Por:
Carlos Arturo Gamboa B.
Docente
Universidad del Tolima
Restas
El día 7 de mayo
se llevó a cabo la celebración del día del Tolima en el marco de la Feria
Internacional del Libro de Bogotá, -versión 2017-, conmemorando treinta años de
existencia de un evento que se convirtió en calendario obligado para la cultura
colombiana, con todo y los reparos que se le puedan hacer.
Asistí con
expectativas puesto que en el marco del día del Tolima se llevaría a cabo un
homenaje y exaltación a Eduardo Santa, Nelson Romero y Carlos Orlando Pardo,
una terna de escritores que se reconocerían por sus aportes a las letras de
esta región. Como era de esperarse la Carpa VIP dispuesta para el encuentro se
llenó en la hora marcada para el inicio, pero aún seguían en la prueba de
sonido.
Debo confesar
que rápidamente mi expectativa terminó en frustración. El evento fue una
muestra del desorden con que se asumen estos procesos en el departamento,
lleno de improvisaciones, sin un liderazgo definido, con una programación
saturada de eventos, una pésima logística. Como si fuera poco, en su
intervención Carlos Eduardo Leal, Director del Cultura del Departamento, apenas
balbució unas frases mal leídas de un texto que no contenía un discurso serio y
merecido para los homenajeados. Ni siquiera las hojas de presentación de los
autores fueron elaboradas con seriedad, parecían resúmenes de Wikipedia. Para
el colmo de males ni la palabra les dieron a los escritores, quienes terminaron
arrumados a un extremo del auditorio, junto a las cámaras y los estuches de los
instrumentos.
Mejor dicho, el
esperado día del Tolima, terminó siendo el día de la vergüenza tolimense,
liderado por un gobierno departamental que dice construir soluciones que
transforman, en este caso diremos, que deforman.
Sumas
El mismo día, a
la 1:00 pm, se llevó a cabo la celebración de los 45 años de existencia de la
editorial Pijao Editores, la cual ha asistido ininterrumpidamente a los 30 años
de la Feria Internacional de Libro en Bogotá.
Lleno total. La
mayoría de los asistentes respiraban literatura, se podría decir que un 50 %
del auditorio estaba conformado por escritores veteranos, consagrados,
anónimos, principiantes, expectantes, aficionados y profesionales.
La presentación
fue breve y precisa. Se narró de manera sencilla la importancia de los proyectos
editoriales en un país que requiere de más lectores y más espacio para los
escritores.
La exposición de
la colección Cuento contemporáneo
colombiano le dio paso una amplia variedad de autores, regiones, estilos y
posibilidades narrativas. Las microreseñas de los libros sirvieron como
apertura a la provocación. Quizás lo
único que se extrañó fue una mayor presencia de mujeres narradoras en la
colección.
De esa manera,
en un acto sencillo, se recuperó la idea de una feria del libro, en donde la
literatura debe ser el epicentro y en la cual cada espacio debe invitarnos a la
posibilidad de ese encuentro con el libro al que llamamos lectura.
Afortunadamente
Pijao Editores mostró un mejor rostro del Tolima en la Filbo 2017.
Posdata: Después de dos años el sello
Editorial de la Universidad del Tolima volvió a feria presentando algunos títulos
nuevos. Esperemos que en el 2017 haya convocatoria para continuar en la línea
de difusión del conocimiento tan vital para la comunidad académica.