mayo 21, 2012

PAVOR A LA DEMOCRACIA: SÍNDROME DE LA UNIVERSIDAD DEL TOLIMA


Por: Carlos Arturo Gamboa B.
A menudo no se aprecia cuán profunda y fuertemente arraigado está el descontento por la democracia en la cultura de élite, y el miedo que genera.
Noam Chomsky. El miedo a la democracia.
I                                                               
Las palabras terminan por agotar el significado de lo cotidiano.  Las multitudes acaban hablando con mucha propiedad de lo que ignoran y convencidas de que sus sentencias posee dimensiones de certezas. De ese modo se evita el esfuerzo mental que requiere “pensar la cosa en sí”, se evade la agonía de confrontar el mundo y sus consecuencias, se fragua la verdad en la mentira y se tranquiliza la imposibilidad de construir. Este es el escenario propio de lo que podríamos llamar “el debate sin debate”, que surgió a la posterior caída de la reforma a la Ley 30, y que otorgó  al gobierno nacional una nueva estrategia para retomar el espacio universitario, ya demostrado con su proceder en diferentes universidades en donde ha im-puesto rectores que le garantizan maniobrar desde adentro mismo de la universidad pública, en contra de la Universidad Pública. El Caballo de Troya de la educación superior colombiana.
Para evitar que la Universidad se autogobierne y empiece a pensar el por qué la presencia de un Consejo Superior Universitario tan anti-universitario, el Estado, ante la amenaza de la consolidación de un movimiento estudiantil de dimensiones históricas, sabe que debe jugar en dos escenarios: ofrecer (seudo) garantías al movimiento para que elabore y presente un propuesta de ley y, por medio de su poder burocrático, evitar que esto suceda instaurando una lógica de imposibilidades de acción. Si el Estado le cede sus deberes al movimiento, garantiza el fracaso del mismo y justifica su accionar reformistas a futuro. El tema por supuesto se centra en la Autonomía, lo demás es concomitante. Si se sigue teniendo el control de los Consejos Superiores en las Universidades, y además, los rectores responden al interés reformista, a la vuelta de dos años se habrá evitado que el movimiento estudiantil se convierta en provocador de cambios profundos, aunque los cambios profundos se habrán logrado, pero dentro de la lógica estatal. Veamos estos movimientos en clave local.
II
El caso de la Universidad del Tolima es un prototipo para entender la importancia de las limitaciones a la Autonomía que generan los procesos de supuesta democracia universitaria, como se recoge en la siguiente tabla:
FORMAS DE PARTICIPACIÓN EN LA UNIVERSIDAD DEL TOLIMA
Órganos de Gobierno
Formas de elección
Problemas
Representantes del Gobierno y el MEN al Consejo Superior
Discrecional del gobierno
No se posee ninguna forma de control que le permita garantizar la presencia de sujetos defensores de la universidad.
Representante del sector productivo al Consejo Superior
Designación por pactos entre sectores privados
Los intereses del sector productivo se mueven en la lógica de lo privado, no de lo público.
Representante de los ex-rectores
Concertación entre reducidas fuerzas de poder.
La presencia de este sector garantiza estructuras de poder e impide la renovación.
Presidencia del Consejo Superior
El gobernador de turno
Sus políticas macros determinan su accionar en la Universidad, y por lo general consideran la Universidad más como un problema, que como una potencia.
Representante Egresados al Consejo Superior
Votan los representantes de las asociaciones.
Se viola la participación de miles de egresados y se privilegia la creación de asociaciones electoreras que no dinamizan la cohesión real con los egresados.
Representante Directivas al Consejo Superior
Se eligen entre los miembros de la comunidad académica, pero su proceso no es abierto.
No existe la garantía de que un académico que no esté en el entramado del poder de turno, pueda acceder a dicha representación.
Representante Profesoral al Consejo Superior
Lo eligen los profesores de planta, mediante votación.
No participan en las votaciones el profesorado ocasional y de cátedra que representa cerca del 80%. Pueden votar los docentes en comisión administrativa, lo que crea conflictos de intereses.
Representante Estudiantil al Consejo Superior
Los eligen los estudiantes mediante votación.
Se elige un sólo representante para cerca de 50 mil estudiantes. La presencia de la universidad de diferentes partes del país, recrea un modelo de politiquería tradicional en su accionar.
Decanos a Facultades
Se elige mediante votaciones de estudiantes, egresados y profesores.
Los perfiles privilegian lo administrativo en detrimento de lo académico. Se niega la participación de los profesores de cátedra.

