El día del idioma es otra fecha más. Extraña fecha en la que se pretende idolatrar el idioma castellano por medio de las cosas más absurdas. En las escuelas y colegios, por ejemplo, para esta época se hacen visibles una serie de personajes que se creen los portadores de la palabra, y con ella empiezan a torturar a sus estudiantes con todo tipo de actividades: Leer un capítulo del Quijote y dibujar la escena, hacer una cartelera alusiva al día del idioma, copiar en una gran cartulina la biografía de Gabriel García Márquez, elaborar un glosario por medio de un friso, aprenderse un poema popular para recitarlo a una muchedumbre de jóvenes bostezando, y muchas otras artimañas que en general sólo disfrazan la ignorancia de los maestros de lengua castellana. Nadie en verdad aborda el idioma, su riqueza y su dinamismo transformador, su importancia en la construcción cultural de los pueblos. Se habla de lectura como un reto, se sigue soñando con edificar una escuela en la cual sus estudiantes lean, pero se olvida que los profesores no leen. Se habla de la escritura como un posibilidad, pero a los estudiantes no se les valora la narrativa de su vida, sino que se limitan a los siempre sosos ejercicios de la mecánica lecto-escritural.
Después del día del idioma, que muchos colegios utilizan como excusa perfecta para poderle dar vida a una semana cultural, se guardan las carteleras más bonitas, las más feas se rompen, se le da una buena calificación al mejor declamador, se premia el friso y luego la escuela de nuevo se sumerge en la parodia de la cotidianidad, olvidando que el lenguaje es el rey en este mundo. Es que la escuela no tiene tiempo para el oficio que se empeña en describir José Agustín Goytisolo:
Contemplar las palabras sobre el papel escritas, medirlas, sopesar su cuerpo en el conjunto del poema, y después, igual que un artesano, separarse a mirar cómo la luz emerge de la sutil textura. Así es el viejo oficio del poeta, que comienza en la idea, en el soplo sobre el polvo infinito de la memoria, sobre la experiencia vivida, la historia, los deseos, las pasiones del hombre. La materia del canto nos lo ha ofrecido el pueblo con su voz. Devolvamos las palabras reunidas a su auténtico dueño. (Oficio de Poeta)
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