Carlos Arturo Gamboa B.
¿La crisis ya no existe en la
Universidad del Tolima? Creo que todos podrían contestar que sí, ¿entonces por
qué no se concretan acciones que conlleven a solucionarla? Después de su
reelección, en noviembre de 2015, por fin José Herman Muñoz aceptó la crisis financiera,
no lo había hecho antes a pesar de tener ante sus ojos un iceberg de pruebas
iguales a las que hundió el Titanic. Sin embargo, sus defensores siguieron
jugando en la lógica de “esa tal crisis no existe”; hoy, seis meses después,
lanzan un nuevo distractor, la crisis si existe “y la culpa es de todos”.
Cuando empecé a escuchar ese enunciado en varios escenarios no pude evitar
recordar el poeta italiano Antonio Porchia cuando dijo “Lleve cada uno su culpa
y no habrá culpables”. Luego empecé a hacerme preguntas como las siguientes:
¿De qué es culpable el estudiante que se
encuentra en el Centro Regional de Mocoa, en Putumayo?
¿Es acaso culpable el graduado que salió
hace cinco años y que nunca fue consultado siquiera para elegir el
representante de los egresados?
¿Qué culpa en esta crisis carga la
señora de servicios generales que siempre nos mantiene aseadas las aulas?
¿De qué es culpable el vigilante que
cuida el ingreso en la puerta de la Universidad del Tolima?
¿Es acaso culpable el jardinero que
mantiene bien podados los jardines?
El estudiante que sobrevive al
inclemente mal económico de la región, que va todos los días a pie a sus clases
¿es culpable de la crisis de su universidad?
Pues acá, como en todos los relatos
de la falsedad que se construyen para evitar que los culpables paguen, se busca
la ocultación porque con ella se protege al infractor. Los abuelos solían
decir, sabiamente, que “a la culpa, sigue la disculpa”, pero si la culpa es de
todos, ni siquiera disculpa existirá, menos los culpables; aunque la
universidad siga a la deriva.
Ante ese sofisma lo que se busca es
unirnos a todos para que ahora aceptemos la necesidad de un préstamo, de cerca
de 20 mil millones, para tapar el agujero fiscal que crece como el roto de la
capa de ozono, y como todos somos culpables, todos pagamos.
En esa misma línea ahora aparecen
temas como que la culpa consiste en haber nombrado profesores de planta, como
lo afirma Juan Carlos Ferrero, decano de la facultad de Ciencias de la Salud,
cuando las cifras muestran que en los últimos 15 años el aumento de docentes es
apenas de un 13 %, lo cual es muy poco si tenemos en cuenta el número alto de
retiros por pensiones, que según cifras este año sigue creciendo. Mientras que
aumentaron el número de programas y hasta el número de facultades, y tenemos
casos como el IDEAD en donde la relación hoy es de 1 profesor de planta por
cada 625 estudiantes. Es decir, que el viejo truco de repetir que “la culpa es
de todos” parece ser la estrategia para presionar que clamemos por un préstamo
para salvarnos todos (incluidos los verdaderos responsables), así sea a costa
de hundir más la universidad.
No cabe duda, en todo este drama
humano, financiero, académico y descuido de lo público hay unos culpables
centrales, el rector José Herman Muñoz y su equipo, algunos de los cuales ya se
fueron sin asumir ninguna responsabilidad; hay otros culpables en mandos medios
y por supuesto culpables externos, pero eso es muy distinto a meternos a todos
en la olla en donde se cuece el caldo de la impunidad.
Por eso, asumo lo que dijo Benavente: “como en las deudas, no cabe con las culpas otra honradez que pagarlas”, y si tan seguro está el rector y su puñado de amigos que la culpa es de todos, que se paren y griten “él que esté libre de pecado de la crisis de la UT que lance la primera piedra”, seguro que recibirán una sonora lluvia de rocas, incluso de las manos de algunos cercanos suyos.
Finalmente, solo me queda una pregunta: ¿De qué son culpables los amigos del rector que ahora salen a decir que todos somos culpables de la crisis?
Por eso, asumo lo que dijo Benavente: “como en las deudas, no cabe con las culpas otra honradez que pagarlas”, y si tan seguro está el rector y su puñado de amigos que la culpa es de todos, que se paren y griten “él que esté libre de pecado de la crisis de la UT que lance la primera piedra”, seguro que recibirán una sonora lluvia de rocas, incluso de las manos de algunos cercanos suyos.
Finalmente, solo me queda una pregunta: ¿De qué son culpables los amigos del rector que ahora salen a decir que todos somos culpables de la crisis?