En este modelo lo que se puede observar, sin necesidad de análisis profundos, es que la Universidad del Tolima posee un sistema obsoleto para la construcción de una democracia real, primero porque se mueve en la idea de una democracia construida en formas simples de representación que no garantizan las voluntades de la comunidad académica en su mayoría, sino que privilegia el interés  particular o de pequeños grupos de poder; y segundo, porque no hace uso de la autonomía para debatir y concertar formas de democracia deliberativa, que consoliden el proyecto de la construcción y la defensa de lo público. Veamos ejemplos de las paradojas que este modelo provoca:
EJEMPLOS
FACTOR DE CRISIS
Cerca de 220 profesores de planta deciden su representante sin consultar a los cerca de 1500 docentes de cátedra
Ilegitimidad
10 egresados eligen el representante de los egresados, sin tener en cuentas la mayor población universitaria existente
Ilegitimidad
Se crean asociaciones de egresados que operan en el papel, mientras se vota.
Desinstitucionalización
Se elije un representante para cerca de 10 mil estudiantes de presencial y 38 mil de distancia, pero se centralizan las decisiones en la Sede Central.
Crisis de representatividad
Los Centros Regionales de Educación a Distancia se vuelven importantes para capturar votos en época electoreras.
Politiquería y clientelismo
Para ser decano se debe tener ostentar un “mejor” perfil que para ser rector.
Ingobernabilidad
La experiencia administrativa tiene mayor peso en la hoja de vida de un aspirante a decano, cuando su mundo de acción es la academia.
Menoscabo de la Misión Pública.
Los sectores externos del Consejo Superior Universitario terminan condicionando el destino de la Universidad.
Pérdida de Autonomía
La unidad académica más grande la universidad, el IDEAD, no elige director por medio de consulta a su comunidad.
Ilegitimidad
Un docente catedrático no puede elegir ni ser elegido como representante profesoral.
Violación a un Derecho Constitucional.

En este escenario de aguda crisis, la comunidad debe pensar en su responsabilidad como sujeto universitario y replantear el esquema para avanzar hacia una democracia real; el problema consiste en que ese mismo ejercicio implicaría una consolidación ética de lo colectivo, por lo cual se hace casi imposible en una comunidad en donde ha hecho carrera el privilegio individual, y en donde se escudan estos intereses en falsa enunciaciones como: “es que la norma así lo estipula”, como si las normas fueran imposiciones divinas y no construcciones de burócratas de turno que acomodan la ley a su antojo.
Entonces sólo queda esperar que las mayorías hagan realidad su clamor y se activen la transformación radical de la democracia universitaria, que es política vertebral de la MANE, La Constituyente Universitaria y la Asociación Sindical de Profesores (ASPU); o de lo contrario se limite a ver como los intereses particulares y privados delinean el mundo universitario, cayendo en la sin salida, a manera de un grupo de profesores que por proteger sus intereses particulares, o sus deseos de poder, han avalado un candidato a representante profesoral que promueve los convenios con las multinacionales que destruyen la vida y creen ciegamente en la empresarización de la Universidad del Tolima. Una cosa es negarse a construir democracia por miedo a la democracia profunda y sus consecuencias, y otra es la ausencia de un sentido real del mundo universitario; y el ritual de las votaciones, más que hacernos demócratas, nos recuerda, cada cierto tiempo, nuestra constante estupidez.

1 comentario:

Anónimo dijo...

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