enero 06, 2014

ELOGIO Y ANGUSTIA DEL VIAJE



Pintura de Chirico
Por: Carlos Arturo Gamboa

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Viajar es un indicio de la imposibilidad de quietud de la humanidad. Desde que descubrimos nuestra limitación en los estáticos parajes hemos sido asediados por la sed de errancia. Viajar permite a tus ojos darle el realce al paisaje que soñaste, a tus oídos descubrir el sonido antiguo de los pasos. Los pies que viajan saben de territorios y sus huellas son memoria.  Otrora el viajero era un romántico de los horizontes, un explorador de la inagotable riqueza visual del planeta tierra, hoy se ha convertido en un indicador turístico y debe padecer el ansia depredadora de la plusvalía.

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Antes de que a Jesucristo lo hubiesen erigido una marca comercial y le crearan todo un staff de marketing navideño, es decir Antes de Cristo, Séneca decía que “El cabalgar, el viajar y el mudar de lugar recrean el ánimo” y para los seres que vivimos imbuidos en el tiempo del capital, los horarios y las obligaciones esta sigue siendo una sentencia mayor que la que pregonan los feligreses que reemplazaron sus estatuas aborígenes por vírgenes occidentalizadas. Al final de las extenuantes jornadas el capital nos permite descansar, pero nos tiene diseñado el plan de viaje. El turismo hoy es la forma en que el sistema nos controla hasta nuestro tiempo de ocio.

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Nada más predecible que el incumplimiento de un plan turístico que consiste en “pague ahora, sufra después” (los que hayan viajado con empresas como On Vacation lo habrán verificado, aunque son muchas las dedicadas a este fraude disfrazado). La estrategia consiste en venderte un plan de descanso cuando más estás cansado y luego meterte en un aeropuerto a esperar horas, recibirte en hotel que no se parece en nada a las fotografías que te mostraron y llevarte por lugares para defraudarte porque no toda ruina es un monumento. Si a eso le sumas el acoso de los vendedores que están prestos a aprovecharse del turista, las basuras en las playas, lo ladrones de etiqueta y los saqueadores de esquina, viajar en el siglo XXI ya no permitirá “renovar el ánimo”.

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Peor suerte corres si viajas por tu cuenta, si tus ingresos no te permiten comprar un plan de descanso, sino arriesgarte a ir a un terminal de transporte en donde una taquillera te cobra primera clase y te manda en una bus destartalado, te prometen línea directa a tu destino y apenas salen de la terminal ya están recogiendo pasajeros y te duplican las horas de viaje sin oportunidad de que tu queja tenga alguna resonancia. Este fenómeno se reproduce en Colombia, pero si viajas por el Tolima encontrarás tres expertas en ello: Expreso Bolivariano, Velotax y Rápido Tolima. Nada produce más impotencia que los rostros de unos pasajeros que llevan horas en un bus cuyo aire acondicionado no  funciona, el baño hiede a demonio y el chofer para cada veinte minutos a recoger pasajeros que se bajarán dentro de veinte minutos. Al final la etiqueta de control de la puerta se pega o se paga y el que pierde siempre es el viajero, porque la plusvalía nunca disminuye.

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Viajar seguirá siendo la posibilidad de confrontar tus ideas con el paisaje, de asombrarte con los atardecer a kilómetros de distancia de tu lugar de origen y también de desilusionarte al ver que ciertos sitios son un slogan nada más (los que hayan visitado la Cueva de Morgan en San Andrés sabrán de qué hablo). Viajar es huir para volver, y todos debemos hacerlo. Dice Poncela que “viajar es imprescindible y la sed de viaje, un síntoma neto de inteligencia”, aunque con estas experiencias entre empresas turísticas, terminales y aeropuertos, me dan ganas de hacerme un poco más bruto este año cuando el sistema me permita descansar, y quedarme en casa leyendo un libro que quizás me conduzca a mejores paisajes…

3 comentarios:

LA PIEDRA ANGULAR dijo...

Viajar es muy rico. lastimosamente no todos pueden viajar a donde quisieran y otros no pueden viajar con la comodidad deseada. sin embargo el viajar siempre deja una experiencia, sobre todo si puedes dar una pálabra de aliento y fortaleza a quienes tanto lo necesitan, es decir, una buena nueva, una buena noticia, un buen mensaje, así como lo hizo el apóstol Pablo que a pesar de las adversidades de sus viajes, siempre llevó un mensaje de vida, Jesucristo.Y a veces nos quejamos de las dificultades de los viajes cuando hay personas que no pueden salir ni siquiera de sus casas. Gracias a Dios por los viajes. "Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús, y por medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor de su conocimiento". 2Cor2:14

Anónimo dijo...

Compa:
Gracias por compartir lo que vale la pena.
Felicitaciones

Héctor Galeano

Anónimo dijo...

Un paseo al rancho, con un buen libro puede ser un buen plan donde el contacto con la naturaleza es pleno, a veces el disfrute, el goce, está en las cosas sencillas. Gracias Carlos por su reflexión. Feliz 2014 y sigue adelante con sus metas y logros con la humildad que lo caracteriza.

Ramiro Quintero García