noviembre 10, 2010

CONSIDERACIONES GENERALES SOBRE LA IDEA DE UNIVERSIDAD




CONSIDERACIONES GENERALES SOBRE LA IDEA DE UNIVERSIDAD, EN EL MARCO DE LAS ASAMBLEAS DE PROFESORES SOBRE LA REFORMA CURRICULAR DE LA UNIVERSIDAD DEL TOLIMA, NOVIEMBRE 4 DE 2010.

Por: Alexander Martínez Rivillas. alexandermartinezrivillas@gmail.com
Profesor de la Facultad de IA-UT

IDEA DE UNIVERSIDAD


Una universidad deseable en abstracto requeriría de recursos ilimitados, talentos científicos idóneos, gobernanzas infatigablemente transparentes y solidarias, administradores infalibles, estudiantes altamente sensibles con el saber universal y la cotidianidad local, docentes con una enorme potencia crítica, compromisos eficientes con formas de autodesarrollo solidario de sus comunidades locales y regionales, y un marco social nacional y regional sin pobreza y con democracia profunda, entre los aspectos fundamentales. Esta utopía de organización universitaria no es posible, pero nos es dable como un horizonte de sentido de una idea de universidad, esto es, la universidad como ethos del saber, la solidaridad y la transformación crítica de lo real.


No obstante, el Tolima requiere de una universidad que, sin perder de vista aquella idea de universidad, pueda mejorar ostensiblemente su quehacer natural y la función social en su región natural de influencia. Requiere en fin de una pragmática crítica de universidad a fin de sortear con eficiencia las circunstancias tan adversas que se nos imponen. Esta pragmática es en realidad un modelo practicable de universidad, el cual debería orientar cualquier plan de desarrollo de nuestra universidad.

OBJETIVOS ETICOS DE LA REFORMA


El espíritu de la ética se forja o despliega, en nuestro caso, en el ethos universitario. Esta ética debe ser en últimas la práctica cotidiana de aquella idea utópica de universidad. Esta práctica cotidiana es en sí misma una política universitaria en desarrollo. Y esta política es en realidad el campo de concepción de aquel modelo practicable de universidad. En resumen, una idea de universidad debe inspirar una ética universitaria, ésta debe constituir la política universitaria, pero ésta a su vez debe determinar la pragmática crítica de la universidad, y esta última debe inspirar sus planes de desarrollo y su quehacer cotidiano.


En consecuencia, una ética mínima universitaria debería en mi opinión contener: a) un saber científico, técnico y humanista para el mejoramiento de la vida individual y colectiva de nuestros espacios sociales de influencia; b) expansión de la solidaridad del saber e investigación infatigable sobre el saber solidario; c) ampliación y práctica cotidiana del saber ambiental; d) responsabilidad con el desarrollo de un saber propio o autocomprehensivo; e) responsabilidad con la comprehensión dialógica del otro; f) reducir al máximo las relaciones de poder que circulan en la vida universitaria; g) implementar mecanismos de elección social que fomenten la deliberación y reduzcan el representacionismo, o sea, formas de elección ordinales y no cardinales; h) profundizar en formas de gobernanza simples, eficientes y directamente controlables por formas de interpelación asamblearias; i) fomentar una praxiología de la transformación reflexiva de nuestra región y el país en horizontes de democracia radical y economías efectivamente solidarias y sostenibles; j) desplegar en la comunidad su potencia política transformadora, y fomentar su participación activa en la vida política de la región y el país.

OBJETIVOS DE POLÍTICA DE LA REFORMA


En consonancia con aquella ética de mínimos, propongo un conjunto de objetivos de política universitaria, o de pragmática crítica universitaria, la cual debería convertirse en principio rector de nuestros planes de desarrollo, y que en principio podría debilitar algunos contenidos de nuestra idea de universidad. Dichas concesiones solo se justifican por las condiciones tan adversas que tenemos para adelantar reformas más consecuentes. No obstante, siempre es posible esperar que, ante la superación de aquellas condiciones, se pueda reincorporar con vitalidad la idea potente de universidad que concibamos.
En relación con la universidad:


a) Los procesos de producción de saberes científicos, técnicos y humanistas deben desarrollarse de manera autónoma y en horizontes de autocomprehensión. Esto indica que la autonomía universitaria, consagrada en la regulación colombiana, debe desplegarse al máximo, y que debemos desarrollar saberes propios mediante nuestra propia producción intelectual con referentes cotidianos más cercanos a nuestros entornos vitales.

b) Los procesos de “modernización” de la organización universitaria deben llevarse a fondo, no en clave eficientista o tecnocrática, sino en la perspectiva de una ética de la transparencia, la eficiencia reflexiva, la democracia profunda, y el valor superior del desarrollo del saber.

