecanismo de veeduría que funcione. Es urgente pensar en ello, antes de que la voracidad de las urnas se trague por completo el proyecto de universidad pública. !Bueno, lo que queda! Porque ya se ha tragado hasta algunos que otrora se jactaban de críticos.
II
Siguiendo ese mismo derrotero, muchos están pegados a sus puesticos esperando que el próximo 16 de octubre el Consejo Superior elija el rector para la Universidad del Tolima. Muchos hacen cálculos, tazan el bien y mal, suman y restan, y casi todos esperan que un mesías llegue a salvarlos. No hay mayor error que depositar en el otro la responsabilidad que nos compete. No creo en mesías, ni en los antiguos ni en los de estos tiempos. Por eso no veo cómo, con estos candidatos y estas políticas, la Universidad pueda superar el déficit social con la región, y cómo la región superará el déficit económico con la Universidad, punto central en la construcción de un futuro para la universidad pública del departamento. Eso no está en ninguna agenda del mesías que otros añoran, tampoco está la reconstrucción del sujeto universitario y la comunidad; por eso no estoy de acuerdo con esos muchos que esperan mesías en tiempos que reclaman proyectos colectivos, sumatoria de voluntades, compromiso con lo público y fortalecimiento de la ética.
III
Los nueve del patíbulo o también llamado Consejo Superior Universitario, no está exento de culpa en toda esta debacle por la que atraviesa la Universidad del Tolima. Ellos son apenas un remedo de lo que se llama democracia, es decir, de lo que asquea. No es mi labor juzgarlos por sus acciones, si lo fuera, ya estarían en el cadalso de su improcedencia. Solo podría decir que un representante estudiantil que no ha sido capaz de liderar ningún tipo de trasformación para beneficio de los estudiantes, no merece tal designación. Que un representante de los egresados que no ha sido capaz de desbaratar ese conciliábulo de diez que es la Junta de Egresados y que decide por miles y miles, no merece tal designación. Que un representante de profesores que permite que el 85% de los docentes universitarios (catedráticos y tutores) sean excluidos de las decisiones fundamentales para la Universidad, no merece tal designación. Que un representante de los gremios que solo busca plusvalía, no debería tener representación en una Institución que busca el posicionamiento de lo público, o sí, que asista, opine, pero que no decida. Que el Ministerio de Educación tenga su puesto, opine y nos deje decidir, igual que el Gobierno; ya suficiente injerencia tienen construyendo políticas lesivas para la educación pública. Que el Gobernador pague la deuda, y hasta lo podríamos dejar ayudar a decidir, no es presentable que el presidente del CSU de una Universidad Pública, sea al mismo tiempo sus mayor deudor. Los ex rectores deberían irse a descansar, si necesitamos su experiencia los consultaremos. Y las directivas académicas deberían suprimir esa representación, o hacerla incluyente para con los administrativos, operarios y demás sectores del orden del funcionariado ¿o es que ellos son funcionarios que tienen corona? En general, el CSU es solo un escenario de y para la parodia democrática, por eso no espero que ellos puedan decidir para el bien de la institución. Invito mejor a que estemos alertas porque siempre suelen decidir mal, sino miren los rectores que hemos tenido y las políticas que han implementado.
IV
“El mundo quiere ser engañado. Y se pondrá seriamente furioso si no lo haces”; afirmaba Walter Serner, el autor del Manual para los embaucadores; por lo tanto, no se puede intentar convencer a los peces de que es posible respirar fuera del agua. Cada cual tendrá su mesías y vivirá de sus esperanzas mezquinas, mientras un puñado estaremos al tanto de seguir defendiendo lo público, la educación y las posibilidades de transformación. Al menos ya tengo esbozado, para tal ocasión, un nuevo Transcurrir, solo tendré que escribir sobre el espacio en blanco el nombre del actual o el nuevo rector, por lo demás, creo que todo seguirá igual, o peor.

