Artículo publicado en Facetas, Magazín del nuevo día.
Por: Carlos Arturo Gamboa B.
I
Han llegado a mis manos los ejemplares recién editados de la Colección Soledad Rengifo: Antología poetas inéditos y Antología cuentistas inéditos, que según las especificaciones están patrocinados por la Alcaldía Municipal de Ibagué, La Secretaría de Cultura de Ibagué y La Corporación Festiva de los Ocobos y son diseñados e impresos por Caza del Libro, con un tiraje de 1000 ejemplares de cada título. Debo decir que de entrada el diseño de la carátula con sus multivariados colores, que pretenden jugar a la invocación de un rancio amor por la ciudad, no atrae a los lectores; en una breve lectura, encuentra un lector precoz, que hay descuido textual, errores de transcripción y casi que un nulo diseño, los textos parecen más que editados, amontonados.
Ahora bien, ignoro la forma en que se realizó esta convocatoria, las bases y criterios de selección, si es que los hubo; pero algo queda claro en los títulos, se trata de escritores inéditos, lo cual no necesariamente significa jóvenes, con estas premisas leo y deseo que un esfuerzo tan loable como el de editar libros, impulsar escritores inéditos e invertir los dineros públicos en cultura, tuviesen un aceptable resultado.
II
La Antología poetas inéditos, es un compendio de cinco voces (bueno muchos ruidos), cuyo patrón de agrupamiento no se puede inferir en la lectura, porque cuando se selecciona una antología la variable estética debe ser tenida en cuenta, al menos como pretexto. De entrada el prólogo, desmedido como todos, anuncia un trabajo con la presencia de: “Las frases sorprendentes, las metáforas insólitas que designan lo innombrable, las imágenes veladas en donde se alude”, con este preámbulo uno no espera menos que encontrar en esas páginas siguientes los poetas de la ciudad letrada del futuro. Pero que desencanto, de entrada un joven aspirante a poeta, cuyas cartas de Rilke parece nunca haber recibido, nos sorprende (por haber sido incluido) con versos como:
Así eras para mí
Si no la desgracia de mi realidad
Cómo te has metido en mí
Sin ni siquiera tu pecho he podido tocar. (Pág. 11)
Basten estas líneas para preguntar de nuevo: ¿Cuáles fueron los criterios de selección? Conozco mejores poemas de niños y jóvenes, que seguramente hubiesen podido llenar con algo de poesía esas 28 páginas iniciales que pertenecen a Diego Fernando Moya, cuyo oficio de juntar palabras es excusable, pero no la de los compiladores que lo incluyen dentro de un nuevo panorama poético. Es que el arte de la poesía necesita evadir el lugar común o al menos evitar el ritmillo de balada de Raphael, como en el poema Estar enamorado es:
Estar enamorado es
Mirarle, morirte y morderte los labios
Estar enamorado es
Jamás decirle que la amas
Estar enamorado es cruel. (Pág. 27)
Como cruel sería seguir hablando de estos 28 textos que parecen extraídos del diario alucinante de un hombre que quiere ser poeta, pero que jamás lo será, si no es capaz de re-construir las palabras y reducir su verborrea.
Después encontramos a la autora María del Rosario Laverde, cuyos textos cortos al menos permiten respirar y tomar impulso para continuar la travesía por el libro. Incluidos como poemas, algunos textos, o casi todos, parecen más pertenecer al género de la minificción, como el titulado Samsa:
Has amanecido convertido en un insecto,
Acostado sobre tu caparazón
Mueves tus ocho patas en señal de auxilio
Nadie ve en ti al que solías ser
Tu metamorfosis ha finalizado con éxito
La escoba asesina se precipitará sobre tu cabeza
En cualquier momento. (Pág. 39)
Si en Rosario hayamos más estética, creo que su trabajo debió ser incluido en la Antología de Cuentistas.
Encontramos luego los trabajos de Damián Guayara, quien se atreve en 15 textos a desafiar mi parsimonia lectora, que ya a estas alturas se debate entre abandonar el libro y olvidar este comentario. El nihilismo urbano de sus textos algo abona a su descuido en el uso de las palabras en estribillos tan poco logrados como el siguiente:
Rasgando las pieles, debajo de las pieles
Lamiendo el edén, lamiendo el edén. (Pág. 45)
O su intento iconoclasta, tan trajinado, que por posicionar la moraleja olvida la esencia, como en A un dios abyecto:
Señor, recoge tus cosas
Tus santos y tus angelitos
Toma unas largas vacaciones
O por favor pégate un tiro! (Pág. 47)
Sin embargo, en sus textos hay una muestra de un mayor esfuerzo por la búsqueda de la palabra, por huirle a las imágenes petrificadas y es quizás en el poema titulado A una mujer, en donde mejor lo logra:
Porque llevas la sangre de Lilith
Y no la de la sumisa Eva
No sufres de sueños impuestos
Ni eres coleccionista de cadenas.
Sobre las fálicas reglas tus deseos vuelan. (Pág.57)
El cuarto trabajo, perteneciente a Alfonso Durán Rincón, sorprende por ciertos giros del lenguaje que logra en momentos renovar las imágenes, reflejando con ello la aspereza de ser un habitante de estos tiempos, como en el poema titulado Canción de la mañana:
Se me hace tarde para
Salir a la esfera
Debo peinarme la columna vertebral
Lavarme las muecas
Vestirme con baldosas
Y desayunar olvidos. (Pág. 58)
Los poemas de Durán atraen al lector, casi siempre contienen una imagen renovadora, pero en ocasiones se expanden demasiado, la concreción será un buen camino.
