1.
Ya fue publicado
el concurso docente para nombrar a más de 100 profesores de planta y
ocasionales en la Universidad del Tolima, necesidad latente si alguna vez
queremos llenar de contenido la expresión “excelencia académica”; claro está
que con estos profesores apenas nos pondremos al día con el “vació” que han
dejado los docentes que se han pensionado y se pensionarán entre el 2013 y
2014, pero ese es el camino. Con lo que si no se puedo estar de acuerdo es con
los parámetros que se usan para determinar los perfiles, que de entrada
evidencian el sentido de exclusión que ya es derrotero cotidiano en nuestra
universidad. Argumento: un docente catedrático que lleva varios años (hay
algunos hasta con más de 2 décadas de servicios en presencial y/o distancia)
orientado determinadas asignaturas o cursos, de pronto se da cuenta, se entera
o le cuentan que su “perfil” le servía para orientar ciertos cursos como
catedrático, pero ahora cuando se abre convocatoria para profesores de planta
“su perfil ya no le sirve” ni para concursar. ¿Cómo es posible eso? La
exclusión de los perfiles, auspiciada por quienes los diseñan y los aprueban.
Pero la mayoría de los catedráticos ni se enteran o no les interesa o
simplemente consideran que con tenerlos en cuenta “en la carguita académica de
próximo semestre”, es suficiente.
2.
Capítulo
especial merecen algunos de los perfiles exigidos para el instituto de
Educación a Distancia, los cuales “se supone” fueron aprobado por el Consejo
Directivo, pero sin debate en los Comités Curriculares, como pienso debe ser
cuando se pretende fortalecer un proyecto académico. De los 16 perfiles
convocados el 31% están cerrados a maestría y/o doctorado en educación; es
decir que un magister o doctorado en Lingüística, en Territorio, cultura y conflicto,
en Pedagogía, en Literatura, en Psicología, en Artes o en otros campos afines,
no podrá ni siquiera participar. Lo curioso es que las Licenciaturas del IDEAD
están soportadas con tutores de estos perfiles, que llevan años aportando al
proyecto y que no podrán acceder al concurso. ¿Cuál fue entonces el argumento
para cerrar este perfil? ¿Las ciencias de la educación sólo es territorio de un
magister o doctor en educación? ¿En dónde quedó la mutidimensionalidad de los
procesos de enseñanza-aprendizaje? ¿O será más bien que se intenta buscarle un
mercado a los magister que “producimos” en la UT? ¿Acaso no reclamamos menos
endogamia? Lo curioso es que eso se habría podido evitar, como se hizo en otros
casos, dejando el perfil abierto, con una simple enunciación de este tipo: “maestría
o doctorado en el área”. ¿Quisiera saber cuál fue la argumentación del Consejo Directivo, la posición de los Directores
de las Licenciaturas, la argumentación académica?; aunque como diría Maquiavelo,
piensa mal y acertarás.
3.
Otra del IDEAD.
En el pasado Consejo Superior Universitario se aprobó la apertura de dos
Departamentos Académicos para el instituto, lo cual le permitirá dinamizar la
construcción de una verdadera comunidad académica. Esta decisión era vital para
que los profesores nombrados no fueran aves de paso. Igualmente, al tener
Departamentos Académicos, el IDEAD asume la lógica de una facultad más, por lo
cual cabe preguntar. ¿Entonces se abrirá el proceso democrático para la
elección de director (decano)? ¿Habrá representaciones profesorales,
estudiantiles y de egresados? ¿Se abrirá paso a la conformación del Consejo de
Facultad del IDEAD? Porque algo es
claro, no podemos actuar como facultad pero sin acatar las normas que ello
demanda; además al IDEAD le hace falta dinamizar una verdadera discusión sobre
su razón de ser y su proyección, y eso sólo es factible si abrimos los espacios
democráticos de argumentación académica, de lo contrario seguiremos siendo un
hibrido acomodado a las tendencias del poder con el rótulo de democracia, pero
con el accionar de una autocracia.