octubre 06, 2015

“El patio de la casa donde nací sigue vivo en mi memoria”: Nelson Romero Guzmán

El nombre de Nelson Romero Guzmán por estos días retumba un poco más en los oídos culturales del país, para muchos allegados no es sorpresa, su antiguo oficio con la palabra es un grato acontecer.  Pocos transeúntes, del campus de la Universidad del Tolima, advierten que el hombre tranquilo que de vez en cuando se toma un tinto en el parque Ducuara, y ríe tímidamente con alguno de sus amigos, es una de las voces poéticas más importantes de Latinoamérica. Y no lo saben porque Nelson no es un “escritor espectáculo”, más bien podríamos definirlo como un rumiador silencioso de metáforas. Hace un par de días, cuando la Gobernación del Departamento del Tolima le otorgó un reconocimiento por su aporte a la cultura del país y la región, uno de los estudiantes que asistía al Teatro Tolima dejó escapar una de esas sentencias propias de la adolescencia: “Creí que era distinto”, y es que Nelson no encaja en los cánones de escritores del mercado, de las grandes editoriales y de las luces pasajeras de la fama. Nelson es un poeta, con toda la carga semántica que dicha palabra contiene en la historia de la humanidad.
Nelson nació en Ataco, (Tolima) en el año de 1962.  Es Licenciado en Filosofía y Letras de la Universidad Santo Tomás y Magíster en Literatura, Universidad Tecnológica de Pereira. Ha obtenido varios premios y reconocimientos literarios, entre ellos: Premio Nacional Universitario de Poesía “Euclides Jaramillo”, Universidad del Quindío, 1995; Primer Premio Concurso Nacional de Poesía “Fernando Mejía Mejía” de Manizales por su libro Rumbos, publicado por la Alcaldía de Manizales en 1992; XIV Premio Nacional de Poesía Concurso Universidad de Antioquia, con el libro Surgidos de la Luz. Reconocimiento a Escritores del Tolima con Presencia en Ibagué, Fondo Mixto de Cultura del Tolima, en el año 2000;  Premio Nacional de Literatura en la modalidad de Poesía, convocado por El Instituto Distrital de Cultura y Turismo de Bogotá en el 2007, con su libro Obras de mampostería, 56 Premio Internacional de Poesía Casa de las Américas 2015, otorgado en la Habana a su libro Bajo el brillo de la luna y Premio  Nacional de Poesía Ministerio de Cultura 2015 por su libro Música lenta, editado en el 2014 por Arte es Colombia, Colección letras.
Este blog, amigo de las buenas lecturas y conversaciones, invitó al poeta, profesor universitario y amigo a dialogar, esto fue lo que se tejió en ese encuentro de palabras:
Carlos Arturo Gamboa: ¿Para qué escribir poesía en estos tiempos aciagos?
Nelson Romero Guzmán: Lo aciago es poético en sí mismo, también permite a la pulsión creadora del lenguaje morar en las incertidumbres y en los conflictos humanos de todos los tiempos. Por ejemplo, Baudelaire como pensador de la modernidad desde la poesía y el arte, fue uno de los primeros en visionar la ruptura con la escuela románica al presentarnos la imagen de un mundo disonante, feo, caótico, habitado por el sujeto desrealizado de la modernidad. Mi escritura no sería lo que es sin esa proximidad con el hombre y el mundo en que habitamos. Las personas no educadas en la lectura de la poesía y el arte, todavía creen que el poeta es el rimador en un tiempo sin rima, o a lo sumo alguien que deleita con palabras bonitas, ¡no!, esa es la manera como los imaginarios vulgarizan al poeta y su trabajo.
Los tiempos aciagos que hoy vivimos son los de unas fijaciones, si positivas, también de usos veladamente aberrantes: la ciencia, el progreso material, la estadística, el producto, la lógica de la acción, el rendir cuentas, la pragmática. Por eso para esta sociedad la poesía no está en el terreno de las garantías, como sí lo estuvo la paideia griega donde la poesía era una forma de vida, una energía, es decir, un valor real de la sociedad. La Universidad asimila esas crisis con la máscara del conocimiento, un conocimiento indexado, que si no lo es, no entra en diálogo con los demás. La poesía, entonces, frente a estos poderes de un lenguaje siempre malicioso, se relega a lo mudo, lo silenciado. Sin embargo, todo buen arte se apodera de esas energías perdidas por el abuso de la demasiada razón, de esos desgastes de la existencia, para transformarlos en la posibilidad de una esperanza, de un retorno a la vida por el lado de otros mundos posibles, valorando el mito y la magia que fueron las primeras formulaciones del saber en el mundo griego.  No en vano Hölderlin exclamaba: “Quiero luz, más luz”. La ciencia parece ser la antorcha al revés de un verdadero conocimiento que debería estar vecino a la vida. El progreso material desmedido, producto de un poder deshumanizado, se paga con la guerra. Por eso un buen libro de poesía debe celebrarse, es una excepción feliz en medio de la monotonía y el exceso de saber. Un mundo donde el hombre de éxito es el empresario, el elegido.
Carlos Arturo Gamboa: Usted es docente universitario y escritor, ¿cómo se conjugan y/o riñen estos dos mundos?
