Por:
Carlos Arturo Gamboa B.
Docente
universitario
Hace muchos
años, en el bosque de Tuput, reinaba el león a sus anchas. Unos pocos animales no
compartían su manera de gobernar, pero tenían miedo y callaban. Los demás le
aplaudían y con eso ganaban más, el león de vez en cuando compartía con ellos
su opulencia.
Durante un largo verano el bosque fue azotado por
la canícula y solo abundó la precariedad. Los pocos que sabían las astucias y
derroches del león decidieron protestar. Él y sus lacayos se habían comido las
reservas en la época de abundancia, ahora el hambre era lo único que se podía
repartir.
El oso citó a
una asamblea, al principio fueron muy pocos, pero el hambre destroza hasta los
más finos lazos de lealtad. Al final llegaron enojados hasta los aduladores,
quienes en ausencia de comida y agua, tildaban ahora al rey león de ser un
total inepto.
El oso iba
generando cada vez más simpatía. La asamblea decidió entonces que el león debía
renunciar al trono, era la única manera de salvar el bosque y emprender su
recuperación. Todos aplaudían al oso cuando hablaba, quizás porque era el único
que no temía las represalias del león.
El león tuvo que
abandonar su cargo, sin embargo, le fue permito de vivir en el bosque. Con el
trono vacío algunos propusieron que el nuevo rey fuera el oso, había mostrado
gallardía y se merecía dirigir tan preciado lugar. La mayoría se opuso, no se
veía bien –dijeron- que un oso que había estado en la oposición, ahora
gobernara. Al final eligieron como nuevo rey al tigre. En ese bosque siempre
habían gobernado los leones y los tigres, no los osos.
Pocos días
después el bosque de Tuput parecía estar en total normalidad. Cada quien
cumplía su rutina hasta que una mañana el agua empezó a escasear. El gran lago
presentaba un nivel muy bajo y todos se alarmaron. Llamaron al oso para preguntarle
qué pasaba, a lo que respondió -¿Y por qué no le preguntan al tigre?, al fin y
al cabo él es el rey. Todos asintieron. Citaron a una asamblea y le pidieron al
oso que la dirigiera, él sabía de esas lides.
El tigre no supo
dar razón de la escasez de agua, aunque muchos rumoraban que la estaba
vendiendo al bosque vecino. La única solución que encontraron fue traer el
líquido desde el lejano río, para lo cual las horas de trabajo se aumentaron.
El oso siguió investigando, hasta que descubrió que el tigre y sus secuaces
habían construido un canal subterráneo para sacar el agua y venderla, se habían
enriquecido con las ganancias.
El oso citó a
una asamblea y condujo a los animales del bosque para que vieran con sus
propios ojos el engaño del rey tigre. La turba enfureció y obligó al rey a
renunciar. No obstante, no lo expulsaron del bosque. Con el trono vacío algunos
de nuevo propusieron al oso como rey. La mayoría se opuso, no estaba bien
–gritaban enfurecidos- que alguien como el oso que siempre había estado en la
oposición hoy se sentara en el trono. Fue así como eligieron como nuevo rey al
silencioso león.
La calma volvió
al bosque… durante unos días. El león de nuevo en el trono volvió a sus
andanzas, malgastando las reservas en grandes fiestas, a las cuales eran
constantes invitadas las panteras. Incluso decían que en esas bacanales era
común ver el tigre entre los asistentes. Pero todos callaban, en ese bosque
siempre habían gobernado los leones y los tigres, eso generaba respeto.
Cuando se
aproximaba el invierno el oso llamó a una asamblea, quería verificar los
inventarios de alimentos, se había trabajado muy duro esos años y la temporada
de lluvias se pronosticaba muy larga. Debían estar preparados. El león se negó
a mostrar las cifras, dijo que todo estaba en orden. El tigre caminaba entre
los asistentes azuzando y murmurando –algo aquí me huele mal- pero no lo decía
en voz alta.
Como siempre fue
el oso y su valentía la que convocaron a una marcha de todos los animales con
el fin de verificar las existencias de alimentos. Todos iban enfurecidos,
sabían que algo andaba mal. Al llegar a las cuevas de almacenamiento lo
pudieron entender. El león y sus secuaces se habían gastado la mitad de los
ahorros en sus fiestas. Le pidieron la renuncia y la expulsión, era la segunda
vez que dejaba en quiebra el bosque. El tigre intercedió – no es para tanto,
conque abandoné el trono es suficiente-
De nuevo se citó
a la asamblea para elegir otro rey. Quienes acompañaron al oso desde el inicio
de sus luchas insistían en que él debía ser el rey del bosque de Tuput. La
mayoría los abucheó. Gritaban con furia: -¿cómo es posible que el oso, quien
siempre ha liderado la oposición hoy quiera ser rey? Fue así como por amplia
mayoría eligieron al tigre como su nuevo monarca.
He de decir que
el tigre volvió a llevar el bosque a la quiebra. Los animales buscaron al oso
para que se pusiera al frente de la situación. Lo hallaron cansado en su cueva,
viejo y resignado. - Luché toda mi vida por tener un bosque mejor, les dijo,
pero ustedes siempre eligieron al tigre y al león como sus reyes. Han de saber
queridos animales, que el que no lucha para gobernar, siempre será mal gobernado.
Así es como en
el bosque de Tuput, toda la vida, han reinado los leones y los tigres, siempre
respaldados por la mayoría de los animales porque, según ellos, allí nunca ha
sido y nunca será rey un oso opositor.