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El Jardín de las Delicias - "El Bosco". Detalle panel derecho |
Por: Carlos Arturo Gamboa B.
No hay nube por negra que sea
que no tenga un borde plateado.
R. Tagore
I
Terminé
tan hastiado de los procesos seudo-democráticos de la Universidad del Tolima,
que llevaba días sin hablar de ellos; pero como la realidad es atroz, es
también inevitable. Y es que precisamente por estos días he visto a muchos
sujetos a punto de regurgitar ante la descarada forma en que se viene
haciendo “política” en el Alma Mater, nada distante al “circo” de la
política regional. Hay que aclarar que, en los dos casos, lo más ausente de las
acciones que se denominan “política”, es la política misma. Es casi un hallazgo
de ultratumba encontrar personas defensoras de lo público, lo que si abundan
son personajes de todas las calañas, preocupados por sus prebendas, sus
puesticos, sus amigos y sus contratos. Y para defender “su privatización” de lo
público, están dispuestos “a lo que sea”… Por todo esto, es urgente cambiar el
sistema electoral de la Universidad del Tolima, pensar en la no reelección en cargos como decanaturas y rectoría, en cuestionar y debatir acerca de la
participación directa de un sector como los egresados (a quienes suelen traer,
en su mayoría, solo a votar), en ampliar la participación de sectores como los catedráticos
y tutores, en crear un mecanismo que expulse de la universidad las pancartas,
las chivas con guaro, las prebendas, las manipulaciones y los chantajes; es
decir, construir un mecanismo de veeduría que funcione. Es urgente pensar en
ello, antes de que la voracidad de las urnas se trague por completo el proyecto
de universidad pública. !Bueno, lo que queda! Porque ya se ha tragado hasta
algunos que otrora se jactaban de críticos.
II
Siguiendo
ese mismo derrotero, muchos están pegados a sus puesticos esperando que el
próximo 16 de octubre el Consejo Superior elija el rector para la Universidad
del Tolima. Muchos hacen cálculos, tazan el bien y mal, suman y restan, y casi
todos esperan que un mesías llegue a salvarlos. No hay mayor error que
depositar en el otro la responsabilidad que nos compete. No creo en mesías, ni en
los antiguos ni en los de estos tiempos. Por eso no veo cómo, con estos
candidatos y estas políticas, la Universidad pueda superar el déficit social
con la región, y cómo la región superará el déficit económico con la
Universidad, punto central en la construcción de un futuro para la universidad
pública del departamento. Eso no está en ninguna agenda del mesías que otros
añoran, tampoco está la reconstrucción del sujeto universitario y la comunidad;
por eso no estoy de acuerdo con esos muchos que esperan mesías en tiempos que
reclaman proyectos colectivos, sumatoria de voluntades, compromiso con lo
público y fortalecimiento de la ética.
III
Los
nueve del patíbulo o también llamado Consejo Superior Universitario, no está
exento de culpa en toda esta debacle por la que atraviesa la Universidad del
Tolima. Ellos son apenas un remedo de lo que se llama democracia, es decir, de
lo que asquea. No es mi labor juzgarlos por sus acciones, si lo fuera, ya
estarían en el cadalso de su improcedencia. Solo podría decir que un representante estudiantil que
no ha sido capaz de liderar ningún tipo de trasformación para beneficio de los
estudiantes, no merece tal designación. Que un representante de los egresados
que no ha sido capaz de desbaratar ese conciliábulo de diez que es la Junta de
Egresados y que decide por miles y miles, no merece tal designación. Que un
representante de profesores que permite que el 85% de los docentes universitarios (catedráticos y tutores) sean excluidos de las decisiones
fundamentales para la Universidad, no merece tal designación. Que un
representante de los gremios que solo busca plusvalía, no debería tener
representación en una Institución que busca el posicionamiento de lo público, o
sí, que asista, opine, pero que no decida. Que el Ministerio de Educación tenga
su puesto, opine y nos deje decidir, igual que el Gobierno; ya suficiente
injerencia tienen construyendo políticas lesivas para la educación pública. Que
el Gobernador pague la deuda, y hasta lo podríamos dejar ayudar a decidir, no
es presentable que el presidente del CSU de una Universidad Pública, sea al
mismo tiempo sus mayor deudor. Los ex rectores deberían irse a descansar, si
necesitamos su experiencia los consultaremos. Y las directivas académicas
deberían suprimir esa representación, o hacerla incluyente para con los administrativos,
operarios y demás sectores del orden del funcionariado ¿o es que ellos son
funcionarios que tienen corona? En general, el CSU es solo un escenario de y para la
parodia democrática, por eso no espero que ellos puedan decidir para el bien de
la institución. Invito mejor a que estemos alertas porque siempre
suelen decidir mal, sino miren los rectores que hemos tenido y las políticas
que han implementado.
IV
“El
mundo quiere ser engañado. Y se pondrá seriamente furioso si no lo haces”;
afirmaba Walter Serner, el autor del Manual para los embaucadores; por lo
tanto, no se puede intentar convencer a los peces de que es posible respirar
fuera del agua. Cada cual tendrá su mesías y vivirá de sus esperanzas
mezquinas, mientras un puñado estaremos al tanto de seguir defendiendo lo
público, la educación y las posibilidades de transformación. Al menos ya tengo
esbozado, para tal ocasión, un nuevo Transcurrir, solo tendré que escribir
sobre el espacio en blanco el nombre del actual o el nuevo rector, por lo
demás, creo que todo seguirá igual, o peor.