Para los turistas que por
estos días nos visitan o para quienes la nostalgia o los familiares los traen
de vuelta a la tierrita, quiero hacerles una breve lista de chequeo para que no
se pierdan en la Ciudad Musical. Uno sabe que está en Ibagué porque:
Encuentras una fila de taxis
en el terminal de transporte, pero cuando vas a abordar uno el chofer le dice:
“mijo yo no tengo bodega pa esas maletas”, y así recorres toda la fila sin que
nadie te lleve.
En la esquina ves un parche
de adolescentes aindiados, comiendo lechona y con camisetas de nacional,
hablando a lo mero ñeri-paisa, como nunca lo hacen los verdaderos hinchas del
verdolaga.
Te topas con un policía
bachiller whasapiando y cuando le preguntas algo sobre la ciudad, te piden
papeles.
Vas en una buseta que para en
todas partes a recoger pasajeros, pero cuando timbras para bajarte te deja
donde a él se le da la gana.
Cada tres pasos encuentras un
arrume de basura, un perro escarbando y un chulo mirando.
El número de huecos en las
calles es proporcional al número de políticos corruptos, con el agravante que los
primeros se podrán reparar algún día, los segundos parecen eternos.
Son más decentes los
indigentes que los transeúntes de la tercera.
Si te acercas demasiado a una
señora encopetada a preguntarle algo, te pude dar con el bolso en la trompa,
sobre todo si tienes pinta de jipi.
Si vas a las plazas de
mercado podrás degustar la mejor comida típica, aunque con el siempre indeseado
desorden y malos olores de los desechos.
Si saludas a un anciano en la
calle, él te responderá.
Podrás encontrar asaderos de
pollo por todas partes, pareciera que el plato típico del Tolima fuese “pollo
asado”.
Habrá muchos lugares a dónde
ir, pero nadie sabrá cómo. La mayoría de los habitantes ni siquiera saben que
tenemos lugares turísticos.
Si quieres perderte lo mejor
es preguntarle a un policía o a un taxista.
Tendrás que bañarte con
totuma en el patio de la casa porque el agua la cortan si llueve mucho o si
hace mucho verano; es decir: siempre.
Te dirán que estás en la
Ciudad Musical, pero si quiere escuchar música en vivo (de cualquier género)
tendrás muy pocas opciones; casi ninguna.
Podrás visitar un hermoso
parque llamado Centenario, el orinal más grande del planeta.
Escucharás a menudo un mito
urbano sobre la existencia de un alcalde bueno para la ciudad, eso pertenece al
tiempo histórico, quizás precolonial.
Al final querrás volver
porque la gente del común es comprensiva, no anda por ahí repartiendo
machetazos como alguien de afuera pensaría, si acaso te darán guaro hasta
emborracharte y pintarte la cara con labial, y si te acuestas virgen amanecerás…bueno,
amanecerás.