4.
La confusión
sobre las normas de contratación de catedráticos en la Universidad del Tolima
asemeja un laberinto de maleza. La Ley 4 de 1992, en su artículo 1992 afirma
que: “No se podrán recibir honorarios que sumados correspondan a más de ocho
(8) horas diarias de trabajo a varias entidades”, pero exceptúa “Los honorarios
percibidos por concepto de hora-cátedra”. En el Estatuto Docente (1994) de la
Universidad del Tolima se afirma que: “Son profesores de cátedra quienes
dedican hasta diez (10) horas semanales a la Universidad, sin que en ningún
caso tenga a su cargo más de dos asignaturas” (Artículo 5, numeral d). Estas
dos normas, a pesar de ser normas y a pesar de quienes viven invocándolas como
sinónimo de institucionalidad, no se cumplen. Primero porque la ambigüedad del
Estatuto, como de casi toda la normatividad de la UT, se presta para
manipulaciones. Veamos: Se pueden completar 10 horas semanales, hasta con 5
cursos de 2 horas cada uno. Segundo, existen muchos catedráticos que orientan
más de 10 horas semanales. Tercero, existen profesores de planta sobrecargados,
sobre todo en posgrados, sin que se evidencie control alguno, incluso se rumora
la existencia de “carteles de la cátedra”. Ante esta situación, no se entiende cómo
mediante Circular fechada 1 de junio de 2013, la Dirección del IDEAD imparte la
instrucción de que un tutor que preste sus servicios como Director de Programa
sólo podrá orientar un curso (3 horas semanales) y para los funcionarios sólo 3
cursos (pueden llegar a ser sólo 6 horas semanales, porque en el IDEAD los
cursos se orientan cada 15 días). En estos dos casos se está desconociendo la
normatividad citada. Sin embargo en este territorio todo se hace ley, así
contradiga la misma. Además en las otras facultades no rige el mismo mecanismo.
¿Cuándo respetaremos los derechos de los
catedráticos? ¿Acaso no somos una sola universidad?
5.
En la Facultad
de Educación parece que sigue reinando el oscurantismo, con prácticas como el
voto secreto de los miembros del Consejo de Facultad, ausencia de argumentación
académica para la toma de decisiones, entre otras. Este es el procedimiento que
se viene adelantando desde allí contra la profesora Clara Padilla, a quien la
tienen, en el lenguaje popular, “bananiada”; de paso desconocen el Estatuto
Docente que dice que: “Para que un profesor ocasional pueda convertirse en
profesor de planta, se requiere la solicitud escrita del docente y el concepto
favorable de los Consejos de Facultad y Académico”. (Artículo 15. Parágrafo 1).
Mediante esta figura han ingresado muchos de los docentes que incluso hoy
ejercen cargos de alta dirección, es más, recientemente se han nombrado
docentes en esa misma Facultad; pero con la profesora Padilla esto se ha
convertido en una odisea. Negro panorama el de esa Facultad. Entonces tocará
recordarle al profesor Andrés Felipe Velázquez (Decano), que en uno de sus
correos masivos de campaña afirmó lo siguiente: “Aprovecho la ocasión para
desmentir el rumor según el cual un día después de llegar como decano de la
facultad de Educación, pienso despedir a todos los directores de programa y
departamentos. Creo que quien inventó
esa historia debió sacarla de un sueño o una película;
pues, jamás he pensado realizar semejante locura. En la facultad hay un equipo de trabajo con suficiente madurez y
responsabilidad para llevar a cabo la tarea consignada en mi plan de trabajo
para la decanatura”. ¿Esto se ha cumplido? Profesor cumpla su palabra,
porque uno no gobierna sólo para quienes lo eligieron, sino para el bien de la
comunidad académica.
6.
El silencio de
la Facultad de Ciencias Humanas y Artes después de la elección de decano, se
parece al silencio de los cementerios. Ni siquiera se ha emitido un acto
institucional que dé cuenta de los resultados; pero tranquilos
aquí no pasa nada.
7.