Nelson Romero Guzmán: Como profesor dialogo con los estudiantes no sólo desde el “saber” académico de la asignatura, sino también desde la experiencia de la escritura, lo que me permite transmitir el sentir del arte más de cerca. El saber-sentir poco se asocia en el diálogo formativo cuando el profesor solo se comporta como un profesional. En mi caso personal trato de hablar desde las entrañas de los libros, del mundo, de mis emociones, y también con las teorías literarias más abiertas, que ayuden a encontrarnos. En la universidad los estudiantes y algunos profesores han formado una cofradía alrededor de mis poemas. Eso me alegra, alegra a mis estudiantes, y a su vez eleva el quehacer docente. Eso es perceptible. Enseñar-aprender adquiere un matiz comunicativo más curioso, de alguien que tiene detrás una experiencia con la escritura. Esa simbiosis me tiene ahora más vivo que nunca y lo uno marcha en continuo progreso con lo otro.
Carlos Arturo Gamboa: ¿Qué le puede aportar la poesía a la pedagogía?
Nelson Romero Guzmán: Siempre, en todas las épocas de la cultura, en buen parte la pedagogía ha formado los sujetos desde la literatura. La paideia griega forjó su ideal de virtud a partir de las obras de Homero, Hesíodo, o la poesía de Píndaro; en la época romana Séneca, Cicerón, Plinio el Viejo, elevaron el epicureísmo o el estoicismo a una nueva paideia del hombre romano tras el ideal de la felicidad; igual en la Edad Media el libro de los ejemplos de El Conde de Lucanor de Juan Manuel, la poesía alegórica de Juan Ruiz, Archipreste de Hita o las fábulas de Esopo, por citar escasos ejemplos, hicieron una literatura didáctica que contribuyó a mantener el dogma de la Iglesia, pero también una literatura goliarda bellamente corrosiva que elevó la vida por encima de las doctrinas cristianas. En sí misma, la poesía transforma al lector al transmitirle una nueva experiencia con el lenguaje, una nueva visión de mundo y hasta una ruptura con la gramática, y eso ya es la expresión de una alta pedagogía. Pensamiento más emoción más revelación más hechizo más nueva vida, ¡qué más da!
Carlos Arturo Gamboa: Como poeta usted ha ganado muchos premios ¿qué piensa sobre las premiaciones en el mundo de las artes?
Nelson Romero Guzmán: En mi caso personal se me han otorgado los premios de poesía más importantes en Colombia, y ahora el premio latinoamericano Casa de las Américas, del cual conocemos su importancia. Es claro que los premios reconocen un talento, pero no lo definen de manera rotunda. Para mí han sido estimulantes. Me han ayudado a sostenerme en una pasión de toda mi vida.
Carlos Arturo Gamboa: Poeta y ensayista ¿y los otros géneros?
Nelson Romero Guzmán: No le apuesto a los demás géneros porque cuando lo he intentado termino degenerándolos. El ensayo me nutre en la medida que me ha permitido reflexionar sobre la escritura, sobre mis lecturas literarias, además que el ensayo también es hijo de la creación, si lo pensamos desde los grandes ensayistas de quienes los ejemplos sobran. Con la poesía no sólo creo imágenes, sino que narro, reflexiono, cuestiono, critico, ironizo, parodio, burlo, juego con otros textos, con otras formas del discurso. La poesía es un género bastante exigente. Me gustan poetas como el francés René Char o el peruano Julio Ortega, por ser rebeldes de las formas, con carta de ciudadanía para burlar fronteras.
Carlos Arturo Gamboa: Volver con la memoria a las tierras calientes de Ataco (Tolima) ¿de qué manera influyen los territorios en la escritura?
Nelson Romero Guzmán: Bueno, la escritura poética es andadura, también tiene la capacidad de fundar territorios imaginarios. El caso particular de Ataco está lleno de memoria poética, el patio de la casa donde nací sigue vivo en mi memoria, el río, los pájaros, las gentes sencillas y humildes que me enseñaron las cosas sencillas y humildes, como manejar una canoa o lanzar una red al río para pescar, son parte de una naturaleza donde todo fluye sin complicaciones, como de verdad me gustaría fluir siempre. La mitad de mi vida es mi infancia, que es el verdadero reino de la madurez, bueno y la casa donde aún vive mi madre guardiana de mis sueños, donde empecé a escribir.
Carlos Arturo Gamboa: ¿Qué buenas nuevas le han traído los recientes premios?
Nelson Romero Guzmán: Todas buenas. La Universidad del Tolima me ha acogido esplendorosamente, tengo el orgullo de pertenecer a su programa editorial con una bella edición que me hizo hace poco. Soy feliz respirando estos árboles del campus. Ya tengo invitación a la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, en México, en representación de Colombia, con otros escritores del país. La Universidad Externado de Colombia publicará próximamente 8.000 ejemplares de una antología de mis poemas, con selección del poeta Juan Gustavo Cobo Borda. Estoy por estos días asistiendo a varios eventos culturales en el país. Bueno, todo marcha bien, y la creación no escasea. El oficio de escribir, que es el oficio de vivir.