Finalmente encontramos la obra poética de Alirio Quimbayo, y aquí si podemos hablar con seguridad de poesía. Textos madurados por el tiempo, imágenes pulidas por la no prisa de la publicación:
La sombra digiere la luz
Que la hoja convirtió en sangre
Para que la hormiga
Indagara el verso. (Pág. 69)
La mayoría de sus 27 textos exhalan poesía, para hablar de la ciudad, como en La calle y su doble:
La calle es la celestina gratuita
De las sombras que se aman
Cuando se asaltan a besos
En sus laberintos y espejos. (Pág. 84)
O para presentar la voz poética de nuestras profundas realidades:
El poder copula en su sarcófago
Con la prostituta ley.
Su traje de camaleón oculta su soledad
Y todo lo que toca con su lengua desparece,
Menos la miseria de los pueblos. (Pág. 83)
En general, la Antología se cierra como debió haberse abierto, con poesía. Sólo que a veces las mixturas resultan lamentables.
III
De entrada la Antología cuentistas inéditos presenta un panorama distinto, con 18 autores incluidos brinda un panorama más amplio de los muchos seres que juegan a la narración en estos lares, aunque con los mismos descuidos de edición que se refleja en párrafos repetidos, cortes de texto, constantes errores de ortografía e inclusión de algunos textos que no son cuentos, ni siquiera relatos, quizás anécdotas. Al no existir un trabajo mínimo de unidad los textos se presentan de manera que un lector, que quisiese bucear en la nueva narrativa, se podría asfixiar muy pronto.
Los temas recurrentes son la ciudad, el desencanto y las tramoyas del amor, algunas veces bien abordados desde historias en las que resuenan antiguas escrituras del mundo de lo mítico, intertextualidades y asuntos cotidianos que logran cierta tensión narrativa. Para evitar palabrerías acotaré sobre aquellos en los que se pueden detener con gusto los lectores. En el texto titulado Carácter de los dioses, de Daniel Mauricio Montoya, el tema de la dialógica cultura se hace presente, para llevarnos a reflexionar sobre imposibilidad de un destino cosmogónico; y en Los dos moribundos, el autor juega a establecer conexiones metafísicas que tejen el destino en sus esencias: la vida y la muerte. En placenta, Daniel Padilla nos enfrenta a un tríptico de relaciones entre la historia de Jonás expulsado, una relación de erotismo dependiente y un monólogo interior femenino; igual relación mítica se presenta en su cuento Sibila por medio del cual se recrea el mundo del cristianismo en confrontación con el paganismo antiguo. Así mismo, en esa constante intertextualidad de los relatos, Fredy Hernán Díaz nos ofrece un relato corto titulado Troya.
Otro escenario narrativo que se asoma entre los textos es el de elaboraciones de corte policiaco, con asuntos psicológicos, con protagonistas asesinos o en tránsito de serlos; a ellos pertenece relatos como La vida de la cigarra, de Edgar Mauricio Romero; Bendita, de Jorge Homez Villegas y Venganza de las flores, de Omar Alejandro González, en este último la técnica de la novela negra se encuentra bien asumida presentando un relato por episodios que tejen una trama y al final el lector puede dilucidar aquella cuidadosa arquitectura; suerte que no corre otro texto suyo, Pétreos silentes, en el cual el final parece extraído de un mundo menor al de su trama narrativa.
En los textos de Fabio Andrés Bastidas; El edén y Artista, se encuentran buenos escenarios narrativos, pero historias no concretas, quizás por aquello que Roberto Rubiano nos aclara: “El arte de contar cuentos está muy relacionado con el encantamiento, con la suspensión de la credulidad”. Los temas del amor frustrado, la ciudad y los trajines que niegan los cuerpos, hace su aparición en el cuento Cronología de Jorge Isaac Romero, y El espíritu o el miedo de Carlos Augusto Vargas; ciertos sarpullidos de nihilismo en Rolling Around y Candilejas, de Leonardo Arturo Mora; y la búsqueda de un lugar y el tema del amor o más bien del duelo perpetuo, se hallan en los relatos de la única mujer (extraño suceso, pero esperado) de la antología, Carolina Uribe Salas.
Los demás textos poco o nada dicen de las nuevas fuerzas narrativas que inundan la ciudad y de las cuales muchas voces debieron estar presentes en esta antología si el trabajo de selección hubiese sido más serio.
La existencia de nuevas voces requieren los esfuerzos de lugares de enunciación, pero es imperativo la decantación, para que quienes asumen el trabajo de la escritura como una responsabilidad con la palabra, puedan ofrecer sus permutaciones al escaso público lector, además, si de cuentística se trata no se puede olvidar aquella sentencia de Ricardo Piglia: “El cuento es un relato que encierra un relato secreto. No se trata de un sentido oculto que dependa de la interpretación: el enigma no es otra cosa que una historia que se cuenta de un modo enigmático.”
IV
Hay que apoyar los nuevos y viejos narradores, las inevitables voces poéticas en construcción y es vital publicar para asumir el reto de otro lector, pero toca tener cuidado de, como dicen en los círculos de escritores, no pasar del anonimato al desprestigio. Entonces es inevitable preguntar: ¿publicar para qué?
Referentes bibliográficos
COLECCIÓN SOLEDAD RENGIFO. (2010) Antología cuentistas inéditos. Caza del Libro. Ibagué.
COLECCIÓN SOLEDAD RENGIFO. (2010) Antología poetas inéditos. Caza del libro. Ibagué.
BONILLA ROJAS, Betuel. (2009) El arte del cuento. Trilce Editores. Bogotá.
1 comentario:
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