Muchos creen que
el gran problema de Ibagué es el actual alcalde, porque tiene sumida la ciudad
en la total desidia, porque no ha dado respuesta eficiente a las obras para los
juegos nacionales, porque no ha solucionado el tema del agua. Pero no es así.
Si tuviésemos un alcalde distinto, las calles estarían llenas de huecos, las
basuras inundarían la ciudad, los ladrones de cuantías menores seguirían
haciendo de las suyas por la carrera tercera, hasta la Calle 11, porque ahí
serían reemplazados por los ladrones de cuantías mayores. El agua seguiría
faltando en nuestros hogares cuando llueva, cuando haga sol o cuando laven los
tanques, es decir, casi todos los días. Los taxistas seguirían haciendo de las
suyas, igual que los buseteros quienes van por la ciudad como fieras desatadas
a lo rápido y furioso.
Si otro fuera el
alcalde, nuestros barrios seguirían sin pavimentar, sin campos deportivos, sin
parques para el encuentro. El parque
deportivo seguiría abandonado y sin permitirle a los miles de pobres ingresar a
obtener un mínimo de recreación pública. La vía al aeropuerto seguiría siendo
una trocha. El cañón del Combeima estaría igual que hoy, sin una vía digna y la
Casa donde vivió Jorge Isaac se seguirá cayendo lentamente, como ha venido
derrumbándose nuestra grandeza tolimense.
Si el alcalde no
fuera Luis H, sino cualquier otro parroquiano de la politiquería local, el
panóptico seguiría siendo el agujero negro por donde el dinero público se va a
otra dimensión, seguirían escaseando los recursos para las artes en general, seguiríamos
sin escenarios para la dramaturgia, sin dinero para la poesía, sin dinero para
la pintura, sin dinero para la música alternativa, sin dinero para las
expresiones de miles de jóvenes que desde sus esquinas ven pasar el tiempo,
soñando con una posibilidad de contarle al mundo que sus sueños se expresan de
mil maneras.
El problema de
Ibagué no es el alcalde Luis H. El problema de Ibagué es que llevamos eligiendo
una serie de ineptos en los puestos públicos hace muchos años, y los elegimos
porque van a nuestros barrios, aliados con muchos de los presidentes de las
juntas comunales, y nos engañan con promesas. Nos ofrecen tejas de cinc para
que el agua no moje nuestras angustias, nos ofrecen puestos para nuestras hijas
desempleadas, nos ofrecen becas para nuestros hijos sin estudio, nos ofrecen
pavimentar las calles que llevan décadas cubriendo de polvo nuestra existencia,
nos ofrecen un tamal y un transporte el domingo de las elecciones, y nosotros
votamos por ellos, por rojos, por azules y de otros colores, casi todos ellos
amigos en componendas y quienes sin distingo de partidos se han distribuido los
bienes públicos que deberían invertirse en la ciudad.
Por eso el
problema de Ibagué no es el alcalde Luis H, somos nosotros quienes durante
muchos años hemos elegido alcaldes ineptos, politiqueros y sin visión de ciudad,
como Luis H Rodríguez.