septiembre 04, 2015

DEBATE DE CANDIDATOS A LA RECTORÍA DE LA UT ¿AUDITORIO O DIVÁN?



Por: Carlos Arturo Gamboa Bobadilla

Aparecen en elecciones unos que llaman caudillos
Que andan prometiendo escuelas y puentes donde no hay ríos
Y al alma del campesino llega el color partidiso
Entonces aprende a odiar hasta quien fue su buen vecino
Todo por esos malditos politiqueros de oficio.

Arnulfo Briceño


Asistí el pasado 3 de septiembre al debate (¿?) de los candidatos a la rectoría de la Universidad del Tolima. Toda una mañana para una práctica de psicoanálisis. El evento fue citado en uno de los espacios de encuentro, el denominado Auditorio Mayor de la Ciencia, el cual ya ha sido profanado antes por este tipo de parodias y montajes democráticos.  De entrada el acto no fue más que un pastiche de la democracia, porque se cita a la presentación de los planes de gobierno de dos candidatos, para elegir una terna, de la cual el Consejo Superior Universitario elegirá el futuro rector. El mundo de los principios matemáticos también es profanado en estos lares.

Sin embargo, no me detendré en la valoración de las propuestas de gobierno, las cuales parecen bajadas de la página del Ministerio de Educación y sus políticas regresivas para la universidad pública; me detendré a intentar valorar el despliegue de odios, dolores, angustias y miedos que  reflejan-mos los participantes. Parto por la conclusión: La comunidad de la Universidad del Tolima está enferma, carece de tejidos de afectos, el mal de nuestro tiempo, que no es otra que la individualización de la existencia, ha hecho metástasis en el cuerpo colectivo.

A Ralph Abernathy se le atribuye esta frase: “Estoy enfermo y cansado de la gente en blanco y negro, de la buena intención de dar aspirina a una sociedad que se está muriendo de una enfermedad cancerosa”, y ese parece ser el estado de nuestra comunidad, morimos afectivamente y nos queremos curar con aspirinitas burocráticas, aspirinitas de indiferencia, aspirinitas de odios personales, aspirinitas de gritos y manoteos. Pero la culpa no es solo de la comunidad, este desmadre tiene origines sociales, políticos y económicos. La Universidad del Tolima es apenas un bosquejo en miniatura del departamento, sumido en mayor atraso social y político; es también el lugar en donde se hace la política desdibujadamente y se maquilla tras los eslóganes de cambio, cuando apenas son el remedo de una larga y trágica historia de equivocaciones; y es además fuente de empleo para muchos profesionales que no tienen otro espacio en donde poner en práctica lo que la misma Universidad les enseñó. Estos factores mezclados son el caldo de cultivo para la esquizofrenia. Lo que queda por fuera es el verdadero propósito de defensa de lo público, de la construcción de un proyecto de universidad más allá de nuestras ambiciones de poder y egoísmo seudo-ideológico, lo que se sacrifica es el futuro de la educación de la región.

