julio 08, 2013

LA PASIÓN POR EL TRAPO



Por: Carlos Arturo Gamboa B.

El drama de ser hincha del Deportes Tolima es el mismo de ser tolimense. Algo siempre nos hace falta y terminamos reclamando dividendos de los esfuerzos dejados de hacer por los demás y olvidamos el esfuerzo que nunca hicimos nosotros. Para iniciar toca bajarnos de la nube, el fútbol es un negocio y hace rato que los negocios se apoderaron de los deportes y al hacerlo acabó con la transparencia, la sana competencia y el honor. Ahora se trata de ganar, pero como en los negocios, gana el poder económico. Nos más recordemos a Lance Armstrong y sus elaborados dopajes para quedarse con el botín del Tour de Francia. Pues en el fútbol esto no es ajeno. Podríamos decir con Ramón de Campoamor: “En la guerra, el amor [y el fútbol] es lo primero, el dinero, el dinero y el dinero”. La historia de la relación del fútbol colombiano y la mafia sigue intacta, como siguen intactas las mafias.

Aun así, miremos otras cositas que los tolimenses “dejamos de hacer” y que luego olvidamos, sobre todo cuando vienen los días de los balances en las soleadas tribunas de un estadio que se ha demorado más en construirse que el Coliseo Romano. Lo que llamamos Deportes Tolima es una colcha de retazos en donde la ausencia de jugadores de la tierra es una constante ¿A qué se debe esto? Pues al negocio del fútbol. Camargo en eso es eficiente, mínima inversión, máxima ganancia; porque mantener un proceso de formación de jóvenes promesas es demorado, eso no se puede vender cada final de temporada al fútbol mexicano, se requiere un ciclo de por lo menos 5 años. Recordemos las bases que dejó la escuela de Bernal, frutos que hoy incluso recogemos en el legado de varios técnicos en el fútbol profesional; de los cuales tres estaban en este grupo de los cuadrangulares y, curiosamente, ninguno disputará el título.

Otro aspecto es la dependencia del equipo a un personaje, el señor Camargo, un ex senador, lo cual ya nos dice algo. Su misión, ganar dinero, y si se puede, estrellas. Pero no olvidemos la prioridad. Pero nadie quiere invertir, nadie quiere asumir el costo de construir bases deportivas, no sólo para que los hinchas puedan asistir al estadio, sino para que los jóvenes tengan otro espacio de construcción de subjetividades. Ponerse la camiseta no es una frase vacía. Está llena de posibilidades, pero no se soluciona dejando el equipo en manos de un mercachifle del deporte o entregándoselo a una multinacional como se alcanzó a intentar con la AngloGold.

El equipo de Ibagué, refleja al ibaguereño. Una ida al estadio es como un paseo por nuestro facilismo idiosincrático. Colas inmensas. Olor a lechona. Cerveza fría. Policías cuya misión parece ser que uno no vuelva al estadio. Predicciones: “vino mucha gente, hoy perdemos”. Bunde Tolimense a medio cantar. Madrazos por todo. Chisme de tribunas. Jugadores de otras tierras que vienen trabajar, no a jugar. Uno que otro jugador comprometido. Peleas en los camerinos. Un empresario llorón que nunca tiene la plata suficiente pero no abandona el negocio. Dineros extraños que rondan las esquinas futboleras. Al final, frustraciones, más madrazos, olvido. El olvido que se pasea de un semestre a otro, de un año a otro.  Y con olvido se construye esa gran muralla de resignación, la misma que nos sirve para soportar tanto político corrupto, tanta calle intransitable, tanto parque abandonado, tanto dinero público en las arcas de los ex gobernantes, tanto paraje abandonado, tanta gente en la miseria, tanta promesa incumplida. Pero cuando toca votar hacemos la misma del hincha, vamos y luego criticamos.

Ser hincha del Deportes Tolima es lo más tolimense que puede hacer un tolimense. Lo refleja, le recuerda su idiosincrasia, le permite exclamar que “siempre nos faltará cinco para el pesito”; al menos que decidamos darle un giro a esta concepción de vivir en la modorra, de movernos, de recuperar esa leyenda del aguerrido Pijao; pero eso es casi imposible, creo que será más fácil obtener otra estrella liderados por Camargo.

Al final, lo único honesto en este mundillo del fútbol es la pasión por el trapo.

1 comentario:

Julio César Carrión Castro dijo...

Antes. Hace muchos años habia un tonto que se emputaba si le decian"Tolima es malo" . Lo unico que hacambiado es que hoy hay muchos mas tontos