En relación con el contexto:

c) La universidad debe contribuir de modo estratégico al diseño e implementación de un proceso de producción de “riqueza” regional en clave solidaria. Esto implica interpelar los modelos rentísticos y monopolísticos de la economía del Tolima, e introducir modelos cooperativos de producción y formas de distribución de baja intermediación, en correspondencia con las demandas sociales y condiciones ambientales de la región. Dicho modelo es en últimas una propuesta de integración regional intensa y eficiente de la economía del Tolima, y no busca otra cosa que la mejora de las condiciones materiales de vida de su población.

d) La universidad debe contribuir de modo eficaz a los procesos de producción de gobernanza “moderna” en lo local y regional. Al respecto debo aclarar que al menos deberíamos contribuir a la mejora de sus desempeños administrativos y planificadores, y al menos suscitar el debate continuo sobre modelos de autodesarrollo a contrapelo de las hegemonías del desarrollismo neocolonialista.

e) La universidad debe contribuir al cuestionamiento profundo de sus élites económicas y políticas regionales, absolutamente insensibles ante la realidad social del Tolima, y absolutamente ineptas para enfrentar sus desafíos conexos. Esto implica desde luego la promoción crítica de nuevas “élites” económicas y políticas regionales, que puedan contribuir al desarrollo de nuestras economías solidarias, a la mejora de la gobernanza regional y a la financiación generosa de procesos técnico-científicos de la universidad. Estas élites deberían ser formadas por nuestra universidad en cualquier grado de escolaridad, y también deberían ser seriamente cuestionadas cuando dejen de cumplir sus funciones sociales fundacionales, o sencillamente desaparecer cuando la democracia profunda lo demande.

f) La universidad debe concentrar su área de influencia nacional en su espacio regional natural, esto es, el Tolima. Es necesario concentrar nuestros esfuerzos en el departamento para contribuir con más eficiencia al desarrollo de la idea de universidad y de su pragmática crítica. Debemos ante todo convocar a los talentos de nuestro sistema educativo en una universidad capaz de potenciarlos al máximo, ya sea en su campus, o en sedes tolimenses probablemente más fortalecidas. Dicho en perspectiva crematística: debemos disminuir los “costos sociales” de una errónea planificación educativa en el departamento.

g) En virtud de las anteriores acciones, la universidad debería ser un agente activo en la construcción de una identidad tolimense. No obstante, la universidad solo puede garantizar esta función de modo eficiente, cuando despliegue su potencial cultural en distintos centros urbanos del Tolima, lo que en efecto podría hacerse con un Centro Cultural más fortalecido.

ESTRATEGIAS PRÁCTICAS DE LA REFORMA


En el marco de la idea de universidad y su modelo de desarrollo, anteriormente esbozados, mencionaré algunas estrategias prácticas que podrían ayudar a despejar el debate de la reforma universitaria:


a) Currículo: el currículo es tan solo un instrumento para organizar esquemáticamente el saber y sus procesos conexos, es solo una herramienta de gestión. Su importancia es solo burocrático-administrativa, y aún así puede vehicular con mucha facilidad una política deseable o indeseable. El currículo debe responder a contenidos que fomenten la potencia humanista, científica y técnica del saber, por tanto, la discusión del microcurrículo es esencial, esto es, no debe minimizar contenidos sin una delicada y ponderada discusión en cada unidad académica, y por el contrario debe maximizar los contenidos que mejor expresen las anteriores potencias. En ningún momento se debe ajustar el currículo a un número máximo de créditos, los créditos son apenas el resultado formal de los contenidos discutidos y consensuados. Si ellos superan la regla general no debería importarnos, como tampoco deberíamos ceder ante el chantaje, por demás ilegal, del ministerio de educación.


b) Descentralización y meritocracia: todas las plazas administrativas y de trabajadores deben someterse a concursos públicos desarrollados por una entidad externa. Por otro lado, todas las facultades e institutos deben someterse a un proceso de descentralización (o mejor, de funciones y ordenación de gasto), fuertemente regulado e integrado a nuestro modelo de desarrollo de universidad, a fin de fortalecer la iniciativa y la gestión de recursos, sin sacrificar por supuesto la idoneidad de sus desempeños académicos. Se debe debilitar las competencias de las vicerrectorías administrativa y de desarrollo humano, y reorganizarse en unidades administrativas técnicas y consultivas. En realidad, debemos aceptar que los ejecutores de la política universitaria no son las vicerrectorías, sino las facultades e institutos. Finalmente, es necesaria la creación inmediata de una editorial universitaria, descentralizada y con capacidad de gestión de recursos.


c) Competencias: ni calidad, ni competitividad, ni idoneidad laboral, ni perfiles laborales, ni las demandas del mercado, deben definir la substancia de nuestro modelo de desarrollo de universidad y nuestros currículos. Por el contrario, nuestro perfil profesional y nuestros currículos deberían obedecer fundamentalmente a la urgencia de cambiar una realidad que produce desempleo, pobreza, desigualdad, conflicto y contaminación ambiental (lo que se produce en efecto con mucha calidad, competitividad e idoneidad). No debemos hacer perfiles profesionales para profundizar el estado actual de cosas, sino que debemos hacer perfiles para transformarlas. Y no se trata de concebir programas disfuncionales, sino de concebirlos de modo tal que puedan ser funcionales a los procesos de transformación de nuestro entorno inmediato.

1 comentario:

Unknown dijo...

que bueno e interesante es caer en cuenta de la forma en que la literatura interactua en nuestras vidas. expresandose en inspiraciones como lo son los versos de poesia y lecturas que recrean, motivan, y desarrollan nuestro pensamiento y espiritu
ademas,de llevarnos a las entretenidas lecturas nos impulsan a escribir de una manera mas autentica.
pues, no olvidemos que la literatura es todo acto de comunicacion artistica cuyo medio es la lengua en su funcion estetica; porque el autor en su proceso de comunicacion elabora su mensaje teniendo en cuenta el codigo y los recursos de la lengua. De forma que su mensaje sea correcto gramaticalmente y sus ideas o sentimientos esten expresados de forma estetica.