El encuentro entre candidatos a la rectoría de la Universidad del Tolima no se desarrolló en un auditorio, sino en un diván gigante con trescientas sillas, y desde muchas de ellas los cuerpos manifestaron sus heridas: úlceras producidas para insolidaridad, por el egoísmo, por la persecución disfrazada, por la angustia de conservar el puestico, por el acomodamiento y otros males que se anidaron en el inconsciente colectivo desde hace muchos años, cuando los manipuladores entendieron que lo mejor para gobernar era polarizar, dividir, fragmentar, prestar las dagas para que los cuerpos se destrozarán desde la verbalidad y la acción. Claro que entiendo esa esquizofrenia, esa impotencia del sujeto atrapado en un campus sin ethos, por eso resulta urgente desocupar ese tarro de basura que la comunidad carga a sus espaldas. En tiempos cuando se habla de reconstrucción social, que fructífero resultaría empezar por nosotros mismos.

Lástima que los candidatos a rector no tienen ni siquiera un esbozo de propuesta para superar la mamá de las crisis: el deterioro del sujeto universitario; pero pobrecitos, ellos también forman parte de este tejido averiado de afectos que juega al circular vicio de la venganza y el uso del poder para la individualización. Dentro de unos días, alguno de ellos se sentará en las apoltronadas sillas del poder y nos olvidará, no seremos ya sus indicadores en las urnas, solo un pequeño ramillete de elegidos lo acompañará en lo que desde ya se prevé como otro fracaso, porque en la maleta se conoce el pasajero. Pero hay algo más atroz: mientras morimos en agresiones inanes, la región, que clama nuestra presencia, nos olvida y para ese olvido no habrá retorno, ni pronta cura.

agosto 29, 2015

CRUCI-CRISIS

Por: Carlos Arturo Gamboa B.

Entrada: Esto hace parte de los materiales pedagógicos para entender la crisis de la Universidad del Tolima. Espero sea más fácil de solucionar que la crisis...




HORIZONTALES

A. La del Tolima, en crisis y en reversa.
B. Estos casi siempre son los causantes de las crisis. Invertido: ¿Estamos … dinero?
C. Los dineros que no aparecen.
D. Este es el culpable, señala el bebé. Un rico sin palo. Prefijo para gran insulto.
E. Sacar adelante la Universidad del Tolima, lo es. Nota musical que odian los culpables.
F. Invertido: Organice algo para salir de todo esta inmovilidad. Se emberracó el profesor Girafales al enterarse del recorte. Trabajadores Sin Norte, como la labor del catedrático.
G. Normativa Académica de los Estudios de Grado, otra norma desactualizada. Sigla para una posible Asociación de Obreros de la UT.
H. El aire gringo. Invertido: Instrumento musical de la India.
I. Un rolo sin bolas. Cóctel de champaña y vino espumoso, como con los que celebran los que trastean voticos en elecciones a decanos.
J. Exclamación de los profesores cuando se enteraron que congelaban los proyectos de investigación. Sinónimo para lucha, como la de los docentes por recuperar la academia. Ernesto Borrego.
K. Invertido: Los que en este país realizan contratos de trabajo sin garantías laborales, como les ocurre a los catedráticos.

VERTICALES

1. Se deben respetar en un una comunidad académica para no fraguar persecuciones sin sentido.
2. El que denuncia puede ser tratado como tal por los arzobispos del poder. Interjección para llamar la atención sobre algo. Nombre de letra.
3. Lo que tocará hacer con la palabra c-r-í-s-i-s, a ver si la entienden sus protagonistas.
4. Instituto Para Torpes. Invertido: Obligado como lo dice el costeño.
5. Una estrella gringa, como se creen muchas funcionarias por estos lares y por eso no atienden bien. Rudo pero desvocalizado.
6. Tipo de bebida salsera que no se puede beber debido a la austeridad. Se orina el cobarde.
7. Pronombre para señalar una cosa no determinada. Lo que un buen rector hacer con los destinos de la universidad.
8. La comida típica de las jornadas electoreras, como las que se aproximan para rector.
9. Lo es el IDEAD.
10. Medio niño. Invertido: algunos no asumen la responsabilidad de salvar la UT y esperan uno de estos.
11. ………quién soy yo, diría un pedante dirigente ante los reclamos airados de los profesores.