Docente
IDEAD – UT
La mediocridad es la peor discapacidad
Nick Vujicic
1.
En el año 2012,
el Consejo Nacional de Acreditación (CNA) elaboró un listado de aspectos
deficientes encontrados en la Universidad del Tolima, entre ellos se citaba la
desactualización de sus documentos normativos; es decir, el Estatuto General
(1993), el Estatuto Profesoral (1995), el Estatuto de los Estudiantes (1996),
sin mencionar que no existía Estatuto de Contratación y que la normatividad
vigente era, y sigue siendo, un entramado de duplicaciones y contradicciones
legales. Hoy, 5 años después, continuamos con los mismos problemas y aún es
imposible lograr que el Consejo Superior Universitario (CSU) tome decisiones
que ayuden a modernizar la institución y de paso, le permita acceder a la tan
requerida Acreditación Institucional.
Lo más extraño
de todo es que en el Consejo Superior tienen asiento las delegadas del
Ministerio de Educación Nacional (Raquel Díaz) y del Gobierno (Maribel Córdoba).
Es decir, ellos desde sus entes de control educativo exigen cambios en la UT,
pero sus comisionadas se oponen a las medidas. Valdría la pena preguntarles a
estas dos damas si la apuesta para la salida de la crisis sigue siendo la intervención
por la vía de la Ley 550 o Ley de
Quiebras. Esa fue su propuesta en el periodo de Herman Muñoz, que gracias a la Huelga de hambre se pudo detener, aunque
hoy parte de la comunidad universitaria lo haya olvidado.
2.
Hay una alianza
perversa por mantener la Universidad del Tolima sumida en el atraso y de ella
hacen parte las mencionadas damas delegadas del MEN y del gobierno de Juan
Manuel Santos, el gobernador del Tolima, Oscar Barreto, y algunas facciones
internas de la UT, encabezados por las huestes viudas del poder de Muñoz Ñungo
que sueñan con que nada cambie, para así volver con sus discursos sectarios a
retomar las riendas. En esa alianza se encuentran cómodos, porque a ninguno de
esos sectores les interesa algo más que sus grupos de poder y sus cuotas
burocráticas. Se parecen tanto. La universidad que se tambalea hoy es fruto de
todos esos gobiernos, es lo que pueden mostrar como resultado de muchos años en
el poder.
Uno de los
síntomas de esta alianza se evidencia en el CSU, en donde esos sectores,
representados en Raquel Díaz, Maribel Córdoba, Olga Lucía Alfonso y Carlos
Montealegre, ponen palos en la rueda, dilatan y rebuscan leguleyadas, todo con
el fin de impedir que la transformación normativa, académica y curricular de la
UT llegue a buen puerto. El mismo Vicerrector Académico, Oscar Iván Cortés,
alfil del barretismo y protegido de Olga Lucía Alfonso, ha utilizado su cargo
como espacio de enfriamiento de la reforma estatutaria, cuando esta dependencia
debería ser líder de la misma, debido a que por funciones le corresponde dar
cuenta del eje de excelencia academia presente en el vigente Plan de Desarrollo.
3.
Lo lamentable es
que todos esos actores son pasajeros, pero la universidad debe sobrevivir a
ellos. Nada ha aportado el MEN y su delegada a la superación de la crisis de la
UT. El barretismo también se irá, como se fue Delgado Peñón y su séquito
dejando la UT al borde del precipicio, no olviden que los politiqueros de la
región tampoco son eternos. Oscar Iván Cortés saltará a algún cargo burocrático
del departamento, en eso es experto. El profesor Carlos Montealegre volverá a
la base a padecer lo que no ayudó a transformar, o pedirá una comisión como lo
hizo Germán Calderón, el anterior representante de las Directivas Académica; y
así, cada uno evadirá la responsabilidad, mientras la cotidianidad académica de
la UT se hunde en una nueva época de incertidumbre y riesgo de inviabilidad. He
ahí unidos a liberales, conservadores y hasta supuestos “militantes de izquierda”,
para que nada cambie en la UT. ¿Por qué? Porque ellos se han repartido la
universidad como en una especie de Frente Nacional y mientras puedan seguir
haciéndolo, ¿para qué cambiar?
4.
Y los profesores
que han esperado pacientemente que la Universidad del Tolima vuelva a sentir
que lo académico es lo primordial ¿qué estarán pensando? Más de cuarenta
docentes asumieron responsabilidad de cargos directivos, además de seguir dando
clases; muchos han aplazado sus comisiones de estudio, otros no han podido
viajar a socializar sus investigaciones o lo han hecho con recursos de sus
propios bolsillos, bastantes derechos académicos has sido “aplazados” con el
fin de contribuir a superar la crisis, pero ¿este muerto lo deben cargar solo
sus hombros? No hay que olvidar que la Asamblea General de Profesores condicionó
el apoyo a la actual gestión con base en un Plan de trabajo de once (11)
puntos, entre ellos el de llevar a cabo las distintas reformas de la UT ¿qué
pasará entonces?
5.
Mientras tanto
la academia sigue padeciendo los rigores de la falta de recursos financieros, pero
para la mayoría, mientras exista un exiguo dinero para el pago de las nóminas,
ya es suficiente. A pocos les importa que los índices de investigación caigan,
que los programas requieran una actualización curricular, que se deba fomentar
la creación de nuevos programas, que la oferta académica no se recupere, que no
haya dinero para la cultura, que el campus requiera mantenimiento y una nueva
infraestructura, entre muchos aspectos más. Quizás cuando, por todos los actos
irresponsables descritos en este artículo, reaparezca la falta de dinero en sus
cuentas, volverán a sentir que la UT necesita cambiar urgentemente.
A este ritmo el
año entrante retornaremos a los escenarios de comienzo de año de 2016, mientras
el Ministerio y sus mediocres delegados se relamen los bigotes por intervenir
la Universidad de los tolimenses.
6.
Nota breve
merecen ese grupito de sayones que viven proclamando que toda la crisis es
culpa de ASPU. Para ellos solo una frase de Mahatma Gandhi: “Conviértete en el
cambio que deseas ver en el mundo”.
7.
No olviden la
frase de Nick Vujicic.
***
Posdata: La
señoras del Ministerio y Gobierno ya traían en sus carpetas burocráticas un
candidato para la rectoría. Ojalá algún día trajeran recursos. ¿Alguien me puede
ayudar a confirmar su nombre?
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